BAYER JARAMILLO, Tulio (Riosucio, Caldas, Colombia 18/1/1924 – Paris, Francia, 27/6/1982).
Médico, escritor, líder político y guerrillero.
Hijo de Rafael María Bayer y Elisa Jaramillo, primos entre sí. Tuvo un solo hermano, Javier. A comienzos de los años treinta se trasladó a Manizales, donde empezó sus estudios de primaria en el Colegio de Nuestra Señora de Manizales, dirigido por los hermanos Maristas.
En 1943 empezó estudios de Medicina en la Universidad de Antioquia. Allí adelantó una huelga, por las declaraciones del decano Braulio Henao Mejía, quien había afirmado que los pobres y los negros no eran aptos para estudiar Medicina.
En 1950 terminó sus estudios, graduándose con una tesis sobre Medicina Legal. En la dedicatoria escribió: “A todos los campesinos colombianos cuyos cadáveres ni siquiera sirvieron para hacer progresar la Medicina Legal colombiana”.
Se vincula como profesor de Física Medica en la naciente Facultad de Medicina de Caldas. Para entonces está casado, por lo católico, con Morelia Angulo, apodada: Bambi. A la par de la cátedra, ejerce la profesión de médico.
Realizó su año rural en Anorí y Dabeiba, municipios del departamento de Antioquia. Esa experiencia le servirá como tema para su primera novela, Carretera al mar.
Dictó, en 1955, la cátedra de Farmacología en la Facultad de Medicina de Manizales.
El Gobernador de Caldas de aquel entonces le ofrece la secretaría de Salud Pública de Manizales. Bayer centra su atención en la calidad de la leche que consumen sus conciudadanos y adelanta una investigación que lo conduce a la conclusión de que en torno al consumo hay un negocio adscrito a familias de renombre, en donde la leche es adulterada con agua para un mayor rendimiento económico. La noticia genera un escándalo de enormes proporciones, ya que involucra a personalidades de la ciudad.
Descubrimos que en el área urbana de Manizales se vendía algo más del doble de la leche que entraba y no logramos capturar en las calles cabra ni vaca alguna ni sorprender al Padre Hoyos Ocampo dedicado al ordeño dentro de la Catedral Basílica. Encontramos adulterada la leche ya desde antes de su misterioso aumento de cantidad, esto es, que ya venía adulterada al llegar a la ciudad procedente de las haciendas vecinas. Una de esas haciendas vecinas y uno de los grandes expendios lecheros de la ciudad eran de propiedad del Alcalde Mayor
Afirmó Bayer.
Por este y otros hechos fue destituido de la secretaría de Salud Pública.
Regresó a la cátedra, de donde también fue expulsado por escribir contra el general Rojas Pinilla.
En 1956 trabajó como interno en el Hospital de Tuberculosis de Santa Clara de Bogotá.
Posteriormente, viajó a Estados Unidos para adelantar una especialización en Farmacología en la Harvard Medical School, gracias a un préstamo que obtuvo del Instituto Colombiano de Crédito y Estudios Técnicos en el Exterior (ICETEX). En Manizales había incursionado en sus estudios del inglés con una profesora norteamericana de nombre Claudia Lightner. Allí trabaja al lado del investigador finlandés Matti Paasonen. De su estadía en ese país afirmó: “(…), mi viaje a USA resultó rico en claridades ideológicas. Puedo decir como José Martí que viví en el vientre del monstruo”.
En 1957 regresa a Colombia y asume la función de Coordinador Científico de Ciencias Básicas en la Facultad de Medicina de Manizales, invitado por el decano Ernesto Gutiérrez Arango. Poco duró en ese cargo, al ser expulsado, como lo fue también del II Congreso de Educación Medica reunido en Medellín.
Se casa nuevamente, esta vez con una prostituta de Manizales, Josefina Butler. El haberla llevado a una fiesta en el Club Manizales, molestó a la elite de la ciudad, originando su salida de la facultad. El hecho adquirió ribetes de escándalo a nivel local.
Abrió un consultorio en Manizales y pronunció varias conferencias en la Casa Liberal de Manizales sobre el problema de la prostitución. En ellas asumió posturas de defensa hacia quienes la ejercían. Creó el Comité de Rehabilitación de la Mujer Colombiana Prostituida. Se separa de su esposa.
Debido a la persecución de que fue objeto, se trasladó al departamento de Putumayo como jefe del puesto de salud del municipio de Puerto Leguízamo: “(…), fue la sociedad de Manizales, específicamente los de la Junta de Beneficencia –‘CLUB MANIZALES’, la que me empujó al infierno verde”, llegó a afirmar. Vive unos meses en la Base Naval a orillas del rio Putumayo, de la cual sale despedido luego de tener un altercado con el comandante. Allí se convirtió en defensor de los indígenas.
A finales de 1957 Bayer se encontraba en Bogotá, a donde viajó para ocupar el cargo de director científico de Laboratorios Cesar Uribe Piedrahita (CUP), ofrecimiento hecho por científico húngaro Kalman Mezey. En enero de 1959 participa en la VIII Convención Anual de Visitadores Médicos de CUP en Bogotá.
A través de la Asociación Médica Sindical Colombiana (ASMEDAS), consiguió trabajo como médico rural en Puerto Carreño (departamento de Vichada) por un sueldo de $400. Desde un comienzo, su presencia allí fue difícil a raíz de las denuncias que realizó por el papel de la Iglesia y las autoridades locales en relación con el contrabando y la permisividad frente al intenso maltrato de que eran objeto las comunidades indígenas por parte de los blancos.
En diciembre de 1959 terminó de redactar la novela Carretera al Mar, la cual había iniciado en Puerto Leguizamo, municipio del departamento de Putumayo. Apareció publicada en 1960 por la Editorial Iqueima. En ella recrea su vivencia cuando ejerció el año rural de médico en una región azotada por la violencia política.
Es nombrado Cónsul ad honorem en Puerto Ayacucho (Venezuela) a comienzos de 1961. En esa ciudad se casó por lo civil con la venezolana Amira Pérez Amaral (¿?-2011), de origen indígena y a quien apodó “Tanque”.
La defensa de los indígenas y su particular personalidad, le bastaron para ganarse el aprecio de la población, que no dudó en organizar muestras de solidaridad hacia él, en respuesta a las presiones del comisario y del cura del lugar (de origen belga), quienes deseaban que Bayer abandonara la región.
En una ocasión, se le quiso incomodar suprimiéndole el sueldo como médico, y, posteriormente, fue removido de su cargo, a lo que se opuso pronunciando “un discurso al pueblo” en la puerta del puesto de salud, que, según él, caló positivamente en la gente.
Su reconocimiento atravesó la frontera, a tal punto que en la vecina ciudad de Puerto Ayacucho no solo lo conocían, sino que hablaban de él con admiración, por su desinteresada labor como médico, libre de cualquier pretensión económica. El arquitecto y militante comunista venezolano Fruto Vivas se inspiró en Bayer para construir un personaje engrandecido de tipo heroico que aparece en sus memorias, tal como es citado por Acevedo Tarazona.
A pesar de ocupar un cargo diplomático, Bayer no renunció al derecho a la denuncia por el abandono al que sometía el Estado colombiano a los habitantes de aquella región, y desde luego, la denuncia del maltrato a los indígenas por parte de los contrabandistas. Aprovechó cualquier oportunidad para dar a conocer la situación, como sucedió a propósito de la visita del Ministro de Gobierno Augusto Ramírez Ocampo a la Comisaria en mayo de 1961.
Bayer se molestó al no ser invitado por el Comisario para integrar la comitiva de recepción al ministro y a los actos oficiales, pese a que ocupaba el cargo de Cónsul. Pensaba aprovechar la presencia del alto funcionario para ponerlo en conocimiento del abandono estatal de aquellas tierras, de la explotación de las comunidades indígenas por los blancos y de los abusos de la Guardia Venezolana.
Y vio el agravio como un “ajuste de cuentas” por las acusaciones que le había hecho al Comisario, así que tomó la decisión de sabotear la cena de recepción, emprendiéndola contra aquél y el cura belga, e incluso contra el propio ministro, a quienes, en voz alta, acusó de ladrones y responsables del drama en que vivían los habitantes de Vichada. Todo esto en presencia de los pobladores que, ubicados al frente de las instalaciones de la Comisaria, observaban la reunión de bienvenida al representante del gobierno central. Vino enseguida una fuerte y emotiva intervención de Bayer, dirigida a los pobladores:
¡El Ministro de Gobierno (…) viene a hacerles el honor de que lo vean comer! Como ustedes no pueden comer cosas tan caras y las cosas baratas que compran en Venezuela se las decomisan, pues les van a dar la oportunidad de ver comer al Ministro y al Comisario Especial y al Cura. ¡Ellos comen muy bien siempre! Comen a cuenta de ustedes, a costillas de ustedes, pero yo he resuelto desbaratarles por esta vez, la comida. ¡A mí me parece que es un insulto que ellos coman mientras les han robado a los pobres lo que tenían para comer! La estoy desbaratando yo solo. ¿Ustedes que opinan?.
Enseguida destruyó la cena que se iba a servir, al tiempo que gritaba ¡abajos! al Ministro de Gobierno y ¡mueras! a la oligarquía. Al cabo de un tiempo, tomó la decisión de vincularse al naciente movimiento armado, de guerrillas liberales de los Llanos orientales colombianos que no se acogieron a la paz del gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla. Este movimiento estaba liderado por Rosendo Colmenares desde el departamento del Vichada. De alias “Minuto”, Colmenares era un veterano de las guerrillas liberales y llevó a cabo un levantamiento armado contra los infantes de marina en el puesto de Santa Rita (Vichada) en septiembre de 1961. Ese levantamiento, en el que también participó Tulio Bayer, contó con el apoyo del Movimiento Obrero Estudiantil y Campesino 7 de Enero (MOEC), pues se habían enviado algunos de sus militantes para apoyar como Ramón Larrota, hermano de Antonio Larrota, dirigente estudiantil y fundador del MOEC. Este temprano movimiento reunió jóvenes revolucionarios de inicios de los sesenta que luego engrosarían las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) como Julio César Cortés, Alonso Ojeda Awad, Raimundo Cruz, Evelio Loaiza y María Teresa Amaya.
Bayer también participó en la toma a la población de Puerto López (Meta) en octubre del mismo año. A comienzos de diciembre fue capturado junto a Amira Pérez, luego de andar huyendo de las tropas durante cerca de cuarenta días. Una vez detenido, fue conducido a la Base Militar Apiay, cerca de Villavicencio, donde permaneció incomunicado por cerca de cuarenta días. Posteriormente fue sentenciado por rebelión y remitido a la Cárcel Modelo de Bogotá, donde permaneció varios meses en prisión.
En el proceso penal que se le abrió por los hechos de Vichada, Bayer asumió la responsabilidad en la “comandancia de esa guerrilla”, a la que definió como una “montonera”, que careció de “conciencia revolucionaria”. No obstante, no se arrepintió de su vivencia como insurrecto, salvo de “ciertas omisiones en el ejercicio de la actividad guerrillera”.
Al quedar en libertad intentó infructuosamente crear un frente guerrillero en la Sierra Nevada de Santa Marta, pero pronto fue desarticulado por el Ejército. Se vio obligado a buscar asilo en la Embajada de México ubicada en Bogotá. Pudo salir hacia ese país, después viajó a Cuba y finalmente a Checoslovaquia.
Llegó a París en 1967. Lugar de su exilio definitivo y protegido en calidad de refugiado político. Vivió los acontecimientos de Mayo de 1968. Trabajó como traductor para varias agencias especializado en armamento y medicina a un ritmo de 80.000 palabras por día para que le fuese rentable. También en París escribió dos novelas, Gancho ciego. 365 noches y una misa en la cárcel Modelo (1978), San BAR, vestal y contratista (1978). Así, su trayectoria también lo vincula con las lides literarias, bien como autor, bien como personaje de reconstrucciones con tintes literarios como las obras de Álvaro Valencia Tovar y Carlos Bueno Osorio que se citan en fuentes. A pesar de la distancia, estuvo atento a los sucesos de la política colombiana y participó en movilizaciones de denuncia por la violación a los derechos humanos cometidos por el gobierno de Julio Cesar Turbay Ayala.
El general Álvaro Valencia Tovar, quien comandó diversas operaciones para combatir las guerrillas colombianas de los años 60, le describió en sus memorias como “expresión genuina del inadaptado conflictivo. Inteligente, desmesurado en su interminable y huesuda largura cercana a los dos metros, manos y brazos de longitud desproporcionada, ojos saltados, humor ácido, léxico abundoso en palabrotas y frases cortantes de agresivo cinismo”.
Murió a los 58 años de edad de un infarto fulminante en la ciudad de París, donde vivía con su esposa en un pequeño y modesto estudio situado en Torres de la Porte d´Italie.
Obra:
Bibliográfica
- Carretera al mar, Editorial Iqueima, Bogotá, 1959. (Novela)
- Carta Abierta a un analfabeta político, Hombre Nuevo, Medellín, 1977
- Gancho ciego. 365 noches y una misa en la cárcel Modelo, Hombre Nuevo, Medellín, 1978. (Novela)
- San BAR, vestal y contratista, Hombre Nuevo, Medellín, 1978. (Novela).
Hemerográfica
- “De mi vida guerrillera. A propósito de un Coronel Enemigo”, Sucesos, mayo 30 de 1962
- “El levantamiento del Vichada”, Trópicos, n° 2, octubre –noviembre de 1979. (Relato)
Cómo citar esta entrada: Díaz Jaramillo, José Abelardo, Bayer, Tulio (2021), “Crovo, María Elena”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org