QUIETO, Roberto Jorge (apodo: El Negro; seudónimo: Güemes) (Buenos Aires, Argentina, 30/1/1938 – Centro Clandestino de Detención Campo de Mayo, Buenos Aires, Argentina, detenido-desaparecido el 28/12/1975).
Abogado, dirigente estudiantil, fundador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), jefe de Montoneros.
Hijo de Amílcar Quieto, empleado de la fábrica de cigarrillos Massalin Particulares, y de Josefa Argañaraz, maestra. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Roberto, José Luis, Osvaldo y Carlos.
Si bien Roberto Quieto nació en la capital argentina, siendo un niño de 7 años se trasladó con su familia a la localidad bonaerense de San Nicolás, donde su padre, una vez que dejó su empleo en la fábrica de cigarrillos, montó su propio negocio de librería y juguetería. La familia se instaló en un chalet propio de la calle De la Nación 309, San Nicolás.
Para evitar el servicio militar obligatorio, Roberto ingresó en el Liceo Militar de la Nación, pero lo abandonó dos años después, pasando al Colegio Nacional de San Nicolás, donde concluyó sus estudios secundarios.
Ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), costeando sus estudios con diversos trabajos: boletero en un cine de barrio, empleado de la Bolsa de Comercio, finalmente empleado bancario. Fue elegido consejero estudiantil por el Movimiento Universitario Reformista (MUR), corriente estudiantil vinculada al Partido Comunista (PC). En 1960, mientras cursaba esta carrera, fue invitado, dentro de un grupo de estudiantes con los mejores promedios, a conocer universidades de Miami y Nueva York. Concluida la visita, aprovechó para hacer una escala en Cuba, que acababa de iniciar su revolución. Se recibió de abogado en 1962 con medalla de honor.
Militante comunista universitario, participa de la fracción orientada por Juan Carlos Portantiero que rompe en 1963 con el PC argentino para formar Vanguardia Revolucionaria (VR). Este grupo, con cierto predicamento en medio intelectuales y el movimiento estudiantil, es el que impulsa la lista que gana las elecciones del Sindicato de Periodistas, con una lista encabezada por Eduardo Jozami. Quieto es designado asesor jurídico del gremio.
Con la disolución de VR, ambos se suman a las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), formadas por disidentes comunistas que habían fundado en 1967 el Partido Comunista Revolucionario (PCR). En ese mismo año Quieto integra el Ejército de Liberación Nacional (ELN), grupo de contención de la guerrilla boliviana de Ernesto “Che” Guevara en el norte del país, para lo cual establece una coordinación entre su gente y la que nuclea Carlos Olmedo en la Facultad de Filosofía y Letras, con la perspectiva de formar un foco guerrillero rural. Viaja dos veces a Cuba en 1966, una mediados de año y otra en diciembre, recibiendo instrucción militar en la zona de Pinar del Río junto a Eduardo Jozami, Oscar Terán, Carlos Olmedo y Alberto Camps.
Malogrado el proyecto del ELN con la muerte del Che (octubre 1967), con Olmedo y los militantes que habían convocado —Marcos Osatinsky, Alejo Levenson, Marcelo Kurlat, Arturo Lewinger— reorientan su actividad hacia la lucha armada urbana, preocupados por la ligazón con el movimiento de masas local, fundamentalmente industrial. Es así que se gesta la organización que aun sin darse a conocer como Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) hace estallar en la madrugada del 26 de junio de 1969 catorce supermercados de la cadena Minimax, uno de cuyos multimillonarios accionistas, Nelson Rockefeller, acababa de llegar a la Argentina como enviado del presidente Richard Nixon.
Quieto participa de la concepción del operativo de ocupación militar de la localidad bonaerense de Garín, con que las FAR hacen su primera aparición pública firmada el 30 de julio de 1970. La organización no alcanza una definición político-ideológica sin extensos debates previos, a través de los cuales, desde una originaria identidad marxista, pasa a revalorizar la dimensión revolucionaria del peronismo como movimiento específicamente nacional y a reivindicar la experiencia de la Resistencia Peronista posterior a 1955. A comienzos de 1971 mentiene una breve relación sentimental con Inés Carazzo, una de las militantes de las FAR.
El 6 de julio de 1971 Quieto es secuestrado en la puerta de la casa de sus suegros, donde había visitado a su mujer y sus hijos. Su detención es finalmente legalizada gracias a las gritos de su mujer, que alertaron al vecindario y a la acción de un grupo de abogados porteños que pronto formarían la Asociación Gremial de Abogados, defensora de presos políticos y opositora a la dictadura militar instaurada en 1966. Desde el penal de Resistencia, Pcia. de Chaco, logra ser trasladado al de Rawson, Pcia. de Chubut. De allí, el 15 de agosto de 1972 logra fugarse junto a otros dirigentes de FAR, PRT-ERP y Montoneros. El avión de línea en el que viajarían a Santiago de Chile había sido capturado por un comando conjunto de FAR y PRT-ERP en el que se planeaba trasladar 116 presos políticos. Sólo llegarían a viajar los seis jefes: Quieto, Marcos Osatinsky, Mario Roberto Santucho, Domingo Mena, Enrique Gorriarán Merlo y Fernando Vaca Narvaja, además de los militantes que habían copado el avión, mientras que la mayoría de los presos permanece en el penal sin poder trasladarse. Un grupo de 16 militantes que vuelven a prisión es fusilado el 22 de agosto de 1972 en lo que se conoce como la “Masacre de Trelew”.
Tras 9 días de permanencia en la Dirección de Investigaciones de Santiago de Chile, donde reciben numerosas visitas y manifestaciones de simpatìa de militantes chilenos, el 23 de agosto el gobierno del socialista Salvador Allende les concede el asilo político, otorgándoles a su vez el permiso para viajar a Cuba, viaje que se concreta el día 25 a través de la gestión del embajador de ese país en Chile.
Durante su estancia en Cuba de alrededor de cuatro meses, madura con el otro líder de las FAR en la isla, Marcos Osatinsky, la idea de fusionar las FAR con Montoneros. En una reunión con Fidel Castro, habrían recibido de éste el consejo de jugarse a la salida democrática en Argentina. De regreso de la isla, participa de una reunión secreta con Juan D. Perón en Roma, el día anterior a su retorno a Argentina del 17 de noviembre de 1972, en la que están presentes también Mario Firmenich y Horacio Mendizábal, en representación de las direcciones de FAR, Montoneros y Descamisados, respectivamente. Volvería a reunirse con Perón en Europa para manifestar la intención de traducir en cargos del próximo gobierno el peso político que habría tenido la Juventud Peronista (JP) en la movilización y lucha por el retorno del peronismo al poder.
Poco después de la asunción de Héctor J. Cámpora como presidente constitucional del país el 25 de mayo de 1973, protagoniza como jefe de las FAR una conferencia de prensa conjunta con Montoneros, donde se caracteriza la etapa iniciada por el nuevo gobierno como de “Reconstrucción y Liberación Nacional”, considerándose que ésta debía estar conducida por un Movimiento Peronista “cuya fuerza principal es la clase obrera”, como paso previo para la construcción del socialismo en su particularidad nacional, entendiendo la inclusión de esta perspectiva en la estrategia señalada por el Gral. Perón. El día de la masacre de Ezeiza del 20 de junio de 1973, está con el grupo de dirigentes de Montoneros, FAR y la JP que desde un ómnibus encabeza la columna que al entrar de frente al palco principal es baleada desde el mismo por parte de sectores de la derecha peronista que participaron de la organización del acto.
Junto a Marcos Osatinsky participa en representación de las FAR de la reunión de las organizaciones armadas peronistas de septiembre de 1973 en la que se resuelve la fusión con Montoneros, quedando fuera las FAP. La fusión se oficializa en Córdoba el 12 de octubre de 1973.
Desde entonces integra la conducción montonera y por su carácter de líder histórico de las FAR aparece como el “número dos” de la organización, luego de Mario Firmenich.
Es uno de los delegados de Montoneros a la reunión que Perón mantiene con distintas organizaciones de la Juventud Peronista antes de las elecciones que lo llevaron por tercera vez a la presidencia, en la que sugiere que los distintos grupos se “normalizaran” e institucionalizaran en una rama juvenil del justicialismo, ratificando su conducción unipersonal del movimiento y desechando la idea de un cambio de sistema como el intentado por Allende en Chile.
Quieto está incluido en la primera lista de condenados a muerte que la Triple A envía a la prensa el 30 de enero de 1974. El 19 de febrero de ese año es detgenido durante 20 días en Rosario, acusado de portar documentos falsos. A consecuencia de ello, la JP organiza importantes movilizaciones por su libertad y la de Carlos Caride, detenido también por la misma época. Es uno de los jefes montoneros que encabeza el acto realizado en el estadio del Club Atlanta con el que la JP festeja, el 11 de marzo de 1974, un año del triunfo electoral que llevara al peronismo al gobierno tras 18 años de proscripción.
La escalada de la conflictividad con el gobierno de Perón que alcanza un punto álgido en la Plaza de Mayo el 1° de Mayo de 1974 cuando las columnas montoneras y de la JP confrontan directamente con el General, no impide la presencia de Quieto en el velatorio del viejo líder en la sede del Congreso Nacional, tras su muerte el 1° de julio de ese año. En un acto en La Plata, Pcia. de Buenos Aires, a fin de ese mismo mes, descarta la posibilidad de un golpe de las FFAA a corto plazo. Por entonces realiza una gira por el interior del país para tomar contacto con la militancia de base, lo que poco después se revelaría dificultoso con el pase a la clandestinidad de Montoneros en septiembre de 1974. Quieto se instala con la dirección de Montoneros en la ciudad de Córdoba, viajando periódicamente a Buenos Aires para encontrarse con su mujer y sus dos pequeños hijos.
El 1º de noviembre de 1974 supervisa el “ajusticiamiento” del Jefe de Policía Alberto Villar, acusado de robar los féretros de los “mártires de Trelew” velados en 1972 en la sede del Partido Justicialista de la Capital y de vanagloriarse por tener listo “un cajón para cada montonero”, operación que habría sido ideada por Rodolfo Walsh en coordinación con Carlos Goldemberg. Es también el jefe militar de la “Operación Mellizas” de secuestro de los empresarios Juan y Jorge Born, que involucra a 19 militantes montoneros y se desarrolla entre el 19 de septiembre de 1974 y el 20 de junio de 1975, cuando finalmente Jorge Born es entregado ante la prensa tras obtenerse un rescate de 64 millones de dólares. Quieto negoció telefónicamente el rescate bajo el seudónimo de “Güemes” y habría sido quien entregó al banquero David Graiver, con quien tenía una relación previa, parte de ese dinero (unos 14 millones de dólares).
Gracias al servicio de inteligencia conducido por Rodolfo Walsh, Quieto habría conocido —al igual que el resto del núcleo de la Conducción Nacional montonera—, con varios meses de anticipación, la “Orden de Batalla 24 de marzo” en la que se anticipaba el golpe de Estado, sin que esto modificara la estrategia de la organización.
El 28 de diciembre de 1975 es detenido por personal del Primer Cuerpo del Ejército y de la Policía Federal, vestidos de civil, mientras se encontraba en la playa “El Ancla” de la localidad bonaerense de Martínez, con su esposa Alicia Beatriz Testai, maestra, y sus hijos Paola (de 10 años) y Guido (6 años), sin guardaespaldas y desarmado.
Después de pasar unas horas en el Departamento Central de Policía de la calle Moreno 1417, fue uno de los primeros prisioneros trasladados al Centro Clandestino de Detención de Campo de Mayo, antigua guarnición militar del Ejército Argentino, donde habría permanecido con vida para ser interrogado bajo tortura, al menos hasta principios de 1976. Por entonces Quieto era el responsable del aparato militar de Montoneros y era el tercero en el nivel de conducción luego de Mario Firmenich y Roberto Perdía (habría quedado en esa posición jerárquica luego de ser descendido del segundo puesto tras haber pedido, en octubre de 1975, alejarse de la instancia de conducción por diferencias políticas —estaba preocupado por el creciente militarismo de Montoneros— y cuestiones personales —Quieto no quería dejar de ver a sus dos hijos ni a su mujer, que no era militante). Había mantenido hasta poco antes de su muerte vínculos con los intelectuales marxistas Juan Carlos Pontantiero y José Aricó, con quienes compartió sus críticas al militarismo de su organización, pero nunca las hizo públicas. Según declaró Aricó años después, para entonces Quieto era “un dirigente aniquilado, derrotado, sin posibilidad de cambiar una situación en la dirección del movimiento, desconfiando profundamente de lo que ese movimiento estaba diciendo pero obligado a defender cosas absurdas, como la creencia en que una confrontación con el Ejército podría llevarlos al triunfo. Eso no lo creía Quieto”.
La inmediata campaña por su liberación incluyó pintadas por toda la ciudad (“Libertad al Negro Quieto, preso por peronista”), “acciones” contra bancos y autos, barricadas, mientras que su esposa y su madre se movilizaron para obtener apoyo internacional de líderes políticos y personalidades de la cultura como Alain Touraine, Paco Ibáñez, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, François Mitterrand y el Partido Socialista italiano, sin lograr que el gobierno de Isabel Perón reconociera su detención. Pero la campaña se detuvo al producirse una serie de “caídas” de algunas casas operativas (como un arsenal militar situado en la localidad de Villa Martelli y una “cárcel del pueblo” que entonces no guardaba prisioneros), cuando la conducción montonera comienza a especular con la posibilidad de que Quieto hubiera “cantado”, como se denominaba en la jerga de las organizaciones armadas la confesión bajo tortura. En febrero de 1976 la conducción montonera decide someterlo a “juicio revolucionario” en ausencia, hallándolo culpable de “deserción en operación y delación”, para condenarlo a “degradación y muerte”. Las calles de Buenos Aires se llenaron de “pintadas” que decían “Quieto traidor”. Tal sentencia causó gran conmoción entre las filas montoneras y la izquierda peronista. Quieto era uno de los jefes montoneros más populares y queridos, remontándose su trayectoria guerrillera a los tiempos fundacionales de las FAR. En la mitología heroica que animaba el imaginario político de las organizaciones armadas, su pericia militar era exaltada y su cualidad revolucionaria mentada incluso allende las fronteras. Se decía que su arma era un regalo de Fidel Castro.
Según diversas versiones, a incios de enero de 1976 Montoneros envió a Roberto Cirilo Perdía a negociar secretamente con el entonces Jefe de Policía Albano Harguindeguy un canje de prisioneros con el objetivo de rescatar a Roberto Quieto, pero para luego “ajusticiarlo”. “Quieto no va aparecer, olvídense del tema”, respondió secamente el jefe policial.
Roberto Quieto permanece “desaparecido”, al igual que uno de sus tres hermanos, Carlos Alberto Quieto, secuestrado en agosto de 1976. Su hija Lucila Quieto, militante de la agrupación HIJOS, realizó en 2001 el ensayo fotográfico “Arqueología de la ausencia”, reuniendo imágenes de su padre, su tío y otros “desaparecidos”, con fotos de sus hijos tomadas posteriormente.
El hijo menor de Roberto Quieto, Guido Quieto, abogado, se presentó en el año 2013 como querellante en la causa por el secuestro su padre, en una causa que terminó con las condenas a los represores Reynaldo Bignone y Santiago Riveros.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2024), “Quieto, Roberto”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.