VÁZQUEZ-GÓMEZ, Adolfo

Periodista y publicista, nacido en El Ferrol en 1869, hijo de Manuel María Vázquez, destacado coronel que actuó durante la Guerra de Cuba. Después de concluir sus estudios de bachillerato en el Instituto Provincial de Lugo, Adolfo inició la carrera militar, abandonándola poco tiempo después.

Se dedicó tempranamente al periodismo, colaborando con órganos de prensa gallegos, portugueses y cubanos (entre ellos, El Regional de Lugo, Galicia Moderna de La Habana y Galicia Liberal de Santiago de Compostela). Partícipe de la abortada intentona revolucionaria republicana de 1886, tomó el camino del exilio, regresando a sus lares natales tres años más tarde al amparo de una amnistía. En 1892 se expatrió luego de una sonada controversia con el Arzobispo compostelano, que se oponía a su pretensión de contraer matrimonio sólo civil.

Llegado a Buenos Aires, continuó su prédica periodística de corte republicano y librepensador, aunque no tardó en radicarse en Montevideo, donde ese mismo año fundó -dirigiéndolo durante cuatro años- el periódico El Intransigente (Montevideo, 1892-1896), al tiempo que se vinculaba con la masonería local y desarrollaba actividades comerciales de diverso género. En 1895 ofrecía sus
servicios en El Defensor del Obrero (Montevideo, 1895):

“Director de la Agencia de la Prensa y del periódico ‘El Intransigente’. Manda telegramas, artículos y correspondencias a la prensa del interior y del exterior. Se encarga de toda clase de comisiones y representaciones mercantiles. Publica avisos en los periódicos, revistas y diarios del país y del extranjero. Tiene depósitos de específicos. Sirve cualquier pedido de libros europeos y americanos. Da informes comerciales en combinación con varias casas respetables. Dispone de personal apto, honrado y activo para cobranzas y para el reparto de publicaciones periódicas, circulares, esquelas, etc.”.

El Defensor del Obrero, 1895.

Ese mismo año, en la Biblioteca de El Intransigente, publicó un folleto titulado «Socialismo y Libre Pensamiento», cuya lectura “necesaria” recomendó el semanario gremial El Obrero Panadero (Montevideo, 1895-1896).

Residió luego en la localidad de Paysandú, donde presidió la Asociación Liberal de Socorros Mutuos y dirigió el periódico El Paysandú.

Colaboró periodísticamente en El Siglo, La Antorcha, El Baluarte, El Liberal, El Socialista (Montevideo, 1889), La Democracia y La Voz del Pueblo (Salto, 1905), al tiempo que produjo varios opúsculos doctrinarios en los que tradujo sus ideas de librepensador y sus propuestas pedagógicas (Nuevos rumbos educacionales, El país del prodigio, La Masonería: su pasado, su presente y su futuro).

Al constituirse el Partido Socialista del Uruguay (PSU), adhirió orgánicamente al mismo, a pesar de las críticas que recibió desde filas liberales

No faltaron republicanos y liberales que se escandalizaban del paso dado por mi. Opinaban que a mi edad correspondía mayor reposo, más serenidad. Aquellas gentes se asustaban del Socialismo […]”.

Se desempeñó en diversos períodos como prosecretario general, secretario del comité de prensa y secretario del comité electoral del Partido. En estos núcleos partidarios también se contaron José Baccino, Alfredo Caramella y Emilio Costa, entre otros.

En 1913 viajó a Lisboa para participar del XVII Congreso Internacional de Libre Pensamiento.

Residió nuevamente en Buenos Aires durante algunos años, donde fue director literario de la revista de cultura gallega Céltiga (Buenos Aires, 1924-1932). En la capital argentina dictó cursos de historia en la Liga de Educación Racionalista.

Falleció en Montevideo en 1950, dejando inclusas dos obras en las que trabajaba: Instrucción pública y popular y una biografía de Pi y Margall.