ALMEIDA, José (apodo: “el Negro Almeida”) (Departamento de Florida, Uruguay, c. 1923 – Montevideo, Uruguay, junio 2003).
Obrero de la carne de simpatías anarco-sindicalistas, dirigente del gremio de la Industria Frigorífica de Montevideo en las décadas de 1940 y 1950.
Nacido en el Departamento de Florida, en el centro-sur de Uruguay. Afrodescendiente, nieto de un brasileño que para evitar las frecuentes levas emigró a Uruguay, luchó en el bando de Timoteo Aparicio y trabajó como “tropero” llevando ganado hasta la tablada.
Almeida llegó a Montevideo a fines de 1941, a los 19 años, para intentar trabajar en los frigoríficos localizados en la Villa del Cerro (Montevideo). Allí vivían unos tíos que lo recibieron, siendo uno de los miles de migrantes internos que contribuyeron a nutrir a la nueva clase obrera industrial de los años 40, que se duplicó entre 1936 y 1951.
Ingresó a la Escuela Industrial de Mecánica en 1942 pero concluyó allí un único año lectivo, pues cuando comenzó a trabajar en el Frigorífico Swift se le negó la posibilidad de acomodar su jornada laboral para continuar el segundo año (“acá se toma gente para trabajar, no para estudiar”, respondió el jefe de turno).
Mientras vivía en la Villa del Cerro, Almeida fue testigo de la gran huelga de los trabajadores de la carne a finales de enero de 1943. En noviembre de 1942, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, fueron despedidos diez trabajadores del Frigorífico Nacional acusados de haber saboteado un barco inglés. Los obreros respondieron con una huelga que se extendió a otros frigoríficos de la Villa, e incluso más allá de Montevideo, como el Anglo de Fray Bentos. El año anterior, a comienzos de enero de 1942, había surgido la Federación Obrera de la Industria de la Carne y Afines, Autónoma (FOICA-A). José Almeida fue testigo de esta masiva respuesta obrera, si bien relata que como “foráneo” se vio sorprendido por la intensa movilización en el barrio. Según su propio testimonio:
“…la reunión se hacía al aire libre y podían participar, como escuchas desde luego, todos los vecinos y todos los que quisieran, y venía mucha gente desde muchos lados, y era en la esquina de Centroamérica y Polonia. Ahí estaba el Sindicato de Carga y Descarga que fue el mío después… Entonces, de esa esquina para la falda del Cerro era un grandísimo descampado, y a ese se le bautizó ‘el campito de la victoria’, claro, después que se resolvió el asunto, y bueno, se resolvió con victoria” (entrevista con el autor, 1999).
Uruguay había conocido en la década de 1940 un proceso significativo de crecimiento industrial y de una creciente organización y participación obrero-sindical. Durante los gobiernos de Juan José de Amézaga (1943-1947), Tomás Berreta (marzo-agosto de 1943) y Luis Battle Berres (1947-1951), todos ellos del Partido Colorado, la masa trabajadora (obreros industriales, empleados y del sector servicios), comenzaba a imponerse como una fuerza social, en Montevideo y en ciudades del interior del país.
Poco tiempo después Almeida ingresó al Frigorífico Swift. Pero al cabo de cuatro meses sería despedido, en conjunto con los más recientes ingresos, situación que evidenciaba el carácter inestable de las zafras en la industria: “(…) primero los más nuevos pa’fuera… A casi todos los jóvenes nos pasaba lo mismo, trabajábamos un par de quincenas y luego nos despedían” (entrevista con el autor, 1999). Ingresar al Frigorífico Swift se hacía difícil en una época en que el apadrinamiento era una práctica común, mediante la cual los obreros más jóvenes lograban entrar gracias a ciertos contactos internos.
En momentos en que terminaba la zafra en Swift, dos de los trabajos circunstanciales que obtuvo Almeida fueron a través de avisos en la prensa. Uno de ellos, en un horno de ladrillos en el barrio montevideano Nuevo París. El otro, publicado en el diario El Día, en la Fábrica Uruguaya de Neumáticos S.A. (FUNSA) ubicada en el barrio capitalino Villa Española. Luego de ser entrevistado y contratado, al preguntar por el funcionamiento de un sindicato, supo por sus compañeros que “hubo un sindicato y una huelga y la perdieron, hay ahora otro recostado a la ‘patronal’” (entrevista con el autor, 1999).
Hacia 1943 su madre fue a vivir con Almeida, quien ha señalado “del Cerro no salí más… Más de cincuenta años… Me aquerencié hasta de más”, dando cuenta de otro componente identitario de esa “comunidad obrera”: la larga permanencia y el estrecho vínculo entre residencia, trabajo y amor al “barrio” (entrevista con el autor, 1999).
En noviembre de 1943 el gobierno estableció por ley la creación de los Consejos de Salarios, organismos tripartitos que regulaban sueldos, categorías e intervenían en la solución de conflictos. Los Consejos posibilitaron aumentos salariales al mismo tiempo que “obligaron” a los obreros a votar. Así, contribuyeron a la formación de nuevos sindicatos y a una participación más activa de sus integrantes en el plano político, protagonizando una “electoralización” de los mismos y contribuyendo a una mayor presencia de organizaciones de izquierda, comunistas, socialistas y anarquistas. Tras una derrotada huelga “ideológica” contra los Consejos de Salarios a mediados de 1944, muchos militantes de orientación anarco-sindicalista fueron despedidos y emigraron a Buenos Aires. Y muchos jóvenes, entre ellos Almeida, fueron cesados.
Dentro del frigorífico Swift, José se desempeñó en las secciones de “guano” y “caldera” y luego ingresó a “carga y descarga”, vinculándose a la Sociedad de Carga y Descarga de los Frigoríficos, de la que sería dirigente. Dicha Sociedad integraba la Federación Obrera de la Industria de la Carne Autónoma (FOICA), de la que formaban parte desde la década de 1940 los sindicatos del frigorífico Swift, el Artigas, el Nacional —ubicados estos tres en el barrio del Cerro—, el Anglo de Fray Bentos, y el de los administrativos: Asociación de Supervisores y Empleados de la Industria Frigorífica (ASEIF). Con la creación de la Caja de Compensaciones por Desocupación de la Industria Frigorífica en 1944 -una especie de seguro de paro- Almeida fue por un tiempo uno de los representantes obreros en la misma. La Federación se mantuvo “autónoma” aunque coordinó con sindicatos de similar orientación, impulsó prácticas solidarias y desde los años 50, instancias hacia la unificación sindical.
Respecto de 1946, año de elecciones nacionales, José Almeida recuerda la presencia de políticos en el Cerro: “a mí el que me cayó mejor (…) fue Fernández Crespo”, expresa, “y otro que también fue Emilio Frugoni”. El primero era un representante del Herrerismo (sector del Partido Blanco) en tanto que el segundo era del Partido Socialista. Agrega Almeida que la influencia del Herrerismo en esos años era grande —si bien también había presencia de batllistas, pertenecientes al Partido Colorado— y que tenían “muchísima influencia” incluso dentro de los círculos de los dirigentes sindicales. Pero esos detalles no eran de público conocimiento pues el estatuto de la Federación prohibía que hubiera dirigentes sindicales que fueran militantes políticos (entrevista con el autor, 1999). Esto muestra la heterogeneidad que existía en el ámbito sindical en los años 40 y 50, principalmente la presencia de los partidos tradicionales: el Partido Blanco (Partido Nacional) y el Partido Colorado.
En la época de posguerra —luego de 1945 pero también luego de la Guerra de Corea finalizada en 1953— las consecuencias de la contienda bélica se sintieron en Uruguay. Cuenta Almeida que “en el 55, hubo muy poco trabajo y la Caja de Compensaciones se desfondó” (entrevista con el autor, 1999). A esto se sumó la huelga de hambre de los dirigentes, del 4 al 11 de agosto de 1955. Ese mismo año los obreros del Frigorífico Anglo en Fray Bentos realizaron la primera marcha a pie hasta la capital uruguaya. Sin embargo, el gobierno no habilitó aumentos salariales para los trabajadores frigoríficos. Ruben Paleo, fallecido en 1956 como consecuencia del deterioro de su salud a consecuencia de aquella “huelga de hambre”, fue el primero de los “mártires de la industria frigorífica”.
Una investigación parlamentaria en 1957 descubrió que los frigoríficos extranjeros, que habían actuado de manera fraudulenta, finalmente cerraron sus puertas y se marcharon del territorio uruguayo. Ante esta situación hubo debates entre los trabajadores y en la Federación, que oscilaban entre diversas propuestas: una cooperativa, una empresa autogestionada o una de carácter estatal. Finalmente, una ley del Parlamento creó una sociedad anónima: Establecimientos Frigoríficos del Cerro, Sociedad Anónima (EFCSA). Uno de los proyectos que no prosperó había surgido en el Ateneo Libre del Cerro y La Teja. De acuerdo con Almeida, “se planteó colectivizar la industria frigorífica, una idea que no era creación mía… que nació de leer los experimentos que se habían hecho en España” durante la República y la revolución de 1936-1939 (entrevista con el autor, 1999).
Cómo citar esta entrada: Porrini, Rodolfo (2025), “Almeida, José”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.