MUÑOZ MONTORO, Gonzalo Gervasio (seudónimo: Gervasio Toro) (Montevideo, Uruguay, 1895 – Buenos Aires, Argentina, 1946).
Contador público y escritor uruguayo, en sus años de estudiante en Buenos Aires activo militante de la Reforma Universitaria (1916-1921).
Hijo de Gervasio Muñoz Rivera y Ema Montoro Penco, uruguayos. Sus hermanos fueron Evangelina y Gastón Fructuoso Muñoz Montoro.
Cursa sus estudios universitarios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) a fines de la década de 1910 y probablemente en la Facultad de Filosofía y Letras de la misma universidad, facultad a la que asistía por las tardes para recibir una formación cultural que completara su formación profesional.
El primer registro de la actividad intelectual de Muñoz Montoro es la publicación en 1916 del poema “Ofrenda”, en el número 33-34 de Verbum. Órgano del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras. Por la revista Ideas. Órgano del Ateneo de Estudiantes Universitarios (1915-1919) sabemos que al año siguiente comienza a participar de dicho Ateneo. Éste era liderado por el joven socialista José María Monner Sans y reunía a estudiantes de diversas ideologías en una suerte de rama cultural de la frágil Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA). En 1917 asume por unos meses la presidencia del Ateneo, luego de la renuncia del joven católico Tomás Casares por desacuerdos por el pronunciamiento a favor de la ley de divorcio vincular. Ese año Muñoz Montoro se incorpora al equipo redactor de la Revista del Centro de Estudiantes de Derecho, que se venía editando desde 1909. Su participación en el gremialismo estudiantil se acrecienta con los conflictos cordobeses que a mediados de 1918 dan inicio a la Reforma Universitaria.
Para el Primer Congreso Nacional de Estudiantes –organizado en Córdoba en julio de 1918 para continuar y proyectar a escala nacional los reclamos– Muñoz Montoro se encarga de preparar el proyecto “Periodismo estudiantil”, que promovía la fundación de revistas y estuvo entre los aprobado por el Congreso. En los meses siguientes varios grupos universitarios editaron publicaciones periódicas que retomaron explícitamente el llamado del proyecto. En el Congreso le delegaron a Muñoz Montoro la dirección del Boletín de la Federación Universitaria Argentina (1920-1022). Por las actas de la comisión directiva que se transcriben en el Boletín, sabemos que las demoras en la edición produjeron conflictos con Muñoz Montoro y terminó renunciando en 1920. Los tres números editados difundieron notas de estudiantes y de figuras como Deodoro Roca, Saúl Taborda y Alfons Goldschmidt que apoyaban la confluencia de la Reforma Universitaria con la Revolución Social.
Durante su estadía en julio de 1918 en Córdoba, Muñoz Montoro intenta fundar junto a los otros ateneístas que habían viajado (José María Monner Sans, Hiram Pozzo, Alejandro Terrera y Guillermo Watson) una sede cordobesa del Ateneo. Deodoro Roca les sede el salón del Museo Provincial de Córdoba que dirigía, para una conferencia en la que Monner Sans explica los propósitos del grupo porteño y funda la nueva sede. Pero el proyecto parece no haber prosperado.
En el número de junio de 1918 de la Revista del Centro de Estudiantes de Derecho, Muñoz Montoro publica una elogiosa reseña del Colegio Novecentista y sus Cuadernos del Colegio Novecentista (1917-1919). Allí declara que “bien puede llegar a ser horizonte de nuestra desorientada generación”. Poco después se incorpora el Colegio, con el que compartía el cuestionamiento al positivismo y el interés por el esteticismo. Pero ante la politización estudiantil que desencadena la Reforma Universitaria termina alejándose. Más precisamente, cuando a fines de 1918 prima en el Colegio la fracción de Tomás Casares, Adolfo Korn Villafañe y Jorge Max Rohde que cuestiona la radicalización estudiantil, Muñoz Montoro opta por acompañar el acercamiento al movimiento obrero que realiza el Ateneo de Estudiantes Universitarios. Es más, a comienzos de 1919 asume la dirección de la revista del grupo, Ideas, hasta su cierre luego del número 19 (fechado en agosto-septiembre de 1919). Este año compila sus notas (la mayoría aparecidas en Ideas) en un libro de edición privada cuya dedicatoria declara haber encontrado un horizonte distante al Colegio Novecentista: “a Alberto Britos Muñoz y José María Monner Sans, espíritus representativos del alma y nervio de mi generación”.
En 1918 Muñoz Montoro asume la dirección de la Revista del Centro de Estudiantes de Derecho. Entonces la rebautiza como Themis, pero mantiene su numeración. Dirige los números 69 a 74, aparecidos entre julio de 1918 y abril de 1919. Luego del número 74, la revista se cierra porque el Centro de Estudiantes consigue que el Centro Jurídico, asociación profesional de los egresados de la Facultad, les ceda la dirección de la Revista Jurídica y de Ciencias Sociales. Muñoz Montoro abrió los cinco números que dirigió con entusiastas editoriales firmados por la dirección. En el segundo sostiene:
“THEMIS está en marcha. Revista de juventud y para la juventud, eliminará de sus páginas todo aquello que huela a apoltronamiento senil. Poco a poco con su propia obra se irá convirtiendo en el más alto censor de la erudición postiza de algunos profesores y la impericia mental de muchos alumnos”.
En Themis nº 10 se publica la jocosa crónica del congreso cordobés redactada por el estudiante Walter Elena. Allí Muñoz Montoro es recordado del siguiente modo:
“en fila primera de la derecha veía una cabeza crespa, un cuello muy fino que nacía de unos hombros bajísimos, estrafalariamente. Su propietario era Muñoz Montoro, de Buenos Aires, ilustrado y satírico, y al cual, por su porte delgaducho y galante, al par que por su palabra, llena de ternezas, se le había apellidado ‘la angélica Manuelita’”.
A comienzos de 1919 Muñoz Montoro secunda a Enrique Torino en la Lista Blanca para autoridades del Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA). La Lista gana las elecciones frente a la Unión Universitaria que encabeza Adolfo Korn Villafañe y que presidiría el Centro en los años siguientes. En septiembre de 1919 crece la huelga de los maestros mendocinos. La Vanguardia informa que el 9 de octubre de 1919 la Federación Universitaria Argentina (FUA) creó un comité a favor de “Maestros Unidos” “con el objeto de promover en toda la república un enérgico movimiento a favor de los maestros mendocinos impagos, ofendidos y despojados de sus puestos por la intolerancia de las despóticas autoridades que oprimen aquel estado argentino”. Muñoz Montoro participa de ese comité como representante del Ateneo Universitario, nombre que había adoptado el Ateneo de Estudiantes Universitarios. Los otros integrantes fueron Julio V. González por la Federación Universitaria Argentina (FUA), Francisco Suárez por la Liga Nacional de Maestros, Gregorio Bermann por la Federación de Asociaciones Culturales y José de la Mota por el Círculo de Profesores Normales.
Al año siguiente, Muñoz Montoro viaja a La Plata para representar a los ateneístas en el acto del 7 de mayo de 1920 que organiza la Federación Universitaria de La Plata en el marco de la “Huelga Grande” que venía manteniendo desde octubre de 1919. Muñoz Montoro comparte la tribuna con el líder cordobés Saúl Taborda y ambos insisten en la unión de los reclamos estudiantiles con los reclamos obreros. A fines de ese año Taborda vuelve a La Plata con otros cordobeses (Carlos Astrada, Emilio Biagosch y Héctor Roca) para asumir el rectorado del Colegio Nacional dependiente de la Universidad, entonces convoca a Muñoz Montoro como su secretario. En marzo de 1921 ambos deben renunciar por la presión del presidente de la Universidad y el Consejo Superior, quienes, a excepción de Alejandro Korn, se opone a las reformas desjerarquizantes emprendidas.
Por entonces Muñoz Montoro se recibe de contador y se muda a Montevideo, su ciudad natal, donde abre un estudio contable.
El Fondo de archivo personal de Florentino Sanguinetti del CeDInCI conserva una carta que J. De Souza Sola le envió a Sanguinetti el 9 de enero de 1921 desde Montevideo en la que cuenta que Muñoz Montoro “anda por aquí desde hace 8 meses. Tiene la intención de darme largas latas. Se acuerda mucho de Ud. Saca el cuero (juntos) a medio Bs. As. intelectual y prepara aquí la Revolución Universitaria. Haremos trabajos juntos”. No sabemos si hicieron esos trabajos, aparentemente el libro no se publicó.
Durante la década del veinte Muñoz Montoro se casa con María Isabel Paladino Iruleguy. La pareja tiene un hijo en 1928, a quien llama Gonzalo Muñoz Paladino. Ese año Muñoz Montoro publica sus Cartas lunarias. Una de las revistas más importantes de la vanguardia montevideana lo reseña y ofrece una elocuente caracterización del autor:
Después de haberse encendido y modelado en una inquietud social templada sobre lo vivo y en una paralela preocupación por los destinos de la cultura, Gonzalo Muñoz Montoro se entregó a la vida combativa, orientó y en parte dirigió los movimientos universitarios reformistas que agitaron hace algunos años La Plata, Buenos Aires, Córdoba y otras ciudades de la Argentina. En los momentos de tregua y sin disminuir la intensidad de su vida de acción, Gonzalo revisaba postulados tradicionales con una máxima desaprensión, aumentaba su experiencia sobre los impulsos concéntricos de la psicología colectiva, ordenaba datos sobre las líneas movedizas de la muchedumbre, completaba sus múltiples lecturas filosóficas y meditaba. […] [Y ya en Montevideo] empezó entonces a reunirse con los amigos junto al mar, a escribir glosas, a desenvolver su diario íntimo, a ejercer gran ascendiente sobre los que le escuchaban. […] Al borde del estuario, sobre la arena solitaria, ante la magia nocturna del cielo austral, Gonzalo paseaba con sus amigos discurriendo sobre Platón, Martín Fierro, el “gaucho malo”, la revolución soviética, la intuición bergsoniana o las actividades de la Federación Obrera Regional Argentina.
Guido, “Cartas Lunarias por Gonzalo Muñoz Montoro”, La Cruz del Sur n° 25, Montevideo, agosto-septiembre de 1929, p. 38.
El estallido cordobés parece haber decidido al joven Muñoz Montoro a completar su preocupación por los destinos culturales con la participación en un emergente movimiento estudiantil que debía encontrar una definición política en las izquierdas. Desde entonces el estudio meditado conviviría con la acción combativa y Muñoz Montoro encontró varios aliados en ese intento de disputar la definición de la Reforma y la fisonomía de la figura intelectual del estudiante.
Obra
- Gervasio Toro (seud. de Gonzalo Muñoz Montoro), Cosecha política, Buenos Aires, s/d, 1919.
- Gonzalo Muñoz Montoro, Cartas lunarias. Del epistolario de Fernando Miramar a Brenda … Glosas de Mayo. Cuita franciscana, Montevideo, J. García Morales, 1928.
- Gonzalo Muñoz Montoro, “La emancipación estudiantil y la gesta de un nuevo derecho”, en Gabriel Del Mazo, La Reforma Universitaria, Buenos Aires, FUA, 1926-1927.
- Gonzalo Muñoz Montoro, El libro de las estrellas y El romance de la Calaguala, Montevideo, 1936.
- Gonzalo Muñoz Montoro, El romance de la Calaguala y otra historia de amor, Buenos Aires, Jesús Menéndez, 1939.
- Gonzalo Muñoz Montoro, La Cardona y otras visiones de ensueño, Buenos Aires, Cuenca del Plata, 1945.
Cómo citar esta entrada: Bustelo, Natalia (2023), “Muñoz Montoro, Gonzalo”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.