ROSCIGNO DEL MASTRO, Miguel Arcángel (Buenos Aires, Argentina 1891 – Buenos Aires, Argentina desaparecido en 1937).
Herrero de obra, anarquista expropiador.
Roscigno, conocido como Roscigna, nació en Buenos Aires en el hogar de los inmigrantes italianos Vicente Roscigno y Filomena Del Mastro. Al terminar la escuela primaria se empleó como aprendiz de soldador y llegó a ser un destacado herrero artístico. Participó en la construcción del singular Palacio Barolo, en la ciudad de Buenos Aires. En 1914 se casó con Victoria Romano, obrera y también hija de inmigrantes italianos, con quien tuvo a Ernestina, su única hija.
De sólida formación autodidacta, joven abrazó el anarquismo. Antes de cumplir 30 años abandonó el taller y se dedicó por entero a la lucha social. Con Emilio Uriondo, Andrés Vazquez Paredes y los hermanos Vicente Salvador Moretti y Antonio Salvador Moretti formó un grupo de acción, del que fue la cabeza y el brazo ejecutor. Uriondo lo definió como el más inteligente de los anarquistas expropiadores. Según Osvaldo Bayer, a través de ellos Kurt Gustav Wilckens (Bad Bramstedt, 1886 – Buenos Aires, 1923) obtuvo la bomba y el arma con las que en enero de 1923 mató al Teniente Coronel Héctor Varela, por la masacre de 1500 obreros en la Provincia de Santa Cruz conocida como la “Patagonia trágica”. Roscigno defendió a Wilckens en el artículo “Siempre a propósito de la expropiación” publicado por Severino Di Giovanni (Chieti, 1901 – Buenos Aires, 1931) en el periódico Anarchia, en el que lo definió como uno de los “miles de Ravacholes” desconocidos que andan por el mundo desgarrando el principio de la autoridad.
La liberación de los presos por la lucha fue una constante en la acción de Roscigno. No bastaba con la denuncia y los picnics solidarios con sus familias Había que arrancarlos de la cárcel y para financiar esas actividades recurrió a asaltos y acciones violentas. En noviembre de 1918 viajó al remoto Penal de Ushuaia donde el joven anarquista ucraniano Simón Radowitzky (Stepánivtsi,1891 – Ciudad de México, 1956) cumplía condena de prisión perpetua por la muerte del coronel Ramón Falcón, responsable de la matanza de obreros en la llamada “Semana Roja” (1909). Junto a Apolinario Barrera alquiló una pequeña embarcación en Punta Arenas desde donde navegaron hasta Ushuaia. Radowitzky salió del Penal vestido de carcelero y se encontró con sus desconocidos compañeros, pero días después lo capturaron y devolvieron al Penal. En la década siguiente Radowitzky se convirtió en el “santo del anarquismo”, por los padecimientos vividos en la prisión y la dignidad con que los enfrentó. Desde La Protesta Diego Abad de Santillán (Reyero, España, 1897-Barcelona, 1983) sostuvo el reclamo por su libertad con información que publicó regularmente durante diez años. En 1924 Roscigno regresó a Ushaia para rescatar a quien llevaba 15 años preso, muchos de ellos en aislamiento absoluto. Se empleó como guardiacárcel para estudiar la organización de una nueva fuga. Bayer sostiene que el plan fracasó cuando los comunistas lo denunciaron (“el famoso ácrata y tragamilicos Roscigna traicionó a la clase obrera y está de ‘perro’ en Ushuaia”), dejándolo al descubierto.
De nuevo en Buenos Aires, apoyó al legendario anarquista español Buenaventura Durruti (León, 1896 – Madrid, 1936) en el raid expropiador que el futuro dirigente de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) protagonizó en México, Chile y Argentina, junto a Francisco Ascaso (Huesca, 1901- Barcelona, 1936) y Gregorio Jover (Teruel, 1891-México, 1964) antes de partir definitivamente a España. En enero de 1926 Roscigno y Vázquez Paredes colaboraron con Durruti en el asalto al Banco Provincia, de la localidad bonaerense de San Martín.
Para ese entonces Roscigno ya se movía entre las dos capitales del Río de la Plata. En 1926, al calor de la campaña por la libertad de Sacco y Vanzetti, con Uriondo pusieron una bomba en la Legación estadounidense de Montevideo. Luego regresó a Buenos Aires para llevar a cabo, el 27 de julio de 1927, un atentado contra el monumento a Washington situado en los bosques de Palermo. Esa fue la última vez que el Departamento de Orden Social lo detuvo sin consecuencias, pues pudo convencerlos de que había abandonado el anarquismo y solo se dedicaba al trabajo y la familia.
En octubre de 1927 participó con los hermanos Moretti en el asalto al pagador del Hospital Rawson donde mataron a un policía. El asalto lo empujó en forma definitiva a la clandestinidad. Huyó junto a los Moretti a Montevideo, donde tenía familia. Buscado en dos países, la prensa hizo de la persecución policial tema de exitosas y lucrativas crónicas. Lo llamaban “el fantasma”, decían que se disfrazaba, un día de señora mayor, otro de mendigo o de monja, y todos creían haberlo visto en algún lugar. El diario uruguayo La Tribuna Popular publicó sus fotos bajo el titulo “El actor y sus diversas caracterizaciones”, y El Diario lo tildó con ironía “genio de la intangibilidad”. Roscigno contribuyó a la confusión enviando cartas, que publicaba el diario Crítica, con pistas falsas para desorientar a los perseguidores.
Empleó el botín del Rawson para financiar una audaz operación de falsificación de dinero argentino. Se la confió al anarquista alemán Erwin Poltke, un virtuoso del oficio, preso en el cárcel de Punta Carretas en Montevideo, donde tenía el taller clandestino de falsificación. Para Roscigno la capital uruguaya debía funcionar de retaguardia. Allí no podían hacerse acciones que arriesgaran la labor de Poltke y comprometieran la seguridad. Los Moretti desobedecieron la orden, se unieron a tres anarquistas catalanes de paso por Montevideo y cometieron un asalto que terminó en desastre. El 25 de octubre de 1928 con Pedro Boadas Rivas, Jaime Tadeo Peña y Agustín García Capdevilla asaltaron el “Cambio Messina”, en el centro de la ciudad. Salieron del negocio a balazos, después de matar al dueño y un empleado. En la fuga también mataron al taxista contratado para llevarlos allí e hirieron de gravedad a otras dos personas. La violencia del asalto conmovió a Montevideo. Empresas públicas y privadas contribuyeron al fondo que la Policía ofreció de recompensa para quienes los capturaran vivos o muertos. Una delación puso al subcomisario Aníbal Pardeiro en la pista de los prófugos. Tras unos días de discreta vigilancia, la Policía llegó a la casa donde se escondían los catalanes y los Moretti con sus mujeres e hijos. Se entregaron sin resistir, excepto Moretti, que quemó el dinero del robo y se suicidó de un disparo en la cabeza.
Perdido el refugio montevideano, Roscigno volvió a Buenos Aires donde participó en el asalto a los establecimientos Kloeckner. El 22 de octubre de 1929 con Di Giovanni y Paulino Scarfó atentaron contra el Jefe de Orden Social de la Policía de Rosario y torturador de anarquistas, subcomisario Juan Velar, lanzándole una bomba que le desfiguró la cara. En octubre de 1930, también con Di Giovanni, asaltaron al pagador de Obras Sanitarias. Se hicieron con 286.000 pesos que Roscigno destinó a financiar la fuga de los asaltantes del Messina, presos en en la cárcel de Punta Carretas.
En mayo de 1930 Gino Gatti y su mujer Primina Romani compraron un terreno frente a la cárcel y allí levantaron una vivienda. Vázquez Paredes se mudó con ellos. Poco después abrieron la carbonería “El Buen Trato”, fachada para la construcción del tunel de 43 metros excavado a mano, que partía del local y, atravesando la calle, desembocaba en un baño del patio de la cárcel. El 18 de marzo de 1931, temprano en la tarde, durante el recreo, los catalanes, Moretti, otros tres anarquistas y cuatro presos comunes emprendieron la fuga. En el túnel dejaron un cartel: “La solidaridad entre los ácratas no es palabra escrita solamente”.
Gatti fue el director técnico de la obra. A pulso, sin haber pasado por la Universidad, ganó el título de “ingeniero” por la perfección del trabajo. Los diarios uruguayos destacaron la calidad de la construcción, considerada una “maravillosa obra de topos” y un “pasaje cómodo y hasta si se quiere confortable”. El túnel tenía luz eléctrica, caños para la renovación del aire y alfombra de arpillera. Roscigno estuvo al frente del plan y en todos lo detalles. Eligió el equipo de cavadores entre sus hombres de confianza, Vázquez Paredes, José Manuel Paz apodado “El Capitan”, quien ya había participado en la construcción de otros túneles, y Enrique Fernando Malvicini, “El Rosarino”. La Policía y el Banco República ofrecieron recompensa por los fugados y El Diario hizo un llamamiento a la ciudadanía para que se uniera a la investigación y la denuncia.
Días después, en una casa de las afueras de Montevideo, la Policía, con auxilio de fuerzas militares, detuvo a Roscigna, Moretti, Vázquez Paredes, Malvicini y Paz. Autorizaron una conferencia para exhibirlos a la prensa, oportunidad que los anarquistas aprovecharon para exponer su ideología y convicciones. Roscigno denunció, sin nombrarlo, a Pardeiro, como uno de los uniformados que le habia faltado el respeto “como padre y como hombre”. El ahora ascendido a comisario había ganado fama por las torturas que aplicaba a anarquistas, comunistas y militanes sociales. El 24 de febrero de 1932 Pardeiro viajaba con su chofer cuando tres hombres les dispararon al detenerse para cruzar la vía del tren. Una bala en la frente terminó con la vida del comisario. En el acto también murió el chofer José Seluja. Aunque nadie reivindicó la autoría de las muertes, se sabe que fue un atentado anarquista.
Roscigno cumplió casi seis años de cárcel en Punta Carretas. Su hermana Teresa y las sobrinas Blanca y Norma lo visitaron dos veces por semana todo el tiempo que estuvo preso. Con menos frecuencia y gran esfuerzo Victoria viajaba desde Buenos Aires con Ernestina. La historiadora Cecilia Robilotti, sobrina nieta de Roscigno, recogió los recuerdos familiares en un trabajo inédito sobre su trayectoria, que da cuenta de este período. Roscigno pedía a la familia que visitaran al resto de los compañeros, leía a Spencer, Montesquieu, Heráclito y Parménides y todo lo que encontrara en la biblioteca del Penal. Escribía poesía y estudiaba la historia de la conquista española, criminología, cosmografía. Lector voraz, hacía resúmenes que enviaba a su “cara figlia” a quien llenaba de apodos. La llamaba “Mocosa”, “Sisebutina”, “Macaca”, en cartas breves y conceptuosas en las que alternaba reflexiones sobre la condición humana con edificantes consejos de padre ausente.
El 31 de diciembre de 1936 Roscigna, Vázquez Paredes, Malvicini y Paz salieron en libertad condicional. A mediados de enero de 1937 la Policía volvió por ellos. Ante el juez, Roscigno denunció las torturas que sufridas en la nueva detención. Picana, plantones y golpes que a Malvicini le hicieron perder los dientes que le quedaban. Los devolvieron a Punta Carretas, separados y en riguroso aislamiento. En marzo el juez ordenó ponerlos en libertad. En la explanada de la cárcel los esperaban policías de Investigaciones que los entregaron a una delegación del Departamento de Orden Social de la Policía argentina. Interrogados en el Departamento Central de Policía de Buenos Aires por jueces a raiz de la causa del asalto al Hospital Rawson, Roscigna, Vázquez Paredes y Malvicini fueron finalmente sobreseídos. El 25 de mayo Ernestina visitó por última vez al padre. A partir de ese momento no volvieron a saber de él. Lo trasladaron de comisaría en comisaría hasta que se decidió su destino final. Según información que recibió la familia, lo fondearon en el Río de la Plata, embolsado y atado a un bloque de hormigón. Vázquez Paredes y Malvicini también desaparecieron. Como si conociera su destino, decía en uno de los poemas que escribió en la cárcel: “Nebulosa, que en el horizonte esfumas / la ansiada costa que arribar anhelo / ¿qué incógnita disimulas con tu velo? / ¿qué esconden tus inescrutables brumas? / ¿roca o cadáveres? / Cuerpos muertos /que son por reflejos a la vida vueltos…”.
A Gino Gatti lo detuvieron en Córdoba en marzo de 1933. Estuvo 15 años preso, parte de ellos en Ushuaia. En 1948 lo extraditaron a Uruguay donde pasó casi un año más en la cárcel. Al cabo de 22 años en prisión, Vicente Moretti salió en libertad el 22 de noviembre de 1950. Pedro Boadas Rivas cumplió 24 de los 30 años de condena. Lo liberaron el 31 de diciembre de 1952.
Cómo citar esta entrada: Martínez, Virginia (2020), “Roscigno, Miguel Arcángel”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org