SIQUEIROS, David (seudónimos: David, Suárez; apodos: “Pepe”, “coronelazo”) (Ciudad de México, México, 29/12/1896 – Cuernavaca, Morelos, México, 06/01/1974).
Intelectual, sindicalista y muralista comunista mexicano. Militar, combatiente en la Guerra Civil Española.
Por mucho tiempo se asumió que David Siqueiros había nacido en Santa Rosalía de Camargo, Chihuahua, pues así lo sostenía él mismo. Sin embargo, Raquel Tibol, con base en un acta de nacimiento, sostiene que nació en la Ciudad de México.
Siqueiros era hijo de Cipriano Alfaro Palomino y Teresa Siqueiros Feldman. Su padre fue abogado de importantes hacendados del período del Porfiriato (1876-1911) y era profundamente católico, lo que explica que sus tres hijos se llamaran Jesús, María y José. Su madre, en cambio, provenía de una familia liberal de Chihuahua. Ante la prematura muerte de su madre, José y sus hermanos fueron criados en Irapuato bajo el rigor y afecto de su abuelo Antonio Alfaro Sierra —“el Siete filos” —, un veterano de guerra que luchó favor de las causas liberales y en contra de la invasión francesa en 1862.
Siqueiros cursó estudios de educación básica en el Liceo francés, en la Ciudad de México. Luego ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y, paralelamente, asistió a cursos nocturnos en la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1911, en el marco de la Revolución mexicana, se llevó a cabo una huelga de estudiantes y profesores en dicha institución, a la que exigían un cambio en los métodos tradicionales de enseñanza. La huelga fue promovida por figuras como Gerardo Murillo (“el Dr. Atl”), quien influyó considerablemente en el pensamiento estético y político del joven Alfaro Siqueiros. A sus casi quince años, colaboró en las actividades de la huelga, iniciándose así en el activismo político del momento. Dos años más tarde fue testigo de los combates conocidos como la Decena Trágica (9 al 18 de febrero de 1913) y, tras el triunfo golpista, las instituciones escolares se militarizaron, por lo que Alfaro tuvo acercamientos a la instrucción castrense como parte de su formación escolar. Además, como resultado de la huelga, Alfredo Ramos Martínez inauguró la Escuela al Aire Libre de Santa Anita, en la cual Siqueiros tuvo un acercamiento a la pintura de paisaje y de temas nacionales.
Movilizados por el llamado Plan de Guadalupe —documento promulgado por Venustiano Carranza que desconocía al gobierno dictatorial de Victoriano Huerta (1913-1914)— distintos estudiantes como Alfaro se sumaron a las acciones en contra del régimen militar, derrocado en julio de 1914. Fue en este contexto que “Pepe” Alfaro, como era llamado en ese momento, se sumó a las filas del Ejército Constitucionalista. Luchó en contra de las tropas de Francisco Villa, primero como soldado raso y luego como integrante del Estado Mayor del General Manuel M. Diéguez, alcanzando el grado de 2º capitán de infantería. Sus campañas militares se desarrollaron principalmente en Jalisco, Guanajuato, Colima, Sinaloa y Sonora.
En enero de 1918 conoció a Graciela Amador, quien se convertiría en una importante compositora, dramaturga y militante comunista. En agosto del mismo año adquirieron nupcias y, según cuenta Amador, fue ella quien impuso el seudónimo de “David” a José de Jesús. En ese momento, el joven artista colaboró con ilustraciones en la Revista de Revistas y en El Universal Ilustrado –publicaciones novedosas en cuanto a sus propuestas gráficas–, donde comenzó a firmar como “Alfaro Siqueiros”.
Un año después viajó a Europa, primero como parte de los cuerpos diplomáticos en Roma, París y Barcelona, y luego como becado para dedicarse de lleno a estudiar pintura. En Barcelona, además de tener acercamientos con el anarquismo catalán, fundó Vida Americana: revista norte centro y sudamericana de vanguardia, cuyo único número apareció en mayo de 1921 y en la que colaboraron Joan Salvat-Papasseit, Joaquín Torres-García, Rafael Barradas, Diego Rivera, Marius de Zayas y Élie Faure. En ese número publica los Tres llamamientos de orientación actual a los pintores y escultores de la nueva generación americana, que puede considerarse el primer manifiesto publicado por Alfaro.
Su regreso a México coincidió con la gestación del movimiento muralista —promovido en un inicio por la política cultural de José Vasconcelos (Secretario de Educación Pública entre 1921 y 1924) —, la cual se materializó con la intervención de los muros del Antiguo Colegio de San Ildefonso. Ahí, Siqueiros pintó sus primeros murales: Los elementos, Los mitos, El llamado a la libertad, y El entierro del obrero sacrificado. Estos últimos dos, aunque inconclusos, expresan ya un signo político en su obra pictórica.
En 1922 fue cofundador —junto con artistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco, Jean Charlot, Xavier Guerrero, Fermín Revueltas, y Carlos Mérida— del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores (SOTPE) con la intención de defender sus intereses gremiales ante la precariedad laboral que percibían. Además, lanzaron un manifiesto en el que, entre otras cosas, exhortaban a la creación de un arte de contenido revolucionario. Algunos miembros del SOTPE, incluido Siqueiros, fundaron el periódico El Machete, rápidamente devenido en el órgano de difusión del Partido Comunista Mexicano (PCM), en el que tanto Siqueiros como Amador empezaron a militar en 1923. El artista colaboró en El Machete como parte del Comité Ejecutivo y posteriormente como Secretario General. Además, publicó textos y diversos grabados con contenido político.
En 1925 pintó junto con Amado de la Cueva y el también comunista Roberto Reyes Pérez los muros del ex templo de Santo Tomás, en el centro de Guadalajara. La invitación para tal proyecto provino de José Guadalupe Zuno, entonces gobernador de Jalisco. Siqueiros continuó su militancia, esta vez como dirigente sindical de la Federación Minera y lideró la Confederación Obrera de Jalisco, haciendo frente al oficialismo de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM). Además, junto con Reyes, fundaron la local comunista de dicho estado. De manera paralela dirigió y editó los periódicos obreros El Martillo y El 130. Semanario doctrinario de lucha social.
En 1928 Amador y Siqueiros viajaron a la Unión Soviética para participar como delegados en el IV Congreso de la Internacional Sindical Roja (ISR). Tuvo una entrevista con Josep Stalin, en la que también estuvieron Diego Rivera y Vladímir Mayakovski como traductor. Dicho encuentro fue, según cuenta Siqueiros en sus memorias, esencial para la conformación de su pensamiento y praxis político-estética.
A inicios de 1929, luego de mantener intercambios con Salomón Lozovsky, organizó con Julio Antonio Mella y otros dirigentes una central sindical de corte comunista adherida a la ISR: la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM). Allí Siqueiros fungió como Secretario General, mientras que Mella, asesinado en enero de ese año, fue nombrado Secretario General Honorario. Poco después, viajó como delegado al Congreso Sindical Latinoamericano en Montevideo, donde participó con el seudónimo de “Suárez”. Allí conoció a quien sería su segunda esposa, Blanca Luz Brum, poeta y comunista uruguaya ligada a los circuitos de José Carlos Mariátegui y otros miembros del campo intelectual peruano. Viajaron juntos a Buenos Aires, en donde Siqueiros participó en la 1° Conferencia Comunista Latinoamericana. Como puede apreciarse en los registros de dicho evento —publicados por el Secretariado Sud Americano de la Internacional Comunista con el título El movimiento revolucionario latinoamericano (1929) —, Suárez polemizó con Victorio Codovilla por diferencias en la manera de valorar los medios prácticos de lucha.
De regreso a México, Siqueiros y Brum atravesaron momentos complejos. Por razones personales y políticas, el pintor fue expulsado del PCM, en ese momento bajo las directrices de la política internacional de Stalin conocida como el “tercer período”. En tanto que la poeta fue acusada por el Comité Central de ser agente secreto del gobierno mexicano, el cual había emprendido una campaña anticomunista. Posteriormente Siqueiros fue encarcelado en la cárcel de Lecumberri por, presuntamente, haber participado en un atentado contra el presidente Pascual Ortiz Rubio. Obtuvo una libertad condicional, supeditada a mantener arraigo judicial en la ciudad de Taxco, Guerrero. En ese momento interactuó con distintas figuras como Sergei Eisenstein, Anita Brenner, William Spratling y Ángel Falco. Su expulsión del PCM no impidió que desarrollara tareas militantes: algunas de ellas incluso fueron incentivadas por el propio Comité Central, como fue el caso de la organización de la Lucha Intelectual Proletaria (LIP), cuyos principios aparecieron en el periódico Llamada.
Debido a que Siqueiros desobedeció el arraigo judicial, el gobierno mexicano le exigió abandonar el país, por lo que se instaló en Los Ángeles. Durante su estancia creó el Bloc of Mural Painters y, en equipo, pintó los murales Mitin obrero, América tropical y Retrato del México actual. También dictó la conferencia titulada Los vehículos de la pintura dialecto-subversiva en el John Reed Club de Hollywood, en la cual explica sus premisas estéticas sobre la “revolución técnica de la pintura”, la cual consiste esencialmente en el uso de materiales e instrumentos modernos acorde a la ciencia y técnica propia de sus tiempos. Así, enlista como nuevos instrumentos la cámara fotográfica y cinematográfica, la pistola de aire, el soplete de gasolina, el proyector eléctrico, el cincel de aire, el cemento blanco y el mortero de cemento previamente coloreado.
El contenido político de sus murales generó malestar en las autoridades estadounidenses, por lo que la renovación de su visa fue denegada. Por ello, a inicios de 1933 la pareja decide ir a Montevideo, donde fueron recibidos por artistas y escritores cercanos a Brum. Luis E. Pombo, Juvenal Ortiz, Guillermo Laborde, Vicente Basso Maglio, José Pedro Castigliolo, Ildefonso Pereda y Bernabé Michelena fueron algunos de los vínculos con los que Siqueiros tuvo intercambios e incluso con quienes organizó la Confederación de Trabajadores Intelectuales de Uruguay (CTIU). Esta organización, a la vez, publicó dos números de Aportación (1933), revista que fungió como su órgano de difusión, cuyo objetivo era hacer que sus afiliados produjeran obra útil para la revolución proletaria, según lo estipulado en el primer número. Este ejemplar está colmado de imágenes de la obra mural y gráfica de Siqueiros e incluye algunos textos referentes a sus postulados político-estéticos.
A mediados de 1933, Siqueiros viajó a Buenos Aires por invitación de Victoria Ocampo para llevar a cabo una exhibición y una serie de conferencias en la Asociación Amigos del Arte. Su retórica en contra del academicismo y del “arte-purismo” no sentó bien entre los asistentes, por lo que Ocampo le retiró su apoyo. El magnate Natalio Botana le ofreció vivir en su quinta Los Granados, en donde pintó con Antonio Berni, Lino E. Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino y Enrique Lázaro —el Equipo Poligráfico— el mural Ejercicio Plástico. Distintas plataformas editoriales le ofrecieron a Siqueiros un espacio para publicar textos e imágenes, como Crítica y su suplemento Revista multicolor de los sábados —propiedad de Botana—, así como Contra, Clase y Frente. Raúl González Tuñón, Oliverio Girondo, Berni, entre otros, publicaron distintas notas sobre las premisas de Siqueiros a favor de un arte de masas.
La experiencia en la mansión de Botana involucró apasionadas discusiones con Blanca Luz y su relación terminó en Argentina. Así, el pintor viajó solo a Nueva York a inicios de 1934 en donde expuso en Delphic Studios y, además, publicó “El camino contrarrevolucionario de Rivera” en New Masses, órgano de difusión del Partido Comunista de Estados Unidos de América (PCEUA). Desde una postura del marxismo-leninismo de tipo estalinista, Siqueiros lanzó críticas a las inclinaciones trotskistas y a la técnica pictórica de Rivera, incentivando la famosa polémica entre ambos pintores, la cual alcanzó su punto climático en el Palacio de Bellas Artes en 1935. Diferentes revistas de izquierda del continente americano publicaron las réplicas de los autores, desde New Masses en Estados Unidos, hasta Clave en Argentina, además de las publicaciones mexicanas como El Machete, Frente a frente y Futuro.
A inicios de 1936 Siqueiros regresó a Nueva York como delegado de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) para participar en el Congreso de Artistas Americanos. Meses después estableció y dirigió en dicha ciudad el Experimental Workshop; algunos miembros del taller fueron Jackson Pollock, Clara Mahl, Harold Lehman, George Cox, Luis Arenal, Roberto Berdecio, Jesús Bracho y Antonio Pujol. El taller tuvo la intención de explorar métodos, materiales y tecnologías en la producción artística, siempre en vinculación con la militancia antifascista y en estrecha comunicación con el PCEUA. Destaca el uso de la piroxilina y del accidente controlado como técnica pictórica.
Como muchos otros artistas e intelectuales, Siqueiros viajó a España para hacer frente al avance de las fuerzas de Francisco Franco, incentivado por los intercambios que había tenido con María Teresa León y Rafael Alberti. Si bien su primera intención fue colaborar desde el campo del arte y la propaganda —con apoyo de Josep Renau—, su experiencia militar y las circunstancias de la guerra lo orillaron a combatir con las armas. De ser recluta del Quinto Regimiento, el pintor se convirtió en jefe de brigadas y teniente coronel, combatiendo en los sectores de Toledo, Teruel, Extremadura y El Tajo. Sus campañas militares acabaron en noviembre de 1938, cuando se embarcó de vuelta a México. En medio del contexto bélico contrajo matrimonio con Angélica Arenal, también militante del PCM, quien será su pareja sentimental hasta su muerte.
A su regreso dirigió la elaboración del mural Retrato de la burguesía (1939-1940) en el interior del edificio del Sindicato Mexicano de Electricistas. La obra se creó de manera colaborativa con el llamado Equipo Internacional, conformado por los españoles en exilio Antonio Rodríguez Luna, Miguel Prieto y Josep Renau, y los mexicanos Antonio Pujol, Luis Arenal y el propio Siqueiros. La participación de los últimos tres se suspendió luego de que participaran en el atentado fallido en contra de León Trotsky, quien vivía en Coyoacán. Siqueiros buscó refugio en la zona minera de Jalisco, pero fue encontrado y encerrado nuevamente en Lecumberri. Debido a su historial bélico, la prensa lo empezó a llamar de manera despectiva: “coronelazo”. Un mote que luego reivindicaría y tomaría para el título de sus memorias: Me llamaban el Coronelazo. En aquellos años de militancia, tuvo contacto con otros internacionalistas como Vittorio Vidali, Iosif Grigulevich y Tina Modotti.
Con la gestión de Pablo Neruda, entonces cónsul general de Chile en México, y el apoyo del presidente Manuel Ávila Camacho, Siqueiros pudo salir de la cárcel y viajar al país del poeta. Octavio Reyes Spíndola, embajador de México en Chile, permitió que tanto Siqueiros como Xavier Guerrero pintaran los muros de la Escuela México en Chillán, recientemente construida con apoyo de autoridades mexicanas como muestra de solidaridad ante el terremoto que había destruido la ciudad. Con un equipo conformado por Antonio Quintana, Alipio Jaramillo, Luis Vargas Rosas, Laureano Guevara, Camilo Mori, Gregorio de la Fuente y Erwin Werner, los artistas pintaron Muerte al invasor (1942) en la biblioteca de la escuela. Siqueiros dictó conferencias y se reunió con figuras del campo cultural de la izquierda chilena como Volodia Teitelboim, el joven José Venturelli y Pablo de Rokha. En Multitud, revista dirigida por este último, y también en Forma. Revista de arte, circularon textos e imágenes relativas a la presencia y obra del muralista mexicano en Chile.
Antes de salir de suelo chileno, Siqueiros publicó el manifiesto ¡En la guerra, arte de guerra! y, junto con Berni y Quintana fundaron el Comité Continental de Arte para la Victoria de las Democracias, cuya misión era promover en el continente americano la producción de un arte en contra de las fuerzas del Eje, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Con ese objetivo, Siqueiros viajó posteriormente por Perú, Ecuador, Colombia, Panamá y Cuba, en donde dictó conferencias y se reunió con intelectuales y representantes de Estado. En La Habana se acercó a figuras como Juan Marinello y el propio Fulgencio Batista. Coincidió además con su compatriota Vicente Lombardo Toledano, quien fungía como presidente de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), en la cual Siqueiros insertó el proyecto de su Comité de Arte para la Victoria de las Democracias. La presencia del pintor y sus conferencias aparecieron documentadas en las revistas cubanas Carteles y Ultra, esta última dirigida por el antropólogo Fernando Ortiz. Ante la negativa de las autoridades estadounidenses para otorgarle la visa y consumar su gira con una exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, Siqueiros estuvo en la isla entre abril y diciembre de 1943. Además de un retrato de Marinello, el pintor realizó tres obras de gran formato: El nuevo día de las democracias, Dos cumbres de América: Lincoln y Martí y Alegoría de la igualdad y confraternidad de las razas blanca y negra en Cuba (destruido).
A su retorno a México, el pintor funda el Centro de Arte Realista Moderno y exhibe su obra Cuauhtémoc contra el mito (1944). Posteriormente, los acercamientos con el secretario de Educación Jaime Torres Bodet le permitieron decorar los muros del Palacio de Bellas Artes con Nueva democracia y los tableros laterales con Víctimas de la guerra y Víctima del fascismo. En la antigua aduana de la Ciudad de México empezó el proyecto de Patricios y patricidas, el cual fue postergado por distintas razones. Si bien su interés por la fotografía no era nuevo, en esos años tuvo importantes exploraciones con la cámara, sobre todo a partir de su relación con el colombiano Leo Matiz. Muchas de las fotografías tomadas en ese proceso se plasmarían después en futuros murales; la amistad con Matiz terminó luego de que el fotógrafo acusara de plagio al pintor.
En 1945 publicó No hay más ruta que la nuestra, un compendio de breves artículos con reflexiones sobre algunos pintores y el desarrollo del arte mexicano, que desató futuras polémicas con artistas jóvenes, siendo José Luis Cuevas el más destacado. En esencia, Siqueiros sugiere que, ante la decadencia de la plástica universal, el movimiento pictórico mexicano moderno es el único capaz de materializar un arte público civil de paz:
Un movimiento proclasicista [sic], como el de David a Ingres y como el de Cézanne a Picasso, pero que ha tomado la ruta adecuada, que es la ruta objetiva, aquella que busca el nuevo clasicismo, el nuevo realismo, desiderátum teórico del artista moderno, a través de la reconquista de las formas públicas desaparecidas con la terminación del Renacimiento, en las condiciones sociales y técnicas del mundo democrático […] Sin duda alguna, la única y posible ruta universal para el próximo futuro.
Siqueiros, No hay más ruta que la nuestra, p. 62
Paralelamente, y por iniciativa del joven escultor Federico Silva, funda la revista política 1945, que aparecería al año siguiente como 1946, y dejaría de publicarse. La publicación buscaba la mezcla entre el texto y los carteles, dando una especial preponderancia a la imagen. Estuvo dirigida por un grupo conformado por Siqueiros, Silva, José Revueltas, Enrique Ramírez y Ramírez y Leopoldo Méndez. Colaboraron también Fernando Rosenweiz, Xavier Guerrero, José Chávez Morado, Manuel Álvarez Bravo, Diego Rivera, Orson Welles y González Tuñón. En aquellos años Siqueiros realizó numerosas obras de caballete, las cuales fueron exhibidas en Bellas Artes en 1947, en la exposición “Siqueiros. 70 obras recientes”.
Su consolidación como artista y su cercanía con el régimen político mexicano se expresó en la multiplicidad de proyectos murales que tuvo desde la inmediata posguerra hasta 1960, año en el que fue encarcelado. En 1948 realizó Vida y obra del generalísimo Don Ignacio Allende, mural que quedó inconcluso por las diferencias con Alfredo Campanella, director de la Escuela Universitaria de Bellas Artes de San Miguel de Allende. Volvió al Palacio de Bellas Artes esta vez para pintar Tormento de Cuauhtémoc (1950-1951). Entre 1951 y 1954 elaboró Por una seguridad social completa y para todos los mexicanos en el Hospital de la Raza. Paralelamente se estaba desarrollando el proyecto de Ciudad Universitaria, en el que Siqueiros intervino la Torre de Rectoría con tres obras: El pueblo a la Universidad, la Universidad al pueblo; El derecho a la cultura (o Las fechas en la historia de México); y el inconcluso Nuevo símbolo universitario. En estas obras destaca la incorporación de relieves hechos con mosaicos, lo que denominó como “escultopintura”. En 1957 inició en el Museo Nacional de Historia Del porfirismo a la Revolución pero lo terminaría casi una década después debido a su encarcelamiento entre 1960 y 1964. Finalmente, Siqueiros fue contratado para pintar un mural en el Teatro Jorge Negrete, de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), cuyo título fue El arte escénico en la vida social de México. No obstante, la denuncia política contenida en la obra no coincidía con los intereses de la Asociación, por lo que primero fue tapiado y luego dañado parcialmente. Además, fue parte de las primeras dos comisiones de Pintura Mural, pertenecientes al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA).
En esos años de activa labor artística, Siqueiros mantuvo presencia en el campo editorial. Ilustró, junto con Diego Rivera, el Canto general de Pablo Neruda, libro publicado en 1950 por los Talleres Gráficos de la Nación de México. Un año después publicó Cómo se pinta un mural (1951), libro que incluye premisas pedagógicas sobre el proceso creativo y de producción de un mural, enfatizando en el trabajo colaborativo, en la arquitectura y la integración plástica, así como en la técnica, las herramientas y la materialidad de la obra mural. Un año después fundó Arte Público, proyecto editorial que constó de dos ejemplares de revistas y algunos folletos, publicados entre 1952 y 1956. El subtítulo del proyecto, Tribuna de pintores muralistas, escultores, grabadores y artistas de la estampa en general, indica la intencionalidad de fungir como plataforma de difusión y discusión de ideas estéticas. Tenía el objetivo de reivindicar al movimiento mexicano como expresión de un arte social y comentar los proyectos previos y en desarrollo, como el de Ciudad Universitaria; también incluía textos relacionados con la cinematografía, la literatura y la crítica de arte. Participaron antiguos colaboradores de la revista 1945, tales como Silva, Álvarez Bravo, Guerrero, Rivera o Chávez Morado. También participaron Miguel Covarrubias, Gabriel Figueroa, Alfredo Zalce, Arqueles Vela, Arturo García Bustos, Helena Huertas, Elvira Vargas, Leopoldo Méndez, Rina Lazo, Raquel Tibol, Antonio Rodríguez, entre otros.
En la década de 1950 realizó numerosos viajes, acompañado por Angélica Arenal y, en algunos casos, por su amigo coleccionista el Dr. Alvar Carrillo Gil y su esposa Carmen Tejera. Se desplazó por diferentes países de Europa y otros representativos del tercermundismo, como India, Egipto y la República Popular China, en donde se entrevistó con representantes de Estado. En 1955, recibido por la Academia Soviética del Arte, Siqueiros dio lectura de su Carta abierta a los pintores, escultores y grabadores soviéticos, en la que lanzó críticas al realismo soviético que tildó de mecanizado, impersonal y cosmopolita. A la vez, guiado por su compromiso militante, fungió como presidente del Comité por la Libertad de los Presos Políticos y la Defensa de las Libertades Democráticas y fue invitado a dar conferencias en Venezuela y en la Cuba revolucionaria. Se manifestó en contra de la aprehensión de los dirigentes comunistas Demetrio Vallejo y Dionicio Encina, y denunció la política represiva del presidente Adolfo López Mateos. Esto molestó a la clase política y activó una campaña de desprestigio hacia su persona y movimiento. Siqueiros respondió con la escritura de La historia de una insidia: ¿Quiénes son los traidores a la Patria? (1960), en la cual intenta ilustrar las maniobras de los políticos para desacreditar las luchas sociales del momento.
Las tensiones con el gobierno aumentaron cuando el pintor fue llevado a la Cárcel Preventiva acusado por el delito de disolución social, herramienta utilizada en aquellos años para encerrar a enemigos del régimen, generalmente vinculados a los movimientos sociales. Su estadía en la cárcel se caracterizó por mantener una activa labor artística y militante. Por un lado, pintó obras de caballete y escenografías para obras teatrales montadas al interior de la prisión; por otro, escribió el folleto La trácala: mi réplica a un gobierno fiscal-juez, en el que nuevamente reacciona a las acusaciones políticas en su contra. Además, las numerosas entrevistas que le hizo Julio Scherer García durante el encierro ofrecieron el contenido de su autobiografía. Sentenciado a ocho años de cárcel, el pintor recibió muestras de apoyo y solidaridad de parte de muchas personalidades de todo el mundo. En 1964 obtuvo el indulto del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964), considerando la calidad y el reconocimiento nacional e internacional de su obra artística. Al salir dio continuidad a los trabajos suspendidos, tales como Del porfirismo a la Revolución y Patricios y patricidas.
Desde ese momento, su vida personal, política y artística se desarrolló desde Cuernavaca, Morelos, donde instaló su domicilio y lo que eventualmente llamará La Tallera. Desde ese enorme espacio de producción mural y con el apoyo financiero del empresario español Manuel Suárez, Siqueiros y su equipo de trabajo empieza a trabajar en su último gran proyecto artístico: La marcha de la humanidad en la tierra y hacia el cosmos. En este mural, concebido en un edificio construido en la Ciudad de México ex profeso para dicha obra, resaltan las escultopinturas y la integración con la arquitectura en los muros interiores y exteriores. Hoy se le conoce como Polyforum Cultural Siqueiros.
Por su itinerario artístico y político obtuvo distintos premios y condecoraciones. En 1950, el Museo de Arte Moderno de São Paulo le otorgó el premio en el marco de su participación en la XXV Bienal de Venecia. En 1966 recibió el Premio Nacional de las Artes y el Premio Internacional Lenin por la Paz. El dinero de este último galardón lo ofreció a la República Democrática de Vietnam, en apoyo a la guerra que estaban librando. A su vez, a través de un testamento público donó al patrimonio artístico nacional sus casas de Cuernavaca y Polanco, su obra mural y de caballete, así como su biblioteca y archivo, hoy resguardado en la Sala de Arte Público Siqueiros.
En 1972 coincidió con el presidente de Chile Salvador Allende, quien realizó un viaje a México e inauguró la Escuela Copiapó en Iztapalapa. Con ese motivo Siqueiros pintó para la escuela Paisaje de Copiapó, una obra de gran formato. Luego de visitar distintas ciudades de Europa y de la Unión Soviética, fue diagnosticado con cáncer. Murió en su casa de Cuernavaca el 6 de enero de 1974. Sus restos se encuentran en la Rotonda de los Hombres Ilustres, en la Ciudad de México.
Obra
Bibliográfica
- Los vehículos de la pintura dialéctico-subversiva. Experiencias técnicas del Bloque de Pintores (Sección Los Ángeles), texto mecanografiado, 1932. Disponible en:https://icaa.mfah.org/s/es/item/1238676
- No hay más ruta que la nuestra: Importancia nacional e internacional de la pintura mexicana moderna, México, Talleres Gráficos de la Secretaría de Educación Pública, 1945.
- Cómo se pinta un mural, México, Ediciones Taller Siqueiros, 1951.
- La historia de una insidia: ¿Quiénes son los traidores a la Patria? Mi respuesta, México, Ediciones de Arte Público, 1960.
- La trácala: mi réplica a un gobierno fiscal-juez, México, Ediciones de Arte Público, 1962.
- A un joven pintor mexicano, México, Empresas Editoriales, 1967.
- Esculto-Pintura: Cuarta etapa del muralismo en México, México, ed. Galeria De Arte Misrachi, 1968.
- “La corrupción en el arte”, en Castellanos, Rosario et. al. La corrupción, Colección Los Granes Problemas Nacionales, México, Editorial Nuestro Tiempo, 1969.
- Me llamaban el Coronelazo (memorias), México, Grijalbo, 1977.
Hemerográfica.
- “Tres llamamientos de orientación actual a los pintores y escultores de la nueva generación americana”, en Vida americana: revista norte, centro y sudamericana de vanguardia, n° 1, Barcelona, 1921.
- Con Rivera, Diego; Xavier Guerrero, Fermín; Revueltas, José; Clemento Orozco, Ramón; Alva Guadarrama, Carlos: Mérida, German Cueto, Manifiesto del Sindicato de Obreros Técnicos Pintores y Escultores, Ciudad de México, 1923.
- “Al margen del manifiesto del sindicato de pintores y escultores”, en El Machete, n° 1, marzo de 1924.
- “En el orden burgués reinante hay que buscar la causa de la decadencia arquitectónica contemporánea”, en El Machete, n° 5, mayo de 1924.
- Con Amador, Graciela, “El jurado de los intelectuales enemigo del pueblo”, en El Machete, n° 6, junio de 1924, p. 2.
- “Dos casos de violación al derecho de propiedad”, en El Machete, n° 7, junio de 1924, p. 4.
- “Un llamamiento a los plásticos argentinos”, en Crítica, Buenos Aires, 2/6/1933.
- «Plástica Dialéctico-Subversiva» en Contra, Buenos Aires, n°, julio de 1933.
- “Plástica dialéctica”, Frente, Buenos Aires, n° 2, agosto 1933.
- “Siete Filos”, Revista multicolor de los sábados, Buenos Aires, n° 2, 19/8/1933, p. 7.
- “El XXIII Salón Nacional como expresión social”, en Crítica, Buenos Aires, 20/9/1933.
- “La pintura en el XXIII Salón”, en Crítica, Buenos Aires, 21/9/1933.
- “Hacia la plástica integral por medio de la Revolución”, en Clase n° 1, noviembre 1933.
- “Trópicos”, en Revista multicolor de los sábados, Buenos Aires, no. 18, 9/12/1933, p. 6.
- «Rivera´s counter-Revolutionary road”, en New Masses, New York, 29/5/1934, pp. 16-19.
- “México, cuna de un nuevo arte público… futuro e inevitable substituto mundial del arte privado”, en Multitud, n° 39, Santiago de Chile, 1942.
- “¿Quién donó a Chile la escuela República de México en Chillán?”, en El Mercurio.
- “¡En la guerra, arte de guerra”!, en La Nación, Santiago de Chile, 18/1/1943, pp. 7-8.
- “Curiosa pérdida de la memoria”, en Arte público, México, diciembre 1952.
- “Carta abierta a los pintores, escultores y grabadores soviéticos”, en Excélsior, México, 19/11/1955.
- “Mi experiencia en el muralismo exterior”, en Diorama de la cultura, México, 25/3/1956.
- “Vigencia del movimiento plástico mexicano contemporáneo”, Revista de la Universidad de México, México, Vol. XXI, no. 4, 1966.
Cómo citar esta entrada: Acosta Torres, Oscar A. (2025), “Siqueiros, David ”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.
