BARRETT Y ÁLVAREZ DE TOLEDO, Rafael Ángel Jorge Julián (Torrelavega, Santander, España, 07/01/1876 – Arcachon, Francia, 17/12/1910).
Periodista, narrador y ensayista de orientación anarquista.
Rafael Ángel Jorge Julián Barrett y Álvarez de Toledo nació en una familia aristocrática. Hijo del inglés George Barrett Clarke y de la española María del Carmen Álvarez de Toledo, hizo los estudios secundarios en París y en 1900 ingresó a la Escuela de Ingeniería de Madrid. Aunque no terminó la carrera —obtuvo el título de agrimensor— alcanzó una sólida formación científica y matemática. En España llevó vida señorito, participó de la bohemia madrileña y se vinculó con escritores de la “Generación del 98”, en particular con Ramiro de Maeztu y Ramón del Valle Inclán.
En 1902 protagonizó un escándalo que alborotó a la alta sociedad, llegó a la prensa y desembocó en su exilio definitivo. Cuando pidió ingreso al elitista Círculo de la Peña de Madrid, le negaron la admisión con el argumento de que corrían rumores sobre su homosexualidad. Rafael retó a duelo al abogado que había diseminado la calumnia pero el Tribunal de Honor, presidido por Joaquín Fernández de Córdoba y Osma, duque de Arión, que debía fallar sobre su condición de retador lo descalificó estableciendo que no tenía la dignidad del caballero. La noche del 24 de abril de 1902 Rafael se presentó vestido de gala en el foyer del Teatro del Circo Parish donde se exhibía un espectáculo que convocó a lo mejor de la sociedad madrileña. Llegó al palco del duque de Arión y le cruzó la cara de un latigazo. Terminó en la comisaría. Porfiado, apeló a un examen médico para probar su virilidad pero el Tribunal ratificó el veredicto original descalificándolo para batirse jamás en un duelo. Maeztu atribuye la decisión a la ruina económica y falta de docilidad de Rafael. El 16 de noviembre de ese año la prensa lo dio por muerto, suicidado, en San Sebastián. Años después Valle Inclán escribió en sus memorias que Rafael era un hombre desequilibrado por el anhelo de claridad y justicia y que gente como él solo dejaban enemistad y cólera por donde pasaban.
En octubre de 1903 embarcó en el puerto inglés de Southampton hacia América del Sur. Desembarcó en Buenos Aires donde consiguió trabajo como colaborador en reconocidos medios locales como el diario El Tiempo, la revista Caras y Caretas y El Correo Español. La defensa de la causa republicana en su país lo enfrentó con un tal Juan de Urquía, militar que había combatido en Cuba del lado de la corona española. Para resolver el incidente recurrió nuevamente al expediente del duelo. Y otra vez lo descalificaron invocando el fallo del tribunal peninsular. Rafael repitió el guión madrileño: entró al hotel donde se alojaba Urquía y la emprendió a bastonazos contra un hombre a quien confundió con el militar. El exabrupto le restó el apoyo de la Liga Republicana. Tras el fiasco su nombre dejó de figurar en las páginas de El Correo Español.
El director de El Tiempo le ofreció cubrir como corresponsal el pronunciamiento del general Benigno Ferreira contra el presidente Bernardino Caballero en Paraguay. Sin horizonte, aceptó el desafío —escribió— solo para ver si encontraba “la bala que lo matara”. En octubre de 1904 llegó a Villeta, cuartel de los insurrectos e hizo amistad con los intelectuales sumados a la revuelta.
En Asunción conoció a Francisca Solana López Maíz (Asunción, 1889 – Montevideo, 1967), “Panchita”, una joven de 17 años que pertenecía a una familia acomodada. Panchita vivía con su hermana Angelina y con su cuñado y tutor, el jurista Alejandro Audibert, desde el asesinato de su padre el abogado Eugenio López y Cativiela. Se casaron el 20 de abril de 1906. Diez meses después nació el único hijo del matrimonio Alejandro Rafael, “Álex”.
En Paraguay enterró a España, encontró el sentido de la vida, produjo una inmensa obra ensayística bajo la forma de artículos periodísticos y dio forma a un pensamiento que definió como anarquismo. Solía decir que allí había dejado de ser un majadero que se imponía por su elegancia y se había vuelto un hombre bueno. Trabajó en el Ferrocarril inglés como secretario, dio clases de matemáticas y ofreció sus servicios de agrimensor. Participó de la creación de la tertulia literaria “La Colmena” con Viriato Díaz Pérez, que reunió a destacados hombres de letras del país. En 1907 dictó una serie de conferencias en el Teatro Nacional de Asunción donde participó un nutrido auditorio obrero. La segunda de ellas, titulada “La huelga”, apareció publicada en Los Sucesos (Asunción, 3 de enero de 1907) y luego en folleto por la recién creada Federación Obrera Regional Paraguaya (FORP). La FORP auspicia durante 1908 un nuevo ciclo de conferencias obreras.
Poco después del nacimiento de Álex comenzó a dedicarse por completo al periodisimo y a la denuncia de las injusticias del Paraguay. En esa época le aparecieron los primeros síntomas de tuberculosis, enfermedad de la que murió cuatro años más tarde. En la prensa y en discursos que dio en la Unión Obrera defendió la huelga, la dignidad de las mujeres y condenó el latifundio. Allí conoció al joven argentino José Guillermo Bertotto (1886-1978), con quien hizo una fuerte amistad.
En agosto de 1908 fundaron el quincenario libertario Germinal (Asunción, 1908) con un singular programa que los autores presentaron como manifiesto: lo verdadero frente a lo retórico; lo justo antes que lo legal; la idea y no el dogma; la organización de la resistencia de los que trabajan y crean. El primer número de la revista apareció el 2 de agosto de 1908. Ese año publicó en El Diario de Asunción la serie de seis artículos conocida como “Lo que son los yerbales” sobre la esclavitud de los peones yerbateros, los “mensú”, como se los llamaba. La obra se convirtió enseguida en un clásico de la literatura de denuncia: “Es preciso que sepa el mundo de una vez lo que pasa en los yerbales. Es preciso que cuando se quiera citar un ejemplo moderno de todo lo que pueda concebir y ejecutar la codicia humana, no se hable solamente del Congo sino del Paraguay”. Al frente del exterminio por expoliación, endeudamiento, hambre y estaqueo estaban La Industrial Paraguaya y la brasileña Matte Larangeira, empresas que contaban con la complicidad del Estado, responsable de respaldar legalmente el sistema esclavo.
El golpe de Estado del coronel Albino Jara del 2 de julio de 1908 lo llevó a la cárcel. La intervención del cónsul inglés Cecil Gosling le devolvió la libertad pero lo lanzó al destierro. El 13 de octubre salió de Asunción rumbo a la localidad de Corumbá, Brasil. Semanas después llegó a Montevideo. Allí se hizo rápidamente un nombre en el periodismo uruguayo, ganó lectores y admiradores e hizo amistades, entre ellas la del futuro fundador del Partido Socialista del Uruguay, el también periodista Emilio Frugoni. Con el editor anarquista de origen italiano Orsini Bertani (Cavriago, 1869 – Montevideo, 1939) publicó Moralidades actuales (1910), casi al mismo tiempo que aparecía también en Montevideo el folleto “Lo que son los yerbales” y en Asunción El terror argentino, los tres únicos libros de su autoría que vio en vida. El diario La Razón de Montevideo le abrió sus páginas, donde publicó regularmente con la firma “R.B.”.
Mientras tanto la enfermedad avanzaba, vivía casi en la indigencia, separado de la mujer y el hijo. En enero de 1909 se internó para una cura de reposo en el Hospital Fermín Ferreria. Cuando le dieron el alta decidió volver a Paraguay. En julio se reencontró con “Panchita” y “Álex” en Laguna Porá. Terminó El dolor paraguayo y volvió a escribir para los diarios de Asunción y de Montevideo. Tras una recuperación pasajera la tuberculosis se agravó. Escribió al biólogo francés René Quinton que estudiaba las propiedades curativas del agua de mar en la tuberculosis y otras enfermedades. El 10 de setiembre se embarcó en el vapor “Asunción” rumbo a Francia para internarse en el “Dispensario marino” de Quinton. Hizo escala en Montevideo donde lo visitaron Frugoni, Bertani, el crítico cultural Alberto Zum Felde, la feminista española Belén de Sárraga y los escritores anarquistas José Peyrot y Ernesto Herrera “Herrerita”. Le llevaron ropa, dinero y ejemplares de Moralidades actuales. Tiempo antes había escrito en La Razón sobre la deuda de gratitud que tenía con Montevideo, adonde había llegado “indigente, desterrado, enfermo y desconocido” y donde los extraños se habían convertido en hermanos y de donde partía, otra vez, sintiéndose desterrado.
El 22 de setiembre desembarcó en España y de allí viajó a París donde —le escribió a Panchita— el diario Le Figaro le había abierto sus páginas para escribir sobre el Paraguay. El 12 de octubre se intaló en el Hotel sanatorio “Regina” en Arcachón, frente al Mar Cantábrico. Continuó colaborando con La Razón y El Diario hasta que ya sin fuerza le dictó a su tía Susan Barrett cartas de despedida a los compañeros de La Razón y a Peyrot encargándole su trabajo periodístico para que lo hiciera publicar en Montevideo. Murió el 17 de diciembre de 1910. Enterrado en Arcachón, sus restos fueron exhumados y trasladados a un osario común.
La Razón le rindió homenaje con la publicación de reseñas y recordatorios. El diario católico El Bien de Montevideo respondió al tributo con un artículo escrito con el seudónimo “Mejorana” que lo calificaba de escritor de ideas antisociales y disolventes cuya única contribución había sido la de burlarse de la patria, la religión y el Ejército y hablar de dolores y miserias.
Admirado por Jorge Luis Borges y José Enrique Rodó, su obra fue silenciada o ignorada durante mucho tiempo. Augusto Roa Bastos reconoce en él a su maestro y lo considera el fundador de la cultura paraguaya contemporánea: “Rafael Barrett escribía crónicas. Fue el gran maestro, por lo menos para mi. En el Paraguay pocos lo admiraban. Muy pocos lo querían. Era un huésped fastidioso al que era mejor olvidar. Yo lo leia con placer..”.
Obra
- “La huelga. Lectura dada el día 1º de Mayo en el Teatro Nacional por el señor Rafael Barrett”, Asunción, Biblioteca de la Federación Obrera Regional Paraguaya, 1908.
- Lo que son los yerbales [1908], Montevideo, Talleres Gráficos El Arte, 1910.
- El terror argentino, Asunción, Grabow y Schauman, 1910.
- Moralidades actuales, Montevideo, Orsini Bertani, 1910.
- El dolor paraguayo, Montevideo, Orsini Bertani, 1911.
- Cuentos breves, Montevideo, Orsini Bertani, 1911.
- Al margen, Montevideo, Orsini Bertani, 1912.
- Ideas y críticas, Montevideo, Orsini Bertani, s/f [1912].
- Diálogos y conversaciones y otros escritos, Montevideo, Orsini Bertani, 1912.
- Mirando vivir, Montevideo, Orsini Bertani, 1912.
- Artículos diversos, San José de Costa Rica, Imprenta Alsina / Colección Ariel, 1913, con una introducción de José Guillermo Bertotto, “Rafael Barrett. Su vida en el Paraguay”.
- Cartas íntimas, Montevideo, Biblioteca Artigas, 1967. Prólogo de Luis Hierro Gambardella. Introducción y nota de Francisca López Maíz.
Reediciones contemporáneas
- El dolor paraguayo, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1978. Prólogo de Augusto Roa Bastos.
- Marginalia, Montevideo-Asunción, Ediciones Germinal, 1991.
- Crónicas de la naturaleza, Montevideo, Colección de Clásicos Uruguayos Biblioteca Artigas, 2012. Con prólogo de Leandro Delgado.
- Cuentos breves, La Plata (Argentina), Mil botellas, 2014. Introducción de David Viñas.
Ediciones de obras completas
- Buenos Aires, La Protesta, 1932.
- Buenos Aires, Tupac / Américalee, 1943, 3 vols.
- Montevideo, Amigos de Rafael Barrett /Américalee, 1943.
- Montevideo, EPPAL, 1988.
- Asunción, RP-ICI, 1988-90, 4 tomos. Edición a cargo de Miguel Ángel Fernández y Francisco Corral.
- Santander, Editorial Tantin, 2 tomos. Edición a cargo de Francisco Corral.
Cómo citar esta entrada: Martínez, Virginia (2020), “Barrett, Rafael”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org