MEDINA ONRUBIA, Salvadora (seudónimos: La Venus Roja) (La Plata, Pcia. de Buenos Aires, Argentina, 23/3/1894 – Buenos Aires, Argentina, 21/7/1972).
Poeta, dramaturga, periodista y oradora anarquista.
Hija de Ildefonso Juan Medina y Teresa Onrubia, inmigrantes andaluces. Llegó muy joven a Buenos Aires para estudiar en el Colegio Americano dirigido por la educadora Sara Chamberlain de Eccleston. Cuando murió su padre, se instaló con su hermana Carmen y su madre en Gualeguay, Pcia. de Entre Ríos, donde ésta dirigió una escuela-granja en el vecino pueblito de Enrique Carbó.
Entre 1910 y 1913 es maestra en una escuela rural de Entre Ríos, mientras se inicia en el periodismo colaborando en El Diario de Gualeguay y en las revistas Fray Mocho y PBT de Buenos Aires. De su relación con el abogado entrerriano Pedro José Pérez Colman nació en febrero de 1912 su hijo Carlos (“Pitón”), cuando ella tenía apenas 17 años, que asume como madre soltera.
En 1913 llega a Buenos Aires con su pequeño hijo y los originales de su pieza teatral “Almafuerte”. Pocos meses después, el 10 de enero de 1914, la Compañía Gamez-Rosich estrenaba su drama en el Teatro Apolo. Por entonces acudió en busca de trabajo al diario anarquista La Protesta, en el que ya había publicado algunas colaboraciones. Allí la recibió Sebastián Marotta, que acepta integrarla como redactora con un sueldo de 150 pesos. El 29 de enero de ese año se publicaba en el diario ácrata el texto de la conferencia que había pronunciado dos días antes en la Casa Suiza de la calle Rodríguez Peña: “Alma al aire”. El 1° de febrero de ese año Marotta le encomienda su participación como oradora en un acto callejero contra las leyes de “residencia” y “orden social” así como por la libertad de Simón Radowitzky organizado por la Federación Obrera Regional Argentina (FORA). Salvadora se dirigió a la multitud trepada a una de las ventanas del Colegio Industrial de la Nación (luego Otto Krause) de la Avenida Paseo Colón. Según su propio relato:
“Tenía para eso que subirme a una ventana que estaba altísima, y entre Sebastián Marotta y [Claudio] Martínez Paiva —otro de corbata voladora—, me ayudaron a subirme. ‘¿Y ahora qué digo?’ —le pregunté a Martínez Paiva. —‘Decí lo que se te va ya ocurriendo’, me contestó. Y todo salió bien. La fotografía de este acto la vi en mi prontuario y la tenía yo recortada de Caras y Caretas. Al cabo del acto, como no podía yo bajar, me ayudó nuevamente Marotta”.
Salvadora Medina Onrubia, “Sebastián Marotta, compañero y amigo”, en: Vida, obra y trascendencia de Sebastián Marotta, La Plata, Calomino, 1971, pp. 47-48.
A principios de 1915 conoce a su futuro marido: Natalio Botana, el mítico fundador del diario Crítica. Tuvieron tres hijos en una unión libre —Helvio Ildefonso (“Poroto”), Jaime Alberto (“Tito”) y Georgina (“La China”)— hasta que, finalmente, en 1919 Salvadora aceptó casarse legalmente. Botana asumió la paternidad de Carlos (“Pitón”) y le da su apellido.
El 9 de enero de 1919, tras la represión sufrida dos días antes en el inicio de la que dio en llamarse la Semana Trágica, Salvadora se dirige a la multitud congregada en el Cementerio de la Chacarita, subida a los ataúdes de los trabajadores asesinados, cuando la policía cargó nuevamente contra la multitud:
“Yo decidí hablar en ese entierro y los compañeros me subieron a los ataúdes, que estaban amontonados. Había llevado conmigo a mi hijo Carlos Natalio, ‘Pitón’, porque quería que él se fuera interesando de lo que era la lucha social. En ese momento, cargaron los ‘cosacos’ sobre todos los que estábamos en ese acto de postrer homenaje a nuestros muertos, y Marotta me agarró de una pierda y me tiró junto con él en la fosa que estaba abierta. No sé cómo Marotta pudo salir y sacarme de la fosa, pero ya tranquilizados salimos a la calle, donde no sé tampoco cómo se consiguió un coche con el que fuimos a México 2070, ya nuestra sede en ese entonces. Mi hijo se me había perdido en el tumulto y al llegar lo encontramos”.
Salvadora Medina Onrubia, “Sebastián Marotta, compañero y amigo”,: Vida, obra y trascendencia de Sebastián Marotta, La Plata, Calomino, 1971, p. 49.
Entonces colaboró con la obstetra anarquista Eva Vivé en socorrer a las víctimas de la represión policial:
“Eva Vivé de García Thomas, que era obstétrica de profesión, estaba allí con su maletín, curando heridos pisoteados por los centauros añamembuyses [la policía montada]. No sé quién consiguió una sábana y Eva, con su tijera de cortar ombligos, me puso a cortarla en tiras y a hacer con ella hilachas. Eran seis o siete los heridos. Cuando todos estuvieron bien tranquilos con su inyección salida del repleto maletín, Eva nos dio permiso para irnos, y salimos…”.
Salvadora Medina Onrubia, “Sebastián Marotta, compañero y amigo”, en: Vida, obra y trascendencia de Sebastián Marotta, La Plata, Calomino, 1971, p. 49.
En la década de 1920 se estrenaron otras de sus piezas teatrales, como La solución, Lo que estaba escrito, Las descentradas y Un hombre y su vida. Según su nieto, el dibujante y escritor Copi, fue la primera mujer argentina en poner en escena personajes femeninos “capaces de pecar doblemente: como lesbianas y como adúlteras”. Tradujo también dramaturgos franceses e ingleses, particularmente a Noel Coward, e impulsó el teatro para niños, escenificando obras clásicas de Perrault.
En 1928, sumida en una depresión tras el suicidio de su hijo “Pitón”, emprende con su familia un viaje a Europa, donde acude a teósofos y espiritistas. A su regreso publica un testimonio de su dolor: el poemario El misal de mi yoga (1929).
Abre las páginas del diario Crítica a innumerables causas políticas vinculadas al anarquismo, como la conmutación de la pena a los anarquistas ítalo-norteamericanos Sacco y Vanzetti y la liberación de Simón Radowitzky. Intercedió personalmente ante Hipólito Yrigoyen para que firmara el indulto a Radowitzky, que el presidente finalmente rubricó el 14 de abril de 1930. Tres meses después de producido el golpe militar que lo derrocó en septiembre de ese mismo año, Salvadora intercedió ante Aurelia Madero Buján, la esposa del dictador José Félix Uriburu, para que su marido conmutara la pena de muerte con que había sentenciado a tres jóvenes anarquistas: José María Montero, Florindo Gayoso y José Ares.
Si bien apoyó activamente el golpe militar de septiembre de 1930, en mayo de 1931 el diario fue clausurado por el gobierno del Gral. Uriburu. Salvadora y Botana fueron encarcelados durante tres meses. Según su propio testimonio, hacia mayo o junio de 1931 la militante anarquista Encarnación Represas se había hecho detener adrede agrediendo en la calle a una mujer desconocida para poder asistir a Salvadora mientras se encontraba detenida en el Asilo del Buen Pastor: “¿Tiene quién le cebe mate? ¿Tiene quién le lave los pies?” (Salvadora Medina Onrubia, Mil Claveles colorados).
Un grupo de intelectuales solicitó su libertad apelando a la “magnanimidad” del presidente de facto atendiendo a su “triple condición de mujer, poeta y madre”. Salvadora agradeció el gesto de sus amigos pero rechazó el pedido en una carta pública al dictador fechada el 5/7/1931, que remataba de este modo: “General Uriburu, guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta como, desde este rincón de miseria, le cruzo la cara con todo mi desprecio”. Desde la cárcel redactó e hizo publicar un folleto contra la dictadura militar: “Uriburu: el principio de una contribución a la historia” (1932).
Una vez en libertad, Salvadora y Botana partieron con sus hijos a Europa, previo paso por Montevideo, donde Salvadora visitó a Radowitzky. Regresaron a la Argentina en febrero de 1932, relanzando el diario Crítica. En la década de 1930 Salvadora abandona la literatura para consagrarse a la actividad político-periodística a través de resonantes campañas.
Salvadora forma parte de la primera comisión directiva de la Agrupación de Mujeres de Letras y Artes, constituida en Buenos Aires el 18 de abril de 1932 con la participación de Alfonsina Storni, Julia García Gámez, Adela García Salaberry, Adelia Di Carlo, Raquel Adler y Sara de Etcheverts. También participa de las tertulias del grupo Signos, que se reunía en el sótano del Hotel Castelar e integra la agrupación feminista “América Nueva”, luchando por el derecho al sufragio y la igualdad de hombres y mujeres ante la ley. El diario Crítica asumió en la década de 1930 la causa por la libertad de los Presos de Bragado y se embanderó con el bando republicano durante la Guerra civil española.
Salvadora queda a cargo de la dirección de Crítica tras la muerte de Botana en agosto de 1941, debiendo enfrentar numerosos procesos judiciales y clausuras. Opositora al gobierno militar surgido con el golpe de junio de 1943 y luego al gobierno peronista, Salvadora dirige desde Crítica una carta abierta a Eva Perón (17/6/1947) que agudiza aún más el enfrentamiento, hasta que en 1951 el diario es intervenido por el gobierno de Juan D. Perón y luego confiscado. El libro Crítica y su verdad (1958) es su amargo alegato sobre la confiscación del diario.
Durante sus últimos años la poeta anarquista Emma Barrandeguy fue su secretaria privada. Salvadora muere pobre y olvidada a los 88 años de edad en su departamento porteño de Rodríguez Peña y Avenida Alvear. Dejaba un libro inédito, Mil claveles colorados, aguafuertes sobre los amigos anarquistas de su juventud editado póstumamente por Vanina Escales. Una parte de su archivo personal (cartas, manuscritos, recortes de prensa) se preserva en el CeDInCI.
Obra
- “Almafuerte. Drama en tres actos y en prosa”, en: Nuestro Teatro nº 9, Buenos Aires, 1º de febrero de 1914.
- El libro humilde y doliente… (cuentos), Buenos Aires, Imprenta de Miguel Calvillo, 1918.
- La rueca milagrosa. Versos, Buenos Aires, Tor, 1921.
- “La solución. Comedia en un acto”, en: Bambalinas nº 178, Buenos Aires, septiembre de 1921.
- Akasha (novela), Buenos Aires, Gleizer, 1924.
- “Lo que estaba escrito” (teatro), Buenos Aires, 1925.
- El vaso intacto y otros cuentos, Buenos Aires, Gleizer, 1926.
- “Las descentradas. Comedia en tres actos”, en: La Escena n° 564, Buenos Aires, abril 1929 (reedición: Buenos Aires, Tantalia, 2006).
- El misal de mi yoga (poesía), Buenos Aires, edición privada, 1929.
- “Uriburu. El principio de una contribución a la historia”, Buenos Aires, 1932.
- “Orden político, institución siniestra”, en: Los torturados, la obra criminal de Leopoldo Lugones, hijo. Relato de las víctimas. La inquisición de Orden Político, Buenos Aires, Estampa, 1932.
- “Prólogo” a: Carlos Giménez, El martirologio argentino (En él veredes cosas que farán llorar has pedras), Buenos Aires, 1932.
- Un hombre y su vida. Bajo la advocación del momento encendido de España (teatro), Buenos Aires, 1936.
- Crítica y su verdad, Buenos Aires, edición de la autora, 1958.
- “Sebastián Marotta, compañero y amigo”, en: AAVV, Vida, obra y trascendencia de Sebastián Marotta, Buenos Aires, Calomino, 1971.
- La casa de enfrente, Buenos Aires, Mate, 1997.
- Mil Claveles Colorados, incluido en: Vanina Escales, ¡Arroja la bomba! Salvadora Medina Onrubia y el feminismo anarco, Buenos Aires, Marea, 2020.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2024), “Medina Onrubia, Salvadora”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.