PAULLIER, Juan

Formado en la Universidad de París, regresó a Uruguay en 1876, desarrollando una intensa labor periodística como redactor de La Razón. Adhirió al Partido Colora­do, representándolo como diputado y senador en diversas legislaturas. Fue miembro de la Liga Liberal.

Mantuvo, frente a la cuestión social, una actitud favorable a los intereses de los asalariados, manifestando en reiteradas oportunidades su convicción sobre la necesidad de atender mediante la ley los problemas que los afectaban. Comisionado para investigar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, en mayo de 1905 realizó una intervención sobre el particular en el seno de la Cámara de Representantes:

“[…] afirmo que hay pobreza, que hay miseria en nuestro país, y que muchas veces esa miseria y esa pobreza, no son por cierto hijas del vicio, sino hijas del desequilibrio económico en que vivimos. Yo he visto, entre otros muchos casos […] en la ciudad de Montevideo, en un cuarto que medía escasamente 4 metros por 5, un padre de familia, trabajador honrado, echado sobre un colchón; he visto a la mujer de ese hombre muriéndose a su lado en el suelo, y una niña de 14 años, que no tenía más vestido que un pedazo de camisa. […] aquellos pobres infelices no eran por cierto viciosos y holgazanes: eran sencillamente desgraciados —diré más—, eran explotados”.

Intervención en Cámara de Representantes, 05/1905.

En similar línea de reflexión, al discutirse en el Parlamento —a fines de ese mismo año— los alcances de la huelga de los barrenderos municipales de Montevideo, expresó:

“No hay que creer […] que esta huelga que se dice nos amenaza, obedece a un espíritu de rebeldía sistemática. No; ella es producida por un gremio de desdichados obreros, cuyos servicios son compensados con sueldos inicuamente bajos y que se ven por ello en situación desesperante. […] No es la rebeldía […] la que se nos presenta: ¡es la miseria, es el hambre que pide justicia!”.

En abril de 1908 al discutirse en la Cámara de Representantes una enmienda al proyecto de ley presentado al término del mandato presidencial de Batlle y Ordoñez por el que se sancionaba la jomada laboral de ocho horas, que suponía habilitar tres horas diarias más en los casos de trabajos extraordinarios, Paullier pasó una circular a todas las sociedades obreras, para cerciorarse si los trabajadores estaban conformes con la propuesta: “Hallándome yo en completo desacuerdo con los que tal cosa pretenden, ruego encarecidamente a esa Sociedad quiera manifestarme por escrito y sin pérdida de tiempo» [su opinión].

No obstante lo inusual de la conducta parlamentaria de Paullier, que suponía renovar las modalidades al uso de la vinculación de los legisladores con la ciudadanía, las respuestas fueron pocas y alguna fuertemente descalificadora para el trámite legislativo; al efecto, la Sociedad de Obreros Varaderos de la Villa del Cerro contestó “sólo por una deferencia a su persona, como estudioso del problema social y como sociólogo”, aunque considerando “la acción parlamentaria” como “completamente inútil para la clase trabajadora”.

Integrante junto a Mateo Magariños Veira y Julio María Sosa de la sub comisión de Legislacion Obrera de la Cámara de Representantes, elaboró un informe para el plenario del cuerpo que fue publicado en 1908 bajo el título «Informe sobre la jorna­da de trabajo. El descanso semanal. Protección de las obreras después del alumbramiento, etc.»

Adscripto a las ideas promovidas por José Batlle y Ordóñez durante su segunda presidencia, Paullier fue tildado de “socialista encubierto”, lo que lo llevó a formular en el curso de un debate parlamentario una suerte de profesión de fe obrerista con deslinde ideológico:

“Yo no soy socialista, yo soy colorado, —si bien es notorio que en muchas cuestiones, en muchas materias pienso como piensan los socialistas; y para los que pudieran creer que hay alguna contradicción entre ser colorado y tener ideas avanzadas, debo declarar que —en cuanto a mí se refiere después de un detenido, de un meditado estudio de ese partido, […] no he encontrado absolutamente en él nada que me impida dar satisfacción a las aspiraciones de mi alma, en materia de libertad, de justicia y de conveniencia social”.

Falleció en Montevideo en 1916.