BARROS, Enrique Fausto (Córdoba, Argentina, 1893 – Córdoba, Argentina, 1961)
Médico neurólogo, líder estudiantil de la Reforma Universitaria, vinculado al radicalismo unionista y a las instituciones antifascista del socialismo y el comunismo.
Hijo de Benjamín Barros y Laudelina Carranza. Hermano del ingeniero civil José Benjamín Barros, quien fue estudiante reformista, profesor universitario y rector de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
En su época de estudiante de Medicina en la UNC, participa como escribiente y colaborador de la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, durante la dirección de Enrique Martínez Paz. En 1918 preside el Centro de Estudiantes de Medicina y se involucra en la fundación del Comité Pro-Reforma, devenido en mayo en la Federación Universitaria de Córdoba (FUC). Como representante de ésta, entre 1918 y 1919 firma los manifiestos iniciales de la Reforma Universitaria. Conforman el primer triunvirato presidencial de la FUC junto con el estudiante de Ingeniería Ismael Bordabehere y el de Derecho Horacio Valdés.
El 1º de mayo de 1918 aparece el primer número de La Gaceta Universitaria. Órgano de la Juventud Universitaria, periódico que desde su cuarto número (20/05/18) se convierte en el órgano de la FUC. Barros y Valdés figuran como directores de los dos primeros números; seguramente de ellos provengan muchas de las notas anónimas que informan sobre las conquistas de los estudiantes en la escena universitaria. Luego la dirección es cedida al joven Emilio Biagosch.
En junio firma el texto hoy conocido como “Manifiesto liminal”. Al mes siguiente es congresal en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes que se organiza en Córdoba y en septiembre forma parte de la toma de la UNC.
El Congreso le encomienda la representación de la FUC ante las autoridades nacionales. Por esos días participa de la creación de la Federación de Asociaciones Culturales (FAC). Esta se propuso estrechar los lazos entre los grupos estudiantiles y los grupos obreros; en su primer año fue presidida por Gregorio Bermann, y en el siguiente por el profesor socialista Nicolás Besio Moreno, entonces decano de la Facultad de Ciencias Exactas de Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Recuerda Conrado Nalé Roxlo sobre Barros y la FAC en su vejez, cuando se reconoce enfrentado a las izquierdas:
El grupo activista, la brigada de choque, como ahora se dice, de que yo formé parte, se reunía por las noches en el “Hotel Biarritz”, de Rivadavia y Callao, haciendo cruz con el Congreso. Allí estaba Enrique Barros, líder cordobés que estuvo a punto de perder la vida a manos de traidores enemigos, serio y apasionado como un jacobino; Gregorio Bermann, hoy notable psiquiatra y entonces notable por sus cuellos a la Saavedra Lamas y su empaque profesoral, que por suerte para los amigos que tanto lo estimamos, perdió con el tiempo […] Formábamos parte de una Federación de Asociaciones Culturales, y así obteníamos permiso para hablar en los lugares más extraños y ante gentes quienes nuestra propaganda debía importarles muy poco. Hasta en los intervalos en los bailes de los centros recreativos de lejanos barrios levantamos tribunas: entre tango y tango, ideas.
Conrado Nalé Roxlo, Borrador de memorias, Buenos Aires, Plus Ultra, Buenos Aires, 1959. pp. 169-170.
Desde 1918, Barros entabla una estrecha amistad con Bermann. En las cartas que se cruzan se advierte que aquel ha identificado en su par porteño a un importante compañero de luchas. Además de confirmarle que en su viaje a Santa Fe ha dejado prácticamente fundada la filial santafesina de la FAC y de mantenerlo informado sobre la marcha del movimiento estudiantil en Córdoba, Barros le consulta a Bermann sobre la bibliografía para su tesis en neurología y es le insiste en se radique en Córdoba con su esposa, Leonilda Barrancos, para ocupar la cátedra de Medicina Legal y Toxicología, y la de Filosofía General de la Facultad de Derecho.
Durante la segunda mitad del 1918 permanece varios periodos en Buenos Aires para entrevistarse con el presidente nacional Hipólito Yrigoyen (1916-1922; 1928-1930) y sus ministros. Lo acompaña el joven Gabriel del Mazo. Acuerdan una nueva intervención de la Universidad, conducida por el ministro de Culto e Instrucción Pública, José Salinas, y encargada de una amplia transformación de la institución. Ante la demora de la intervención, participa a comienzos de septiembre de la toma de la UNC cuya asamblea lo nombra decano de la Facultad de Medicina. Horas después es apresado.
La breve toma consigue que ese mismo mes de septiembre llegue a Córdoba Salinas. El saludo de Barros a los «mandatarios conscientes de sus deberes y responsabilidades en la magna [tarea] de la elaboración de la cultura nacional», así como el nombramiento de profesores, sin previo concurso, realizado por la intervención, generan una fuerte polémica entre los estudiantes federados y en las páginas de La Voz del Interior. Barros y su grupo son acusados de pactar las reformas universitarias con el yrigoyenismo a cambio del apoyo al radicalismo azul en las elecciones a gobernador de Córdoba, programadas para noviembre de 1918.
Esas acusaciones son dejadas de lado a fines de 1918. El 26 de octubre dos miembros del Consejo de Higiene y del Comité antirreformista Pro-defensa de la Universidad, los estudiantes de medicina Manuel Tapia y Hugo Espinoza, atacan a Barros mientras realiza las prácticas en el Hospital de Clínicas. El hecho que acrecienta el enfrentamiento es una campaña de afiches reformistas pegados en el Hospital. Las heridas de Barros son tales que permanece hospitalizado varios meses y a lo largo de su vida debe ser operado en numerosas oportunidades.
El repudio al atentado vuelve a reunir a la FUC en una intensa campaña liberal contra el clericalismo, en la que participan las organizaciones obreras. La coordinación en Buenos Aires es realizada por la Federación de Asociaciones Culturales.
En 1919, durante su convalecencia, se instala en la casa de su amigo Adolfo Doering, en Capilla del Monte. Allí prepara la «Proclama de los estudiantes cordobeses», manifiesto que responde al llamado de la iglesia católica argentina a una Gran Colecta Nacional Pro Paz Social. Además, envía unas “palabras de aliento” a los estudiantes de Santa Fe que habían fundado la sección local de la Federación Universitaria y en septiembre comenzaban a editar el periódico Tribuna universitaria. Participando de la retórica redentora de la “nueva generación”, Barros alienta a los jóvenes en los siguientes términos: “hareis las grandes cosas futuras; vosotros nos aportareis la vida nueva, con la justicia que nunca conociose, con el amor que Jesús llevóse a la tumba, con la libertad más libre, vosotros anunciareis la nueva patria, la verdadera patria, sin esclavos, sin lacayos y sin Torquemadas”.
En un viaje de fines de 1919 a Buenos Aires conoce, a través del amigo en común Arturo Capdevila, a Leopoldo Lugones. Éste le entrega una copia inédita de su proclama «Democracia Argentina Revolucionaria» para ser discutida por la FUC. Impactado por la Revolución Rusa, Lugones diseña en ese texto –que preveía publicar como el quinto capítulo de su Dogma de obediencia– un plan para implantar los soviets en la escena nacional y ampliar la democracia. En 1931, cuando Lugones se ha convertido en un entusiasta promotor de las dictaduras militares en el continente, Barros publica esa proclama, sin la autorización de Lugones, en el periódico del Partido Socialista, La Vanguardia (21/07/1931).
En abril de 1920, finaliza sus estudios y comienza a trabajar en el hospital del pequeño pueblo cordobés Los Surgentes. A fines de ese año parte a Europa para especializarse en neurología, primero en el Instituto de Anatomía Patológica de la Universidad de Friburgo y luego en la Clínica del Niño de Florencia, y regresar a Córdoba en 1923. Si bien participa del Consejo Directivo de la Facultad de Medicina de Córdoba, nunca obtiene un cargo de profesor.
Desde Friburgo polemiza en 1920 con el diputado socialista y director de La Vanguardia, Nicolás Repetto. El órgano socialista acusa a Barros de haber realizado un nuevo pacto con el yrigoyenismo, esta vez para viajar a Europa en una misión oficial del gobierno argentino. Barros contesta en octubre de 1920 en una carta reproducida meses después en Insurrexit. Revista Universitaria (1920-1921). Declara que esa acusación es una ofensa a sus convicciones y conducta. Afirma que la clase universitaria es «la primera y mayor esperanza de la Revolución en América», que simpatiza con el grupo filobolchevique Claridad (1920-1921) de Buenos Aires y la campaña de apoyo a los cordobeses organizada por Bermann. Se confiesa, a pesar de su momentánea reclusión en el laboratorio de trabajo, un socialista revolucionario y concluye recordándoles a los socialistas «el ejemplo luminoso de Lenine y Trotzky, igualmente difamados cuando a través de esas mismas tierras de mi peregrinaje, marchaban hacia su pueblo para levantar a los esclavos». En esa carta abierta precisa sobre Bermann y la FAC que durante 1918 y 1919:
Aparte de algunas episódicas agitaciones estudiantiles de solidaridad de Buenos Aires, con la muy valiosa del grupo de camaradas de la FUA, no siempre debidamente apoyada por los estudiantes porteños, sólo conseguimos la acción disciplinada y tenaz de la Federación de Asociaciones Culturales que yo fundara el 8 de julio de 1918. Soñamos en forjar una gran fuerza popular que nos amparara, allí como en las 14 provincias, de las maniobras políticas y gobernantes. Queríamos una falange nueva de la juventud y para la juventud […]. Bajo la valerosa dirección de Bermann se alzó la única voz de protesta escuchada en Buenos Aires en los días tenebrosos subsiguientes a la Semana de Enero.
Barros, “Al director de La Vanguardia”, Insurrexit, Buenos Aires, n° 8, abril de 1921, p. 2.
Bermann también interviene. En la conferencia que pronuncia a comienzos de 1920 en Montevideo, bajo el título “La revolución estudiantil argentina”, exalta la vinculación con los revolucionarios cordobeses que intentó la FAC e identifica a “su querido compañero Barros” como el “jefe indiscutido de la revolución”.
La voluntad revolucionaria de Barros aparece confirmada en las cartas que le envía a Bermann desde Alemania. Los reformistas habían logrado desplazar a los partidarios de la cultura católica de las aulas pero faltaba aún construir una universidad que, además de estar a la altura de las últimas investigaciones científicas, procurara la resolución de los problemas sociales. En su estadía europea se constituyó en un actor clave del intento de construir tanto una universidad cientificista y social identificada con la Reforma como de moldear a un estudiante que se distanciara de la elite político-cultural para inscribirse en el reclamo de las izquierdas por una sociedad más justa. Una de las vías de esa construcción fue la proyección –no concretada– de los “talleres auxiliares”, otras fueron el envío de más de 60 artículos de científicos europeos para la Revista de la Universidad de Córdoba y las gestiones para que la UNC contratara a científicos europeos.
En la búsqueda de proyectos para aplicar en la «nueva Universidad», Barros se entusiasma con la posibilidad de establecer en las universidades talleres en los que los estudiantes adquieran nociones de oficios prácticos para ganarse la vida en las vacaciones:
Sabes que anoto todo lo que observo o leo que pueda encontrar aplicación en la nueva Universidad que nos empeñamos en crear en reemplazo de aquellos conventos jesuíticos que heredamos de España.
De acuerdo con ello, adjúntote, para [el rector Francisco] de la Torre, recorte de un periódico alemán que informa del propósito de establecer en las universidades talleres auxiliares donde los estudiantes adquieran nociones de oficios prácticos con los cuales contribuir a ganarse la vida durante las vacaciones. Para los pobres, esto es muy útil y para los demás una enseñanza necesaria: que el trabajo del obrero es tan respetable como el de ‘Doctor’.
“Carta de Enrique Barros a Gregorio Bermann”, Friburgo, 23/01/1922, Fondo Gregorio Bermann, UNC.
A fines de 1921, Bermann y Leonilda Barrancos ya se habían radicado en Córdoba. Bermann ocupaba la cátedra de Medicina Legal y Toxicología y por encargo del rector Francisco de la Torre, inicialmente cercano a los reformistas, comenzó a dirigir la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, a lo que poco después se sumaría la dirección de la Biblioteca Mayor de la UNC. Para elevar el nivel científico de la revista, Barros le envía a Bermann desde Alemania, además de una colaboración propia sobre el problema de la tisis y su experiencia en el Congreso de Medicina Interna de Wiesbaden (1921), casi setenta colaboraciones de científicos europeos.
Entre los científicos con los que Barros toma contacto para ofrecerles la firma de un contrato con la UNC que los comprometía a fundar un instituto de investigación y dirigir una cátedra universitaria, se encuentran Bruno Taut para el Instituto de Arquitectura, Heinrich Poll para el de Morfología, Rusztem Vambery y Hübner para el de Criminología, Jacoby para el de Química, Robert Wildbrandt y Goldschmidt para el de Economía política, y Otto Karl Willy Prausnitz para el de Higiene. A pesar de las distintas ofertas, sólo llegan a Córdoba Alfons Goldschmidt y Georg Nicolai, dos profesores alemanes expulsados de la universidad por su condición de judíos y sus posiciones antibélicas e izquierdistas. Desde comienzos de 1922, el primero dicta cursos de extensión sobre economía marxista y ocupa la cátedra de Economía Política, hasta que en 1924 es expulsado; el segundo es expulsado tres años después, periodo en el que es el titular de la cátedra de Fisiología y candidato a decano de la Facultad de Medicina.
Cuando Bermann asume la dirección de la Biblioteca Mayor, Barros le consigue una lista de librerías inglesas para incorporar a la biblioteca la literatura de «pacifistas y revolucionarios en ese idioma».
A comienzos de 1923, deja esa Alemania «que está con su xenofobia y demás más insoportable que nunca», para ingresar en la Clínica de Niños de Florencia, Italia. Luego de trabajar unos meses en el Policlínico de enfermedades nerviosas de Berlín, regresa ese año a la Argentina. Si bien planea radicarse en Rosario para trabajar con otro compañero de militancia reformista, Horacio Miravet, finalmente se asienta en su Córdoba natal e instala un consultorio privado en el centro de la ciudad. Éste será conocido por no cobrar honorarios a los pobres y por oficiar de espacio de reunión intelectual.
A su regreso, participa como orador en el acto organizado en agosto de 1924 por la FUC. Allí comparte la tribuna con el consejero estudiantil de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires Carlos Sánchez Viamonte, el presidente del Centro de Estudiantes de Medicina de Buenos Aires Ramón Melgar y el representante de la Federación Universitaria del Litoral Agustín Dillon. En su discurso recuerda la búsqueda de científicos europeos que había realizado y ofrece una impiadosa descripción de la universidad que por oposición permite advertir el programa reformista de una universidad abocada al desarrollo científico y la resolución de los problemas sociales:
Universidad del siglo XX que aún ignora la mágica potencia del radium, que desconoce la existencia de la radioterapia ultrapenetrante, que enseña as anatomías como en tiempos de Vesaglio, que no puede vanagloriarse de haber salvado una sola vida por su contribución a la higiene pública, porque el tifus envenena a la población de Córdoba como en cualquier suburbio asiático, que no ha realizado una sola investigación sobre la economía social del país, que no tiene un solo seminario, cuando en la Universidad de Halle funcionan desde el siglo XVIII: que no tiene más institutos que los creados por el par de extranjeros aún tolerados en sus cátedras. Universidad sin bibliotecas modernas. Universidad que ha suspendido la extensión universitaria apenas iniciada. Universidad a la que no se debe una sola investigación científica de renombre exterior.
En 1928 es orador en el acto de la FUC en conmemoración de los diez años de la Reforma. Su discurso circula en la red latinoamericana de la Reforma universitaria a través del boletín Renovación. Órgano de la Unión Latino Americana. Al año siguiente, sus investigaciones descubren que la epidemia sufrida en Córdoba responde a psitacosis y publica los resultados en la mencionada Revista de la Universidad Nacional de Córdoba. Esas investigaciones alcanzan reconocimiento internacional.
En la polémica de 1920 con el Partido Socialista, había calificado a Bermann como «mi amigo, mi compañero de luchas, mi hermano casi», una fraternidad se mantiene en las década siguientes. Además de fundar juntos el Instituto Neuropático de Córdoba en 1932 (dirigido por Bermann hasta 1955), ambos son figuras destacadas de distintos grupos intelectuales cordobeses filiados a la cultura de izquierdas. En 1925 crea junto con Deodoro Roca la sección cordobesa de la Unión Latino-Americana (ULA, 1925-1930).
En marzo de 1935 firman junto a otros antiguos protagonistas de la Reforma la solicitada «Escritores, profesores e intelectuales reclaman la libertad de Tristán Maroff» en La Voz del Interior. A los pocos meses, Barros, Roca y Bermann encabezan el Comité Pro Paz de América y su órgano, Flecha (1935-1936), dirigido por Roca. La firma de Barros en Flecha sólo aparece en su respuesta a la encuesta sobre la Reforma universitaria. Como miembro del comité, entrevista junto con Alejandrino Infante a Marcelo T. de Alvear para sumarlo al Comité.
En el periodo de entreguerras, Barros, Roca y Bermann promueven distintos grupos antifascistas. Los tres participan de Acción Argentina, ligada al Partido Socialista, y de la Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), vinculada al Partido Comunista. En 1936 es secretario del Comité proesos y Exiliados de América.
El 30 de noviembre de 1942 Barros preside la reunión, organizada en el consultorio de Bermann, en la que queda fundada la Agrupación Pro Unidad Democrática. Roca había fallecido seis meses antes; Barros, además de asistirlo como médico durante la enfermedad, redacta una carta pública al director del diario católico Los Principios en la que reivindica la labor político-intelectual de su compañero y desmiente que haya pedido auxilio religioso antes de morir.
En 1957 preside el Comité Cordobés por la Libertad de la Cultura, junto a Gumersindo Sayago y Santiago Montserrat como vicepresidentes. Asimismo, Barros retoma sus vínculos con la FUC a través de Susana Tampieri, una estudiante de derecho que participaba en la federación y sería su “secretaría de asuntos estudiantiles”.
En 1956 publiqué mi primer libro. Una edición chiquita. Se llamaba Poemas de mi Sangre. Para los de mi generación Barros era un prócer viviente. Alguien de carne y hueso, accesible y paternal y con un extraordinario sentido del humor. Una guía de conducta. Con toda la timidez del caso, le llevé un ejemplar dedicado, a su consultorio. Sabía que me recibiría. Siempre recibía a los estudiantes. Me pidió que le leyera un poema. Elegí “A Benito Juárez moribundo: Una oración por la recuperación de la tierra”. Se lo leí con toda la pasión que tan ilustre oyente merecía. Sin decir palabra, con los ojos húmedos, tomó mi mano y la besó. Luego me designó su secretaria ad honorem para asuntos estudiantiles. Trabajé como nexo entre él y la FUC. El Doctor escribía artículos y discursos a mano, en papel borrador y con birome. A veces en lápiz. Yo los pasaba a máquina. Se los llevaba a Luís Remonda, director del diario La Voz del Interior, o a quien él me indicara. Como buen médico, su letra era casi indescifrable. Pero me acostumbré a hacerlo. A veces, hasta tenía que recurrir a una lupa.
Carlos José Bayona, José D’Intino, Manuel Battan Carabajal y Eugenio Barrucci, “Los Universitarios de los 50 y Enrique Barros”, https://reformadel18.unc.edu.ar/los-universitarios-de-los-50-y-enrique-barros.
El hecho más recordado del vínculo de Barros con la FUC de entonces es el discurso que pronuncia en 1958 en el acto a favor de la educación superior laica que pronuncia en medio del conflicto por “la laica o la libre”, organizado en la Plaza Vélez Sársfield de la ciudad de Córdoba. Al cumplirse cuarenta años del inicio de la Reforma Universitaria, se dirige «a los cachorros de la Reforma» para pedirles que se posicionen contra la creación de las universidades privadas y a favor de los deberes estudiantiles
Barros fallece de un ataque cardíaco en 1961 en su consultorio. Siete años después, en el marco del cincuentenario de la Reforma, su amigo Bermann lo homenajea con un folleto biográfico. Entre otras referencias es recordado del siguiente modo:
A pesar de su vivacidad excepcional, de su capacidad táctica, Barros no estaba hecho para el mando, era un solitario. Barros fue siempre de espíritu independiente, un hombre de carácter, que en toda circunstancia actuó con abnegación y desinterés, al servicio de sus semejantes. Generoso y cordial, era en ocasiones hosco, no quería entonces trato con nadie, dedicando su devoción a plantas y perros.
Gregorio Bermann, Enrique Barros. Líder de la Reforma Universitaria [1968], presentación, notas y comentarios de Pablo Manuel Requena, Córdoba, Centro de Estudios Avazados, 2018.
Obra
- “El problema de Tisis (Primera Parte)”, Revista De La Universidad Nacional De Córdoba, n° 9, octubre, noviembre y diciembre de 1922, pp. 3-14.
- “Fisiología y patología de la función lienal”, Revista De La Universidad Nacional De Córdoba, n.º 10, marzo, abril y mayo de 1923, pp. 190-192.
- «Proclama de los estudiantes cordobeses», Prometeo. Quincenario, Buenos Aires, n° 5, segunda quincena de octubre de 1919, p. 8.
- “Palabras de aliento”, Tribuna universitaria. Órgano de la Federación Estudiantil, n° 1, 1° quincena de octubre de 1919, p. 1.
- “Universidad, ciencia y contrareforma” [1924], en Gabriel del Mazo (ed.), La Reforma Universitaria, La Plata, Centro de Estudiantes de Ingeniería, 1941, pp. 106-109.
- “Sobre la Reforma Universitaria”, Renovación. Órgano de la Unión Latino-Americana, julio y agosto de 1928, p. 3.
- “Epidemia de psitacosis”, Revista De La Universidad Nacional De Córdoba, año 16, nº 1-2, marzo, abril y mayo de 1930, pp. 225-236.
- «Para un itinerario de ida y vuelta. Programa de acción de una ‘democracia argentina revolucionaria’. Redactado por Leopoldo Lugones (padre)», La Vanguardia, 27/7/1931.
- “Encuesta de Flecha”, Flecha. Por la paz y la libertad de América, Córdoba, año II, nº 14, 1936 [reproducida en Gabriel del Mazo (ed.), La Reforma Universitaria, La Plata, Centro de Estudiantes de Ingeniería, 1941, p. 554].
- “Cachorros de la Reforma” [1958], en Alberto Ciria y Horacio Sanguinetti, Los reformistas, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1968. pp. 171-176.
- Fondo Gregorio Bermann, Universidad Nacional de Córdoba.
- Fondo Enrique Barros, Casa de la Reforma Universitaria, Universidad Nacional de Córdoba.
Cómo citar esta entrada: Bustelo, Natalia (2023), “Barros, Enrique”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.