BALLESTRINO, Esther (seudónimos: “Teresa”) (Río Negro, Uruguay, 20/01/1918 – Buenos Aires, Argentina, 17-18/12/1977, desaparecida).
Dirigente del febrerismo paraguayo, miembro del Frente Unido de Liberación Nacional (FULNA) y fundadora de las Madres de Plaza de Mayo.
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Reconocida militante política del Cono Sur que repartió su vida entre Uruguay (1918-1932), Paraguay (1932-1947) y Argentina (1947-1977). Pese a que vivió solo 15 años en territorio paraguayo, su figura está más identificada con la historia de ese país debido a que casi la totalidad de los 30 años vividos en la Argentina los dedicó a la lucha contra la dictadura de Stroessner (1954-1989) por la cual nunca pudo regresar al Paraguay.
Hija de Francisco Ballestrino (uruguayo) y de Francisca Roa (paraguaya), matrimonio que se mudó al Paraguay en 1932, poco antes del inicio de la Guerra del Chaco que enfrentó al Paraguay con Bolivia. Esther creció en la ciudad de Encarnación a partir de sus 14 años y allí cursó el primer ciclo del magisterio en la Escuela Normal de Profesores No. 5, que luego continuó ya en la ciudad de Asunción.
Luego de recibirse como maestra normal, se anotó en la Universidad Nacional de Asunción para seguir la carrera de Bioquímica Farmacéutica que finalizó rápidamente. Para entonces, ya era una militante del movimiento febrerista. A principios de la década de 1940 llegó a ser Secretaria General del “Movimiento Femenino de Febrero”. Simultáneamente, entre 1943 y 1944, también fue socia fundadora del Centro de Cultura Paraguaya “General Bernardino Caballero”. En este espacio predominaban partidarios del Partido Colorado, en ese momento alejado del poder, como Juan E. O’Leary, Hipólito Sánchez Quell y Víctor Morínigo, junto a otros pocos intelectuales progresistas como el caso de Rafael Oddone. Este centro editó una revista de posición pro aliada denominada Cultura, la que fue censurada por el Departamento Nacional de Prensa y Propaganda (DENAPRO) de la dictadura militar de Higinio Morínigo (1940-1948).
Otra actividad poco conocida de Esther en la actualidad fue su rol como dirigente gremial de la Unión del Magisterio de la Capital (UMC). Este gremio, golpeado por la represión que siguió a la huelga de 1941, comenzó a renovar a sus dirigentes, la mayoría en prisión o desterrados, y Esther surgió como parte de la sangre joven del gremio. Así es como en 1946 nos encontramos a una joven profesora de 28 años asumiendo como representante del gremio del magisterio en la sub-comisión de “audiciones radiales” del Centro de Estudiantes del Profesorado, presidido entonces por Beatriz Usher.
A todo lo anterior, Esther sumó su participación como secretaria de la Unión Democrática de Mujeres, fundada entre marzo y abril de 1946, donde trabajó junto a Lilia Freis. Sin embargo, toda esta actividad en estado de efervescencia que se desarrollaba a la par de la apertura democrática que la dictadura de Higinio Morínigo se vio obligada a conceder, se clausuró bruscamente a causa del estallido de la guerra civil paraguaya de 1947. Esther, uno de los cuadros políticos femeninos más importantes del país, tuvo que exiliarse primero en la ciudad de Clorinda para después trasladarse a Buenos Aires, donde conoció y se casó con Raimundo Careaga, un paraguayo febrerista exiliado.
En diciembre de 1951, en Buenos Aires, participó de la fundación del Partido Revolucionario Febrerista (PRF), la conversión del movimiento febrerista a partido. Sin embargo, seis meses antes, Esther estuvo a punto de ser expulsada del febrerismo por formar parte de una línea interna conocida como “Bloque Liberación”, más afín a ideas progresistas y que fue tildado por la dirección del movimiento como “problema interno” y “brote anárquico”, además de señalarlos como una “infiltración comunista”. Muchos compañeros que finalmente serían expulsados entre 1953 y 1954, luego pasaron a ser importantes dirigentes del Partido Comunista Paraguayo (PCP), como Miguel Ángel Soler, Ignacio Fernández, Luis Casabianca, Virgilio Bareiro y Carmen Soler, entre otros/as.
Esther priorizó la construcción política y permaneció en el PRF bajo la autoridad de su líder Rafael Franco. Paralelamente fue protagonista de una relación que sesenta años después adquiriría una dimensión importante: en 1953 trabajaba en un laboratorio situado sobre la calle Azcuénaga, casi esquina Santa Fe, y allí fue la jefa de un joven perito químico llamado Jorge Bergoglio, quien era un estudiante seminarista y que muchos años después se convertiría en el Papa Francisco. En el año 2015, Bergoglio declaró que Esther, pese a sus diferencias ideológicas, fue una mujer muy importante en su formación política.
Pese a que ella ya se había adaptado rápidamente a la sociedad argentina, viviendo en una casa del barrio Parque Chas, el Paraguay que debió abandonar por motivos políticos seguía siendo tanto para ella como para su esposo, un horizonte de regreso. Así es que luego de una accidentada conformación en Montevideo, el Frente Unido de Liberación Nacional (FULNA) – conglomerado político-militar de fuerzas antidicatoriales paraguayas que tuvo como fin derrocar a Stroessner por medio de la lucha armada – se refunda en Buenos Aires y Esther Ballestrino fue la representante del febrerismo en esta alianza realizada junto al PCP y algunos liberales y colorados radicalizados. El PCP estuvo representado por un antiguo compañero suyo en el febrerismo: Miguel Ángel Soler, y Fabián Saldivar Villagra como comandante en jefe representando a los militares institucionalistas.
La lucha de guerrillas impulsada por el FULNA fracasó rápidamente, aunque el frente político-militar siguió activo hasta 1963 y formalmente hasta 1965. La actuación de la “Dra. Ballestrino”, como era llamada por muchos compañeros políticos, fue elogiada incluso por el secretario general del PCP Oscar Creydt en las entrevistas que ofreció dos años antes de su muerte en 1985.
Entre 1965 y 1976, las informaciones sobre Esther son más escasas, pero de lo poco que se sabe se desprende que siguió activando políticamente por el cambio en el Paraguay, como por ejemplo cuando en 1972 participó del funeral de José Asunción Flores, ocasión en la que pronunció un discurso del cual se conserva el registro sonoro. O como cuando el 23 de febrero de 1976 fue una de las firmantes de una carta abierta dirigida al dictador Alfredo Stroessner en donde se solicitaba esclarecer el paradero de Miguel Ángel Soler, desaparecido a fines de 1975. Aparte de Esther, la carta también estaba firmada por personalidades de la cultura como los escritores Lincoln Silva, Augusto Roa Bastos, Gabriel Casaccia, Elvio Romero, Juan Bautista Rivarola Matto, Carlos Martinez Gamba, y Herminio Giménez, Oscar Cardozo Ocampo, y el Paí Oliva, entre otros.
Lamentablemente, mientras Esther estaba más pendiente de la situación en el Paraguay, fue golpeada profundamente por un hecho sucedido luego del golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 en la Argentina: en 1977 sus dos yernos, Manuel Carlos Cuevas e Yves Domergue, fueron secuestrados y desaparecidos, y luego una de sus hijas, Ana María Careaga, el día 13 de junio de 1977, con tres meses de embarazo. Luego de interminables averiguaciones y gestiones, en octubre de 1977 fue liberada su hija y se refugiaron primero en Brasil y luego en Suecia.
A partir del secuestro de su hija, Esther se unió al grupo de madres de desaparecidos que en abril de 1977 habían iniciado la construcción de lo que luego sería la hoy reconocida mundialmente Asociación Madres de Plaza de Mayo. Luego de la liberación de su hija y de dejarla a resguardo en Suecia, Esther decidió volver a la Argentina a seguir peleando para la aparición de los hijos e hijas del resto de las madres. En aquellos dos meses, entre octubre y diciembre de 1977, Esther le pidió a su antiguo empleado de la bioquímica, Jorge Bergoglio, que le guarde los libros de su biblioteca. Años después, Bergoglio se los devolvería a sus hijas.
Ya integrada nuevamente a las Madres, fue secuestrada el 8 de diciembre en la Iglesia Santa Cruz, en el barrio porteño de San Cristóbal y enviada a la Escuela de Mecánica de la Armada, uno de los centros clandestinos de detención y torturas más oscuros. Luego de días de torturas, fue sedada y junto a otras compañeras las arrojaron vivas al mar frente a las costas de Santa Teresita. La crónica indica que su cuerpo junto a otros llegó a las costas arrastrado por la marea y fue enterrado como NN en el cementerio de la ciudad cercana de General Lavalle. Los huesos de esos cuerpos fueron recuperados en 1984 en el marco de las causas contra la cúpula militar y en el año 2003 se realizaron nuevas excavaciones llevadas a cabo por el Equipo Argentino de Antropología Forense en el cementerio de Lavalle, donde se descubrieron ocho esqueletos más. Finalmente, el 8 de julio de 2005 se determinó que uno de ellos pertenecía a Esther y el 24 de julio del mismo año sus restos fueron enterrados en el jardín de la Iglesia Santa Cruz.
En el año 2015 se estrenó una película sobre la vida del Papa Francisco en donde la actriz argentina Mercedes Moran interpretó el papel de Esther Ballestrino.
Cómo citar esta entrada: Montero, Mariano Damián (2024), “BALLESTRINO, Esther”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.