SOTO CANALEJO, Antonio Gonzalo (apodo: El Gallego Soto) (El Ferrol, Galicia, España, 8/10/1897 – Punta Arenas, Chile, 11/5/1963).
Dirigente de la Sociedad Obrera de Oficios Varios de Río Gallegos adherida a la FORA del IX Congreso (sindicalista), líder de las dos grandes huelgas de la Patagonia de 1920 y 1921.
Nació en un pueblo pesquero de La Coruña, de Antonio Soto y Concepción Canalejo. Su padre murió en la Guerra de Cuba (1898), radicándose su madre, con sus dos hijos y su nuevo esposo, en Buenos Aires. Le dieron a él y a su hermano Francisco ocho hermanos más: Serafín, Eduardo, Camilo, Emilia, Matilde, Carmen, Josefa, Elvira. Al terminar la escuela primaria realiza diversos oficios, pero a los diez años su madre lo envia a Galicia porque se llevaba mal con su padrastro. Allí lo crían dos tías y a los 17 años se escapa para evitar el servicio militar, regresando a la Argentina.
En 1919 se embarca como tramoyista (el que atiende las tramoyas en el espacio escénico) de la compañía teatral española Serrano-Mendoza, que hacía por entonces el recorrido de los puertos patagónicos argentinos. Atraído desde muy joven por las ideas anarquistas y el anarcosindicalismo, en enero de 1920 aparece arengando en la ciudad de Trelew, entonces Territorio de Chubut, cuando una huelga de empleados de comercio termina enfrentando a toda la población con el gobernador, la policía y los comerciantes. Su participación le valió la detención y expulsión del territorio.
Al llegar a Río Gallegos con la compañía teatral, es nuevamente atraído por el clima obrero: asiste al local de la Sociedad Obrera antes y después de las funciones, donde escucha las disertaciones del abogado radical José María Borrero, que lo incita a integrarse al sindicato, por lo cual Soto decide quedarse cuando la compañía teatral parte. Se inscribe como “trabajador de playa” (estibador) en el puerto. El domingo 24 de mayo de 1920 es elegido en asamblea secretario general de la Sociedad Obrera de Oficios Varios de Río Gallegos. Estrecha relaciones con el juez letrado nombrado por el presidente H. Yrigoyen, Ismael P. Viñas, y el grupo de abogados radicales que se oponían fervientemente a Correa Falcón, gobernador del Territorio de Santa Cruz.
En julio de 1920 fue encarcelado en el marco de una huelga de trabajadores de puertos y de hoteles, obteniendo su liberación gracias al concurso del juez Viñas a cambio del levantamiento del paro. Por otra parte, promovió la salida de delegados hacia las estancias para hacer propaganda y organizar a los peones rurales. El 30 de septiembre de 1920 fue encarcelado —y enseguida liberado— en el marco del estado de sitio dispuesto por el gobernador a causa de la huelga de 48 horas en protesta por la prohibición de un acto homenaje al pedagogo catalán Francisco Ferrer, que había sido fusilado en España. En el mismo contexto, su domicilio fue allanado y el local de la Sociedad clausurado.
El 19 de octubre de 1920 fue apresado junto a otros dirigentes obreros mientras realizaban una asamblea en el local de la Sociedad en el marco del boicot a algunos comercios de la ciudad (uno de ellos de la familia Kirchner). El gobernador quiere procesarlos por infracción a las leyes de defensa y seguridad social y por tratarse de “extranjeros”, pero la Sociedad Obrera declara la huelga, que se extiende al campo. Es liberado junto a otros siete presos el 29 de octubre de 1920, luego de un nutrido intercambio de telegramas entre los poderes locales y el poder central en Buenos Aires. El 3 de noviembre de 1920 a la noche se salva de un atentado: la puñalada que le propinaron en el pecho dio contra un reloj que llevaba en el bolsillo. Fue el preludio de la primera gran huelga rural que se desataría desde los primeros días de noviembre de 1920.
Los dirigentes de la Sociedad Obrera de la ciudad, gracias al talento organizador de Soto, habían incluido planes de mejoras para los empleados de comercio y los obreros rurales entre los reclamos que estaban encabezados por la exigencia de libertad de los presos. Los delegados del campo habían acordado un plan de exigencias que llevaría a una huelga automática desde el 1º de noviembre en caso de no ser aceptado. Soto, en efecto, interpretó la liberación de los presos como un triunfo que había que aprovechar para alcanzar ventajas para los trabajadores movilizados. Tras dos semanas de paro total en el campo, Soto es el firmante de la contrapropuesta que la Sociedad Obrera de Oficios Varios de Río Gallegos acuerda como respuesta a la proposición de los ganaderos del 17 de noviembre.
Ante la continuidad y extensión de la huelga y la nueva ofensiva patronal del 2 de diciembre, presenta una nueva contrapropuesta. Soto es partidario de mantener la huelga a la espera de la llegada del nuevo gobernador radical designado para garantizar el cumplimiento del pliego, debiendo enfrentar una oposición interna en el sindicato por parte de los sindicalistas, partidarios de terminar la huelga. Cuando a mediados de enero de 1921 Río Gallegos está ocupada por marines y gendarmes enviados desde el poder central y arrecian las detenciones, Soto está refugiado en una casa de pensión en las afueras de la ciudad, propiedad de una anarquista gallega conocida como Doña Carmen y apodada “Máxima Lista”. Soto escribe entonces el folleto del 21 de enero de 1921 donde se comunica, tras el arbitraje del gobernador radical A. Guzmán Yza, el levantamiento de la huelga, a la que se califica como un gran triunfo obrero.
El liderazgo de Soto se ha reafirmado. Bajo su impulso la Sociedad Obrera de Oficios Varios de Río Gallegos compra una imprenta, y edita el periódico 1º de Mayo (1921). Llega de incógnito —escondido en el vapor “Asturiano” por los obreros de máquinas— al XI Congreso de la FORA (sindicalista) realizado en La Plata entre fines de enero y principios de febrero de 1921, donde denuncia los obstáculos que los dirigentes de esa central venían poniendo al desarrollo del movimiento huelguístico. A lo largo de 1921 Soto se moviliza por todo el Territorio de Santa Cruz para favorecer la federación de los peones y la elección de delegados, previendo que si los patrones no cumplían el convenio acordado debería paralizarse toda la región en setiembre, cuando comenzase la actividad lanera. Pero la represión policial precipita la huelga: a fines de septiembre de 1921 el local de la Federación Obrera es allanado y sus dirigentes detenidos, mientras recrudecen por parte de los hacendados los pedidos al poder central de envío de tropas. Blanco de todos los ataques de la patronal, el gobierno y los sindicalistas, Soto decide dejar su cargo de secretario general, proponiendo a Antonio Paris para sustituirlo, un cocinero del Hotel Español que había ganado gran prestigio al negarse a servir en el banquete del 9 de julio al dueño de un comercio que estaba bajo boicot.
Entre tanto, Soto se dedica a preparar la huelga en el campo, llamando a declararla sólo en los establecimientos en que no se haya cumplido el pliego de condiciones, condenando además el bandolerismo y asalto a estancias que lleva a cabo un grupo de hombres bajo la dirección de “El Toscano”. Es en ese marco que Soto escribe el volante del 21 de octubre de 1921 en el que llama al pueblo de Río Gallegos y a los trabajadores en general a abandonar las tareas hasta la liberación de los deportados, ratificando un llamado a paro general que habían lanzado días antes los pocos miembros de la Federación que quedaban libres. En ese volante, como en el siguiente del 28 de octubre, el último conocido antes de la masacre, es visible una radicalización de su discurso, con críticas al gobierno territorial y al nacional (H. Yrigoyen).
Para fin de octubre, Soto y sus hombres habían sublevado todo el sudeste del territorio de Santa Cruz de modo pacífico, en reclamo de la libertad de los presos en Río Gallegos. A principios de noviembre los dirigentes que acompañan a Soto son apresados por la policía cuando se dirigían a Río Gallegos para entrevistarse con el gobernador y reorganizar el sindicato en la ciudad. Soto, aislado, reorganiza su columna en la zona de El Calafate y Lago Argentino, alrededor de la estancia “La Anita”, que es tomada y convertida en su cuartel general. Ante la extensión y radicalización de la huelga, el gobierno central presidido por Hipólito Yrigoyen accede a los reclamos de los estancieros y envía en noviembre una expedición militar para reprimirla comandada por el Teniente Coronel Varela, cuyo saldo será un número elevado de obreros fusilados (algunas fuentes hablan de dos mil). A fines de noviembre un encuentro circunstancial de los hombres de Soto con tropas del ejército dejó varios muertos y heridos del lado de los huelguistas.
Hasta principios de diciembre de 1921, Soto y sus hombres —más de 600 obreros— lograron dominar la zona del Lago Argentino y del Lago Viedma y la navegación de estos dos. Desde “La Anita” Soto organiza partidas de entre 12 y 20 huelguistas que incursionan sorpresivamente en las estancias, toman rehenes, armas, alimentos y caballada (dejando siempre vales firmados por el valor de las mercaderías “incautadas” a ser pagados por la Sociedad Obrera una vez terminado el conflicto). Pero las noticias recibidas acerca de los sucesos de Paso Ibáñez (fusilamientos de los huelguistas dirigidos por Manuel Outerelo y Luis Avendaño) lo hicieron desistir de una entrevista con Varela para alcanzar un acuerdo como en la huelga anterior.
Cuando en la madrugada del 6 al 7 de diciembre se ciernen las tropas sobre los huelguistas concentrados en “La Anita”, en una larga asamblea Soto intenta convencer infructuosamente a sus compañeros de que no podía confiarse en el ejército y que había que huir en pequeños grupos para poder seguir la huelga; otro dirigente propone enfrentar al ejército y otro, finalmente, entregarse casi incondicionalmente. La asamblea decide enviar dos delegados a parlamentar, pero fueron fusilados apenas se toparon con las tropas. El ejército exige rendición incondicional; los huelguistas logran una hora para deliberar y tienen su última asamblea el 7 de diciembre. Soto se opone a la decisión mayoritaria de rendirse incondicionalmente y escapa hacia la cordillera seguido de 12 hombres a caballo.
Desaparecido Soto, la Sociedad Obrera dejaba de existir. Sólo resistirá, en el norte del territorio, José Font (conocido como Facón Grande), aislado y perseguido por la caballería y la infantería de marina. Según fuentes militares, los huelguistas fusilados en “La Anita” por las fuerzas al mando del Teniente Viñas Ibarra fueron alrededor de 150 (según La Antorcha, 250). Entre tanto, Soto logra cruzar la frontera el 9 de diciembre: ayudado siempre por obreros chilenos, llega a Punta Arenas escondido en una goleta y se refugia en el edificio de la Federación Obrera Magallánica. Luego huye a Valparaíso escondido en el canasto de ropa de un buque; de allí continúa viaje hasta Iquique donde trabajó en las salitreras.
En Valparaíso —donde se unió a Amanda Souper y tuvo cuatro hijos: Alba, Antonio, Mario y Amanda— trabajó como camionero. Enviudaría al poco tiempo y se trasladaría a Puerto Natales, donde montó una sala de cine que bautizó “Libertad”. Luego los trabajadores rurales y de los frigoríficos lo eligieron asesor sindical. En 1945, con su nueva mujer Dorotea Cárdenas y su hijita Isabel, se instala en Punta Arenas, donde trabaja en una fundición. Montará luego un restaurante y más tarde un pequeño hotel, la “Pensión Soto”.
Cuando falleció en Punta Arenas a los 65 años de edad, a causa de una trombosis cerebral, una multitud acompañó el cortejo.
El 5 de julio de 1933 había vuelto por única vez a Río Gallegos para retomar contacto, después de doce años, con los sobrevivientes entre sus antiguos compañeros, pero habría de encontrar escaso eco, siendo expulsado inmediatamente a Chile por las autoridades de la gobernación. Según un parte policial, Soto “era alto, de 1.84 m de altura, de ojos azules claros, de cabello castaño tirando a rubio y bizco del ojo derecho”.
En octubre de 1997, al cumplirse el centenario de su nacimiento, le fue tributado un homenaje que organizaron la CTA (Central de los Trabajadores Argentinos) y la CIG (Confederación Intersindical Galega). Una calle de El Ferrol (Galicia) lleva su nombre.
En la versión cinematográfica de las huelgas, “La Patagonia rebelde” (1974), su papel fue interpretado por el actor Luis Brandoni.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2025), “Soto, Antonio”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.