ALVARENGA, Francisco

Hijo de Casiano Alvarenga y de Francisca Núñez. Su padre, aparte de peluquero, era violinista, lo que seguramente incidió en la carrera de Francisco.

Fue un reconocido violinista, discípulo y amigo de José Asunción Flores (nombre artístico más conocido de José Agustín Flores), con quien integró su orquesta Ortiz Guerrero. Francisco migró a Buenos Aires para perfeccionarse en la música y al poco tiempo fue director de su propia orquesta: “Agrupación Folklórica Guaraní”. En Buenos Aires, estudió con Gilardo Gilardi.

Muchas de sus composiciones se inspiran en temas de índole social y alcanzaron a amplio reconocimiento.

Junto al ya mencionado Flores y Emilio Vaesken conformarán un grupo atravesado por la amistad, la profesión y la ideología. Ellos, sumados a Carlos Lara Bareiro, Luis Cañete, Florentín Giménez, Arturo Pereira y Severo Rodas, integrarán una generación de reconocidos músicos cercanos al Partido Comunista Paraguayo (PCP) como miembros o simpatizantes. Contribuyeron a la política cultural del partido. La falta de estudios sobre esta particularidad no permite establecer si esta identidad con el PCP fue por una decisión individual de cada uno de ellos, o si se debió más a un trabajo político desarrollado por el partido en el gremio de los músicos. Algunos investigadores cercanos al partido sostienen que el PCP realizó un trabajo consciente dentro de la Asociación de Músicos del Paraguay (AMP), donde habría funcionado una célula comunista. Pero el hecho de que una figura de ascendiente como José Asunción Flores fuese miembro reconocido del PCP, posiblemente hizo atractivo al partido a otros músicos.

El 15 de agosto de 1943, actuó junto a Emilio Vaesken y José Asunción Flores, en un festival organizado para conmemorar el aniversario de la ciudad de Asunción. El evento lo organizó la Asociación de Músicos del Paraguay (AMP). Su participación se dio en el contexto de la ruptura de relaciones del Paraguay con las Potencias del Eje y de la reciente alianza entre Estados Unidos y la Unión Soviética, ahora aliados en la lucha contra el nazismo.

Esta identificación de un grupo de músicos selectos del Paraguay con el PCP alcanzó su punto máximo durante los festejos por la conmemoración del 29 aniversario de la Revolución de Octubre, el día 7 de noviembre de 1946.

El Paraguay se encontraba en el proceso de apertura política que se conoció como “Primavera Democrática”, en la que por un espacio de seis meses el PCP pudo actuar legalmente. Entre la fundación del Partido en 1928 y la caída de la dictadura stronista en 1989, solo durante este periodo, además de 15 días del año 1936, gozó el partido de legalidad . Así, durante su larga clandestinidad solo pudo festejar públicamente el aniversario de la Revolución de Octubre en 1946. Para ello se organizó un festival artístico en el Parque Carlos Antonio López el 7 de noviembre de ese año; el lema fue el apoyo al establecimiento de las relaciones diplomáticas, económicas y culturales entre el Paraguay y la Unión Soviética.

Francisco Alvarenga, Emilio Vaesken y José Asunción Flores viajaron desde Buenos Aires expresamente para participar de ese acto y otros posteriores. Este último estuvo al frente de la orquesta que integrarían 40 profesores. Previamente, hizo uso de la palabra el catedrático Antonio González Rioboó para referirse al aniversario de la Revolución Rusa y a la necesidad de establecer relaciones con la Unión Soviética, subrayando que el Paraguay era el único país del continente “exento de esta unión necesaria e impostergable”.

En el mismo acto, pronunciaron discursos Alberto Candia y Obdulio Barthe, para luego dar paso a la actuación de la orquesta de Flores, con la participación de Alvarenga y Vaesken. El trío de amigos participó de otras presentaciones más modestas en los siguientes días, como la presentación el día 10 de noviembre en un festival organizado por el grupo “Francisco Alvarenga” de la Federación Juvenil Comunista.

A partir de aquel momento Alvarenga fue “marcado” como “comunista”. A partir de 1947 tuvo lugar la Guerra Civil del Paraguay que implicó represión comunista, por tanto, ese adjetivo era perjudicial y contribuyó a que Alvarenga se radicara en Buenos Aires. Allí falleció tempranamente a los 54 años.