MALATESTA, ERRICO

Nace en el seno de una familia acomodada, de Federico Malatesta y Lazzarina Rastoin. Comienza estudios de medicina en la Universidad de Nápoles mientras adhiere al republicanismo. Pero la experiencia de la Comuna de París lo lleva a abandonar los estudios y las ideas republicanas para participar, en agosto de 1872, en la Conferencia de Rimini, junto a figuras como Andrea Costa y Carlo Cafiero, en la queda fundada la Federación italiana de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), que nace anárquica, en disputa abierta con la orientación marxista del Consejo General de Londres. Participa luego en los congresos anarquistas internacionales de Saint-Imier (Suiza, setiembre 1872) y Berna (Suiza, octubre 1876), acta de nacimiento del anarquismo internacional. 

Partidario de la acción directa, la toma de tierras y las acciones insurreccionales, promueve la insurrección campesina en Benevento en 1874. El fracaso del movimiento abre un período de decadencia de la federación italiana y de exilio de sus miembros. Malatesta fue procesado y sufrió cárceles en diversas oportunidades. Exiliado por primera vez en 1878, peregrinó por diversas ciudades europeas, para regresar a Italia en 1883. En la ciudad de Florencia edita el periódico La Questione Sociale (1883-1884), partidario de la organización —Malatesta llega a postular un “partido anarquista” con base obrera y campesina— en un período en que predomina el anarcoindividualismo. Aquí publica el primero de una serie de folletos de propaganda anarquista que serán traducidos a diversos idiomas y alcanzarán gran popularidad: “Fra contadini” (1884), “Anarchia” (1891), “In tempo di elezioni” (1892), “Al café” (1902). 

Llega a Argentina en febrero de 1885, ya con renombre mundial, huyendo de la orden de arresto contra su persona dictada en Florencia. El grupo que viene con él a la Argentina —Agenore Natta, Francesco Pezzi, Luisa Minguzzi, Galileo Palla, Cesare Agostinelli— lo hace más por asilo temporario que con fin de crear una colonia o un polo de propaganda permanente y con la intención de ganar dinero rápido para montar una imprenta en Europa. Otra razón para decidir su lugar de exilio es la existencia en Buenos Aires del “Circolo Comunista Anarchico” como grupo receptor, con el cual tenía vínculos. 

Mecánico electricista de oficio, al llegar a Buenos Aires vive en la calle Corrientes 384 y trabaja en labores manuales: primero en un pequeño taller que se llamó “Malatesta, Natta, Pezzi & Cía”, ubicado en las calles Cerrito y Córdoba; luego en otras tareas, como elaboración de vino, donde obtuvo éxito pero que abandonó por “escrúpulos de conciencia”. A poco tiempo de llegar al país crea el “Círculo de Estudios Sociales”, que se reúne en los altos del Café de Grütli (calle Cerrito 168 de la Ciudad de Buenos Aires), por cuya iniciativa se dictaron las primeras conferencias públicas comunistas anárquicas. También relanza, en italiano, el periódico La Questione Sociale, cuyo primer número es del 22 de agosto de 1885. Alcanzó 14 números, desapareciendo en 1886. 

Este año parte con un grupo de compatriotas —Palla, Agostinelli— en un viaje de aventuras por el sur de la Patagonia, donde permanecen varios meses en un intento frustrado de búsqueda de oro. De regreso en Buenos Aires 1887, retoma la actividad de propaganda en el “Círculo de Estudios Sociales”, que desde su sede en la calle Piedad 601 (hoy Bartolomé Mitre) se dedica a difundir la ideología anarquista entre los obreros sin plegarse orgánicamente a las agrupaciones de trabajadores preexistentes. La actividad de Malatesta se desarrolla sobre todo entre anarquistas italianos, si bien es acompañado por algunos anarquistas españoles. Hablaba imperfectamente el castellano, pero eso no le impedía participar como orador en asambleas o reuniones obreras en cafés como el Grütli o clubes como el Vorwärts. El 20/9/1885 diserta en el Círculo sobre “Cristianismo y socialismo”, generándose un debate con Alejo Peyret que termina a altas horas de la madrugada. 

En sus discursos insistía en la necesidad de convertir los gremios de oficio en auténticas sociedades de resistencia. Fue redactor, junto a Ettore Mattei, de los estatutos y reglamentos internos del Sindicato de obreros panaderos, que significó un modelo para muchos otros sindicatos creados en esa década por militantes anarquistas, como zapateros, zingueros, mecánicos, etc. Quedó allí plasmada una visión del sindicato como órgano de resistencia y solidaridad de clase. Por otra parte, se subrayaba la importancia de la organización federal y la tendencia a llegar a una Federación Regional Argentina de Trabajadores. Tras esa actividad organizadora siguió siendo activista del sindicato de panaderos, descollando en la primera huelga proclamada por el mismo en enero de 1888, que duró 10 días y terminó con logros considerables, iniciándose una ola de huelgas hasta 1890. Este sindicato sería a fines de la década de 1880 la base de acción del grupo anarquista permanente “Luz y Progreso”. 

El 25/11/1888 pronuncia en el salón del Club Vorwärts una conferencia en italiano sobre la historia y situacion de la clase obrera en Europa y América, en el contexto de la huelga de los zapateros. Colabora activamente en dicho conflicto (noviembre de 1888), redactando, junto a Mattei y Zacarías Rabassa, el manifiesto de los huelguistas, donde se presenta a la huelga como expresión de la lucha de clases y se enarbola el “derecho de huelga” de los trabajadores. La huelga culminó con una victoria obrera. 

Tuvo una posición mediadora en la polémica importada de España entre organizadores y antiorganizadores, al defender a los primeros al tiempo que representaba el comunismo anárquico de los segundos, evitando así el agravamiento de las luchas internas. En el contexto de las grandes huelgas del año 1888 y cuando arreciaban las diferencias entre anarco-comunistas y colectivistas, Malatesta explicaba a sus compañeros la importancia de la organización y la unidad de los anarquistas, e incluso de la acción conjunta y el debate razonado con los socialistas, para favorecer la unidad de las luchas obreras en un momento en que la correlación de fuerzas las favorecía. 

Sus folletos y ensayos continuaron publicándose en la Argentina muchos años después de su partida, como aquel importante artículo a favor de la organización: “Cambiemos la táctica” (Avvenire, 21/3/1897). Abandona la Argentina en septiembre de 1889 y recala primero en Niza, donde edita L’Associazione (1889-1890), y luego en Londres. Una vez que regresa a Italia edita L’Agitazione (Ancona, 1897-1898), pero en 1899, luego de escapar de la prisión, está de nuevo en el exilio en Londres, pasando previamente por Cuba y los Estados Unidos. En 1907 asiste al Congreso Internacional Anarquista de Ámsterdam.

Retorna brevemente a Italia, donde edita el periódico Volontá (1913-1914) pero sus posturas antibelicistas lo fuerzan nuevamente al exilio en Londres durante la primera guerra.

Recién retornará a su patria en 1919, donde edita Umanità Nuova (1920-1922) y participa activamente en las luchas de “bienio rojo”. Tras la Marcha fascista sobre Roma es procesado (1922). Recuperada la libertad, edita la revista Pensiero y Volontà (1924-1926), primero censurada y luego clausurada por el gobierno de Mussolini. Silenciado bajo el régimen fascista, vivió en Roma bajo arresto domiciliario desde 1926 hasta su muerte en 1932. La policía escoltó el cortejo fúnebre e impuso, para evitar los homenajes póstumos, que sus restos fuesen depositados en una fosa común.