ARANA, Emilio Z.

Nacido probablemente en el País Vasco y doctorado en su España natal, migró a la Argentina a comienzos de la década de 1880, prestando servicios médicos en la ciudad santafesina de Santo Tomé. Luego de participar de una expedición al Territorio del Chaco argentino en calidad de naturalista y geógrafo comisionado por el gobierno nacional, en la década de 1890 se instaló en la ciudad santafesina de Rosario, donde estableció su consultorio médico y formó familia. Según puede leerse en un aviso profesional aparecido de la revista porteña Caras y Caretas, “Emilio Z. de Arana” ofrecía sus servicios como “médico de enfermedades secretas y de piel» en la calle «Pasco 637, Rosario” (Caras y Caretas nº 132, Buenos Aires, 13/4/1901, s/p).

Se convirtió enseguida en una figura de renombre popular en en dicha ciudad por su labor abnegada y heroica durante la epidemia de cólera que estalló en la Provincia de Santa Fe entre 1894 y 1895. Un corresponsal rosarino de L’Avvenire recordaba años después que “con actitud admirable, entrando en los tugurios, socorriendo a los más necesitados, siempre llevaba las palabras benéficas de la ciencia, del amigo, del compañero cariñoso que, por encima de cualquier interés, mantiene alto el sentimiento de su propio deber” (“Corrispondenze da Rosario”, en L’Avvenire nº 142, Buenos Aires, 18/5/1901, p. 3). Por entones presidía el “Club 30 de Julio” de la Unión Cívica Radical.

En 1896 despliega una intensa labor al frente del grupo anarquista rosarino Ciencia y Progreso, pronunciando conferencias — según El Oprimido, “con extraordinaria corrección y palabras fáciles”— en las que predica el anarco-comunismo y la liberación de la mujer. Sus conferencias son editadas por ese mismo grupo, con tiradas de 1.500 ejemplares. En su conferencia de 1897 “La Mujer y la Familia” denunciaba el sojuzgamiento femenino a lo largo de la historia. Partes de su conferencia «Dramas pasionales» fueron reproducidas en octubre de 1896 en La Federación Obrera, periódico quincenal de la Federación Local de Rosario.

Editó La Nueva Humanidad. Periódico Sociológico (Rosario, 1899), del que aparecieron 7 números y donde publicó breves ensayos y poemas bajo numerosos seudónimos. El periódico cubrió asimismo la gira de conferencias de Pietro Gori de ese mismo año durante su paso por Rosario. Arana colaboró también con periódicos anarquistas de Buenos Aires, como Ciencia Social (1897-1900) y La Protesta Humana (1897-1903). En este último publicó, entre otros, un artículo sobre el significado de la Comuna de París de 1871 («18 de marzo», en LPH n° 80, Buenos Aires, 18/3/1900, pp. 3-4).

El 10/2/1900 disertó sobre “Nuestro Ideal” en el Politeama Rafetto de Santa Fe: según La Protesta Humana asistieron más de 500 personas, sobresaliendo entre el público el número de mujeres (LPH, n° 78, Buenos Aires, 18/2/1900).

Según Abad de Santillán, “el Dr. Arana no ha sido nunca un anarquista de partido, pero fue un hombre profundamente convencido de la bondad del comunismo anárquico y quedó fiel a esos postulados hasta su muerte”.

Murió en Rosario el 8/5/1901. Un cortejo multitudinario acompañó la mañana del 9 de mayo sus restos desde su casa hasta al Cementerio El Salvador de esa ciudad. El féretro estaba envuelto en una bandera roja con la leyenda «¡Viva la revolución social!». Un grupo de mujeres llevaba una corona de flores rojas y negras con la inscripción: «Los anarquistas a su compañero Emilio Z. Arana». En el cementerio, ante unas 400 personas, recordaron a Arana sus compañeros Gallo, Pedro de la Quintana, Antonio Pla, Nicolás Rodríguez Blanco, Romolo Ovidi, Blas Daniel Pérez y Carlos Torti. Siempre según la información brindada por el corresponsal rosarino de L’Avvenire, Arana murió pobre, dejando a su familia en la miseria (“Corrispondenze da Rosario”, en L’Avvenire nº 142, Buenos Aires, 18/5/1901, p. 3).

La noticia de su muerte sorprendió a los miembros de la redacción de La Protesta Humana de Buenos Aires, que señalaron: «ignorábamos la enfermedad de nuestro compañero» (“Los buenos se van” en La Protesta Humana nº 122, Buenos Aires, 11/5/1901, p. 3). Uno de sus compañeros de militancia lo despidió en otra nota de La Protesta Humana en estos términos: “Porque era anarquista visitaba las casas de los pobres, atendía los enfermos y después… no cobraba las visitas. Porque era anarquista sacaba el pan de la boca de sus hijos para dárselo a los hijos ajenos. Porque era anarquista no llenó su bolsillo como los demás doctores y murió pobre y necesitado como el último de los obreros” (Antonio Pla y Ferrando, “Al compañero Arana”, en La Protesta Humana nº 123, Buenos Aires, 18/5/1901, p. 3.

Casado con Felisa Bongiovanni, tuvo en la ciudad de Rosario cuatro hijas y un hijo: Emilia (en 1895), Claudio (en 1895), Marina (en 1896), Aurora (en 1899) y Justa, nacida el 20 de junio de 1901, pocas semanas después de que falleció su padre.

Su discípulo Blas Daniel Pérez anunció en la nota necrológica de El Obrero la elaboración de un perfil biográfico de Arana que hasta donde se sabe no llegó a concretar (B.D. Pérez, «Dr. Emilio Z. de Arana», en El Obrero. Periódico defensor de los trabajadores n° 39, Buenos Aires, 18/5/1901, p. 4).