GUALTIERI, Fernando

Hijo de Antonio Gualtieri y María Sacco, es el primogénito de otros dos hermanos y tres hermanas. Asistió a la escuela elemental en su pueblo natal, en la Calabria, y a los 12 años emigró a la Argentina. Se instaló en la Ciudad de Buenos Aires en casa de un tío, Dante Sacco, dueño de una imprenta en la que el joven aprendió el oficio de tipógrafo. Su labor de impresor lo vinculó rápidamente al mundo de los escritores anarquistas y no tardó en escribir él mismo sus primeros versos ácratas. 

En 1918 publicó “¡Ushuaia!”, un anatema en verso contra la prisión del sur argentino donde eran enviados los anarquistas detenidos. En abril del año siguiente publicó “Clarinadas” (1919), un segundo libro de poemas exaltando la Revolución Rusa así como a las víctimas de la Semana Trágica, acontenida en enero de ese mismo año en la Ciudad de Buenos Aires. Colaboró con La Voz del Gremio (Mendoza, 1918-1920), el órgano del Sindicato de mozos (camareros).

Entre 1923 y 1924 editó Biblioteca La Palestra. Tribuna libertaria, un quincenario de literatura, crítica y arte donde se publicaron ensayos y obras de ficción de Arturo Capdevila, José Portogalo, Almafuerte, Anatol Gorelik y Enrique Serantoni, entre otros. Publicó abundante literatura anarquista, así como numerosos folletos literarios, en verso y en prosa, de su propia pluma, como “¡Yanquilandia! (Anatema)”, en defensa de los anarquistas ítalo-estadounidenses Sacco y Vanzetti (1923), o “Santa Cruz (anatema)” (1923), sufiendo un allanamiento de la imprenta y prisión en febrero de 1924. Su edición de “El héroe del Pueblo” (1925) fue secuestrada por la policía.

Gualtieri enviaba sus poemarios a los más diversos órganos de la prensa anarquista, que normalmente los reseñaba elogiosamente. Pero el periódico Pampa Libre (General Pico, 1922-1930) reaccionó de este modo al recibir su folleto “¡Yanquilandia!”: “Déjese de versito llorones, que la Pampa necesita brazos y cacúmenes fuertes”.

Si bien Gualtieri sostuvo alguna polémica con Diego Abad de Santillán, mantuvo equidistancia ante los enfrentamientos que se suscitaron en la década de 1920 y comienzos de la siguiente entre La Protesta (Buenos Aires, 1897-2015) y La Antorcha (Buenos Aires, 1921-1932), los dos órganos rivales de la prensa anarquista.

Luego publicó La Voz de los tiempos. Revista para el Pueblo (Buenos Aires, 1927), en codirección con Castro.

En 1929 reunió su obra poética en el libro Versos de amor y de combate, en una edición que podía solicitarse a la administración de La Palestra: Independencia 3537, Buenos Aires. Le dedicó poemas a varias figuras del universo ácrata como Francisco Ferrer, José Scalise y José Domínguez Gómez Rojas. Escribió un soneto en coautoría con otro poeta ítalo-argentino: Gustavo Riccio.

A partir de la década de 1930 sus actividades toman otros rumbos: editó durante 6 años el periódico La voce del Calabrese (Buenos Aires, 1931-1937) y tuvo a su cargo una programa radiofónico: “La hora calabresa”. Fundó y dirigió la Sociedad Savallese y el Centro Calabrés. El gobierno italiano le otorgó la Cruz de Cavalieri de la República Italiana.

En la contratapa de “Clarinadas” anunció: “La semana trágica (monólogo dramático en verso)”, “El lirismo de mis musas (versos amatorios)”, “Rebeldías máximas (versos rebeldes)” y “El libro del amor (cosas íntimas, prosa)”.

El historiador del anarquismo Osvaldo Bayer incluyó el poema “Maldición de un maldito” en la grabación discográfica “Los anarquistas (1901-1906). Marchas y canciones de lucha de los obreros anarquisas argentinos” (1965). El poema era leído por el actor Héctor Alterio.