LAZARTE FLORES, Silvia (Santivañez, Carasa, Capinota, Cochabamba, Bolivia, 10/01/1964 – Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 28/06/2020).
Dirigente cocalera, presidenta de la Asamblea Constituyente de Bolivia.
Silvia Lazarte nació el 10 de enero de 1964 en la comunidad indígena de Carasa, valle del municipio de Santivañez (Capinota, Cochabamba). A temprana edad emigró junto a su familia a Villa Tunari en el Chapare tropical (1970). Como muchas, se vio resignada a dejar la escuela para insertarse a las labores agrícolas. Su padre, Desiderio Lazarte, dirigente cocalero fundador de la Central “Villa 14 de Septiembre”, forjó su liderazgo sindical. A sus trece años, se presentó en una reunión del Sindicato “Pedro Domingo Murillo” y tomó el puesto de su padre, pues:
Debido a su enfermedad, la dejó como su sucesora en la dirigencia sindical. Sin embargo, su pedido quedó en el vacío en aquel mundo dominado por hombres, porque apenas dejó el Chapare, Silvia fue prácticamente expulsada de la vida orgánica del lugar que su padre fundó a principios de 1980.
Juárez & Mamani, 2020.
Sin embargo, “ganó la voluntad de los dirigentes, todos varones, quienes se acostumbraron a su presencia, debido a su capacidad de organización, su carácter imponente y su consecuencia”, sostuvo su participación hasta lograr respeto y aceptación.
A sus dieciocho años fue elegida Secretaria General de la Central “Nuevo Chapare” y fue fundadora y primera Secretaria Ejecutiva de la Federación de Mujeres del Trópico de Cochabamba, descollando en la vida política y sindical: fue concejala de Villa Tunari, ejecutiva de la Central “Villa 14 de Septiembre”, fundadora y secretaria ejecutiva de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa” (1999-2001). Emigró a la comunidad de Santa Rosa de Sara (Santa Cruz), donde continuó su trayectoria sindical y fue elegida constituyente por el Movimiento Al Socialismo (MAS) (2006). Formó hogar con Florencio Flores y procrearon tres hijos, quienes tomaron su propio derrotero. Mantuvo su lealtad con Evo Morales (2006-2019) después del golpe cívico-policial-militar que lo desplazó del gobierno en noviembre de 2019, y quien la apoyó en su vida sindical en el Chapare.
El 5 de agosto de 2006, Silvia Lazarte fue elegida Presidenta de la Asamblea Constituyente, en la capital histórica de Bolivia, Sucre, exaltando los ánimos de la oligarquía nativa que cuestionó su condición indígena y falta de estudios para ese alto cargo. Como Presidenta de la Asamblea Constituyente, exigió respeto y advirtió que “ningún hombre se atrevería a manipularla o imponerle su voluntad”, en el desafío de impulsar el proceso fundacional del Estado Plurinacional de Bolivia. En la mente de esta valiente mujer de pollera no cabía el fracaso, pues “sería el fracaso de las mujeres”, y sería “reclamado por su familia, su comunidad, las organizaciones sociales y Bolivia”, afirmando que:
Mi vida de mi es muy amargura, he vivido, he venido de una familia muy pobre (…) Quizá para nuestros hermanos un poco de facilidad tienen todavía, pero las mujeres no, desde el nacimiento las mujeres vivimos muy marginadas y discriminadas (…) Porque yo hermanas, no he tenido ese apoyo, situación económica que le afectaba para que yo continúe estudiando, algunos me preguntan, doña Silvia Lazarte usted es profesional para conducir la Asamblea Constituyente, me dicen; no, les digo con orgullo, ¿por qué? porque he sido marginada, porque mi papá me dijo claramente, yo no sé leer ni escribir, he ido al cuartel a servir a la patria y he sufrido en el cuartel. (…) Por lo tanto vos eres mi hija mayor, ahora ya no van a sufrir tus hermanos, tu no vas a estudiar, sino les vas a dar la oportunidad a tus hermanos me dijo, de esa manera yo no soy profesional hermanas y hermanos”.
Enciclopedia Histórica, p. XXV.
Silvia Lazarte, expresó en esa memorable jornada, la necesidad de usar las lenguas nativas, inusual sin duda, si consideramos que los esfuerzos de alfabetización fueron dirigidos precisamente a erradicar las lenguas originarias:
Y ahora estamos aquí como Constituyentes y como Directorio de la Asamblea Constituyente, por lo tanto hermanas, quiero decirles para las hermanas que no hablan castellano, que no entienden, me decían, compañera Silvia te vas a dirigir en tu idioma quechua, yo soy de una región quechua, pero vivo en el oriente boliviano en Santa Cruz.
Enciclopedia Histórica, p. XXIX.
Por primera vez la presidenta de una Asamblea Constituyente, se expresó en su lengua originaria:
Ñoqa warmijina tukuy sonqowan, niytaj munani, tukuy bolivanosta bolivianasta, kunitan kay momentopi warmis y qharis estariskunchis cumplinanchispa maynenchus mandato kowanchis pueblo de Bolivia. Ñoqanchis como Constituyente ruwaynanchis tian maninchisum uj ley, uj constituyosta jinamanta, como presidenta jina llank’anancupaj cay paisñispa de Boliviapi chayraycu hermanos warmis y qharis mantienenta tian unidadta”.
Ídem.
Era una lengua ajena, distante, extraña para la elite criolla. El regocijo vino de los ponchos y axsus multicolores que llenaron el histórico Teatro Gran Mariscal Sucre.
El proceso para refundar Bolivia gestado desde abajo, fue el desafío más grande que enfrentó la sociedad boliviana para proponer un nuevo Estado capaz de reconocer los derechos de los Pueblos Indígenas de Bolivia, hecho que exaltó la supremacía de la oligarquía nativa que no se resignada a perder el poder político y económico que detentó desde el 6 de agosto de 1825. Asesorada por el embajador de Estados Unidos, la élite blanca impulsó una estrategia separatista con la toma violenta de instituciones estatales en Santa Cruz de la Sierra, Trinidad, Tarija y Cobija, que estuvo a punto de desencadenar una guerra civil. Hábilmente, la oligarquía captó el apoyo del comité cívico de Chuquisaca, con la promesa de trasladar el Poder Ejecutivo y Legislativo a Sucre, asediando a los constituyentes que vivieron un calvario. Silvia Lazarte enfrentó el desafío de presidir la Asamblea Constituyente en ese contexto violento y complejo, al que se sumaba su condición de mujer de pollera.
La sociedad boliviana, así como la latinoamericana, responde a una cultura patriarcal que mediatizó la participación de la mujer en la vida económica, social y política. Ese sesgo se expresó en la composición de la Asamblea Constituyente de Bolivia que estuvo conformada por 256 asambleístas, de los cuales el 34% corresponde a mujeres y el 66% a varones. Tal parece que, como afirma Silvia Rivera (1996, p. 20-21), “si bien (…) no están ausentes las mujeres, sobre todo hacen presencia como figuras emblemáticas que simbolizan el poder femenino, pero que se ven privadas de ejercerlo, imbricadas como están en las redes de autoridad (masculinas) de los partidos”. Sin embargo, el movimiento campesino fue más permeable a la participación de la mujer, como se puede observar en la elección de mujeres constituyentes, pues de las 88 mujeres elegidas por voto popular, el 73% corresponde a dirigentes populares inscritas en las listas del MAS. El occidente (La Paz, Oruro, Potosí), los valles (Chuquisaca, Cochabamba, Tarija) muestran mayor apertura a las mujeres del MAS (31%), en tanto que el oriente (Santa Cruz) y la Amazonía (Beni, Pando), muestran menos aceptación (11%). Las fracturas internas, sin embargo, llevarían a la división en la Asamblea Constituyente, perdiendo el MAS, presencia en Chuquisaca, principalmente por la demanda de capitalía plena para la ciudad de Sucre (Rojas, 2020).
Silvia Lazarte, mujer templada en las luchas sindicales por un futuro mejor para los pueblos indígenas que como ella, eran objeto de discriminación racial y social, años después recordó esa experiencia histórica:
Desde [el] nacimiento, las mujeres vivimos muy marginadas y discriminadas. Yo sólo quería cambiar la Constitución a lo que he vivido. Todos me cuestionaban. Los periodistas me preguntaban sobre mi profesión, pero no era ni bachiller. Era mujer, no era abogada, no conocía la justicia sino la injusticia. En la Asamblea Constituyente de Sucre hasta nos han amenazado con quemarnos vivos, ni alquiler de casa me querían dar, en un momento en que aparecí, el dueño de casa me dijo ‘hermana Presidenta, te pido que seas libre, salí por favor de mi casa, no quiero ver sangre en mi casa porque han dicho que esta noche te van a matar’. Que voy a hacer, he tenido que salirme esa noche. Así he vivido yo como Presidenta de la Asamblea Constituyente.
Roberto Aguilar, vicepresidente de ese órgano de poder originario, remarcó que “hemos tenido que enfrentar el embate de una derecha fascista y racista que decía ‘india de mierda’, ‘india cochina’, a la presidenta”.
Silvia Lazarte retornó a Santa Rosa de Sara, donde combinó sus labores agropecuarias –cultivó arroz, soya, maíz y sorgo y criando animales de granja—con la vida orgánica del sindicato y la actividad política.
Silvia Lazarte resguardó el Archivo del Proceso Constituyente (2006-2008), documentación que fue asaltada y retenida en Sucre, rompiendo las leyes de la Archivística que determinan su procedencia en el Órgano Legislativo entre tanto conserve sus valores primarios. Venciendo toda clase de dificultades administrativas y políticas, en un acto sencillo depositó los expedientes producidos por el proceso constituyente en la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional, donde se encuentran al servicio de la sociedad. Dejó ese legado invaluable a la sociedad.
Digna, valiente, consecuente y temeraria dirigente campesina, falleció en Santa Cruz, el 28 de junio de 2020 a los cincuenta y seis años de edad.
Obra
- “Discurso de la Presidenta de la Asamblea Constituyente, Silvia Lazarte Flores, en la instalación de la Asamblea Constituyente”, Sucre, 6 de agosto de 2006. Es utilizado como proemio de la Enciclopedia Histórica Documental del Proceso Constituyente de Bolivia, La Paz, Vicepresidencia del Estado Plurinacional, 2010.
- Inventario y transferencia de documentos del Archivo físico y memoria electrónica o virtual de la Asamblea Constituyente, inédito, 2008.
Cómo citar esta entrada: Oporto Ordoñez, Luis (2020), “Lazarte Flores, Silvia”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org