PALAZZO, Juan

Hijo de una familia de inmigrantes italianos, vive con sus padres y su hermano Santiago Palazzo, artista plástico, en un conventillo de la calle Esmeralda a metros de la Avenida Santa Fe, en el centro de Buenos Aires, donde sus padres eran los encargados (“porteros”). Afectado desde su niñez por ataques de broncoespasmos, la vida miserable en el conventillo y la falta de atención médica derivaron en una tuberculosis que acabó con su vida cuando tenía apenas 28 años (según otras fuentes, 23 años).

Formó parte de la bohemia de los artistas y escritores de su generación, también de orientación anarquista: su hermano Santiago Roque Palazzo, el escultor Agustín Riganelli y los plásticos José Arato y Abraham Vigo, círculo al que luego se sumó Guillermo Facio Hebequer y será conocido como “Grupo de Barracas” y luego como “Artistas del Pueblo”. Este grupo estuvo estrechamente vinculado a los pintores del barrio de La Boca, como Santiago Stagnaro y Benito Quinquela Martín. Muchos de ellos se reunían en un conventillo de barrio porteño de Barracas y en el taller de Facio Hebequer de La Rioja 1861, en el barrio porteño de Parque Patricios, donde solían sumarse el músico Juan de Dios Filiberto y los escritores Enrique González Tuñón, Gustavo Riccio y Elías Castelnuovo.

A fines de 1913 Palazzo colaboraba en Nuestro Teatro, la revista que dirigía Santiago Locascio y editaba Bautista Fueyo, con un artículo que pasaba revista de la situación del teatro nacional (“El Teatro Nacional (Críticas oportunas)”, en: Nuestro Teatro nº 7, Buenos Aires, 7/12/1913, pp. 4-6).

Cuando enfermó de gravedad, sus amigos insistieron en internarlo en el Sanatorio Santa María de la localidad de Punilla, en las sierras de Córdoba, aunque Palazzo se resistía, presentiendo que iba a morir solo, lejos de sus afectos. 

Publicó un solo libro, La casa por dentro, que alcanzó a ver impreso antes de morir. Fue costeado por Riganelli, que contribuyó junto con Arato a ilustrar la edición. El tiraje alcanzó apenas los 300 ejemplares, pero recibió buenas críticas. José Gabriel lo reseñó en la revista El Hogar y Carlos Muzio-Sáenz Peña en Nosotros.

Manuel Gálvez escribió en Nosotros cuando supo de su muerte: “Tengo la sensación de que la novela argentina ha perdido tal vez el único hombre capaz de una obra genial”. La casa por dentro fue reeditada en julio de 1923 en la serie de folletos Los Pensadores por iniciativa de Elías Castelnuovo. En 1924 Elías Castelnuovo publicó en su libro Malditos el cuento “Lázaro”, cuyo protagonista —un escritor tísico que malgasta su vida en el periodismo—, inspirado en la figura de Juan Palazzo. En 1929 la sección literaria del diario socialista La Vanguardia reeditaba su relato “Un visitante nocturno” (La Vanguardia, 31/3/1929, suplemento dominical, p. II). Sin embargo, su libro y su nombre cayeron pronto en el olvido. 

En La casa por dentro Palazzo retrataba con cierta dosis de ironía la vida del conventillo porteño, con sus personajes y sus penurias. Uno de esos relatos está consagrado a su hermano Santiago, que había fallecido en 1916 a causa de la misma enfermedad que afectó a Juan. Otro de esos relatos, “Miseria”, fue publicado durante el mes de septiembre de 1921 como folletín en el diario anarquista La Protesta. 

La redacción de este diario recibió desde Cosquín un telegrama informando de la muerte del escritor enviado por Federico Lotti, presidente de la Liga Roja contra la Tuberculosis. Carlos Muzio Sáenz-Peña despidió sus restos en nombre de la revista Nosotros.

Palazzo formó parte del grupo editor de la revista Acción de Arte (Buenos Aires, 1920-1921), junto al crítico Alfredo Chiabra Acosta y el grabador Carlos Giambiagi. Colaboró asimismo en otras revistas de cultura anarquista como Estudios (Rosario, 1914-1917), que dirigieron José Torralbo y Antonio Dopico, y en Nuevos Rumbos. Publicación Moderna (Buenos Aires, 1921-1923).

Sus relatos urbanos han sido revalorizados por la crítica contemporánea. Se lo ha vinculado a los escritores realistas del llamado Grupo de Boedo. Lubrano Zas lo presenta como un “precursor” de los cuentos de Roberto Arlt, Elías Castelnuovo y Roberto Mariani. Otro autores lo han vinculado a la obra narrativa de Fernando Gualtieri, Gustavo Riccio, y José Portogalo. Riganelli dejó una escultura en madera de Juan Palazzo.