KORSUNSKY, Eduardo Sergio (apodo: “Dado”; nombres de guerra: Aníbal, Alfredo) (Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 15/11/1951 – Villa Cavalli, San Nicolás, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 04/08/1976).
Estudiante de Economía en la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires). Militante del PRT-ERP, secuestrado y desaparecido por las Fuerzas Conjuntas del Ejército Argentino el 4 de agosto de 1976.
Eduardo Sergio Korsunsky nació el 15 de noviembre de 1951 en la Ciudad de Buenos Aires y creció en el seno de una familia judía de La Pampa, en la localidad de Bernasconi. Hijo de Moisés Korsunsky, productor agrícola-ganadero, y de Celia Jinkis, ama de casa. La presencia de la familia de Eduardo en Bernasconi se remonta a principios del siglo XX, cuando sus abuelos, Erman Korsunsky y Maria Umansky, Rivka Lazober y Velvl Jinkis –migrantes judíos del Imperio Ruso–, se asentaron en la Colonia Narcisse Leven. Allí construyeron su hogar y se convirtieron en pequeños productores agropecuarios dedicados a la cosecha de trigo, primero, y a la cría de ganado, después.
Eduardo creció junto a una de sus hermanas menores, Mirta, en un entorno exclusivamente rural. Gabriela, su hermana más pequeña, nacería diez años después. En Bernasconi cursó sus estudios primarios y parte de su trayecto secundario en el Instituto Mariano Moreno. A partir de entonces, y para poder continuar con su formación escolar, los padres de Eduardo debieron enviarlo a la Ciudad de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. Allí concluyó sus estudios secundarios como alumno del Colegio Normal Vicente Fatone que, en aquellos años, dependía de la Universidad Nacional del Sur (UNS). La primera experiencia militante de Eduardo se remonta a ese período de su vida y se vincula con su estancia en la pensión estudiantil de Bahía Blanca –ubicada en la calle Thompson entre Fitz Roy y Donado–, donde residió hasta el traslado definitivo de toda su familia a esa ciudad. En esos años se unió al grupo La Pequeña Obra, que realizaba trabajo social en los barrios populares de la mano de los sacerdotes de la Iglesia Postconciliar Argentina.
En el Colegio Normal Vicente Fatone, Eduardo fue distinguido como abanderado de la institución y como mejor compañero entre sus pares. Algunos años antes de ingresar a la Universidad, formó parte de los grupos de apoyo para nuevos y futuros ingresantes de la institución, interesándose por los debates en torno al Plan de Estudios y por la diagramación de los horarios de cursada.
Durante esos años se convirtió en un habilidoso pianista que, pese a no contar con instrumento en su hogar, logró graduarse en el conservatorio de Bahía Blanca. Tiempo después formó parte de Sextoseyko, conjunto musical formado con sus compañeros de escuela secundaria con objeto de juntar dinero para el viaje de egresados. En el grupo, que interpretaba canciones de Los Beatles, piezas de folklore, jazz, música melódica, y algunas canciones de las películas más conocidas de su época, fue pianista y cantante. Eduardo también dibujaba, y era un amante de la literatura y de la música. Prefería el tango y el folklore y, junto a su hermana Mirta, disfrutaba de los románticos italianos.
En 1971 inició sus estudios superiores en la UNS. Allí se convirtió en un activo protagonista de la reforma del Plan de Estudios de la Licenciatura en Economía, carrera que cursó en el departamento de la universidad bahiense. Según el testimonio de Bruno Susani, Eduardo Korsunsky – al igual que su futura pareja, Marta Olga Frañol – fue uno de los representantes estudiantiles más sobresalientes en ese proceso de reforma académica, pedagógica e institucional, iniciada en 1972: “Se debe recordar la acción importante de los alumnos, sin distinción de sensibilidades políticas: José Luis Peralta, Jorge Rochistein, Zulma Matzkin, Liliana Pizá, Graciela Romero de Metz, Carlos Alberto David, Norberto Eduardo “Bocha” Eraldo, Carlos Alberto Vicente, Marta Olga Frañol, Oscar Borobia, Hugo Gisle, Gabriel Prado, Eduardo Korsunsky, María Graciela Izurieta y Francisco Carricaburu”.
La reforma del Plan de Estudios puso a debate el espíritu de la formación universitaria en Economía, donde estudiantes como Eduardo resaltaron la necesidad de contar con una formación teórica plural y diversa, abierta a las necesidad y urgencias de la sociedad en su conjunto – lo que implicaba considerar los saberes de los economistas como parte de las Ciencias Sociales – . Aunque su acción militante en la UNS no se redujo a esa experiencia, el cambio del Plan de Estudios concitó la atención de todo el activismo político; durante este proceso, Eduardo amasó fama y estima entre sus maestros y compañeros. Según el testimonio de Carlos Corbellini – amigo, compañero de estudios y de militancia de Eduardo –, algunos docentes de la carrera, como Alberto Barbeito, destacaron su formación intelectual y académica, recomendando sus escritos y reflexiones al resto de los estudiantes.
Su militancia comenzó en los Grupos Socialistas y hacia fines de 1971 se integró al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Trabajó como responsable del Frente Estudiantil en la UNS, y entre sus tareas más importantes se cuentan su rol como cuadro de formación política y sus actividades de difusión y propaganda. Según el testimonio de quienes lo conocieron, Korsunsky logró congregar bajo su conducción intelectual y política a estudiantes de diversas carreras, con quienes discutía sobre la historia de las revoluciones, ponía a debate la actualidad política de la época o la situación de la universidad, y difundía la prensa del PRT. Eduardo organizaba volanteadas en las aulas y en los barrios, colocaba pasacalles y, además, formaba futuros militantes que, a partir de 1973, integrarían su “célula de simpatizantes”. Según el testimonio de uno de sus compañeros, Eduardo fue capaz de convencer – en el marco de la escritura de un artículo para la revista universitaria Graphos –, a un grupo muy variado de militantes y activistas que, frente a sus argumentos, aceptaron su lectura histórica y política de la naturaleza de la clase obrera en Argentina.
La formación intelectual de Eduardo era muy diversa: estudiaba la obra de Karl Marx, había leído El Capital, y conocía en detalle los debates teóricos y políticos que ritmaban las páginas El Combatiente (órgano de prensa del PRT). Sin embargo, no se privaba de otras lecturas. Conocía por ejemplo la literatura política vinculada a la izquierda nacional de los años sesenta y setenta, como Peronismo y Socialismo de Juan José Hernández Arregui, lo que le permitió sentar su posición y debatir con simpatizantes y militantes peronistas.
Su militancia, sin embargo, desbordaba el ámbito universitario y su rol como formador y cuadro político entre los estudiantes. Ciertamente, además de desarrollar una breve pero intensa actividad en los barrios populares de Bahía Blanca, hay indicios y testimonios que sugieren que, en 1972, Eduardo habría desarrollado tareas de propaganda o de contra-inteligencia en los cuarteles militares, mientras cumplía con el servicio militar obligatorio que debió realizar en Colonia Sarmiento, provincia de Chubut. Según Carlos Corbellini,
En [el] lapso en que Eduardo me ‘atendía’, sin vínculos orgánicos, es decir como lector del periódico y persona interesada en la línea partidaria, supe que durante el año de servicio militar había hecho actividades de propaganda partidaria en el interior de los cuarteles. De este hecho no tengo mayores noticias, pero no creo que haya sido una actividad por la libre, mi intuición lo ubica entre esas acciones políticas que, con sus características especiales, se desenvolvían en el llamado ‘frente enemigo’ (Carlos Corbellini, entrevista con Mirta Korsunsky, 2025).
Hacia 1973, finalizado su período como conscripto del servicio militar, Eduardo Korsunsky regresó a la ciudad de Bahía Blanca donde consolidó su pertenencia al PRT y a su Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). A
A la apertura democrática y la efervescencia política que el año 1973 había inaugurado en Argentina por el regreso de la democracia y el peronismo al Ejecutivo nacional, le siguió un período de represión en alza que, poco a poco, comenzaría a poner trabas y dificultades a la militancia revolucionaria de la época. A pesar de ello, Eduardo aprovechó ambas coyunturas para fortalecer la presencia del PRT en Bahía Blanca. En este contexto, formó parte de la creación del Frente Universitario, continuó difundiendo el periódico del partido, formó su célula de simpatizantes y multiplicó sus tareas y responsabilidades. Fue parte de las escuelas de formación política del PRT y, de acuerdo con algunos testimonios, participó de los repartos de comida que el partido realizaba en los barrios populares luego de grandes y espectaculares operativos armados.
Para entonces, Korsunsky ya estaba en pareja con Marta Olga Frañol, estudiante de Economía e integrante del PRT. La situación pronto cambiaría para ellos. Durante los últimos meses del año 1974 y los primeros de 1975, la represión política recrudeció tanto en la ciudad de Bahía Blanca como en el resto del país. Muchos de los compañeros de la joven pareja militante fueron detenidos y duramente reprimidos. La familia Korsunsky fue víctima de citaciones policiales y de allanamientos en su vivienda de Bernasconi y de Bahía Blanca.
Amenazados por la persecución que la Alianza Anticomunista Argentina (conocida como Triple A) y las fuerzas para-policiales habían desplegado en la ciudad, el PRT decidió trasladar a la pareja y reubicarla en la localidad de San Nicolás, provincia de Buenos Aires. Allí Eduardo transcurrirá su último año de vida, donde trabajará como vendedor de alimentos en un mayorista. Asimismo, y a pesar del contexto adverso, continuará, aunque de forma clandestina, su labor militante en la regional del PRT “Norte-Norte” o “Ribera del Paraná”. Esta comprendía las ciudades de Zárate, Campana, Baradero, San Pedro, San Nicolás, Villa Constitución, Empalme y Arroyo Seco. Se trataba de un importante “cordón siderúrgico” donde el partido intentó sostener su gravitación e influencia a pesar de los sucesivos secuestros, asesinatos y detenciones que sufrieron los integrantes de la organización. En esa regional, Eduardo y Marta militaron, entre otros, junto con Carlos Benjamín Santillán, María Cristina Lanzillotto, Irene Ballester, Julio Raúl Peris, y Carlos Alberto Aranda. Todos ellos fueron víctimas de la represión ilegal, criminal y clandestina que se consolidó en Argentina luego del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Durante los primeros meses de ese año, la madre de Eduardo logró visitarlo en su casa de San Nicolás. A pesar del temor que su compromiso militante despertaba entre los miembros de la familia, nunca dejaron de ofrecerle su ayuda y apoyo, sugiriendo, en más de una ocasión, que partiera al exilio. La familia de Eduardo no contaba con ninguna militancia partidaria en su haber, aunque tenían sus preferencias: los tíos maternos se habían vinculado a la Unión Cívica Radical, al socialismo más tradicional, y alguno de ellos al Partido Comunista. En cambio, Moisés, el padre de Eduardo, miraba con simpatía al peronismo. En cualquier caso, pese a las diversas simpatías políticas que se expresaron en el entorno familiar, el compromiso político de Eduardo no fue resistido por sus mayores. Contrario a eso, la familia Korsunsky-Jinkis acompañó su militancia, la respetaron y, hacia el final, le ofrecieron su ayuda. Por ello, el 4 de agosto de 1976, cuando Eduardo Korsunsky fue secuestrado en un operativo de detención ilegal de control y rastrillaje, Marta Frañol no dudó en dar aviso a los padres de Eduardo y, un día después de la detención, se presentó en la vivienda familiar para contarles lo sucedido.
A partir de entonces, los padres de Eduardo comenzaron una larga búsqueda y pusieron en marcha todas las estrategias legales que tuvieron a su alcance para reclamar por el paradero de Eduardo y conocer su localización o su destino. Luego de varias averiguaciones, supieron que su hijo había sido detenido en Villa Cavali junto a su compañero Julio Raúl Peris cuando ambos se dirigían en un automóvil a la ciudad de Baradero. Según el testimonio de Santiago Ferreyra Beltrán (también militante del PRT-ERP en la Regional Norte-Norte), Julio y Eduardo habrían caído en una zanja luego de impactar con el vehículo contra un árbol mientras intentaban escapar de un operativo de control comandada por una patrulla del Ejército, dato que le confirmó un soldado conscripto de la zona.
Sobre sus últimos días tenemos pocos datos y casi ninguna certeza. Es posible que Eduardo haya muerto luego de una feroz sesión de tortura en un centro clandestino de detención que funcionó en el batallón de Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás. Así lo sugiere la carta que el sacerdote Luis López Molina envió a Celia Jinkis el 9 de octubre de 1977 desde Roma, Italia. El clérigo, que había estado preso cuando Korsunsky y Peris fueron secuestrados, afirmó haber visto a ambos jóvenes y confirmó el desenlace más temido:
En verdad las noticias que puedo darte son bastante duras. He dudado un poco sobre si lo mejor era dártelas o no, pero me decidí por el sí, por cuanto pienso que la incertidumbre es una de las peores torturas y porque, si lo que yo sé se refiere a tu caso, el maravilloso temple del hijo tiene que haber sido heredado de la madre. Efectivamente yo conocí a un muchacho que se llamaba Aníbal [nombre de guerra de Eduardo] y que se parecía bastante al de la foto (…) Si es tu hijo el que ha muerto en manos de los militares opresores, no debes llorarlo. No importa cuántos años se vive sino cómo se viven esos años y por qué causas se muere […] También Cristo en la flor de la edad fue torturado y asesinado por los poderosos y los militares de su tiempo. (Carta de Luis López Molina a Celia Jinkis, 9/10/1977, en Fondo Celia Jinkis de Korsunsky, Archivo Nacional de la Memoria).
Pese a esta carta, no hay pruebas materiales que confirmen la versión de López Molina ni la de Ferreyra Beltrán. El sistema de desaparición forzada de personas, que se instauró en Argentina en 1975 y funcionó hasta 1983, borró toda huella y rastro de Eduardo y del resto de los secuestrados. La única certeza es que, a partir del 4 de agosto de 1976, Korsunsky se encuentra desaparecido. Su pareja, Marta Olga, sufrió el mismo destino: la tarde del 22 de mayo de 1978 fue secuestrada en el barrio de La Paternal, Ciudad de Buenos Aires, luego de participar en una ronda de las Madres de Plaza de Mayo.
En 1983, una vez recuperada la democracia en Argentina, el secuestro y desaparición de Eduardo Sergio Korsunsky fue informado ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y registrado bajo el número 1591. Su detención ilegal en un operativo de control y rastrillaje, secuestro, aplicación de torturas y tormentos, y la posterior desaparición de sus restos sin vida, fueron juzgados en 2020 en el marco de la causa Saint Amant II y III. La madre de Eduardo fue una de las querellantes. El acusado y autor material de estos hechos, Antonio Federico Boise –oficial jefe de Operaciones (S2) y oficial de Inteligencia (S3) del Batallón de Ingenieros de Combate 101 con asiento en San Nicolás del Área Militar 132– fue hallado culpable y condenado a prisión perpetua.
Cómo citar esta entrada: Korsunsky, Mirta; Agoff, Sergio y Trucco Dalmas, Ana (2025), “Korsunsky, Eduardo Sergio”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.