MURÚA, Juan Manuel (Apodos: “el Caña”, “Cañita”, “el Flaco Fede”. Nombre de guerra: “Federico”) (Córdoba Capital, Argentina, 24/8/1952 – La Tablada, Buenos Aires, Argentina, 23/1/1989).
Sindicalista de Luz y Fuerza. Integrante de “La FEDE” del Partido Comunista Argentino. Miembro del PRT-ERP. Internacionalista en el FSLN en Nicaragua. Integrante del Movimiento Todos Por la Patria asesinado en el copamiento del cuartel de La Tablada en 1989. Desaparecido hasta la identificación de sus restos.
Juan Manuel Murúa era hijo de Cecilia Guayán y de un obrero de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC) sindicalista en el gremio Luz y Fuerza. Junto con sus padres y un hermano menor creció desde los seis años en un barrio obrero de Córdoba Capital integrado por trabajadores de la EPEC, llamado “Luz y Fuerza”. Parte de su infancia y de su adolescencia transcurrieron en la ciudad de Villa Allende, provincia de Córdoba, donde vivían su abuela y su tío maternos, este último operario en la automotriz Industrias Káiser Argentina. En el Golf Club de esta ciudad obtuvo a los 12 años su primer trabajo como cadete, trasladando bolsas de palos de golf. De joven también trabajó en Córdoba junto con sus amigos cortando pasto.
Tras cursar un año en un colegio religioso de gestión privada y abandonar por la situación económica de su familia, prosiguió el resto de su educación primaria en el colegio “Teniente Benjamín Matienzo” del barrio cordobés Bajo Palermo. Luego cursó sus estudios secundarios en la Escuela Nacional de Educación Técnica n°2 (hoy IPET n° 247) “Ingeniero Carlos Adolfo Cassaffousth”, ubicada en la calle Deán Funes del barrio Clínicas de Córdoba Capital, donde se especializó en Electrónica. Junto con estudiantes de años superiores, en septiembre de 1966 Murúa y sus compañeros de curso organizaron actividades de propaganda y protesta tras el asesinato del estudiante y obrero Santiago Pampillón a manos de la policía en Córdoba. Este, tras recibir tres disparos en la cabeza durante la represión a una asamblea de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) el 7 de septiembre de ese año, falleció en el Hospital de Urgencias, cinco días después. También en esa época “el Caña” aportaba a las tareas del sindicato que integraba su padre a través de actividades de propaganda (manejando mimeógrafos y repartiendo comunicados), al igual que los hijos de otros obreros de Luz y Fuerza.
Como muchos jóvenes estudiantes de la época, participó del Cordobazo, insurrección obrero-estudiantil del 29 y 30 de mayo de 1969 en Córdoba Capital. Tras salir del colegio en la mañana del 29, volvió con algunos compañeros a su barrio, donde con un rifle se encargaron de disparar a los ómnibus que pasaban, por considerar “rompehuelgas” a sus choferes. En ese contexto de movilización social y radicalización política de la Córdoba de fines de los sesenta, y conforme se organizaban grupos políticos en la escuela a donde asistía, “el Caña” comenzó a interesarse en la izquierda y en la formación teórica.
Pocos meses después, al cumplir los 18 años, comenzó a trabajar en la EPEC (y a integrar el sindicato Luz y Fuerza), ya que los hijos de obreros en la empresa podían solicitar empleo una vez cumplida la mayoría de edad. Ingresó como miembro de la sección Taller Electromecánico del barrio Villa Revol, donde trabajaba Agustín Tosco (en ese momento preso, tras el Cordobazo) a quien ya había conocido, de pequeño, en el velorio de un vecino. A través de Tosco, Murúa estrechó vínculos con el Partido Comunista (PC), tras lo que se enroló en la Federación Juvenil Comunista (“la FEDE”). Sin embargo poco tiempo después, merced a sus diferencias fundamentalmente en torno de la lucha armada, abandonó “la FEDE”.
Al mismo tiempo, se acercaba al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) a instancias de un compañero de trabajo, Miguel Ángel Bazán. Luego de su bautismo en una pintada callejera organizada, entre otros, por Abelardo Correa (“el Perro”), Murúa se incorporó a una célula del PRT. Como militante de base en el frente sindical, su ingreso en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) quedó supeditado al éxito de la primera tarea que se le asignó: la construcción del Partido entre los obreros de Luz y Fuerza. Para ello Murúa diagramó la distribución de El Combatiente (del PRT) y Estrella Roja (del ERP) entre las distintas secciones del sindicato. Organizó cuatro equipos (sindical, legal, propaganda y militar) que comenzaron a funcionar como células y como comité fabril, de los cuales (a excepción del último, a cargo directamente del ERP) él era responsable. En una de las periódicas reuniones de evaluación de su tarea con la Dirección Regional, “el Caña” Murúa conoció a Roberto Santucho, Domingo Menna y Carlos Héctor Germán Sueldo, con quienes años después trabaría estrecho vínculo al compartir una vivienda ubicada en la ruta 9 de Córdoba Capital. En Luz y Fuerza conoció a Juan Eliseo Ledesma (“Comandante Pedro”), trabajador de la automotriz FIAT, dirigente del PRT-ERP, y responsable de la Regional Córdoba. También compartió militancia con René Moukarzel.
Durante la insurrección obrero-estudiantil que comenzó el 15 de marzo de 1971 en Córdoba, conocida como Viborazo o Segundo Cordobazo, participó de la movilización y de acciones diversas junto con sindicalistas como Tosco y Jorge Canelles (dirigente de la construcción, integrante del PC). En esas circunstancias Murúa fue detenido y permaneció en prisión por el lapso de un día, durante el que compartió el encierro con Tosco y con Lugo Mora. Una vez liberado, participó de las movilizaciones por los presos políticos.
Tras la fuga del Penal de Rawson el 15 de agosto de 1972, que implicó entre otras cosas el regreso de Tosco a Córdoba, Murúa insistió a Ledesma con su idea de incorporarse al ERP. Así fue como ese año “el Caña” pasó a integrar el equipo militar dentro de la EPEC, entrenándose, participando de acciones como levantamiento o desarme de coches y de la colocación de explosivos a objetivos del ERP.
Con el traslado de algunos cuadros militares hacia Tucumán en 1973 para formar la Compañía de Monte, ciertos integrantes del ERP en Córdoba fueron ascendidos. Entre ellos “el Caña”, quien bajo la tutela de Ledesma fue promovido a Responsable Militar de la zona centro -una de las zonas en las que estaba dividido el aparato militar de Córdoba-, quedando a cargo de cinco equipos militares. En ese contexto la primera acción militar de la que participó fue el desarme de un policía en el barrio cordobés de Alta Córdoba. También a mediados de ese año conoció a Hugo Alfredo Irurzún (“Capitán Santiago”) en la escuela de cuadros que este dirigía y a la que “el Caña” asistió. Allí se formó en instrucción política y en historia argentina. En diciembre de 1973 prepararon, junto con integrantes de otras regionales como Roberto Santucho y Benito Urteaga, el copamiento de la base aérea de Villa Reynolds en San Luis, operación que tras dos intentos fallidos finalmente no se realizó. Poco después, el Estado Mayor del ERP dio la orden de poner en disposición de combate el aparato militar de Córdoba. Así, Murúa y su pelotón comenzaron a realizar instrucción de combate, caminatas nocturnas por las sierras de la provincia y secuestro de vehículos.
Tras el golpe de estado policial del 28 de febrero de 1974 en Córdoba conocido como Navarrazo, “el Caña” participó de la autodefensa sindical armada. Esta tuvo como objetivos: parar los intentos de intervención de la Federación Nacional de Luz y Fuerza, y repeler las maniobras de copamiento por parte de comandos paramilitares que respondían a la Alianza Anticomunista Artentina (AAA) del Ministro de Bienestar Social José López Rega. Finalmente, en octubre de 1974 el interventor de Córdoba, el brigadier Raúl Lacabanne, allanó el sindicato al tiempo que la Federación lo intervenía. En este contexto, Tosco debió pasar a la clandestinidad, hasta su fallecimiento el 5 de noviembre de 1975.
Entre el 10 y el 11 de agosto de 1974 Murúa, quien recientemente había sido ascendido a Jefe de Operaciones de la Regional Córdoba, participó del copamiento de la Fábrica de Pólvora y Explosivos de Villa María como uno de los cinco responsables militares. La operación, a cargo de Juan Ledesma, fue llevada adelante por la compañía “Decididos de Córdoba” del ERP. Esta, la primera compañía de combate mediana, ya había realizado el primer ataque a una dependencia del ejército en febrero de 1973: el copamiento del Batallón 141 de Comunicaciones, con asiento en el Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba.
En Villa María “el Caña” estuvo a cargo, primero, del control de la toma de “Pasatiempo”, el motel de la ciudad. Luego, avanzó sobre el cuartel junto con un grupo de 50 hombres. Finalmente, condujo el regreso al motel de un grupo de 12 hombres, desde donde saldrían los autos para la retirada. En ese lugar, estuvo a cargo de repeler la presencia policial. Allí fallecieron, en combate o como consecuencia del compamiento de la Fábrica, los integrantes del ERP Iván Brollo, César Argañaraz y Juan Carlos Boscarol. Como resultado de la acción se sustrajeron decenas de armas y municiones y fueron secuestrados el Capitán Roberto García (liberado horas después) y el subdirector de la Fábrica, Argentino del Valle Larrabure, quien permaneció en una “cárcel del pueblo” durante poco más de un año. Tres días después del copamiento, Murúa volvió a la ciudad de Córdoba. Se instaló en una casa de Barrio Yofre, que compartió con su compañera entonces, Cristina Callizo, la hermana, los padres y una tía de esta última, y Gorriarán Merlo. Por espacio de unos meses, Murúa permaneció en los hechos como Responsable Militar de la Regional Córdoba, hasta que fue asignado formalmente otro integrante del ERP, Ricardo, uno de los seudónimos más usados de Gorriarán Merlo.
“El Caña” también participó del copamiento del Batallón Arsenales 121, Fray Luis Beltrán, en San Lorenzo, Santa Fe, en abril de 1975. Durante ese operativo el ERP intentaba hacerse de armamento para la Compañía de Monte y para los combates contra los comandos represores paraestatales. En el enfrentamiento, Murúa abordó un vehículo blindado disponible en el predio militar con el que disparó y avanzó sobre las edificaciones, acción de relevancia en la victoria del ERP frente a las fuerzas militares. Así, fue posible recuperar gran cantidad de armas. Por esta acción, en julio de ese año, durante el plenario ampliado del Comité Central del PRT conocido como “Vietnam Liberado” en San Miguel, Buenos Aires, obtuvo la condecoración “Héroes de Trelew”. Esta fue entregada en general a la unidad que participó de la operación y en particular a Murúa y dos miembros más. Por otra parte, por estos sucesos fue apresado el hermano menor del “Caña”, por entonces conscripto del servicio militar obligatorio, luego dado de baja.
En mayo de 1975 “el Caña” fue destinado a Famaillá, Tucumán, ciudad que se encontraba copada por la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez del ERP. Allí, junto con Jorge Gómez (“Chiquito”), fue instruido por Hugo Irurzún e incorporado a la Compañía. El 28 de mayo participó del enfrentamiento con fuerzas militares en Manchalá, Tucumán, en el que murió Domingo Villalobos y fue desaparecido Juan Carlos Irurtia. Tras el episodio, fue enviado junto con otro compañero a San Miguel de Tucumán y posteriormente a Córdoba Capital para preservar su seguridad. Luego, fue reasignado a la Regional Tucumán, donde se hallaban Hugo Irurzún y Asdrúbal Santucho, y designado Jefe del Pelotón del Centro. Bajo las órdenes de Lionel Juan Carlos Mac Donald, “el Caña” se ocupó de las tareas militares del pelotón a su cargo en el campamento Hilda Guerrero de Molina, participando de los operativos con, entre otros, Roberto Santucho y Juan Carlos Molina (“Capitán Pablo”).
En paralelo al desarrollo del ataque del ERP al batallón de Monte Chingolo (el 23 de diciembre de 1975), Murúa regresaba desde el monte tucumano. Dos días después recaló en Córdoba, donde se alojó por espacio de dos semanas en una casa operativa. En ese contexto, inicialmente citado en Buenos Aires para contactarse con el Estado Mayor Central y retornar a la Compañía del Monte, finalmente fue informado por “el Flaco” Carrizo de un cambio en su destino: fue designado responsable de la unidad militar de la Regional “Ribera del Paraná” llamada “Héroes de 1917”. El responsable político de esta Regional era “el Negro” Santillán, y “el Caña” permaneció en este pelotón hasta mayo de 1976. En ese momento, por problemas en la seguridad, fueron apresados la mitad de los integrantes de “Ribera del Paraná”, tras lo que Murúa solicitó el regreso a la Regional Córdoba.
En ese momento, el PRT-ERP de Córdoba se hallaba severamente afectado por los allanamientos, la desarticulación de casas operativas, y la detención de sus integrantes. Tras una cita frustrada, e imposibilitado de contactar con miembros de la Regional, Murúa se alojó por espacio de tres meses en la casa de un familiar, sin desarrollar actividad política alguna.
Motivada por un allanamiento en un domicilio cercano, la familia instó al “Caña” a exiliarse en Brasil, país al que partió con documentación falsa en octubre de 1976. Una vez en San Pablo, comenzó a trabajar como reparador de televisores. Posteriormente, pasó a dirigir la sección electricidad de una fábrica de gelatinas y celulosa en el estado de Lagoa, hasta ser despedido a fines de 1978. De regreso en San Pablo, tomó conocimiento sobre los refugiados políticos argentinos bajo la protección de las Naciones Unidas y tras obtener un permiso de libre circulación en Brasil, comenzó a frecuentar grupos que brindaban ayuda a refugiados. En ese marco conoció a Aldira Pereyra Nunes, con quien posteriormente contrajo matrimonio y tuvo un hijo nacido en Managua, Nicaragua: Santiago. A partir de las conversaciones con exiliados supo que en Francia se encontraban Luis Mattini, Roberto Guevara y Enrique Gorriarán Merlo, entre otros, de la dirección del PRT. En 1979 Murúa viajó a París y fue recibido por un antiguo compañero de militancia. Luego fue enviado a España, donde reunido con la Dirección del Partido en Europa propuso retornar a Tucumán y reactivar el foco guerrillero, sin éxito. Por el contrario, ese año, el Partido aprobó la propuesta de colaborar con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua.
De regreso a Brasil, Murúa contrajo matrimonio con Aldira Pereyra Nunes y durante un tiempo llevó adelante una rutina alejada de la activación política, y vinculada con la participación en grupos de estudio, fundamentalmente sobre marxismo y economía. A principios de 1980, en San Pablo, tuvo un encuentro con Claudia Lareau y Enrique Gorriarán Merlo, quien en ese momento se encontraba de paso hacia Paraguay y participaba de la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua. Invitado a sumarse, “el Caña” Murúa aceptó, y en marzo de 1980 arribó a Nicaragua. Allí se unió al grupo de internacionalistas argentinos, integrantes del PRT-ERP, que se encontraban incorporados al gobierno revolucionario del FSLN. Unos meses antes de su llegada, un grupo de internacionalistas había viajado desde Nicaragua a Paraguay y había ajusticiado al dictador nicaragüense depuesto, Anastasio Somoza. En una avenida de Lima, Hugo Irurzún dio muerte con una bazuca al ex mandatario de facto nicaragüense el 17 de septiembre de 1980. Este se hallaba refugiado y amparado por la dictadura militar de Alfredo Stroessner (1954-1989), quien además financiaba contingentes para el armado de la ofensiva contrarrevolucionaria (“la contra”) que combatía al régimen sandinista.
En Nicaragua, “el Caña”, ahora “Federico”, estuvo particularmente interesado en la relación entre el campesinado y el proceso revolucionario. Comenzó a trabajar como coordinador en una cooperativa campesina dedicada al cultivo de arroz y los frijoles localizada en el sur del país, y se le permitió sumarse a los milicianos nicaragüenses que peleaban frente a “la contra”. Se integró como oficial en los Batallones de Lucha Irregular y, entre otros, compartió operativos de combate y de autodefensa en la zona fronteriza con Honduras con José Mendoza e Iván Ruiz. A fines de 1980, compartía casa con los hermanos Roberto Sánchez Nadal (“el Che gordo”) y Aurora Sánchez Nadal. Junto con el poeta Julio Valle Castillo, Murúa concibió el proyecto de escribir un libro sobre el sindicalismo cordobés, tarea para la cual se reunieron semanalmente con Valle durante un tiempo, pero que finalmente no se concretó.
En 1984, en uno de los combates con “la contra”, Murúa fue gravemente herido en las dos piernas. Ese año, tras ser dado de alta, recibió a una brigada de militantes del PC de Argentina que viajaron a Nicaragua para participar en tareas de la cosecha del café.
Luego de casi 8 años en Centroamérica, en 1988 “el Caña” regresó a Argentina junto con Aldira Nunes y Santiago Murúa. Instalado en Buenos Aires, permaneció en una condición de semiclandestinidad. Durante esos años, se sucedieron diversos levantamientos militares en Argentina, que buscaban poner fin al juzgamiento y prisión castrense por los crímenes cometidos en la dictadura (1976-1983) y reivindicaban el accionar de las fuerzas en esa época. Era también una época en la que se estaba concretando el proyecto político de antiguos militantes del PRT de regresar a Argentina y continuar el proceso revolucionario. En particular, la publicación Frente y luego la revista Entre Todos (1984-1987) vehiculizaron la conformación del movimiento político aspirado, formalmente constituido en Managua en 1986 con el nombre de Movimiento Todos por la Patria (MTP). Este movimiento, que aglutinaba a individuos de diversos itinerarios y pertenencias políticas, registró un crecimiento notable durante sus dos primeros años. Y para cuando Murúa y Nunes arribaron a Argentina y se sumaron al MTP, este ya había atravesado una ruptura, y se hallaba concentrado en el accionar de los militares llamados “carapintadas”, quienes se habían sublevado en la Semana Santa de 1987 y en enero y diciembre de 1988.
Instados por lo que consideraban el inminente peligro de una nueva y más peligrosa sublevación militar, el 23 de enero de 1989 un grupo de militantes del MTP, entre quienes se encontraban Juan Manuel Murúa y Aldira Nunes, intentaron ocupar el cuartel del Ejército Argentino en La Tablada, en la provincia de Buenos Aires. De acuerdo con algunas versiones, el plan era hacer uso de los tanques para luego convocar al pueblo a Plaza de Mayo y exigir a Alfonsín independencia económica, una democracia más fuerte, y no ceder frente a los militares. Pasada la media mañana del 23, y tras la orden de retirada, “el Caña” decidió no acatarla. En su lugar, arengó a otros compañeros para ir en busca de militantes que se encontraban cercados y bajo fuego. Entre los muertos en esos episodios se cuenta su compañera, Aldira Nunes.
Tras la represión entre el 23 y el 24 de enero, la acción fue frustrada, dejando un saldo de decenas de personas entre muertos, torturados y desaparecidos. Murúa falleció luego de que el lugar donde se encontraba, un sitio del regimiento denominado “Compañía B”, fuera cañoneado en la tarde del 23. Durante más de dos décadas integró el listado de desaparecidos de La Tablada, junto con Carlos Alberto Burgos, José Alejandro Díaz, Iván Ruiz, Carlos Samojedny, y Roberto Sánchez. Entretanto su hijo Santiago había quedado a cargo de una familia que, con ayuda de las Abuelas de Plaza de Mayo, logró reubicarlo en Brasil.
Pocos días antes de La Tablada, uno de los compañeros de Murúa en el ERP, el psicólogo y docente de la Universidad Nacional de Córdoba Carlos Samojedny, había concluido la transcripción de un conjunto de conversaciones grabadas con “el Caña”, con objeto de editar una obra sobre su vida. El proyecto fue abortado forzosamente a raíz de la desaparición de ambos en La Tablada. Luego, originales y borradores circularon entre diversos militantes, entre ellos Gorriarán Merlo, quien formó parte de los primeros intentos de publicación del material en la década del noventa. Tras un complejo derrotero archivístico durante los noventa y los dos mil, la obra se editó en 2016 por el sello Nuestra América, al cuidado de Alberto Sánchez, con prólogo de Carlos Orzaocoa y bajo el título de Caña, un guerrillero inolvidable. Vida de Juan Manuel Murúa.
En 2013, Juan Manuel Murúa fue identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense junto con los de otros cinco integrantes del MTP: Roberto Sanchez, Juan José Tosi, Carlos Burgos, Roberto Gaguine y José Mendoza.
Sus restos fueron sepultados en Córdoba el viernes 19 de octubre de 2018.
Cómo citar esta entrada: Oneto, Luciano Omar (2025), “Murúa, Juan Manuel”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.