BERRONDO, María Luisa (Chivilcoy, Partido de Suipacha, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 25/2/1897 – ¿Lezama?, Provincia de Buenos Aires, Argentina, sin fecha precisa de fallecimiento, posterior a 1960).
Maestra normalista y periodista de orientación librepensadora, socialista, feminista y latinoamericanista, una de las animadoras de la Unión de Mujeres Socialistas (UMS).
Es muy probablemente la María Luisa Berrondo que nace en 1897 en la localidad bonaerense de Chivilcoy, como una de los diez hijos de Carlos Berrondo y Estefanía Bidondo, y que en abril de 1927 se casa en la ciudad de Chivilcoy con José Massacane.
En 1914 aparece desempeñándose como maestra en la localidad bonaerense de San Nicolás. A fines de la década de 1920 aparece en la ciudad de Buenos Aires como maestra normal titulada en Letras en la Escuela nº 22 del Consejo Escolar 6, y luego en la Escuela nº 3 del Consejo Escolar 19. En 1930 fue ascendida desde la tercera categoría a la segunda, y en 1933 de la segunda categoría a la primera.
En 1932 colabora en El Monitor de la Educación Común, órgano del Consejo Nacional de educación, con un estudio sobre “El niño en la literatura argentina”, donde pasa revista de textos de Domingo F. Sarmiento, Miguel Cané, Joaquín V. González, Eduardo Wilde, Eugenio Cambaceres, César Duayen y Álvaro Yunque (El Monitor nº 715, julio 1932). Vinculada estrechamente al Instituto Cultural Joaquín V. González, el 3 de junio de 1932 dictaba en su sala una conferencia sobre el librepensador ecuatoriano Juan Montalvo. Ese mismo año aparecía por el sello editorial de dicho Instituto su obra principal, José Martí, libertador de hombres.
Se integró a comienzos de la década de 1930 a las filas socialistas, colaborando en el Anuario Socialista (Buenos Aires, 1928-1951) y en el diario partidario La Vanguardia, sobre todo en los números especiales que se lanzaban con motivo de algún aniversario. Animó, junto a Alicia Moreau, un segundo momento en la organización de las mujeres socialistas, que se había iniciado a comienzos de siglo XX con el Centro Socialista Femenino (1902-1916). Berrondo será recordada, sobre todo, como directora de la revista Vida femenina y como una las voces más destacadas de la Unión de Mujeres Socialistas (UMS) que confrontó con las políticas del gobierno peronista a favor del voto femenino.
En 1933 fundó Vida femenina. La revista de la mujer inteligente (Buenos Aires, 1933-1943), magazine mensual ilustrado en el que colaboraron las principales referentes del feminismo socialista, como Alicia Moreau, Josefina Marpons, Marta E. Samatán, Sara Justo, Leonilda Barrancos, Rosa Bernstein de Mouchet, Blanca Azucena Cassagne Serres y Leticia Justo de Dickmann, junto a dirigentes varones como Mario Bravo, Luis Ramicone, Alejandro Castiñeiras, Alfredo Palacios, Enrique Dickmann, Nicolás Repetto y el uruguayo Emilio Frugoni. También colaboró en sus páginas la escritora anarquista Herminia Brumana.
Tenía su redacción en la Casa del Pueblo, Av. Rivadavia 2150. En los primeros números no se indicaba ninguna dirección salvo una administradora responsable, Celina L. Lacraux. Luego de varios números, aparece el nombre de Berrondo como directora y el subtítulo “La revista de la mujer inteligente”. Según el estudio de Ana Lía Rey, “durante la década de 1930 las preocupaciones de las mujeres socialistas variaron: el feminismo ya no era el centro de las reivindicaciones y la bandera de identidad. Los derechos políticos, antes defendidos por un puñado de mujeres, se convirtieron en la causa de muchos diputados socialistas y radicales que presentaron proyectos a la Cámara de Diputados para incorporar el derecho al voto femenino. La iniciativa tuvo distintos grados de aceptación pública pero, cada vez más, la clase política masculina se mostraba dispuesta a aceptar a las mujeres como ciudadanas plenas, además de advertir que la participación electoral femenina engrosaría el caudal de votos de los distintos partidos”. En ese contexto, Vida femenina “se presentaba a la sociedad con objetivos claros y con la seguridad de que cambios muy significativos, que modificarían el estatus legal de las mujeres, estaban por ocurrir” (Ana Lía Rey, 2011).
Según la mirada de Mirta Lobato, Vida femenina “difundió las ideas socialistas sobre el trabajo de la mujer: jornales y sueldos, seguro de maternidad, situación de la mujer en el campo, los sindicatos, divorcio y sufragio femenino”. Las campañas más importantes estuvieron asociadas con las modificaciones a la ley de protección de la mujer obrera y el establecimiento del Instituto de Maternidad en 1934 y 1937 así como al derecho al sufragio y al divorcio. Para llevarlas a cabo, “utilizaron todos los recursos disponibles en una revista: relatos de ficción, notas escritas por destacadas figuras del partido y del movimiento feminista local y latinoamericano, y la sección preguntas y respuestas, equivalente a las cartas de lectores. Las obreras fabriles, las empleadas de comercio y los docentes (aunque fueran en su mayoría mujeres) poblaron las páginas de la publicación toda vez que se discutía la extensión de los sistemas de jubilación, el pago de los salarios adeudados a los y las maestras y el abuso de poder en las provincias. El eje central de todas estas intervenciones fueron las madres y la infancia. Las ideas de libertad e igualdad estaban presentes en las prácticas de la militancia socialista y no son tan visibles las líneas de tensión entre ellas, sin embargo las dificultades entre igualdad y diferencia sexual aparecían más visibles en los proyectos legislativos que tuvieron como eje la protección del trabajo femenino” (Lobato, 2007).
Por otra parte, Vida femenina no sólo apoyó desde sus páginas la causa republicana durante la Guerra civil española, sino que llamó a sostenerla materialmente enviando a la España republicana ropa y alimentos no perecederos. El 18 de noviembre de 1938 remitió al Comité Nacional de Ayuda a España 1.872 tarros de leche, 330 prendas de abrigo y varios cajones conteniendo medicamentos y alimentos. El 14 de diciembre de ese mismo año envió además noventa y ocho cajones conteniendo: 527 piezas de ropa nueva, 513 piezas de ropa usada, 331 pares de medias, 87 pares de zapatos nuevos, 122 pares de zapatos usados y 480 tarros de leche condensada.
El 29 de abril de 1937, Berrondo dictaba en la Sociedad Luz la conferencia “Escuela, maestro y pueblo”. Integraba hacia 1939 el Consejo Central de las Juventudes Socialistas (Anuario Socialista 1940, Buenos Aires, La Vanguardia, p. 37). En 1941 integraba la Comisión Especial de Agrupaciones Socialistas Femeninas del Partido Socialista (Anuario Socialista 1942, Buenos Aires, La Vanguardia, p. XI). En 1942 era la tesorera de la Comisión Central de Propaganda Femenina (“Actividad política socialista en 1942”, en: Anuario Socialista 1943. Buenos Aires, La Vanguardia, p. 7).
Es autora de tres oraciones cívicas: «1º de Mayo», «Bandera Roja» y «Soy socialista», reunidas por el Centro Socialista Femenino «Fenia Chertkoff de Repetto» en un pequeño pliego desplegable titulado “Tríptico Socialista”.
Del mismo modo que centenares de docentes de nivel primario, secundario y universitario, María L. Berrondo fue dejada cesante tras el golpe militar de junio de 1943. Si bien fue reincorporada a fines de 1945, nunca pudo volver a ascender en el escalafón escolar. El 13 de septiembre de 1945 publicaba en el periódico antifascista …Antinazi el artículo “En el aniversario de Sarmiento” (…Antinazi nº 30, Buenos Aires, 13/9/1945, p. 4).
En 1945 ingegra con Alicia Moreau, Leonilda Barrancos y Delia S. Etcheverry, la Comisión femenina del Partido Socialista, que promueve ese mismo año la constitución de la Liga de Educación Laica, que celebró dos congresos nacionales, en 1949 y 1950. De dichos eventos participaron, además de socialistas, numerosas docentes de prestigio, que como Olga Cossettini— se oponían a la enseñanza religiosa en las escuelas. Además, en el ámbito partidario, la Comisión dio origen, en 1946, a la Unión de Mujeres Socialistas (UMS), de cuya comisión directiva formó parte, junto a las ya mencionadas Barrancos, Moreau y Etcheverry.
Según ha documentado Dora Barrancos, “a fines de 1945 el Partido Socialista había tomado una decisión seguramente promovida por las militantes para adelantarse a las medidas innovadoras que podrán advenir de un posible triunfo de la fórmula laborista. Se conformó la Liga de Educación Política destinada a elevar la conciencia ciudadana, en particular de las mujeres. Este organismo seguramente debía aunar esfuerzos con otros, en el que convivían las opositoras, como el Centro Femenino de Cultura Cívica creado en 1945, y que puede ser visto como una agrupamiento de católicas antifascistas. La novel Liga funcionaba bajo la coordinación de Alicia Moreau de Justo y a través de una serie de secretarías, a saber: ‘Organización de la Paz’ a cargo de Delia Etcheverry; ‘Educación’, Nelly Saglio; ‘Seguridad Social’, era coordinada por Leonilda Barrancos, ‘Alimentación y Vivienda’, por Cristina A. N. de Aparicio, ‘Nivel o tenor de Vida’ por A. Ringuelet; ‘Derecho del Trabajo’, por Ethel Kuriat, ‘Capacitación Política’ por María Berrondo, ‘Capacitación Económica’ por Rosa C. de Reigenstem y ‘Propaganda’ estaba a cargo de Ana Rivas”.
En 1946 es secretaria de actas de la Comisión Nacional de Prensa del Partido Socialista (Anuario Socialista 1947, Buenos Aires, La Vanguardia, p. 3).
El 20 de octubre de 1947 dictaba una conferencia en la Casa del Pueblo titulada: “El derecho de voto de las mujeres”, a un mes de su promulgación. Según Dora Barrancos: “Berrondo inició la comunicación con una anécdota, tal vez personal, en la que un carpintero, identificado como Don Claudio, concluía que ‘las mujeres no razonan’, y esa expresión podía ser extendida a buena parte de los ciudadanos argentinos, ‘que esperan y desesperan’. ‘Quienes esperan se dicen: las mujeres se dejan llevar por lo que oyen y ven. Nosotros, que tenemos la sartén por el mango, les haremos oír y ver lo que nos conviene y las mujeres votarán por nuestra causa’. Y luego agregó: ‘Quienes desesperan, afirman: esto nos hacía falta, ¡que votaran las mujeres! Ignorantes en política, se van a dejar llevar por sus sentimientos religiosos y patrioteros y se convertirán en aliadas de la reacción clérigo-fascista’. Pero se trataba de auscultar el punto de vista de las mujeres, ‘¿Qué debemos hacer? ¿Enojarnos? ¿Reírnos? ¿Discutir? Creo que nada de esto aseguró. No era conveniente enojarse, aunque recordó la elección de ‘un caudillo de emblema original’ en la que las mujeres no habían tenido nada que ver. Tampoco había que reír, porque se imponía una cuestión de responsabilidad, ‘una elección futura puede afirmar en el poder a un Hitler o un Mussolini criollo’, y menos aún había que discutir, ya que una discusión sobre las excelencias, los peligros o las virtudes del voto serían pocos menos que una ridiculez. Estamos hombres y mujeres en igualdad de derechos políticos, y solo nos queda un camino: pensar honda y sinceramente sobre nuestros deberes y buscar la mejor manera de proteger nuestros derechos’” (Barrancos, 2019).
Berrondo concluía así su argumento: “Las mujeres hemos recibido un regalo de enorme trascendencia. ¡Un regalo extraordinariamente peligroso! Haciendo mal uso del regalito, podemos arrojar sobre nuestros débiles hombros (aunque en poesía siempre las mujeres somos débiles, dulces, encantadoras, aunque en la práctica muchas deben cargar y descargar barcos) una carga abrumadora. Podemos con nuestro voto mal empleado afianzar en el poder a un gobierno despótico y brutal […] Las mujeres debemos disentir con la opinión de Don Claudio. Debemos demostrar que sabemos razonar y sentir” (Berrondo, 1947, p. 1). Barrancos observó que la “idea de ‘regalo’ era absolutamente inadecuada, inadmisible en cualquier bastión feminista, pero había una cuota de sarcasmo que no obstante tornaba paradojal la posición de Berrondo. La conferenciante hizo consideraciones sobre el armamentismo y el exceso de presupuesto de las Fuerzas Armadas, mientras se estaba frente a una rémora de la instrucción pública. Para finalizar, lanzó un dramático llamado: “Sería cruel que la mujer argentina diera el visto bueno a esta política de desastre y de guerra, a este crimen de lesa humanidad que se está gestando en el país ¡Ella, la madre! Es urgente razonar con claridad y mirar y ver la entraña de la realidad. Razonar y sentir limpia y hondamente, para no convertir el voto que nos han dado en un arma suicida. Que el voto nos sirva para orientar la política argentina hacia la vida, hacia el trabajo fecundo y la alegría. Hacia la hermandad americana y la auténtica liberación nacional, ¡sin dictadura!, ¡con libertad! (Berrondo, 1947, p. 3, citada por Barrancos, 2019, pp. 177-180).
En 1948 la Unión de Mujeres Socialistas (UMS) lanza su folleto “El miedo como instrumento corruptor del pueblo”, donde Berrondo consideraba a los gobiernos de Juan D. Perón en Argentina y Getulio Vargas en Brasil como regímenes asentados en el amedrentamiento y la manipulación: “En América se perpetúa el sistema del terror y la violencia a través de sus múltiples tiranos, tiranuelos, caudillos y caudillejos. Los resultados son visibles: pueblos encanijados, manejables como rebaños, ausencia de opinión pública, tumultuosos estallidos de fuerzas destructora” (Berrondo, 1948).
Aparece en 1949 como secretaria de actas del Comité de Prensa del PS, junto a Dardo Cúneo (secretario); Rómulo Bogliolo, Enrique Dickman, Américo Ghioldi, Guillermo Korn, Nicolás Repetto y Juan A. Solari, vocales.
En noviembre de 1951, en las primeras elecciones con candidatas mujeres, el Partido Socialista de la Capital presentó las candidaturas de Alicia Moreau de Justo, María Luisa Berrondo y Leonilda Barrancos, propuestas como diputadas por las secciones 16, 20 y 7 respectivamente. “Pero como es bien sabido el triunfo peronista fue notable, superó el millón y medio de sufragios, y más de la mitad correspondían a votos femeninos. El socialismo hizo una magra elección, no llegó a 20 mil votos, y las mujeres significaban bastante menos que la mitad del voto de los varones. Las socialistas seguramente debieron admitir que se estaba frente a una profecía autocumplida” (Barrancos, 2019).
Está entre los 36 militantes socialistas que se encontraban en la Casa del Pueblo de la Av. Rivadavia 2150 cuando fue asaltada e incendiada por la Alianza Libertadora Nacionalista aquel 15 de abril de 1953.
En septiembre de 1956 comparte tribuna con Delia Rodríguez Araya en el acto organizado en la ciudad de Rosario por la Unión de Mujeres Socialistas. Allí señaló: “Dieron a la mujer los derechos políticos para utilizarla como masa electoral fácilmente manejable, obligándola a participar en mascaradas políticas. Los partidos tradicionales, al oponerse tozudamente a los proyectos socialistas a favor de los derechos de la mujer, dejaron en manos del tirano un arma muy buena para ser demagógicamente utilizada. Fue en su juego un naipe de triunfo…”. COnfiaba en que el gobierno de facto de la llamada Revolución Libertadora convocaría próximamente a elecciones, invitando a las mujeres a sumarse a la vida política: “El Partido Socialista ofrece a las mujeres la escuela que necesitan para realizar su aprendizaje político. Es el nuestro un partido de ideas, no de nombres, camarillas ni caudillos. En todos los centros hay bibliotecas y siempre, grupos de hombres y mujeres que discuten, perfeccionan y pulen el conjunto de ideas que se confrontan con los acontecimientos sociales, para ser enriquecidas, corregidas o afirmadas. No somos dogmáticos, tenemos defectos y esperamos ser cada día mejores. Las mujeres hallamos en nuestros compañeros de ideales a nuestros maestros en política y estamos siempre dispuestas a aprovechar sus lecciones; en política, el maestro es lógicamente el hombre, que bien o mal, siempre la ha practicado. En la política, no puede ni debe separarse lo que la vida une. Hombres y mujeres formamos un todo social: los problemas son comunes, porque son problemas humanos. De ahí que consideremos absurdo la formación de partidos políticos femeninos” (“María L. Berrondo se refirió al papel de la mujer en el actual momento político”, en: Democracia nº 1006, Rosario, 9/9/1956, p. 3).
En 1956 forma parte del Comité de Redacción de la revista Ciudadana (Buenos Aires, 1946-1957), junto con su directora, Alicia Moreau de Justo, y con Matilde T. de Muñiz, Armonía Díaz y Elena Gil. Ciudadana fue órgano de la Unión de Mujeres Socialistas (UMS).
Integraba en 1956 el Comité Ejecutivo del PS (junto a Manuel Besasso, Enrique Corona Martínez, Emilio Carreira, Alicia Moreau, Ramón A. Muñiz, Jacinto Oddone, Francisco Pérez Leirós, José Pflejer, Nicolás Repetto, José Soria, David Tieffenberg, Jerónimo Della Latta, Américo Ghioldi, Adolfo Rubistein y Andrés Justo), alineada con la mayoría que constituía una de las tendencias en pugna en el partido —la que derivaría poco después en el Partido Socialista Argentino— entre el 43º Congreso de Córdoba de noviembre de 1957 y el de Rosario de julio de 1958. Tras la violenta disolución del Congreso de Rosario y haciendo valer una resolución del Congreso Extraordinario de Córdoba que modificaba la conformación del Comité Ejecutivo, la mencionada mayoría se constituyó en Comité Ejecutivo con lo que los miembros de minoría (Repetto, Américo Ghioldi, Solari, Pan, entre otros) fueron declarados expulsados, así como también fueron disueltas las federaciones de la Capital Federal y las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Chaco (Verde Tello).
Cuando el Comité de Prensa debatió sobre el nuevo director del diario partidario La Vanguardia, Juan Antonio Solari nominó a Américo Ghioldi, mientras que Carlos Sánchez Viamonte postuló la candidatura de Alicia Moreau. Finalmente, votaron por esta última: José Luis Romero, Sánchez Viamonte y María L. Berrondo, mientras que Luis Pan y Juan Antonio Solari sostuvieron la postulación de Ghioldi. El 44º Congreso Nacional de 1958, agitado por la confrontación entre el ala más liberal y el ala más izquierdista, la volvió a elegir como miembro del CEN y del Comité de Prensa, formado siempre parte del ala renovadora.
Sin embargo, su figura se eclipsa de la escena pública a partir de entonces. Según un testimonio recogido en 1996 por Lucía Ferro, una vez que se jubila como maestra, Berrondo se instala con sus hermanos en una chacra en la localidad bonaerense de Lezama. Ferro recuperó cuatro artículos de prensa de María L. Berrondo en su libro Las socialistas que hicieron futuro (1996).
Obra
- “Tríptico Socialista”, Buenos Aires, Centro Socialista Femenino «Fenia Chertkoff de Repetto», s/fecha (incluye tres breves composiciones: «1º de Mayo», «Bandera Roja» y «Soy socialista».
- José Martí, libertador de hombres, Buenos Aires, Instituto Cultural Joaquín V. González, 1932.
- “Josefina Butler. Una mujer admirable”, Buenos Aires, Asociación Argentina de Higiene Social, 1935.
- “La paz por la cultura”, Buenos Aires, Sociedad Luz, 1936.
- “Escuela, maestro y pueblo. Conferencia leída el 29 de Abril de 1937 en la «Sociedad Luz”, Buenos Aires, Sociedad Luz, 1937.
- Ocios, Buenos Aires, Instituto Cultural Joaquín V. González, 1939.
- “El miedo como instrumento corruptor del pueblo”, Buenos Aires, Unión de Mujeres Socialistas, 1948, Colección “Sepa la mujer votar”.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2025), “Berrondo, María L.”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.