MOLINIER, Louis Raymond (seudónimos: J. Morny, Ray, R. Rey, Linier, Remember, Marcos, El Viejo Marcos) (Paris, Francia, 14/1/1904 – Barcelona, Cataluña, España, 30/10/1994).
Uno de los fundadores del movimiento trotskista en Europa, vivió en la Argentina entre 1941 y 1977, militando en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Hijo menor de una familia humilde y numerosa que profesa la religión católica, nace en Paris en el antiguo barrio judío Le Marais. Su padre era changador en el mercado de Les Halles y su madre, modista. En 1915 tiene apenas doce años cuando ve a Trotsky en París, entonces su vecino del barrio Le Marais, que está a punto de ser deportado. Con otros chicos de la vecindad participa en la distribución de una carta abierta que Trotsky dirige a Jules Guesde, entonces Ministro del Interior francés.
Trabaja como capataz electricista en una empresa, como chofer de taxi y luego, junto a su hermano Henri, en variados emprendimientos comerciales. En 1921 publica, con el seudónimo de J. Morny, el folleto: “Un catholique peut-il être révolutionnaire?” e ingresa en el Grupo Clarté, donde conoce a la que será su primera mujer, Jeanne Martin des Pallières. Con ella tendrá un hijo, Raymond (h).
Un año después se incorpora a la sección del barrio IV de las Juventudes Comunistas. En enero de 1923 es designado secretario adjunto en la sección XIV del PCF, pero al año siguiente es excluido por cuatro años, acusado de mantener una “conducta provocativa, insolente, grosera”. Cuando reingresa al partido en 1928, ya está vinculado a los grupos de oposición trotskista. Integra el comité de redacción del Bulletin Communiste que edita Boris Souvarine. En agosto de 1929 firma, con el seudónimo de R. Rey, junto a Alfred Rosmer y Pierre Frank, un llamado a lanzar el periódico de oposición La Verité. Es excluido del PCF junto a Boris Souvarine, Loriot, Alfred Rosmer y Pierre Monatte.
En abril de 1930 es designado secretario por la región parisina de la Ligue Communiste, pero es alejado de la comisión ejecutiva provisoria por desavenencias con Rosmer y Pierre Naville. Molinier es uno de los primeros trotskistas en viajar a la isla de Prinkipo, Turquía, donde está desterrado Trotsky, para ofrecerle su total colaboración. Llega con su mujer Jeanne a comienzos de 1929 y se queda hasta julio; vuelve en agosto de 1930, en enero de 1931 y en enero de 1932. Es uno de los organizadores, en noviembre-diciembre de 1932, del viaje de Trotsky a Copenhague.
Según Deutscher, “Molinier había llegado a Prinkipo con un tumultuoso optimismo y la cabeza llena de planes para convertir al trotskismo en una gran fuerza política… La realización de los planes requería mucho más dinero del que la Oposición podía recoger entre sus miembros, pero él tenía planes económicos también…”. Con su hermano Henri había creado una sociedad comercial que aportaba a la LC y luego al Secretariado Internacional alrededor de cinco mil francos al mes, pero en agosto de 1933 se le exigió abandonar el comercio para consagrarse a la política. Rosmer y Naville protestan por las “vagas empresas” de Molinier así como por su “aventurerismo”, pero Trotsky lo defiende: un movimiento revolucionario, argumentaba, no podía prescindir de hombres en los que cierta tosquedad intelectual quedaba compensada por la energía y disposición a correr riesgos. Molinier cumple por entonces una serie de misiones en Grecia, Hungría, Bélgica, España y en Austria. En 1935-36 es ya una de las figuras más importantes del movimiento trotskista internacional. En 1933 es el responsable y más entusiasta partidario del “entrismo” —que Trotsky había recomendado a sus seguidores— en el socialismo francés (la SFIO, Section Française de l’Internationale Ouvrière), convirtiéndose en el principal portavoz del Groupe bolchevik-léniniste (GBL). En 1935 Molinier y los miembros del GBL son excluidos de la SFIO.
Sin embargo, Molinier y Frank no se integran en el Parti Ouvrier Internationaliste (POI), la formación trotskista oficial, fundado en 1935. En el marco de una lucha de fracciones al interior del trotskismo francés, Molinier y Pierre Frank se escinden, publicando en diciembre de su propio semanario político, Commune. Trotsky, finalmente, condena la “aventura” del “grupo Molinier”. La escisión se prolonga por ocho años. Después de lanzar, en enero de 1936, un Comité por la IVª Internacional, el “Grupo Molinier” funda en marzo el Parti Communiste Internationaliste (PCI). Este partido no participa de los grupos que se reúnen para fundar la IVª Internacional en 1938. En 1939, en los albores de la segunda guerra mundial, el PCI desaparece.
En junio de ese mismo año Molinier y Frank pasan a Bélgica, logrando escapar de la invasión alemana. Molinier es el principal redactor de la Correspondance Internationaliste, que se publica hasta abril de 1940. A fines de este mes regresa clandestinamente a París y envía los archivos de su movimiento a Amsterdam. Molinier y Frank se refugian en el Reino Unido. Allí se alistó, con documentos falsos, en las Fuerzas Belgas Libres.
El Servicio de Inteligencia británico lo envía en octubre de 1940 a Lisboa, adonde llega con su nueva pareja, Rebbeca (“Vera”) Lanis. Allí se vincula a la familia de célebres clowns Cairoli y la ayuda a regentear su circo, donde su compañera Vera asume un papel como cantante. El movimiento habitual de los artistas de circo a través de diversos países de Europa le permitió a Molinier proveer de pasajes y pasaportes a militantes trotskistas que debían escapar de la zona controlada por la Alemania nazi.
Entre tanto, en un artículo del 24 de enero de 1940, Trotsky mostraba expectativas de unificación con el grupo de Molinier y Frank. Esta se produjo recién en Francia en febrero de 1944 en el curso de una conferencia clandestina, cuando Trotsky ya había sido asesinado en México.
A fines de 1940 Molinier se embarca en Lisboa rumbo a Bolivia con un pasaporte falso a nombre del belga León Lambert Droeven, pasando a Brasil en enero del año siguiente. Desde allí baja a Buenos Aires. Llega acompañado de su nueva compañera, la joven belga Suzanne Demanet, con quien tendrá cuatro hijos en tierra argentina. Según el testimonio de su hija Juana Droeven, Molinier llega a la Argentina con el apoyo económico y logístico de los servicios secretos ingleses con la misión de identificar agentes del nazismo.
En Buenos Aires despliega sus habilidades para el comercio de importación. Uno de estos emprendimientos, que consistía en proveer de penicilina a la Fundación Eva Perón, lo llevó por unos días a la cárcel. Otro emprendimiento derivó en 1958 en un procesamiento judicial al “prófugo León Lambert Droeven” (Boletín oficial de la República Argentina, Buenos Aires, marzo 1958). Viaja regularmente de Buenos Aires a Montevideo en el Vapor de la Carrera.
Durante esos años no aparece integrado en ninguna de las organizaciones trotskistas argentinas. Reaparece súbitamente en el movimiento trotskista en el Congreso de la Cuarta Internacional que tuvo lugar en abril de 1969 en Rímini, Italia, como delegado de la sección trotskita uruguaya, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT-U). Según el recuerdo de Daniel Bensaïd:
Raymond volvió a salir a la superficie durante el Congreso Mundial de 1969 en Rimini… ¡como delegado de Uruguay! Cuando un joven camarada español, aficionado a la arqueología trotskista, estaba contando la rocambolesca vida de un aventurero desaparecido de nombre Molinier, un viejo señor distinguido se presentó simplemente con un: “Yo soy Molinier”. Fue como la aparición de un resucitado a las doce campanadas de la media noche.
Daniel Bensaïd, Una lenta impaciencia, Madrid, Sylone, 2018.
Fuertemente influido por la Revolución Cubana y las concepciones de Ernesto Che Guevara y Régis Rebray, a fines de la década de 1960 y en la primera mitad de la década de 1970 aparece como miembro de la dirección del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), sección argentina de la IVª Interncional, que lidera Mario R. Santucho. Colabora, sobre todo, en la logística del trabajo clandestino, en la elaboración de documentos falsos, en la organización de las “expropiaciones”. Tanto es así que cuando, en setiembre de 1972, Santucho debe retornar clandestinamente desde Chile a la Argentina, pide la colaboración de Molinier, quien llega a Santiago con su falsa identidad de ingeniero belga.
El máximo dirigente del PRT confía en la capacidad del “Viejo Marcos”, como se lo conoce entonces, a pesar de que han estallado diferencias, pues Santucho acababa de romper políticamente con la IVª Internacional y Molinier se mantendrá solidario con ella. Adhiere a una línea interna, la Fracción Roja, impulsada por Joe Baxter, que poco después se transforma en una organización independiente, la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Según el testimonio de Daniel Bensaïd:
“En Argentina, Molinier se convirtió a comienzos de los años setenta en uno de los hombres de confianza de Santucho. Bajo una falsa identidad de ingeniero francés residente en Montevideo, llevaba la prensa clandestina del PRT al aeropuerto de Ezeiza, disimulada en gigantescos huevos de Pascua. Fue él quien aportó dinero fresco a Santucho, que se encontraba a la espera en Santiago tras su evasión de Rawson. Interrogado por los aduaneros chilenos por llevar encima un portafolio atiborrado de dólares y de pesos, declaró con aire de entendido: ‘Telefoneen de mi parte al presidente Allende’ (que conocía personalmente). En otoño de 1973 había fundado su propio grupo y hacía una permanencia al fondo de una oscura taberna, donde recibía a su puñado de conjurados y distribuía su boletín Patria socialista. Curioso patriota argentino, este viejo pirata cosmopolita, veterano de innumerables conspiraciones derrotadas”.
Daniel Bensaïd, Una lenta impaciencia, Madrid, Sylone, 2018.
Entre 1973 y 1977 Molinier colabora “produciendo” pasaportes y billetes de avión falsos para que logren escapar militantes comprometidos bajo dictaduras militares, de Bolivia, del Uruguay, de Chile y, finalmente, a partir del golpe de marzo de 1976, de la Argentina.
El 24/5/1977 es secuestrada su nueva compañera, Elisabeth Kässeman, detenida-desaparecida en la ESMA. Hija del teólogo luterano Ernst Kässeman, Elisabeth había estudiado filosofía en Alemania y llegado a la Argentina para proseguir sus estudios; había comenzado colaborando con trabajo social en “villas miseria”, militó primero en el PRT y luego en la Fracción Roja-LCR junto a Molinier.
Perseguido, Molinier logra exiliarse en Paris días después, donde se incorpora a la Ligue Communiste Revolutionnaire (LCR), sección francesa de la IVª Internacional. Según el testimonio citado de Bensaïd: “De vuelta a Francia, con cerca de ochenta años, se compró un casco integral para participar en las heroicas cargas del servicio de orden de la Liga. Como le faltaba el aliento, si el cortejo aceleraba él se quedaba atrás. Entonces cogía el metro para volverse a unir a la cabecera de la manifestación dos o tres estaciones más allá”.
El 7/11/1979 está en México, junto a Michel Pablo, Tamara Deutscher, George Novack, Pierre Broué, Jean Van Heijenoort y otras figuras históricas, para conmemorar el centenario del nacimiento de Trotsky. Retorna por un tiempo a Buenos Aires en 1987, en momentos en que el anuncio de la glasnost y la perestroika bajo el gobierno de Gorbachov lo entusiasmaba como para llamar a formar un comité internacional que viajase a la URSS para pedir la rehabilitación histórica de Trotsky.
Muere en Barcelona a los noventa años, dejando inconcluso un volumen de memorias. Sus restos fueron trasladados al Cementerio Père-Lachaise de Paris.
Su hermano Henri Molinier (1898-1944) murió en un enfrentamiento con las fuerzas alemanas durante la Liberación de París.
Obra
- (con el seudónimo de J. Morny) “Un catholique peut-il être révolutionnaire?”, Tolouse, 1921.
- Trotsky vive, 50 años después. Memorias de un militante trotskista, Buenos Aires, Letra Buena, 1994.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2024), “Molinier, Louis Raymond”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.