CARTEY, Guido Anatolio

Hijo de Francisco Cartey y Francisca Cinelli. En 1896 aparece residiendo en Lucca (Toscana, Italia) como abonado a La Lotta di Classe, el periódico que edita el Partido Socialista Italiano (PSI) en Milán. Migra a la Argentina en julio de 1898 junto a su hermano menor Alfredo Gino. Se inscriben en la oficina de migraciones como jornaleros y se radican en la Provincia de Santa Fe, donde realizan por breve tiempo faenas agrícolas. Pero menos de un año después se instalan en Buenos Aires, donde se vinculan tempranamente a las asociaciones italianas socialistas. Ya en abril de 1899 el nombre de Guido Anatolio aparece en L’Emigrato, el nuevo órgano del Circolo Socialista Italiano. El 8 de octubre de 1899 dictaba una conferencia en el Centro Socialista Obrero sobre “La reacción clerical y el Partido Socialista”, que poco después publicó La Vanguardia. Tiene apenas 24 años cuando es elegido secretario de redacción de La Vanguardia por voto general de afiliados escrutado el 20 de noviembre de 1899, cargo al que renuncia en febrero de 1900 ante las críticas de muchos de muchos lectores ante la orientación más informartiva y menos doctrinaria que asume el periódico socialista.

Poco después es delegado al III Congreso del Partido Socialista (PS) del 21 y 22 de julio de 1900, donde se lo designó redactor rentado de La Vanguardia. En mayo de 1900 crea en el Centro Socialista Obrero una “Escuela Socialista” para trabajadores, de breve existencia, llamada “La Internacional”. Un año después intenta con Bernardo de Irurzun una escuela para niños y adultos en el Centro “Juventud Socialista” de La Boca. En abril de 1901 es designado por el Comité Ejecutivo del PS para llevar adelante una gira de conferencias en Córdoba.

El 7 de marzo de 1903 funge como secretario de la mesa del Congreso constituyente de la central sindical de orientación socialista, la Unión General del Trabajo (UGT). En 1904 polemiza desde las páginas de La Vanguardia con Ernesto Piot, uno de los exponentes del sindicalismo revolucionario.

Fue también secretario de redacción de la revista Humanidad Nueva (Buenos Aires, 1910-1919) que dirigió Enrique del Valle Iberlucea y asiduo colaborador del periódico El Progreso, que Antonio Zaccagnini editaba en el barrio porteño de La Boca. Por la imprenta de dicho periódico aparecieron, bajo el formato del folletos, muchas de sus novelas y sus poemas.

También dio a conocer cuentos y poemas en el Almanaque Socialista de La Vanguardia (Buenos Aires, 1899-1909).

Junto a José Guillermo Bertotto publicó en 1910 Crónica Moderna, un quincenario de carácter literario, artístico y científico. Colaboró también en Nosotros y en Revista de Filosofía.

En 1915 lanzó su propio órgano político, Crítica Socialista. Revista mensual del socialismo (Buenos Aires, 1915-1916), vocero del ala izquierda del partido en el contexto de la guerra y la crisis de la Segunda Internacional. Delegado al Congreso Extraordinario del PS reunido en el Teatro Verdi de Buenos Aires los días 28 y 29 de abril de 1917, defiende las posturas del ala izquierda internacionalista frente a la postura de la mayoría partidaria, que postuló la ruptura de relaciones con los imperios centrales. Expulsado con dicha ala izquierda del PS, es uno de los firmantes del llamamiento a constituir el Partido Socialista Internacional (PSI), junto a Luis Emilio Recabarren, José F. Grosso, Juan Ferlini, Alberto Palcos, Aldo Cantoni, Pedro Zivecchi, Carlos Pascali , Arturo Blanco, José Alonso y González Mellén. Participa, los días 5 y 6 de enero de 1918, del Congreso constituyente del PSI (que en diciembre de 1920 cambia su nombre por el de Partido Comunista), siendo designado secretario de actas. Es uno de los redactores, junto con Ferlini y Grosso, de la “Declaración de principios, programa mínimo y estatuto”. Es elegido vocal por el IIº Congreso del PSI reunido los días 19 y 20 de abril de 1919. Acompaña los primeros años de vida de este partido, siendo elegido miembro de su comité central y candidato a cargos electivos, pero se aleja a principios de la década de 1920, descontento por las luchas internas y el giro crecientemente verticalista.

Se consagra entonces a la música clásica, escribiendo varias partituras musicales y llegando a ser el primer oboísta del Teatro Colón. Fue uno los fundadores de la Sociedad Wagneriana, bautizando a sus hijos con nombres que homenajeaban a Wagner. Casado en Buenos Aires en 1905 con otra inmigrante italiana, Inés A. Jacquet, con quien tuvo tres hijos: Nieves, Edgardo Segismundo y Walter Sigfrido.