DE LA FUENTE, Simplicio (Córdoba, Argentina – sin datos precisos de nacimiento y muerte).
Anarquista argentino, periodista autodidacta, partidario de la “acción directa” y la “propaganda por el hecho”, preso político, miembro del colectivo editor del periódico La Antorcha..
Según el testimonio de Salvadora Medina Onrubia, Simplicio de la Fuente era “guardabarreras”. En cambio, Osvaldo Bayer presenta a Simplicio y a su hermano Marino de la Fuente como “poetas y linyeras” anarquistas.
En septiembre de 1921 aparece su nombre en el diario anarquista La Protesta, en un aviso en el que le anunciaban que próximamente le remitirían su pedido con los folletos “Pacto Federal” e “Hijos del Pueblo” (La Protesta nº 3879, Buenos Aires, 10/9/1921, p. 4).
En una nota biográfica publicada en La Antorcha en mayo de 1930 mientras se encontraba preso, el redactor señalaba que “un día, hará cuatro o cinco años” había llegado a la redacción “el compañero Simplicio de la Fuente. Venía de Córdoba, después de sufrir una dolorosa amputación de su mano derecha, desgarrada por el estallido de dinamita en la mina donde trabajaba”. Sin embargo, Salvadora Medina Onrubia relata en Mil Claveles Colorados que De la Fuente había encontrado en la Biblioteca del Sindicato de Carreros de la ciudad de Buenos Aires una traducción realizada por Emanuel Sudá de un libro sobre fabricación de bombas. Simplicio ensayó una fabricación casera sin atender los requerimientos técnicos y en el intento “perdió el bigote, el jopo, las cejas y media mano derecha”. Salvadora lo internó en el Hospital de Clínicas bajo la falsa identidad de un obrero minero que trabajaba con explosivos en una calera de Córdoba y le solicitó ayuda al médico Juan Emiliano Carulla, que provenía del movimiento anarquista (aunque por entonces era un furibundo nacionalista).
En 1924 De la Fuente comienza a enviar desde Córdoba colaboraciones regulares a La Antorcha (Buenos Aires, 1921-1932). Una vez instalado en Buenos Aires se integra a su redacción, asumiendo durante un período funciones de administrador. Comparte por entonces una pieza de pensión con Horacio Badaraco. También colabora en otras publicaciones anarquistas de esa década, como Superación (Buenos Aires, 1925), Alborada (Rosario, 1924-1925), Liberación (Rosario, 1927) y Carácter (Corrientes, 1930).
En un artículo de 1925, probablemente dirigido de forma indirecta a la labor de difusión cultural desplegada por el Grupo de La Protesta, señala que el anarquismo no puede limitarse a una labor ilustrada, debiendo antes que nada “despertar en las masas el sentimiento de rebeldía que las impulse a la acción combativa” (“La cultura no basta”, en: La Antorcha nº 176, Buenos Aires, 4/9/1925). En su campaña periodística insiste también en combatir la ideología sindicalista favorable a alcanzar mejoras parciales a la condición obrera (“La ficción mejorativista”, en: La Antorcha nº 205, Buenos Aires, 9/4/1926).
Está en General Pico, La Pampa, a comienzos de 1928, colaborando con los anarquistas pampeanos agredidos por las patotas paramilitares de la Liga Patriótica Argentina. El 12 de febrero de 1928 se produjo en esa ciudad un enfrentamiento armado entre anarquistas pampeanos y miembros de la Liga, donde un liguista sufrió graves heridas y murió el anarquista Cayetano Bizzozero. Al día siguiente la policía de Buenos Aires detenía a César Balbuena y Simplicio de la Fuente, vinculándolos a los hechos.
En junio de 1928 se encuentra en Rosario, desde donde informa a La Antorcha sobre los acontecimientos de la huelga portuaria.
En diciembre de 1928 son detenidos Alejandro Scarfó y Jaime Gómez Oliver, acusados por tenencia de explosivos y dinero falso con destino a un atentado contra Herbert Hoover, presidente de los Estados Unidos, de próxima visita en la Argentina. En enero de 1929 de la Fuente y Pedro Mannina fueron detenidos en Alta Gracia, Córdoba, y trasladados por la policía a la Capital, acusados de haber despachado desde esa ciudad el cajón con los explosivos que hallaron en la vivienda de Scarfó y Gómez Oliver. La noticia de su captura aparece junto a su fotografía en el magazine ilustrado Caras y Caretas. La Antorcha y Pampa Libre llevan a cabo una campaña para lograr su libertad. El 17 de agosto de 1929, el fiscal Ernesto Jeréz solicita prisión perpetua para Alejandro Scarfó y Manuel Gómez Oliver (sic: en algunas fuentes su nombre es Jaime, en otras Manuel) y 15 años de prisión para Simplicio de la Fuente, Marino de la Fuente y Pedro Mannina.
En julio de 1929 Simplicio envía desde la Cárcel de Encausados una nota que publica La Antorcha donde señala que el mundo no encontrará solución a sus problemas sin la revolución social. Agrega que esa revolución social no provendrá “de los salones dorados en los que se efectúan las conferencias internacionales entre los representantes de las potencias capitalistas”, ni de “los congresos de la paz burguesa que se inician con tanta frecuencia como terminan con tanta ineficiencia” ni de “las facultades académicas donde concurren los hombres versados en torneos oratorios que sólo tienen la virtud de matar de tedio a damas pervertidas y a ignorantes con campanillas de sabios” ni de “las conferencias de desarme, de las reparaciones, de la limitación de armamentos donde surgirá la solución que pueda traer la paz del mundo” ni “la traerán tampoco los caudillejos militares, aspirantes a dictadores”. “No surgirá de los congresos de los partidos de izquierda ni de los parlamentos burgueses, ni de las conferencias continentales, ni de declaraciones, ni de leyes y decretos, ni de acuerdos entre los más aptos y los más pillos, sino de otro lugar en el que nunca han penetrado los pretendidos directores espirituales y materiales de cosas y pueblos. Vendrá del bajo fondo social donde se albergan todas las miserias y todos los dolores. Surgirá del pozo más profundo, de la más baja e ignorante napa del pueblo donde nunca llegarán por temor a contaminarse los pulcros y perfumados redentores de todos los tiempos”. Concluye que la revolución social será trágica, pero que con todo “esta única solución del pueblo será menos trágica, dolorosa y cruel que esta vida indigna y miserable con que se nos brinda en la actualidad como premio a tanto esfuerzo creador de quienes todos lo producen sin poseer nada”.
En febrero de 1930 dirige otra carta a la redacción de La Antorcha en la que agradece la campaña por su libertad y la de sus camaradas emprendida desde diversos medios, al mismo tiempo que pone en discusión la orientación de quienes los defienden como “inocentes” respecto de los hechos, tratando de distinguir el anarquismo de la propaganda “por el hecho”.
En 1932, cuando los comunistas comienzan a disputarle a los anarquistas la hegemonía en las asociaciones de solidaridad con los presos políticos, De la Fuente los desautoriza en una nota en La Antorcha, negándoles cualquier “autoridad moral”.
El 20 de abril de 1930 el Centro de Estudios Sociales “23 de agosto” convocaba a una conferencia en la Plaza General Urquiza por la libertad de Alejandro Scarfó, Jaime Gómez Oliver, Pedro Mannina, Marino y Simplicio de la Fuente (La Protesta nº 6552, Buenos Aires, 18/4/1930, p. 4).
Según la nota aparecida en La Antorcha en mayo 1930 firmada por “Amador”, De la Fuente era: “Menudo de cuerpo, con esa afabilidad y pinta silenciosa y humilde de los obreros surgidos a una conciencia moral a través del anarquismo. Simplicio anudó desde ese instante a nosotros lazos de afecto, comprensión y camaradería que no se quebrantaron jamás. Su nombre, su actividad, su trabajo de propagandista ya nos era familiar, aun no conociéndolo personalmente. Es uno de esos hombres que edificaron su vida de revolucionario con su solo esfuerzo, desde las filas de los combatientes rasos. Autodicacta, su evolución cultural anarquista no se apoyó en ninguna muleta mental, ni en lo efímero de los juicios consagrados o el ‘programa’ de una colectividad o institución. Rota su mano derecha, imposibilitado de escribir con ella, Simplicio, que apreciaba y tenía conciencia de su puesto en la propaganda, toma primero la lapicera con los dedos aún torpes e inhábiles de su mano izquierda para luego, a solas y en largas noches, ir educándola en su manejo. Y escribe. Llena, movido por la voluntad grande que atesora lo menudo de su cuerpo, dos o cuatro carillas de escritura irregular, pero caracterizada por la firmeza de sus trazos. Al cabo de corto tiempo, nuestra común mesa de redacción de La Antorcha acoge nuevamente su colaboración interrumpida por el accidente. Quien, como nosotros, recuerde esa actitud tan suya de afincamiento con el trabajo a pesar de la desgracia, y la tenacidad concentrada para sortear la imposibilidad física, sabrá valorar lo que Simplicio representa en la propaganda. Luego vinieron los tiempos de lucha, de pasión y quehacer en el anarquismo de la Argentina. Pasada la escisión última y definida en el movimiento revolucionario, surgió a través del renaciente esfuerzo la vitalidad de los núcleos orientados a una vigorosa afirmación anarquista. Grandes campañas, hechos rotundos, polémicas y bravuras marcaban la marea alta del espíritu combatiente. Con Simplicio, ya ligado por siempre a nuestra despreocupación bohemia, nos encontrábamos de la mano, a todas las horas. El mismo nos evoca esos tiempos en una carta reciente: ‘En medio de todo aquel fárrago de la lucha ¿cuántos compañeros éramos que podíamos comprendernos íntimamente, a veces, hasta guardando el más profundo silencio, con sólo mirarnos al rostro? Muy pocos. Sin embargo, aquellos tiempos eran mejores, colmados de pasión y de fe. Los periódicos eran constantes, los actos públicos numerosos, las giras frecuentes. Nos pasábamos las horas en vela, sobre los papeles, cuando no charlando y vagando algún amanecer por las calles, durmiendo en los bancos de la redacción y poniendo buena cara al mal año. Pelea, lucha, afán. Y es que no puedo concebir otra vida para el militante anarquista que no sea ésta. Así me figuro que debe haber sido la de aquellos buenos viejos, precursores de nuestro anarquismo de abajo, que si surgieron de arriba fue por su capacidad y sus gestos, sin proponérselo como cálculo.’ Desde esos tiempos, nítida y tiernamente evocados por él, Simplicio, ligado a esta trama de secreta e íntima bohemia, sin proponérselo tampoco, se instaló en el afecto y la cordialidad de todos. Anduvo el país, con sus escritos para los periódicos, o en giras de propaganda. Desde 1925 hasta su entrada en la cárcel, en 1929, toda agitación, toda empresa de riesgo lo halló entre sus gestores más directos. Y aún hoy, prisionero, su contribución no cesa, es permanente, por intermedio de trabajos que acusan su sentido militante y su reflexión siempre puesta en lo vivo de nuestros problemas. Jueces y policías lo sindican como quién venía facilitando el material explosivo para la consumación de los atentados terroristas del periodo 1926-28 y le son pedidos por el fiscal quince años de prisión” (La Antorcha nº 299, Buenos Aires, 10/5/1930).
Apenas recuperó en 1932 su libertad, regresó a la ciudad de Córdoba. El domingo 21 de agosto de ese año era orador en un acto de homenaje a Errico Malatesta que tuvo lugar en la Biblioteca Obrera “Estímulo al Estudio”, calle 25 de Mayo 286, ciudad de Córdoba. Los otros oradores fueron Andrés Geninni, Andrés Lampón y Marcos Dukelsky (“Biblioteca Obrera ‘Estítulo al Estudio’”, en: La Protesta nº 6770, Buenos Aires, 17/8/1932, p. 4).
En enero de 1933 Miguel Ramos (seud. de Miguel Giménez Igualada) publicaba un pequeño suelto en el primer número de Afirmación pidiendo que Simplicio se ponga en comunicación con él (“Llamado”, en: Afirmación. Periódico anarquista nº 1, Montevideo, 12/1/1933, p. 8).
Los rastros de la vida de Simplicio de la Fuente se pierden más allá de estas menciones. Sin embargo, su nombre siguió reverberando en el movimiento anarquista durante décadas, como parte de un grupo que emprendió el anarquismo de “acción directa” y de “propaganda por el hecho”. Todavía en el año 1970 un boletín de anarquistas españoles exiliados en Toulouse (Francia) mencionaba a Simplicio de la Fuente dentro de un balance histórico sobre la relación entre anarquismo y violencia. “En la Argentina llegó a tomar intenso dramatismo la campaña de violencias emergiendo de ambiente anarquista: Severino di Giovanni, Scarfó, Simplicio de la Fuente, Oliver y otros llevaban a cabo una actividad guardando relación con la que otros habían desarrollado en Francia. Frente a ella, la FORA tomó posición. En las columnas del diario anarquista La Protesta se denunció y se combatió la aludida corriente de violencias” (Néstor Vandellos, “Los anarquistas y la violencia”, en: El Luchador, año 3, nº 16, Toulouse, enero 1970, p. 2).
Su compañera, Encarnación Represas, se hizo detener adrede por la policía para poder asistir a Salvadora Medina Onrubia mientras se encontraba presa en el Asilo del Buen Pastor.
Obra
- “A través del país. Crónica de Villa María”, en: La Antorcha nº 133, Buenos Aires, 30/5/1924, p. 3.
- “Sanciones colectivas sindicales”, en: La Antorcha nº 145, Buenos Aires, 22/8/1924, p. 3.
- “Crónica de Villa María”, en: La Antorcha nº 152, Buenos Aires, 10/10/1924, p. 3.
- “Deseos e inquietudes”, en: La Antorcha nº 153, Buenos Aires, 17/10/1924, p. 3.
- “Nosotros sabemos”, en: La Antorcha nº 160, Buenos Aires, 24/7/1925, p. 3.
- “La cultura no basta”, en: La Antorcha nº 176, Buenos Aires, 4/9/1925, p. 2.
- “Darse todo”, en: La Antorcha nº 193, Buenos Aires, 8/1/1926, p. 3.
- “Afirmación”, en: La Antorcha nº 194, Buenos Aires, 15/1/1926, p. 2.
- “Idealismo y practicidad”, en: La Antorcha nº 196, Buenos Aires, 29/1/1926, p. 2.
- “Hombres e ideas”, en: La Antorcha nº 198, Buenos Aires, 16/2/1926, p. 3.
- “Triunfos de derrotas”, en: La Antorcha nº 202, Buenos Aires, 19/3/1926, p. 2.
- “La ficción mejorativista”, en: La Antorcha nº 205, Buenos Aires, 9/4/1926, p. 3.
- “Alta Gracia. Estado social de este pueblo”, en: La Antorcha nº 256, Buenos Aires, 7/10/1927, p. 4.
- “Impresiones de La Pampa”, en: La Antorcha nº 265, Buenos Aires, 4/3/1928, p. 4.
- “Crónica de Rosario”, en: La Antorcha nº 272, Buenos Aires, 9/6/1928, p. 4.
- “Crónica de Rosario”, en: La Antorcha nº 273, Buenos Aires, 6/7/1928, p. 4.
- (con Alejandro Scarfó), “Mejor que todo es hacer”, en: La Antorcha nº 290, Buenos Aires, 1/5/ 1929, pp. 3-4.
- “La solución”, en: La Antorcha nº 292, Buenos Aires, 10/7/1929, p. 2.
- “Ante la nueva guerra”, en: La Antorcha nº 293, Buenos Aires, 5/8/1929, p. 2.
- “Contra el fascismo de la época”, en: La Antorcha nº 294, Buenos Aires, 1/11/1929, p. 2.
- “Sinceridad”, en: La Antorcha nº 295, Buenos Aires, 1/11/1929, p. 2.
- “La marcha a la deriva del sindicalismo”, en: La Antorcha nº 296, Buenos Aires, 23/12/1929, p. 3.
- “Una carta de Simplicio de la Fuente”, en: La Antorcha nº 297, Buenos Aires, 13/2/1930, p. 1.
- “Domínguez”, en: La Antorcha nº 298, Buenos Aires, 23/4/1930, p. 4.
- “De S. De la Fuente”, en: La Antorcha nº 299, Buenos Aires, 10/5/1930, p. 3.
- “Desautorizo al ‘Socorro Rojo Internacional’”, en: La Antorcha , Buenos Aires, 29 de abril de 1932.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2024), “De La Fuente, Simplicio”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.