ARENA, Domingo

Hijo de Francisco Arena, zapatero, y Ana di Lorenzo, ama de casa. Emigró con sus padres y hermanos al Uruguay en 1877, instalándose en el Departamento de Tacuarembó. Luego de trabajar como jornalero, se radica en Montevideo para seguir sus estudios de farmacéutico, y luego de abogado.

Vinculado al Partido Colorado, acompañó a José Batlle y Ordóñez en su prédica y en su acción política desde las columnas del diario El Día, el Parlamento y el Consejo Nacional de Administración.

Orador convincente y polemista agudo, fue el vocero del pensamiento batllista en su formulación más avanzada.

Ideológicamente cercano a un socialismo “sentimental” —como lo calificara con acierto Fernández Saldaña—, sus numerosos editoriales de El Día pautaron una línea de defensa de los asalariados y de sus organizaciones que tuvo eco en las esferas gubernamentales. Ello no obstó para que al asumir la defensa de los agitadores, en plena conflictividad social en junio 1905, se instalara implícitamente una controversia con Batlle y Ordóñez, aunque disimulada por la apelación de éste a un seudónimo para expresar sus ideas. Escribía entonces Arena:

“[…] esos llamados agitadores son los que despiertan al obrero de su letargo, son los que dan vida a sus latentes aspiraciones de mejoramiento, los que señalan el camino que puede llevar al éxito, y los que, en fin, disciplinando las masas, y organizando la resistencia, hacen posible la lucha […]»,

Preocupado por la actuación de los rompehuelgas, reclutados fundamentalmente en los “pueblos de ratas” formados por los desplazados del campo a consecuencia del alambramiento de las estancias, buscó reasentar a éstos en el medio rural, presentando en 1905, junto al diputado Alberto Canessa, un proyecto de ley para establecer una colonia agrícola experimental en una parcela fiscal del Departamento de Tacuarembó, sin lograr sortear el rechazo de la mayoría de la Cámara.

Consecuente con sus preocupaciones sociales, en enero y febrero de 1906 actuó —junto a Joaquín de Salterain— como “mediador amistoso” (“animado de un excelente espíritu en pro de las obreras”) entre el gremio de costureras y los propietarios de roperías, con el objetivo de uniformizar en los registros el precio de las tareas que aquellas cumplían a destajo.

Luego de una intensa actividad política y partidaria, el golpe de Estado de 1933 lo sorprendió en el desempeño de una banca de diputado. Apartado de la política activa, falleció en Montevideo en 1939. Ese mismo año, Claudio García editó su libro Batlle y los problemas sociales del Uruguay, en el que junto a la exégesis del pensamiento del líder colorado, resultaron explícitos los criterios del propio Arena sobre múltiples aspectos del mundo del trabajo.