SILVA LÓPEZ, Roger Lincoln (Eusebio Ayala, Cordillera, Paraguay 28/10/1945 – Asunción, Paraguay, 09/08/2016).
Escritor, periodista, poeta y traductor paraguayo.
Nació en la ciudad de Eusebio Ayala ―conocida popularmente como Barrero Grande―, Departamento de Cordillera. Hijo de un militante comunista argentino llamado Rogerio Silva, y de una docente paraguaya llamada María Angélica López Areco, hermana de Arturo López Areco, quien años más tarde se convertiría en Agapito Valiente, guerrillero opositor a la dictadura de Stroessner. Cuatro años más tarde, en 1949, nacería su única hermana, Lilia Angélica Silva López, quien actualmente es conocida como Numy Silva, actriz y escritora argentina radicada en la provincia de Misiones. Roger Lincoln se crió en un ambiente de clase media del interior del Paraguay.
Luego de terminar la escuela primaria en su ciudad natal, se muda con su madre a Asunción para continuar allí sus estudios secundarios. A sus 17 años comenzó la carrera de Derecho en el Brasil, pero tras dos años, la abandonó.
De vuelta en Asunción, comienza a trabajar como periodista en diversos medios. Entre
1966 y 1967, en el semanario Comunidad, y entre 1968 y 1969, en el reconocido diario ABC Color, donde publicó sus primeros cuentos y poemas; a la vez que cursa la carrera de Comunicación. Es justamente a sus 23 años, en 1968, que obtiene el primer reconocimiento en el mundo literario, por formar parte de la obra Antología crítica de la poesía paraguaya contemporánea, compilada por el poeta paraguayo Roque Vallejos. Allí leemos sobre Lincoln: “tiene hondura, angustia metafísica, y maneja el verso como un puñal filoso” (Roque Vallejos, p. 47).
Las condiciones políticas que imperaban en el Paraguay dominado por el General Stroessner (1954-1989) lo llevaron por el camino del exilio en el año 1969, cuando contaba con 24 años. Su trabajo en el diario oficialista ABC Color le impedía expresarse sobre temas que lo empezarían a obsesionar: las dictaduras y la represión en Latinoamérica. Como él mismo cuenta en una entrevista del año 2005, se instaló en Buenos Aires por “la imposibilidad de escribir, de desarrollar aquí (Paraguay) los temas que a mí me gustan” (Suplemento Cultural de ABC Color, 2005).
Una vez instalado en la capital porteña, comienza a trabajar como corrector y lector en la editorial Losada. Sin embargo, Silva había llegado a Buenos Aires con la primera versión de una novela que, a principios de 1970, parecía que anunciaba la editorial argentina Jorge Álvarez, según informaba un anticipo aparecido en la revista Extra (“Anticipo: Rebelión y después (Contranovela)”, en revista Extra, 1970). Pero luego de siete meses Rebelión después, terminaría siendo editada por Tiempo Contemporáneo (un sello prácticamente creado por el mismo Jorge Álvarez, o con el apoyo de éste, junto a los abogados Alberto Serebrisky y Natalio Wisniacki), cuya política editorial fue manejada por Pirí Lugones primero, y por Ricardo Piglia después. Desde la colección Ficciones, su nombre apareció junto a los de Bernardo Kordon, Enrique Wernicke, Nicolás Casullo y autores de la vanguardia literaria de los Estados Unidos. El joven escritor paraguayo, desconocido en el ambiente de la nueva izquierda porteña, ya contaba con el elogio del escritor David Viñas, opinión añadida a la solapa del libro. La novela abordaba el tema de la tortura y la dictadura en el Paraguay como nunca antes nadie lo había hecho, a través de un relato que se identificaba con el realismo mágico latinoamericano, en el que tampoco faltaron ácidas críticas al nacionalismo paraguayo en el mismo año del centenario de Cerro Corá.
El nombre de Lincoln Silva comienza a circular dentro del ámbito intelectual de la izquierda porteña. La crítica lo comparó con Juan Rulfo, siendo entonces considerado el escritor paraguayo de mayor proyección, luego de los ya consagrados Augusto Roa Bastos y Gabriel Casaccia. El joven paraguayo de 25 años empieza a socializar con diversos exponentes de la literatura argentina. Gracias al prestigio que adquirió con su primera novela, durante el año 1971 integró un grupo de jóvenes escritores que se reunían regularmente en la casa de Ernesto Sábato y que a incluía a Liliana Heker, Amílcar Romero, Isidoro Blaisten, Bernardo Jobson y Abelardo Castillo, es decir, el equipo de la revista El Escarabajo de Oro (Félix Grande, 1983).
A fines del año 1972, comienza a trabajar en el nuevo diario Mayoría, emprendimiento editorial de los hermanos Bruno y Tulio Jacovella. Nuevamente, para ganarse la vida, ocupa el desapercibido rol de corrector en un diario fundado exclusivamente para apoyar la vuelta de Juan Domingo Perón a la Argentina, y cuyo primer número salió el 16 de noviembre de 1972, un día antes del retorno. Allí escribieron, entre otros autores, Fermín Chávez, Leónidas Lamborghini, Arturo Sampay y José María Rosa.
Gracias a aquellas reuniones de escritores en la casa de Sábato así como a la relación que estableció en 1972 en Costa Rica con el crítico uruguayo Jorge Ruffinelli, pudo participar del grupo de escritores y periodistas que fundarían en Buenos Aires, en mayo de 1973, la revista Crisis (Buenos Aires, 1973-1976). Allí trabajaron autores como Juan Gelman (redacción) y colaboraron Augusto Roa Bastos, Jorge Asís, Ricardo Piglia, Manuel Scorza, Gabriel García Márquez, Roque Dalton, Jorge Luis Borges, Thiago de Mello, Mario Benedetti, Beatriz Sarlo, Osvaldo Soriano, Vivian Trías y Juan Carlos Onetti.
En el primer número de Crisis aparecería un adelanto de su próxima novela, General General, que recién se editaría en noviembre de 1975 por la colección de libros de la misma Editorial Crisis. Llegó a trabar una gran amistad con Eduardo Galeano, quien fue uno de los que leyó por primera vez el manuscrito de esta novela en su condición de director editorial de Crisis. El libro formó parte de una colección compuesta, entre otros, por Mascaró, el cazador americano de Haroldo Conti, Sota de bastos, caballo de espadas de Héctor Tizón y Vagamundo de Eduardo Galeano. En General General recurre al humor ácido como medio para criticar, en este caso, además del sistema represivo de su país natal, a un cierto arquetipo de revolucionario de izquierda que siente que tiene la necesidad de salvar al mundo.
Apenas un mes después de la edición de su segunda novela, viaja a La Habana, en representación del grupo de la revista Crisis para ser parte del jurado de la edición de enero de 1976 del Premio Casa de las Américas, ocasión en que fue premiado el escritor estadounidense Rolando Hinojosa-Smith. Durante su estadía en la isla, Silva fue uno de intelectuales paraguayos que firmaron una carta abierta dirigida al dictador Alfredo Stroessner reclamando por el paradero del desaparecido secretario general del Partido Comunista Paraguayo, Miguel Ángel Soler. Con fecha 23 de febrero de 1976, acompañaban en el reclamo reconocidos escritores y militantes sociales como Augusto Roa Bastos, Gabriel Casaccia, Elvio Romero, Juan Bautista Rivarola Matto, Carlos Martinez Gamba, Herminio Gimenez, Oscar Cardozo Ocampo, Esther Ballestrino, y el Paí Oliva.
A su vuelta a Buenos Aires, fue testigo del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Una semana después, Mayoría, el periódico donde trabajaba como corrector, fue clausurado por la dictadura militar y Silva pasó a trabajar en la revista Mercado. En 1977 debió emprender el camino del exilio, como tantos otros escritores de su entorno. Fue así como aceptó una propuesta de la Universidad de Leiden, en Holanda, para recibirlo con estadía y trabajo con el status de exiliado político. Allí, en 1984, logró que incorporen al idioma guaraní como materia en el programa de estudios de la universidad y fue el titular de esa cátedra. En aquel país publicó un folleto de denuncia contra la represión a un grupo de campesinos paraguayos en 1980 (Ni para caerse muerto) y un libro de poesía: No te diré el lugar de
donde vengo (1984), en una edición bilingüe, castellano / neerlandés. También participó en varios congresos en Amsterdam, ciudad donde residió varios años. Asimismo, publicó poesías y relatos breves en la Revista de Casa de las Américas de Cuba y Plural, de México.
Su regreso al Paraguay se produce en 2005, luego de 35 años de ausencia y de 28 años de residencia en los Países Bajos. Ya instalado nuevamente en Asunción, publicó artículos en diferentes diarios, y en el año 2007 su último libro de poemas, titulado Sortilegio que supuso nuestro apoteosis.
Obra
- Rebelión después, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo, 1970.
- General General, Buenos Aires, Crisis, 1975.
- “Adiós al Comandante”, poema incluido en el LP publicado en Cuba en 1977 Palabra de esta América. El poema, recitado por el mismo Silva, disponible en https://palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz.php&wid=3459&t=Adi%F3s+al+Comandante&p=Lincoln+Silva&o=Lincoln+Silva (1:13 minutos).
- Ni para caerse muerto / Nog geen graf om in te vallen [edición bilingüe: neerlandés y castellano], Amsterdam, Centro Cultural Latinoamericano de Amsterdam, 1980.
- No te diré el lugar de donde vengo / Ik zal je niet vertellen waar ik vandaan kom [edición bilingüe: neerlandés y castellano], Amsterdam, Uitgeverij de Populier, Centrum voor Chileense Cultuur, 1984.
- Sortilegio que supuso nuestro apoteosis, Asunción, Servilibro, 2007.
Cómo citar esta entrada: Montero, Mariano Damián (2020), “Silva, Lincoln”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org