CAPELLO, Jorge Antonio

Curso el bachillerato en el Colegio D’Elía en la localidad bonaerense de San Miguel y comenzó la Carrera de Ingeniería en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Poco después inició la Carrera de Bioquímica, también en la UBA, pero no alcanzó a concluirla cuando recibió una oferta laboral. Se desempeñó como jefe de ventas de la editorial española “Interlibros”, en la Avenida Córdoba al 1700.

Su hermano menor, Eduardo Capello, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que estaba detenido desde 1971 en el Penal de Rawson, Provincia de Chubut, fue fusilado el 22 de agosto de 1972, cuando tenía 24 años, en la Base naval Almirante Zar en lo que se conoce como la Masacre de Trelew, junto a otros quince militantes después de un intento de fuga.

La madre de los hermanos Capelli, Soledad Davi, relató que cuando matan a Eduardo en Trelew, Jorge viajó a buscar los restos de su hermano, habló con jueces y salió en revistas, diarios y televisión. “Desde entonces lo ficharon. Después le allanaron la casa y empezaron a perseguirlo”. Allí comienza su militancia más comprometida con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el Ejército Revolucionario del Pueblo.

Fue secuestrado el día 12 de mayo de 1977, a las 4 de la mañana, en su domicilio de la calle Comandante Spur 397, de la localidad bonaerense de Avellaneda, junto a su pareja, su esposa Irma Beatriz Márquez Sayago, y a un hijo de ésta, Pablo Míguez, de 14 años. Según diversos testimonios brindados ante la CONADEP y ante la justicia, fue visto con vida por última vez en el centro clandestino de detención conocido como “El Vesubio”. Los tres permanecen “desaparecidos”.

Eduardo Capello, el hijo de Jorge e Irma, tenía apenas dos años cuando fueron secuestrados sus padres y su medio hermano, salvando su vida porque ese día estaba al cuidado de su abuela. La madre de los hermanos Capello, Soledad Davi, fue una de las Madres de Plaza de Mayo. En el año 2011 dio su testimonio en el juicio que se siguió a los militares involucrados en la “Causa El Vesubio”, por el que fueron condenados siete represores con penas que fueron desde la prisión perpetua a los 18 años de prisión.