IÑIGO CARRERA, Héctor (Buenos Aires, Argentina, 9/8/1905- Vicente López, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 19/3/1968).
Empleado de comercio. Integrante del Partido Socialista y redactor de La Vanguardia. Concejal de la ciudad de Buenos Aires y diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires.
Nació en en la ciudad de Buenos Aires el 9 de agosto de 1905, “en un hogar en el que el tribuno Segundo Iñigo Carrera, tuvo entre otras la virtud de infundir la fe y el amor por su propia militancia” (La Vanguardia, 1969). Su padre, Segundo Iñigo Carrera, fue uno de los primeros organizadores del Sindicato de Empleados de Comercio, militante y orador socialista, varias veces candidato a diputado nacional. Su madre fue Victoria Tomasa Marnoni.
Realizó sus estudios en el Colegio “Cristóbal Colón”, dirigido por el profesor José F. Caamaño. Pero la enfermedad de su padre y la necesidad de contribuir al mantenimiento de su madre y hermanos lo obligó a interrumpir sus estudios formales, para trabajar como empleado de comercio. Sin embargo, continuó su educación como autodidacta: “Mientras cumple la jornada fatigosa de todos los días al lado del mostrador se enriquece de ideas y de conocimientos que le permiten alternar, con idéntica equivalencia, en la tribuna y el periodismo. Asoma ya en él el orador fácil e instruido que habría de llenar luego diez años de historia del concejo deliberante” (Crítica, 1942).
A los 18 años, Héctor Iñigo Carrera fundó con sus hermanos José e Ismael la agrupación juvenil “Esteban Echeverría”, en el barrio porteño de Palermo. A los 21 años integraba el Comité Central de la Confederación Juvenil Socialista. En 1926 se afilió al Partido Socialista (PS), donde destacó como orador. Muy pronto fue elegido miembro del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PS, para el que fue reelegido numerosas veces, e integró junto a Mario Bravo su Comisión de Estatutos. En 1936 se desempeñó interinamente como secretario general del PS y más tarde fue secretario de la Comisión Reformadora del Estatuto partidario. Fue redactor de La Vanguardia durante más de una década.
En 1931, durante la dictadura militar del general José Félix Uriburu, el contenido de sus discursos y artículos lo llevó a la cárcel en la Penitenciaría Nacional. Producido el restablecimiento -parcial y sujeto a fraudes y coacciones- del sistema electoral, fue electo concejal de la ciudad de Buenos Aires en 1932, cargo para el que fue reelecto en 1936 y 1940. Disuelto el Concejo Deliberante fue electo diputado nacional en 1942.
En sus funciones como concejal y diputado se destacó en el estudio de los problemas de los servicios públicos, a partir de sus conocimientos en Derecho Administrativo. Presidió durante algunos años la Comisión de Concesiones del Concejo Deliberante, y durante su desempeño no se otorgó ninguna concesión a empresas privadas.
Inició su trabajo como concejal con un planteo sobre las concesiones de surtidores de nafta en la Capital que tuvo repercusión parlamentaria nacional en 1932, y que recogió en su libro En defensa del petróleo nacional. Pero su acción más destacada como concejal en la llamada “Década Infame” (1930-1943) fue su participación en las interpelaciones y debates contra la Corporación del Transporte (proyecto monopólico de la Empresa Anglo Argentina, de capitales ingleses). Sobre todo, contra la renovación fraudulenta de los contratos de servicios eléctricos de las empresas Compañía Argentina de Electricidad (CADE) y Compañía Ítalo Argentina de Electricidad (CIADE) logrados con el pago de coimas, documentadas en el famoso Informe Rodríguez Conde. También se destacó su acción a favor del contralor de tarifas.
Como concejal participó del Congreso de Municipios realizado en La Habana (Cuba) en 1938, donde fue elegido presidente de la Comisión de Servicios Públicos y Obras Públicas. Allí defendió las autonomías municipales y se pronunció contra las tarifas elevadas de los servicios públicos. Dijo entonces: “el servicio público debe ser factor de bienestar colectivo y no instrumento de despojo”. Por lo tanto, consideraba fundamental “establecer en nuestras conclusiones la conveniencia de orientar la intervención de los poderes públicos —municipios, estados o estado federal— hacia la prestación directa de los servicios públicos. Hemos recogido y analizado en largas y muy meditadas deliberaciones, las interesantes experiencias de exitoso desarrollo que mediante el consorcio municipal cooperativo se vienen operando en diversas comunas de América. Por lo que aconsejamos ese sistema para las pequeñas ciudades del continente, recomendando en cambio, la corporación, o ente autónomo estatal o municipal, a los grandes centros urbanos que después de la expropiación inicien la prestación directa” (discurso pronunciado en sesión plenaria del Congreso Panamericano de Municipios, 1938).
A su regreso manifestó: “¿Es, entonces, el servicio público, cuando se delega la función en el concesionario, un factor de bienestar colectivo o un instrumento de despojo? Tal el interrogante planteado por la delegación de Buenos Aires al que ha contestado el Congreso con resoluciones que implican establecer que el servicio público es para el pueblo y no el pueblo para el servicio público” (discurso en la demostración que se le realizó al regresar de La Habana, en: La Vanguardia, 6/1/39).
En el mismo congreso Iñigo Carrera había presentado otra ponencia, titulada “El municipio y el trabajo humano”, donde ponía la acción municipal al servicio de los trabajadores y habitantes de la ciudad. En ella postulaba: 1) el reconocimiento de la organización gremial; jornada máxima de 8 horas (y 6 para los trabajos insalubres); sábado inglés; salario mínimo; estabilidad y escalafón; vacaciones anuales pagas; indemnización por accidente y asistencia y protección por enfermedad; caja de previsión con representación gremial; comisiones mixtas de control de las comisiones de trabajo; régimen especial para menores de 18 años; 2) exigir a concesionarios y contratistas condiciones no inferiores para su personal; 3) control de condiciones higiénicas y de seguridad en fábricas y talleres; 4) colaboración permanente con las entidades gremiales; 5) bolsa municipal de trabajo y servicio gratuito para desocupados; 6) acceso a los comedores escolares a los niños de obreros en huelga; 7) interrupción de la relación con entidades mercantiles en conflicto o que resistan las condiciones exigidas por los gremios; 8) vivienda adecuada para el servicio doméstico.
En 1941 fue delegado al Congreso de Ciudades, realizado en Santiago de Chile, donde, por su labor interamericana en servicios públicos, recibió el único voto de aplauso por aclamación dado por el congreso. Al regresar de Chile, el Dr. Alcides Greca, destacado jurista, manifestó que su desempeño “ha sido brillante. Es sin duda, un alto valor. Conoce como el que más los problemas vinculados con los servicios públicos” (Crítica, 1942).
Durante su gestión como concejal, se creó por su iniciativa el Comité de Seguridad del Tránsito, del que subsiste la fecha del 10 de junio como consagrada a la educación vial urbana.
Fue autor de la Ordenanza de creación de la Escuela Municipal “Manuel Belgrano” para aprendices de los talleres del Municipio, que funcionó desde 1941, elevando la formación al nivel de la enseñanza teórico-práctica. En el discurso inaugural de esa escuela señaló: “Necesitamos una juventud dotada de aptitudes que en el perfeccionamiento de su oficio, propósito emprendido con cariño y dignidad, aprecie un aspecto importante de su cultura integral. Jóvenes que no se resignen a ser apéndices o esclavos de las maquinarias, situación incompatible con los valores humanos. Jóvenes que superen con su propio esfuerzo la etapa del aprendiz-peón que el sórdido egoísmo de algunos industriales procura mantener. […] Esta escuela, permitirá que el municipio empleador cumpla con elementales deberes de salario para con los jóvenes aprendices actualmente ocupados en sus talleres. La Comuna tendrá aprendices, dedicados a su capacitación teórica para dejar de ser en realidad, peones de menor salario”.
Cuando el gobierno del Dr. Ramón Castillo (1942-1943) clausuró el Concejo Deliberante, el diario Crítica pudo decir: “Iñigo Carrera, como [José Fernando] Penelón, como otros ediles, ha vivido modestamente. Con una reducida dieta que le permitía concurrir a solventar las necesidades de su hogar. Clausurado el Concejo ha vuelto al trabajo. Se desempeña como corredor de comercio y deambula por las calles y los negocios ofreciendo sus artículos en venta, el muchacho que atemorizaba con sus críticas e intervenciones a las empresas más poderosas” (Crítica, 1942).
En 1942 fue electo diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires, donde fue nombrado secretario de la Comisión de Asuntos Municipales de la Cámara de Diputados y de la Comisión Investigadora de la Corporación de Transportes. Cuando el golpe militar del 4 de junio de 1943 interrumpió su mandato, vivió de su trabajo en una Librería y Papelería.
En 1960 volvió a ganar una banca como concejal de la ciudad de Buenos Aires, desde donde defendió los intereses populares y mantuvo su prédica socialista y antiimperialista. Desde esa banca denunció el convenio que el Poder Ejecutivo firmara con la empresa CIADE, y logró que el Concejo Deliberante aprobara la presentación de un recurso de amparo. Y, en 1960, fue autor del primer proyecto de Carta Orgánica propia para el Municipio por vía de reforma constitucional.
En un discurso pronunciado en el Concejo en 1961, durante un homenaje a la Revolución cubana, señaló: “Mis intereses son los de la clase obrera; nací en un hogar obrero; soy hijo de fundadores del Partido Obrero y he procurado honrar con mi escasa capacidad y plena disposición de conciencia ese apellido obrero. Tengo para mí el alto honor de desarrollar mi función como integrante de una clase que es propulsora de la historia” (La Vanguardia, órgano del Partido Socialista Argentino, mayo 1969).
El 30 de mayo de 1960 presentó un proyecto para que la calle Bebedero pasara a llamarse “Sierra Maestra”, fijando el 26 de julio como fecha para realizar la ceremonia; iniciativa que no fue aprobada. Discrepancias políticas y su estado de salud lo llevaron a renunciar a su banca en 1962. Apartado de la militancia política partidaria, concentró sus esfuerzos en los estudios históricos, principalmente del barrio de Belgrano. En 1955 había fundado el “Centro de Estudios Históricos del Pueblo de Belgrano”, que funcionó en el Museo Sarmiento (donde tuvo su sede el Congreso Nacional que federalizó la ciudad de Buenos Aires en 1880) del que fue presidente hasta su muerte. Y formó parte de diversas asociaciones y entidades. Entre otras, fue socio honorario de la Universidad Popular de Belgrano.
Una honda fractura estalló en el Partido Socialista tras el agitado 44° Congreso partidario realizado en Rosario en junio de 1958, en la que se habían conjugado cuestiones generacionales, políticas y personales. Producida la fractura, Íñigo Carrera formó parte —junto a Alfredo Palacios, Alicia Moreau, Carlos Sánchez Viamonte y otros dirigentes del “ala renovadora”— del Partido Socialista Argentino (PSA), mientras otras figuras, como Nicolás Repetto y Américo Ghioldi, quedaron al frente del Partido Socialista Democrático (PSD). En 1961 fundó el Movimiento Socialista Principista que se escindió del PSA luego de una serie de disputas internas.
Después de su muerte, 51 entidades del barrio de Belgrano, a iniciativa de la Asociación de Fomento “Belgrano Centro”, pidieron a las autoridades municipales la designación de una calle del barrio con el nombre de Héctor Iñigo Carrera. Esta iniciativa no se pudo concretar por la existencia de una ordenanza que prohíbe ese tipo de homenaje hasta no haber transcurrido diez años de la muerte (La Gaceta de Belgrano, año II, n° 48).
Héctor Iñigo Carrera fue un consecuente y apasionado militante socialista y antiimperialista. A lo largo de su vida militante se destacó por su denuncia de las vergonzosas concesiones de la CADE y CIADE votadas por Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires en 1936; denunció la prórroga de los contratos lograda con el pago de coimas que permitieron tarifas excesivas, las ganancias clandestinas, las irregularidades contables. Se destacó también por su lucha de décadas contra el pulpo eléctrico de SOFINA, por su defensa del petróleo argentino y de YPF. Fue defensor del municipalismo como institución primaria. Dijo de él el profesor Ítalo Américo Foradori: “Héctor Iñigo Carrera pensó siempre como socialista, sintió como socialista y actuó como socialista”.
En ocasión de su fallecimiento, el diario La Nación, que por cierto no compartía sus posiciones políticas, destacó que “era un hombre hecho de una sola pieza moral (…). Su voz y su conducta hicieron de él un luchador tenaz, guiado siempre por el amor a la cosa pública, y al pueblo mismo, del que venía y por el que trabajó con decisión y elevación de sentimientos. Un alto sentido de la ética política guió su acción” (La Nación 20/3/68).
Obra
- “Régimen de Servicios Públicos”, Buenos Aires.
- “Jubilaciones y pensiones de obreros y empleados de empresas particulares de servicios públicos. Ley 11.110. Reformas necesarias”, Buenos Aires, s/e, 1931.
- (con Adolfo Dickmann y A. Rubinstein), “En defensa del petróleo nacional y por la dignidad de la función pública. El “affaire” de los surtidores de nafta, Buenos Aires, s/e, 1932.
- “Las cargas correlativas en los contratos eléctricos”, Buenos Aires, 1934,
- “Monopolio de atraso y tarifas usurarias”, discurso, Buenos Aires, octubre 1942.
- El miliciano de la Justicia Social, Buenos Aires, La Vanguardia, 1946.
- El engaño de las nacionalizaciones totalitarias. Una estafa al descubierto, Buenos Aires, Gure, 1955.
- “El continuismo económico y la CADE”, Buenos Aires, Comité Ejecutivo del Partido Socialista, 1958.
- El pueblo de Belgrano. Notas y documentos para su historia, Buenos Aires, Centro de Estudios Históricos del Pueblo de Belgrano, 1961.
- Belgrano: Pueblo, ciudad, capital y barrio, Buenos Aires, Centro de Estudios Históricos del Pueblo de Belgrano, 1962.
Cómo citar esta entrada: Iñigo Carrera, Nicolás (2025), “Iñigo Carrera, Héctor”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.