RUSCADA, Pedro

Panadero español de orientación anarquista, activo en Montevideo y luego en Buenos Aires a fines del siglo XIX. En junio de 1897 aparece en Montevideo entre los primeros suscriptores del periódico anarquista La Protesta Humana, pero en los números siguiente suscribe desde Buenos Aires. Es uno de los obreros que realiza aportes para colaborar con la huelga que llevó adelante la Sociedad de resistencia de Obreros Curtidores de Buenos Aires entre el 24 de mayo y el 7 de julio de 1899. Desde noviembre de 1899 aparece como suscriptor voluntario al quincenario El Obrero Panadero (Buenos Aires, 1898-1903), trabajando en la Panadería “La buena medida” (antigua calle Victoria 3501). En diciembre del mismo año dona un cortaplumas para que se entregue como premio en la rifa a favor de El Obrero Panadero. El 11 de noviembre de 1895 está presente en una asamblea del gremio de panaderos que tuvo lugar en la Sociedad mutual “San Martín” (calle Rodríguez Peña 344) y que intentaba reanimar la vida de la Sociedad de Resistencia de Oberos Panaderos, fundada en 1887. Ruscada fue votado para integrar el comité para reactivar la sociedad, junto a Bautista Grillaud y Juan Maisterena. La represión y estado de sitio que le siguieron a la muerte del Jefe de Policía Ramón L. Falcón (14/11/1909) sirvió de pretexto al gobierno argentino presidido por José Figueroa Alcorta para llevar a cabo una persecución contra el movimiento anarquista. Es así que siete años después de promulgarse la Ley de Residencia (noviembre de 1902) que autorizaba al poder ejecutivo a expulsar del territorio argentino a los extranjeros que perturbaran el “orden social”, el nombre de Ruscada aparece en los listados de activistas a quienes el gobierno argentino aplicaba la pena de deportación. Acusado en el decreto del 24/11/1909 de “peligroso para el orden público” por “su conducta habitual” según nota elevada por la Jefatura de Policía de la Capital. Más de 200 anarquistas fueron expulsados de la Argentina entre noviembre de 1909 y enero de 1910. A partir su sanción en 1902 y hasta su derogación en 1958, la Ley de Residencia sirvió a sucesivos gobiernos argentinos para expulsar del país a alrededor de un millar de inmigrantes, principalmente anarquistas.