ETCHEVERRY, Delia Segunda (San Andrés de Giles, Pcia. de Buenos Aires, Argentina, 7/ 6/1898 – La Plata, Pcia. de Buenos Aires, Argentina, 7/6/1981).
Pedagoga argentina de orientación socialista y feminista, defensora de los derechos humanos.
Originaria de San Andrés de Giles, nació el 7 de junio de 1898 en la familia formada por Juan Basilio Etcheverry y Primitiva Barca, la única mujer entre los seis hijos de ese matrimonio. Siendo muy joven, en razón de las actividades de su padre —diputado conservador en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires—, la familia se instaló en la ciudad de La Plata, en cuya universidad Delia obtendría en 1917 el título de Profesora de Enseñanza Media, Secundaria, Normal y Especial.
En ese ambiente se vinculó con los muy activos grupos del reformismo universitario platense, con su ideario americanista y antiimperialista, sus iniciativas de vinculación con el mundo de los trabajadores, y también con sus experiencias de gobierno en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), particularmente durante el decanato de Alfredo Palacios en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, a principios de los años veinte.
Por entonces, Delia ya ejercía como docente de enseñanza media en varias escuelas de La Plata y de las linderas localidades de Berisso y Ensenada, así como en el Colegio Nacional -dependiente de la UNLP. Impulsora de experiencias renovadoras, mantenía contacto con otros docentes, enmarcados como ella en la corriente de la “escuela nueva” y partidarios de la centralidad y creatividad del alumno en la experiencia educativa: las hermanas Olga y Leticia Cossettini y su innovadora “educación por el arte” en la ciudad de Rosario, o el maestro Luis Iglesias y su “escuela rural unitaria”, en el interior de la provincia de Buenos Aires —docentes a los que la historia de la educación suele calificar como “progresistas”.
Desde 1933 participó de la experiencia del Teatro del Pueblo del Puerto de La Plata, creado bajo inspiración del socialista Guillermo Korn. El teatro funcionaba en una barraca de madera de dicho puerto e itineraba por barrios populares, y en ocasiones, ofrecía funciones en cines o teatros convencionales. Una de sus particularidades consistía en que no limitaba el papel de los trabajadores al de pasivos espectadores sino que les otorgaba centralidad al incorporarlos como actores —o escenógrafos, o vestuaristas, etc.—, a la vez que incentivaba su desarrollo político. Tan singular experiencia tuvo su fin cuando, en 1936 y mientras se desarrollaba una función en apoyo a la República Española, el gobernador conservador de la provincia, Manuel Fresco, la clausuró.
Hacia 1934, junto con varios de sus compañeros del reformismo universitario —Julio V. González, Carlos Sánchez Viamonte, Arnaldo Orfila Reynal, entre otros— ingresó al Partido Socialista (PS), tal como ya lo había hecho el “Maestro de la Juventud” Alejandro Korn. Además de la muy activa militancia antifascista, las tareas de Delia se orientaron preferentemente hacia temas vinculados con la educación y organización de las mujeres y de los jóvenes, temas sobre los cuales solía escribir en La Vanguardia —órgano oficial del PS. Dentro de la secuencia de iniciativas político-culturales en las que participó, corresponde destacar la creación de la Universidad Popular Alejandro Korn (UPAK), de la cual fue co- fundadora en 1937 —junto con los ya mencionados Orfila Reynal y Sánchez Viamonte, además de Juan Manuel Villarreal, Luis Aznar, Juan Sábato, Amelia Sánchez Garrido y Eugenio Pucciarelli—, cuyo Consejo Directivo integró hasta 1947. La UPAK, si bien fue impulsada por militantes socialistas y funcionó —y funciona— en la Casa del Pueblo de La Plata (Calle 49 N° 731), siempre operó como una institución autónoma. En ella se desarrollaron grupos teatrales y corales, se dictaron conferencias, se creó una biblioteca popular y un centro de alfabetización para obreros, y se brindó asesoramiento jurídico gratuito. Entre las tareas desarrolladas por Delia se destacan la creación del Club de Madres (1942), del cual surgió uno de los primeros jardines de infantes de La Plata —el ubicado en la calle 23 entre 51 y 53—, el Recreo Infantil de la UPAK y el Club y la biblioteca del Barrio Los Hornos (1948), en la periferia de la ciudad.
En esos mismos años escribía en Vida Femenina —revista socialista dirigida por María Berrondo— sobre temas vinculados a la niñez pobre, la deserción escolar, el derecho de las mujeres al sufragio y temas vinculados a la juventud. Fiel a su espíritu antiimperialista y americanista, en 1944, frente a la retórica nacionalista del gobierno militar surgido del golpe de estado producido el año anterior, publicó en La Vanguardia “Orientación americanista de la juventud” convocando a que, frente a los “nacionalismos estrechos”, la juventud fuera educada en los valores de la “unidad americana” e introducidos en el estudio de las condiciones y características propias de cada uno de los pueblos del subcontinente.
En 1945, junto con Alicia Moreau, María Berrondo y Leonilda Barrancos, integró la Comisión a través de la cual el PS aglutinaba a sus militantes y las invitaba a estrechar lazos con otras agrupaciones feministas. En esa línea, un logro de la Comisión se plasmó en la constitución de la Liga de Educación Laica (1945), que celebró dos congresos nacionales, en 1949 y 1950. De dichos eventos participaron, además de socialistas, numerosos docentes de prestigio que, como la ya mencionada Olga Cossettini, se oponían a la enseñanza religiosa en las escuelas —vigente desde el mencionado golpe de estado y continuado por el gobierno del general Perón. Además, en el ámbito partidario, la Comisión había dado origen, en 1946, a la Unión de Mujeres Socialistas (UMS), de cuya comisión directiva formó parte hasta 1950, junto a las ya mencionadas Berrondo, Barrancos y Moreau.
Al mismo tiempo, Delia completaba sus estudios de posgrado en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP y obtenía, en 1947, su Doctorado en Letras con la Tesis “Comedia psicológica de posguerra”, dirigida por el Dr. José María Monner Sans: en ella postulaba que el rasgo típico de aquellas obras había consistido en su capacidad para trasladar los conflictos subjetivos al plano de la metafísica, en un período dominado por la cultura burguesa y la crisis del capitalismo.
Ese mismo año, poco antes de que fuera aprobada la ley de sufragio femenino, y después de que la UMS celebrara su Primera Conferencia, Delia publicó “El voto y la mujer socialista”. En ese folleto recogía las resoluciones de la Conferencia y destacaba que, desde sus orígenes, el PS había colocado en pie de igualdad a las mujeres; y que ellas —conducidas por notables militantes como Fenia Chertkoff y Gabriela Laperrière de Coni — ya en 1902 habían organizado el Centro Socialista Femenino y la Unión Gremial Femenina, instituciones desde las cuales fueron elaborados los primeros proyectos de protección del trabajo de mujeres y niños —luego llevados al parlamento por Alfredo Palacios—, además de haber impulsado tempranas luchas por la emancipación política de la mujer. Enfatizando la dignidad de esas mujeres que desde mucho tiempo atrás venían bregando por la conquista de sus derechos civiles y políticos, no se privó de señalar que lo habían hecho “sin halagar a los poderosos y sin agradecer como dádiva lo que legítimamente les corresponde”, ni de criticar como propio de los totalitarismos el hecho de que el peronismo adoptase como criterio organizativo de su partido la división en “rama femenina” y “rama masculina” —afectando así la verdadera igualdad entre hombres y mujeres. Reseñó, además, los fundamentos a partir de los cuales en seis oportunidades, entre 1929 y 1942, los parlamentarios socialistas (Mario Bravo, Silvio Ruggieri y Alfredo Palacios) presentaron proyectos relativos al sufragio femenino.
Un año después, en 1948, al igual que otros docentes, Delia era cesanteada en sus cargos debido a su orientación de izquierda y su posición opositora. Casi al mismo tiempo en que perdía sus cargos, el trabajo en la UPAK se vio interrumpido por las mismas razones cuando, en 1950, la institución fue clausurada por el gobierno. Entonces, reorientó sus actividades hacia la tarea editorial y, por decisión de su amigo y camarada Orfila Reynal —residente en México y Gerente de la Editorial Fondo de Cultura Económica (FCE)—, fue designada Gerente General de esa casa en la Argentina, cargo que desempeñaría hasta 1957.
En 1950, en su condición de dirigente de la organización de las mujeres socialistas, fue la encargada de presentar el Informe de la UMS al 37° Congreso del PS. Según consigna la edición del 15 de diciembre de 1950 de Nuevas Bases —periódico que reemplazó al clausurado La Vanguardia—, el Informe contenía resoluciones que además de abogar por la difusión de los principios del socialismo y el cooperativismo entre las mujeres, recogía sus históricas reivindicaciones por la emancipación civil y política de las mujeres: inclusión de las amas de casa en las leyes protectoras de la maternidad y de las trabajadoras domésticas en la legislación obrera, derecho al divorcio, rechazo a la legislación sobre hijos ilegítimos, y derecho al sufragio.
Como militante, Delia se mantenía activa dentro de un partido en el que no dejaban de manifestarse ciertas diferencias de opinión, en particular respecto la línea oficial del PS y su cerrado rechazo al peronismo —expresado nítidamente por el pensamiento de Américo Ghioldi. Sin dejar de ser oposita al gobierno, ella y un conjunto de dirigentes —José Luis Romero, Julio V. González, Carlos Sánchez Viamonte, Alicia Moreau—, se fueron colocando a cierta distancia de dicha línea —a la que consideraban excesivamente cercana a la de los partidos “puramente liberal-democráticos”. Ya desde 1946, a través de El Iniciador —periódico de la Comisión de Cultura del partido que dirigió Dardo Cúneo—, había iniciado una reflexión orientada a que el PS, en lugar de concentrarse en emitir juicios condenatorios, se interrogara sobre las razones por las cuales había perdido el apoyo de los trabajadores. En 1950, esa posición fue expresada en el 37° Congreso del PS (1950) por Julio V. González, quien sostuvo que considerando los cambios económicos y sociales producidos por el peronismo, el programa de reformas del partido había quedado desactualizado, y en consecuencia debía avanzarse llevando a primer plano los objetivos explícitamente socialistas. La propuesta, muy mal recibida por el núcleo dirigente —Nicolás Repetto y Américo Ghioldi—, marcó la apertura de una controversia que se iría profundizando en los años siguientes, toda vez que en su opinión propuestas de ese tipo conllevaban cierta condescendencia con el “totalitarismo”.
En ese mismo congreso, después de haber presentado el Informe de la UMS, Delia renunció a su cargo en ese organismo y se abocó a la construcción de la Unión de Mujeres Socialistas en el ámbito de la Federación Socialista Bonaerense —de la cual fue elegida vicepresidenta, acompañando la presidencia de Alicia Moreau. Poco después mantendría un fuerte entredicho con Nicolás Repetto, a quien dirigió una enérgica carta en la que muestra su malestar ante las opiniones que el veterano dirigente habría vertido sobre ella y sus ideas en el mencionado Congreso. Sin embargo, lo anterior no impidió que, al año siguiente, en vistas de las primeras elecciones en las que las mujeres votarían, aceptara ser candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires —aunque en anteriores ocasiones había rehusado ese tipo de postulaciones—, y que en 1957 fuera delegada por Centro de Tolosa en el 43° Congreso de su partido. Por otra parte, cabe señalar que por entonces se había producido un importante cambio en la vida de Delia ya que, siendo soltera, se había convertido en madre al adoptar una niña: Isabel.
Por diversas razones es posible considerar que, a partir de 1955, y en más de un aspecto, comenzó una segunda etapa en su vida profesional y política. Profundamente impresionada por
el bombardeo de los aviones de la Fuerza Aérea y la Armada Argentina a Plaza de Mayo en el mes de junio de ese año y luego por la política represiva de la “Revolución Libertadora”, y pese a haber sido hostigada por el peronismo, participó de la corriente de izquierda que dentro del PS cuestionaba el compromiso del partido con la política “revanchista” y proscriptiva del gobierno militar. Cuando en 1958, las diferencias internas llevaron a la fractura del partido, Delia pasó a militar en el Partido Socialista Argentino (PSA), junto con Alfredo Palacios, Alicia Moreau de Justo, Carlos Sánchez Viamonte, José Luis Romero, David Tieffenberg —y las activas Juventudes Socialistas—, comprometido en la búsqueda de acercamiento con los trabajadores. A raíz de esta toma de posición, sufrió el distanciamiento con algunos amigos que decidieron permanecer bajo la dirección de Ghioldi y Repetto en el Partido Socialista Democrático (PSD), incluido su hermano Rómulo Etcheverry.
Poco después, cuando a mediados de 1961, ya producido el triunfo de la Revolución Cubana, la radicalización de un sector del PSA precipitó su división, Delia volvió a ubicarse en el ala izquierda, empeñada en acercarse a los trabajadores articulando peronismo y socialismo. Así, ya pasados los sesenta años, se sumó a los jóvenes del Partido Socialista Argentino de Vanguardia (PSAV), el primero que se autodefiniría como un partido de la “nueva izquierda”. Junto a ellos, defendió con fervor la experiencia cubana, especialmente atraída por sus logros en la alfabetización de los campesinos y sus éxitos en el plano de la medicina social. Fervor en el que volvía a coincidir con viejos amigos, como el ferviente “cubanista” Orfila Reynal.
Durante esos años, fines de los 50´ y principios de los 60´, desarrolló una intensa actividad en el ámbito universitario. Por una parte, en 1957 acompañó a su amiga, la médica española Fernanda López Monasterio, en la creación de la Carrera de Psicología en la UNLP. En 1959 participó en los Cursos Internacionales de Temporada, organizados por el Profesor Sergio Bagú en la Universidad de Buenos Aires (UBA) —y antes en los de Montevideo y Santiago de Chile. Uno de los textos que elaboró para los seminarios realizados en la UBA, “La personalidad juvenil y la escuela secundaria”, refleja cabalmente su pensamiento cuando reivindica para los jóvenes y para los intelectuales “el derecho a la heterodoxia”.
Por entonces, ya había publicado uno de sus libros más conocidos, Los artesanos de la enseñanza moderna. La lucha por la libertad creadora en la escuela argentina (1958), en el cual recogía experiencias progresivas —como las de las hermanas Cossettini en Rosario—, y destacaba la labor creativa de los docentes —artesanos en el campo de la pedagogía—: para los cuales reclamaba una formación integral y continua. Además, reflexionaba acerca de la “escuela nueva” y sus posibilidades de educar en libertad e integrar a la escuela y a los niños a la comunidad de la que formaban parte. En sentido similar puede leerse su creciente preocupación por la adolescencia, tal como quedó reflejada en sus trabajos en la revista Educación de la Universidad Nacional del Litoral (“Existe Crisis Juvenil”) o en su libro El adolescente y la escuela secundaria (1961) —texto que formó parte de la colección “La escuela en el tiempo”, que ella misma dirigió entre 1961 y 1966 para Eudeba (Editorial Universitaria de Buenos Aires). En ellos el tema recurrente pasaba por el papel que la escuela y los docentes debían cumplir en el proceso de construcción de la propia autonomía por parte de los alumnos.
A la vez, desde 1960 colaboraba con el Profesor Guillermo Savloff en la organización del recientemente creado Departamento de Extensión Universitaria de la UNLP; primero en la Jefatura de la Sección Educación, y desde 1963 como Secretaría Técnica del Departamento. Desde allí impulsó un programa de apoyo escolar y sanitario, y de vinculación con la comunidad en diversos barrios periféricos de La Plata —entre ellos, el que se desarrolló en la Escuela n° 50 de Los Hornos, zona que Delia conocía desde su previa intervención desde la UPAK. En esa época, además, realizó numerosos viajes a Chile, Israel, Cuba, Dinamarca y otros países, invitada a dictar cursos y presentar trabajos en congresos internacionales —algunos propiciados por la UNESCO—, siempre vinculados al tema de la educación de los jóvenes y a la problemática de la mujer.
Semejante despliegue de actividad no le impedía continuar con su militancia política en el Socialismo de Vanguardia, del cual fue dirigente provincial y local. Tal como recuerdan quienes fueron sus amigos y compañeros, participaba de las actividades que su partido desarrollaba en la zona de La Plata, Berisso y Ensenada a la vez que, en el local partidario ubicado en la calle de 6 entre 45 y 46 de La Plata, organizaba el dictado de cursos de formación teórica e histórica a cargo de destacados intelectuales socialistas, como José Luis Romero, o de radicalizados dirigentes partidarios como Alexis Abel Latendorf, Juan Carlos Marín y Ricardo Monner Sans.
Como a otros de sus compañeros, la actividad militante le valió a Delia nuevas persecuciones. El 17 de febrero de 1963, luego de un viaje a Cuba, fue detenida al intentar retirar unos libros que, remitidos desde México, llegaron al aeropuerto de Ezeiza. La detención, de aproximadamente una semana, transcurrió entre varias comisarías y la Cárcel del Buen Pastor. De acuerdo con el testimonio de su hija, la detención, siempre negada por las autoridades, fue comprobada en dependencias de la Policía Federal de La Plata cuando el Dr. Alfredo Galletti y un grupo de familiares y amigos que reclamaban por ella, reconoció el sonido de su respiración —propio de las personas asmáticas— y la policía se vio obligada a reconocer su presencia y, posteriormente, a liberarla. Mientras tanto, la prensa nacional y local vinculaba su detención con el “caso Vallese” —episodio ocurrido el año anterior y en el cual habían estado relacionados algunos militantes del Socialismo de Vanguardia y de la “resistencia peronista”.
Superado el incidente, Delia retomó sus tareas e inició un nuevo ciclo de actividades en el plano de la lucha por derechos de la mujer. En 1964 participó en el Primer Congreso Nacional de Mujeres propiciado por la UMA (Unión de Mujeres Argentinas), el cual reunió a simpatizantes comunistas, socialistas y de otros partidos políticos unidas no sólo en la lucha feminista sino también en la solidaridad con Cuba. A la vez, continuó con sus tareas en la Secretaría Técnica del Departamento de Extensión hasta que, producido el golpe de estado de 1966, renunció a su cargo alegando que la ley 16.912, dictada por el gobierno del general Juan C. Onganía, “significa avasallamiento de la autonomía universitaria y destrucción del régimen gobierno tripartito —auténtica conquista democrática—, así como de la proyección científica, técnica, docente y artística hacia la comunidad”.
Desde entonces las actividades profesionales parecen haber ido concitando la mayor parte de sus energías. En 1967, ya claramente reconocida en su perfil y actividad como pedagoga, al ser entrevistada por la revista Análisis, en “El derecho a jugar y a realizarse”, abordó sus temas favoritos: el necesario respeto por la personalidad del niño, y la preocupación por un sistema educativo en el que observaba signos de deterioro. Luego, en 1969 trabajó con al poeta y pedagogo socialista Juan Ricardo Nervi en la dirección de la Gran Enciclopedia de Ciencias de la Educación, publicada al año siguiente por Editorial Omeba. En dicha obra, su trabajo “Adolescencia: tema de nuestro siglo y problema de nuestra cultura”, retoma temas en cuyo estudio fue pionera. Al mismo tiempo, esta vez junto a la profesora Amanda Toubes —quien fuera figura central del programa de extensión universitaria de la UBA hasta 1966—, dirige para el CEAL (Centro Editor de América Latina) la Colección Cuadernos Latinoamericanos de Educación, destinados a brindar apoyo a los docentes en su labor en el aula.
Si puede hablarse de una tercera etapa en la vida de Delia, cabría consignar que su nunca interrumpida militancia en el campo de la educación la llevó, en 1972, a participar de la fundación de la Agrupación Docente Unificada (ADU), junto con otra recordada docente platense, la profesora Leyla Catino. Desde allí participó del rico movimiento gremial docente de los primeros años setenta e impulsó la creación de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), concretada en septiembre de 1973 —y cuyo primer Secretario General fue el también socialista Alfredo Bravo.
Además, por entonces acompañaba solidariamente la actividad política de los jóvenes militantes de los setenta —entre los que se contaban varios de hijos de sus antiguos amigos—, convertidos ahora en blanco de una represión que prontamente alcanzaría también a algunos de sus colegas —tal el caso del Profesor Guillermo Savloff, asesinado en 1975, durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón por el grupo parapolicial Alianza Anticomunista Argentina, conocido como “Triple A”. Producido el golpe de Estado de 1976, y en medio de la terrible represión desatada en La Plata, Delia se convirtió en activa militante por los derechos humanos, y en 1978, a sus 80 años, fue co-fundadora de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH-La Plata), junto a Jaime Gluzman, Emilio Pernas, Adelina de Alaye, Marcos Kuminsky, Julio y Elena Poce e Isidoro y Zulema Peña, entre otros.
Un año después, en 1979, aún tenía suficiente energía como para proyectar y dirigir la revista Docencia, cuyo primer número aparecería en mayo de 1980 —en relación con el Día Internacional de los Derechos del Niño, celebrado el año anterior. En un extenso artículo, tal vez uno de sus últimos textos, recorre diversos problemas de la infancia argentina, particularmente en sus sectores más postergados, y teme que en ellos comiencen a configurarse rasgos y conductas típicas de aquello que el antropólogo Oscar Lewis caracterizó como “cultura de la pobreza”.
Pese a las duras condiciones impuestas por la dictadura militar, Delia no abandonó una de sus actividades preferidas, y sostenida por décadas: las “reuniones de los sábados”, en su casa de calle 44 n° 653, para leer teatro y discutir sobre política con los amigos. Este costado de su personalidad, recordado por todos quienes la conocieron, fue vivamente evocado por Ricardo Monner Sans durante el primer homenaje que se le realizara en la sede de la UPAK, en el mes de septiembre de 1981, a pocos meses de su fallecimiento, producido el 4 de julio. Ese mismo mes, Docencia, ahora dirigida por Leila Catino, presentaba una completa reseña de la vida de Delia en la que destacaba tanto su “espíritu abierto” como su pasión por la educación popular y su acendrado latinoamericanismo.
Palabras similares le dedicó la profesora Graciela María León cuando, en 2016, el Instituto Superior de Formación Docente n° 142 de San Andrés de Giles, en el contexto de los festejos por el Bicentenario de la Independencia Nacional, publicó Delia Etcheverry: gilense, educadora y socialista. Destacó entonces que, como “la mayoría de las mujeres socialistas, fue innovadora, decidida y desafió los prejuicios de su tiempo”; y que como profesional, fue pionera en el campo de la educación al difundir, en los años cuarenta, muchas de las ideas que después popularizaría el pedagogo brasileño Paulo Freyre. En 2010, cuando la Cámara de Diputados de la Nación declaró de interés público a la UPAK, reconoció en sus fundadores a “valiosas personalidades de la política y la cultura”. Una de ellas era Delia S. Etcheverry.
Obra
- “El voto y la mujer socialista”, La Plata, Unión de Mujeres Socialistas, Talleres Gráficos El Sol, 1947.
- Los artesanos de la enseñanza moderna. La lucha por la libertad creadora en la escuela argentina, Buenos Aires, Galatea-Nueva Visión, 1958.
- El mundo de la adolescencia, Santa Fe, Imprenta de la Universidad, 1961.
- La adolescencia y la escuela secundaria, Buenos Aires, EUDEBA, 1961.
- El adolescente, la escuela secundaria y la juventud de nuestros días, Buenos Aires. Bibliográficas Omeba, 1969.
- “Adolescencia: tema de nuestro siglo y problema de nuestra cultura”, en: Delia S. Etcheverry y Juan Ricardo Nervi (dirs.), Gran Enciclopedia de Ciencias de la Educación, Buenos Aires, Omeba, 1969.
- Estudio y trabajo, Rosario, Axis, 1975.
Cómo citar esta entrada: Tortti, María Cristina (2022), “Etcheverry, Delia S.”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org