PUJADAS, Mariano José María Francisco (seudónimo: “El Gaita”) (Barcelona, España, 14/6/1948 – Trelew, Pcia. de Chubut, 22/8/1972).
Estudiante de Agronomía, fundador de Montoneros en Córdoba, uno de los “mártires de Trelew”.
Hijo de los catalanes José María Pujadas y Josefa Badell, se traslada con su familia a la Argentina a fines de 1953, instalándose en la pequeña localidad de Guiñazú, Pcia. de Córdoba. Desarrolla sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Monserrat. Alumno destacado en matemáticas, ciencias naturales e idiomas, hacia 1964 es becado en la Universidad de Nebraska, EEUU, graduándose en el colegio de agricultura. Permanece en Curtis, Nebraska, por un año.
De retorno en el país, estudia Agronomía en la Universidad Católica de Córdoba. Allí inicia su militancia en la Agrupación de Estudios Sociales (AES), organización estudiantil de la Agrupación Peronista “Lealtad y Lucha”, esta última creada tras la experiencia del Movimiento Universitario Cristo Obrero de 1966. Pujadas se incorpora a la agrupación en 1968 tras asistir a uno de sus campamentos en Tucumán para trabajar junto a los cañeros (trabajadores de la caña de azúcar) de la zona y conocer la realidad social del Norte argentino.
Para 1969 es el delegado de Agronomía en la Federación de Asociaciones Estudiantiles de la Universidad Católica de Cordoba (FAEUCC), la mayoría de cuyos delegados pertenecen como Pujadas al AES. El AES, como el integralismo cordobés, tuvieron participación relevante en las movilizaciones callejeras previas al Cordobazo. Desde fines de 1969 estos grupos avanzarían en un proceso de integración con el núcleo fundador de Montoneros de Córdoba y Buenos Aires, a los que luego se sumaría gente de Santa Fe, convergiendo en una misma organización nacional que se daba a conocer públicamente el 29 de mayo de 1970 con el secuestro seguido de muerte del Gral. Pedro Eugenio Aramburu. Poco tiempo antes, Pujadas intervenía por primera vez bajo la dirección de Emilio Maza en una “expropiación” de autos de un garage.
En Córdoba, Montoneros hace su aparición con la toma de la localidad de La Calera, el 1/7/1970. Bajo el ejemplo de la toma de la localidad de Pando (Uruguay) por los Tupamaros, el operativo de “toma” de la localidad situada a 17 km de la capital provincial es concebido con el objetivo de demostrar la capacidad operativa de la organización y desmoralizar al enemigo. Simbólicamente, la importancia de La Calera residía en haber sido uno de los últimos focos de resistencia del peronismo durante su caída en septiembre de 1955. Los 25 montoneros que participan de la acción logran copar el banco, la comisaría, las oficinas de teléfonos, correos y del municipio locales, mientras realizan pintadas que dejan su sello en el lugar y obligan a algunos policías a cantar la marcha peronista. Tras una ocupación breve y exitosa, sin embargo, la retirada del lugar se complica al averiarse uno de los autos y ser detenidos Luis Lozada y José Antonio Fierro, luego de lo cual el conductor de la operación, Emilio Maza, es alcanzado por la policía al igual que su compañero Ignacio Vélez en una casa del barrio Los Naranjos, quedando ambos malheridos luego de un fuerte tiroteo durante el que tratan de resistir.
Además de la muerte de Maza, el allanamiento de más de un centenar de casas de militantes y las detenciones y persecuciones que alcanzarían al grupo de Buenos Aires en los días siguientes serían el saldo de la acción. Desde entonces, la estructura de Montoneros asistiría a varias detenciones y caídas de sus miembros, sobreviviendo gracias a las redes que tenía tendidas entre grupos de la Pcia. de Santa Fe en proceso de integración a ella y otras organizaciones políticas como las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP).
Prófugo, en junio de 1971 Pujadas es detenido cuando le falta poco para recibirse de ingeniero agrónomo. Integra el primer contingente de presos políticos que son trasladados al Penal de Rawson,
Provincia de Chubut, luego de pasar unos meses en la Cárcel de Encausados de Córdoba. Con ello, el régimen militar se decide a concentrar y aislar de los centros más poblados del país a más de 200 presos políticos, muchos de ellos guerrilleros, buscando desarticular todo vínculo entre el interior y el exterior de la cárcel, con las organizaciones de familiares, políticas y de solidaridad. Sin embargo, la reunión de dirigentes de las más importantes organizaciones armadas bajo un mismo techo, redunda en el intento de fuga del 15 de agosto de 1972, ideado para liberar a más de cien activistas presos.
Pujadas integra el segundo grupo que sale del penal y queda atrapado en el Aeropuerto de Trelew, sitiado por la Infantería de Marina. Como responsable por Montoneros, protagoniza junto a María Antonia Berger por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Rubén Bonnet por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), la conferencia de prensa en la que los presos reclaman la presencia de un juez, un médico y la garantía de su integridad física para rendirse. Cuando le toca el turno de hablar, Pujadas elige exaltar el aspecto político del operativo y bregar por la unidad de las tres organizaciones. “Estamos juntos en esto y vamos a luchar juntos por la liberación de nuestro pueblo. Hoy nos separan algunas diferencias políticas, pero estamos seguros que al calor de la lucha estas diferencias van a ser superadas”, sostiene. En otra parte de su alocución afirma que “la vía (violenta) no la ponemos nosotros. La vía la pone el régimen, cuando proscribe la voluntad del pueblo. Cuando impide elegir libremente a sus gobernantes. Entendemos que está suficientemente demostrado que el régimen va a tender alguna trampa y no casualmente, sino porque necesita mantener el poder de las clases dominantes, mantener la situación de privilegio sobre el pueblo explotado. Entonces siempre van a tender alguna trampa dentro del actual sistema capitalista para impedir la llegada al poder de gobiernos representativos de los intereses del pueblo, que son la liberación de la dominación capitalista e imperialista y la construcción de la patria socialista”.
Concluido el diálogo con la prensa presente en el lugar, es el encargado de parlamentar con el capitán de corbeta Luis Sosa, a cargo del sitio del aeropuerto, para que los trasladen nuevamente al Penal de Rawson, compromiso que como el resto de las condiciones de rendición no sería respetado. “El Gaita” —como lo llamaban sus compañeros— tenía 24 años cuando fue fusilado junto a otros quince presos políticos el 22 de agosto de 1972 en la base naval Almirante Zar, luego de una semana de padecer torturas y vejaciones por parte de las fuerzas armadas.
Numerosas personas se acercaron a despedir sus restos en la sede de la CGT de Córdoba, junto a los de Susana Lesgart y Humberto Toschi. A pesar de los infaltables gases, su féretro fue llevado a pulso hasta el cementerio. Pero la saña de las fuerzas armadas con los Pujadas no terminó allí. Tiempo después, cuando el panorama político no cesaba de oscurecerse, el 14 de agosto de 1975 la familia fue acribillada por el grupo paramilitar Comando Libertadores de América, versión cordobesa de la Triple A integrada por civiles y militares del III Cuerpo del Ejército. Fueron fusilados, y luego despedazados con granadas, sus padres y sus hermanos José María y María José, de 28 y 18 años respectivamente. Se estaban por cumplir tres años de la Masacre de Trelew. Sólo salvaron la vida los dos menores que había en la casa.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2024), “Pujadas, Mariano José María Francisco ”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.