ZAPATA OLIVELLA, Manuel (seudónimos: Mañe, El coco, el negro Zapata) (Lorica, Bolívar, hoy Córdoba, Colombia 17/03/1920 – Bogotá D.C., Colombia 19/11/2004).
Médico, folclorista, antropólogo de vocación, escritor, investigador y defensor de las culturas populares, actor esporádico, autor de libretos de teatro, intermediario cultural, activista del Club Negro, promotor del mestizaje triétnico. Hoy en día, algunos de sus biógrafos y estudiosos, lo recuerdan como un “intelectual comprometido”, como un “intelectual afrodiaspórico” y como un “hereje intelectual”.
Propulsor de la literatura nacionalista, ensayista, fundador y editor de la revista Letras Nacionales, miembro activo de la Asamblea Nacional Constituyente, orador, conferencista de proyección internacional, profesor invitado a universidades extranjeras y pionero de los estudios afroamericanos. Un vagabundo por autodefinición. En su familia era conocido con los sobrenombres “Mañe” y “El coco”. Durante sus estudios de medicina en la Universidad Nacional de Colombia fue apodado como “el negro Zapata”. Más adelante, a partir de su iniciación en la santería y de su interés por encontrar la “presencia” de África en América Latina, entabló relaciones con intelectuales y activistas afroamericanos que lo llamaron de manera fraterna y cariñosa “Ekobio”.
El padre de Manuel Zapata Olivella, Antonio María Zapata, fue presentado por su hijo, en su novela autobiográfica “¡Levántate Mulato! Por mi raza hablará el espíritu”, como un librepensador de origen samario que llegó a Lorica en 1906 y que contó con el apoyo del general liberal Jesús María Lugo para fundar el Colegio de la Fraternidad y, más adelante, la revista Rojas Garrido. Sus ascendentes más representativos fueron Diógenes Arrieta, José María Rojas Garrido y José María Vargas Vila. Antonio María Zapata fue recordado por sus cercanos como un hombre de avanzada que buscó conducir a las generaciones de Lorica por los senderos de la “ilustración” y de la “libertad del pensamiento” a través de los aportes de los enciclopedistas franceses: Voltaire y Diderot. Por su parte, Edelmira Olivella, la madre de Manuel Zapata Olivella, fue recordada por su hijo como una matrona de la cual aprendió la importancia de la oralidad como vehículo de expresión de los “analfabetas” y “semi-letrados”. Podría decirse que la inclinación humanista de Manuel Zapata Olivella, su creencia en torno a la posibilidad de encontrar en el pensamiento la libertad ontológica, y su vocación autodidacta, devinieron de la influencia de su padre. De su madre heredó, pues, el interés por recorrer el país junto con su hermana Delia Zapata y por conversar con los ancianos de cada región para recoger y sistematizar sus historias orales y locales. De la unión de Antonio María Zapata y de Edelmira Olivella nacerán, entonces, los hermanos Marcos, Neftalí, Antonio María, Virgilio, Edelma, Delia, Juan y Manuel Zapata Olivella. Estos tres últimos hicieron parte de esa generación de estudiantes que en los años cuarenta dejaron sus provincias para continuar sus estudios universitarios en el centro del país, en instituciones como la Universidad Nacional de Colombia. Los tres compartieron la vocación por la danza, la poesía, el teatro, la escultura, la escritura: el arte.
Manuel Zapata Olivella aprendió a leer a los cuatro años de edad. Realizó sus estudios primarios en el Colegio de La Fraternidad que fue creado y dirigido por su padre. Las primeras obras que leyó fueron las de Máximo Gorki, Knut Hamsum y Panait Istrati. En el año de 1938 inició sus primeros estudios en medicina en un premédico ofrecido por la Universidad de Cartagena. En 1940 ingresó a la carrera de medicina en la Universidad Nacional de Colombia. Desde 1943 hasta 1947 interrumpió sus estudios, guiado por el “afán de ser” y de recorrer América Central y gran parte de los Estados Unidos. A esta fase de su vida él mismo la denominó el “vagabundaje” o “vagabundeo”. Después de un sinfín de experiencias de juventud, decidió regresar al país para culminar sus estudios universitarios y, en concreto, su tesis Dialéctica médica, que fue dirigida por el profesor Alfonso Esguerra Gómez (hasta el año 2015 la tesis se encontraba perdida en los archivos de la Biblioteca de la Universidad Nacional de Colombia). Luego de la aceptación de su trabajo de grado por parte del comité evaluador, en el año de 1949, se le practicó el “examen general de grado” que lo habilitó para recibirse como médico de dicha institución. Con respecto a sus inclinaciones por las ciencias sociales, específicamente por el trabajo antropológico, podría decirse que estuvo mediado por su vocación autodidacta. No obstante, es importante destacar que el ejercicio de la medicina le permitió conocer de primera mano y tipificar algunos de los rasgos biológicos y culturales de las comunidades con las cuales entró en contacto.
El año de 1943 fue decisivo para la formación política de Manuel Zapata Olivella debido a su participación en el “Club Negro” con personalidades tales como: Natanael Díaz, Adolfo Mina, Marino Viveros, Delia Zapata Olivella, Helcías Martán Góngora y Víctor Viveros. El denominado “Club Negro” fue creado con motivo del “Día Negro” y tuvo lugar el 20 de julio de ese año en la ciudad de Bogotá. En esa manifestación, estos jóvenes estudiantes de la Universidad Nacional, provenientes del Norte del Cauca y de la Costa Atlántica, lograron la inclusión de algunas de las canciones de artistas norteamericanos como Marion Anderson y Paul Robeson en la Sala de Música de la Universidad Nacional. Al caer la noche, personajes como Natanael Díaz, recitaron la poesía negra de Candelario Obeso y de Jorge Artel. Posteriormente, dedicaron un minuto de silencio para honrar la memoria del intelectual negro George Washington Carver. Finalmente, se dirigieron a la Plaza de Bolívar, donde Adolfo Mina exaltó la labor de Simón Bolívar y a la vez destacó que su obra no fue completa a falta de la liberación total de la gente negra. Según el propio Manuel Zapata Olivella este acto fue leído como un desagravio a la memoria del libertador, razón por la cual fue apresado y conducido a la estación de policía junto con sus compañeros. En 1947 se creó el Centro de Estudios Afrocolombianos, cuyos miembros fundadores fueron, en su gran mayoría, los mismos protagonistas del Club Negro. Este Centro tuvo el propósito de realizar estudios etnológicos, históricos, lingüísticos y culturales acerca de los grupos étnicos y raciales del país. Otra de sus características como personaje activo fue que estuvo presente en los sucesos acontecidos el 9 de abril de 1948; de hecho, según Herbert Braun, la importancia de su literatura (expresada en el libro La Calle 10) y de la de Antonio Osorio Lizarazo fue clave, pues ambos fueron los primeros que historiaron dicho evento. Alrededor de 1949, hizo parte de las Juventudes Comunistas (JUCO). En este periodo de tiempo estuvo involucrado con el movimiento estudiantil, con organizaciones sindicales y con los trabajadores del frenocomio de mujeres de Bogotá. En la década de 1950, algunos investigadores apoyados en la orientación académica del culturalismo norteamericano empezaron a promover la investigación sobre la gente negra de Colombia. En este escenario, Manuel Zapata Olivella y Rogelio Velásquez, de la mano del gran pionero de los estudios afrocolombianos, Aquiles Escalante, plantearon la necesidad de realizar investigaciones sobre la historia, las formas de vida, la identidad, la cultura y las formas de resistencia de la gente negra del país. En 1975, en la ciudad de Bogotá, Manuel Zapata Olivella funda el “Centro de Estudios Afrocolombianos, Movimiento Joven Internacional, José Prudencio Padilla, Cultura Negra e India en Colombia”, cuyo objetivo fue estudiar la presencia de África en Colombia, en aras de lograr una explicación sobre la identidad psíquica y cultural de las poblaciones negras del país. Algunos de los colaboradores y participantes de este proceso fueron: Eduardo Díaz, Amir Smith Córdoba, Amilkar Ayala, Doris García, Nicolás Murillo, Arturo Rodríguez Bobb, entre otros. Poco a poco, Manuel Zapata Olivella fue afianzando sus vínculos y lazos con círculos de intelectuales y personalidades comprometidas con la causa de los pueblos negros no sólo de Colombia, sino también del mundo. Esto lo llevó a liderar, en 1977, el Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas en Cali. Este congreso ha sido registrado como uno de los hechos más importantes en la década de 1970 con respecto a la organización política, social y cultural de las comunidades negras de Colombia. El nacimiento de estos grupos de intelectuales y de procesos organizativos y reivindicativos, tales como El Centro de Estudios Afrocolombianos, La Fundación para la Investigación Folclórica Afrocolombiana, La Fundación Palenque, El Movimiento Nacional de las Negritudes, El Centro para la Investigación de la Cultura Negra, la revista Negritud, el periódico Presencia Negra, La Fundación Cultural Colombia Negra y El Círculo de Estudios de la Problemática de las Comunidades Negras Soweto, jugó un papel muy importante en el proceso de la constituyente de 1991, que se materializó en la Ley 70 de 1993.
Guiado por los impulsos de su juventud, en 1943 Manuel Zapata Olivella emprendió un recorrido por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México y parte de los Estados Unidos. Esta travesía vagabunda ―como él mismo la bautizó― no sólo le permitió conocer de primera mano algo de las condiciones de vida y de las problemáticas de los campesinos, obreros, indígenas y negros de los países que visitó, sino también la construcción de vínculos y conexiones con personalidades que estaban ligadas a algún proceso de agitación social o a alguna actividad artística, literaria o intelectual. Es el caso, por ejemplo, del médico Ortiz Tirado, del escenógrafo Luis Moya y del pintor Diego Rivera en México, así como de Langston Hughes en los Estados Unidos, quien le abrió las puertas de la intelectualidad afro y lo puso en relación con el Renacimiento de Harlem. Las memorias de dicho viaje están plasmadas en su libro Pasión Vagabunda.
En 1952, emprendió vuelo a la China de Mao Tse-Tung con Jorge Zalamea Borda, Diego Montaña Cuéllar y Jorge Gaitán Vieira para participar en la Conferencia de Paz celebrada en Pekín. Estos cuatro personajes dejaron consignadas sus experiencias y recuerdos en diarios de viajeros que fueron aprovechados por los líderes de la izquierda y por la intelectualidad colombiana interesada en la revolución China. Jorge Zalamea, por ejemplo, escribió Reunión en Pekínese mismo año. Diego Montaña, redactó Por los caminos de la paz. De Pekín a Viena en el año de 1953. Jorge Gaitán Vieira China (1952-1955). Y, Manuel Zapata Olivella, China 6 a.m. dos años después del encuentro.
En 1954, junto con su hermana Delia Zapata Olivella, ―a quien cariñosamente sus allegados le decían Yeya― apreció el Ballet Negro dirigido por Katherine Dunhan y ambos decidieron realizar un trabajo similar en Colombia. Surgió, por consiguiente, la idea de crear un conjunto folclórico de danza que integrara las raíces negras e indígenas de sus abuelos. La primera función se realizó en el Teatro Heredia. Más adelante, con el propósito de presentar, difundir y promover el folclor de las costas en otras regiones del país, como es el caso de las grandes ciudades, decidieron llevar la obra al Teatro Colón de Bogotá. No obstante, Fernando Arbeláez, el entonces director del Teatro se negó a autorizar la presentación por considerar que las obras legítimas para ese escenario eran las de ópera. Sin embargo, los hermanos Zapata Olivella convencieron a Fernando Arbeláez de reconsiderar su negativa y lograron presentar la obra en el Teatro. Como consecuencia de tal éxito, realizan una gira por diversas ciudades del territorio nacional y más adelante (no se sabe con exactitud la fecha) son invitados a París con 12 campesinos, en su mayoría “analfabetos” y “semi-letrados”. Estando allá reciben invitaciones para presentarse en otros países de Europa y Asia, como la Unión Soviética, China, Checoslovaquia, Alemania Oriental, Alemania Occidental y España. La gira dura alrededor de dos años.
A partir de 1968 hasta 1971 aproximadamente, pueden rastrearse las primeras invitaciones a Manuel Zapata Olivella por parte de universidades de diferentes países de América Latina, Norteamérica, África y Europa, en condición de conferencista y/o profesor invitado. En este periodo visitó, por ejemplo, la Universidad de Toronto para la cátedra de América Latina y la Universidad de Kansas para la cátedra de literatura latinoamericana. También estuvo en Austin con una conferencia sobre el folclor colombiano. En 1974 se dio su primer contacto con África con motivo de la celebración de un coloquio en Dakar sobre la negritud en América Latina, convocado por el presidente Leopold Sedar Senghor. Este evento reunió a varios escritores, tanto “afros” como “no afros”. Asistieron al mismo personalidades como Asturias y Leopoldo Zea. Durante ese viaje, Manuel Zapata Olivella conoció la Isla de Goré en el Senegal y le solicitó al presidente Senghor autorización para pasar una noche en una antigua factoría donde eran llevados los esclavizados para trasladarlos posteriormente a América. Manuel Zapata Olivella quería vivir algo de la experiencia de sus antepasados y el presidente aceptó esta propuesta, permitiéndole pasar una noche ahí. Los primeros encuentros, coloquios o congresos internacionales sobre temáticas alrededor de lo “negro” y posteriormente lo “afro” datan desde 1963. No obstante, parece ser que Manuel Zapata Olivella empezó a participar en los mismos a partir de 1974, como invitado especial al Coloquio de Dakar, denominado Negritud y América Latina. Este mismo año visitó Bucarest (Rumania) para ofrecer una conferencia denominada “Colonización del Pacífico Colombiano por descendientes africanos”. En 1976 viajó a Canadá para dictar una conferencia titulada “Pobladores Triétnicos en el Caribe Colombiano”.
Sin embargo, podría considerarse que la experiencia en Dakar marcó un hito para la vida política e intelectual de Manuel Zapata Olivella pues, para el año de 1977, se destacó como promotor, organizador y presidente del Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas en la ciudad de Cali (Colombia). Ese mismo año presentó una ponencia en Alburque (Estados Unidos), denominada “El mestizaje en la novela hispanoamericana”. En 1980 asistió en condición de vicepresidente al II Congreso de la Cultura Negra de las Américas auspiciado por la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico y el Centro de Estudios Afro-panameños. Con esa misma responsabilidad, asistió al III Congreso de la Cultura Negra de las Américas en 1983 celebrado Sao Paulo (Brasil). Ese mismo año participó como conferencista en el Encuentro de Pastoral Afro-Americana realizado en Esmeraldas (Ecuador). En 1984 se desempeñó como vicepresidente de la Junta Permanente del I Congreso Internacional Hispánico-Africano de Cultura en Guinea ecuatorial-Bata. En 1985 viajó al Brasil, posiblemente tres o más veces, con los propósitos de participar en el Seminario sobre Cultura Negra y Teología en América Latina”, en la “Primera Muestra Internacional de Literatura Negra y en el seminario Las Sobrevivencias de las Tradiciones Religiosas Africanas en el Caribe en condición de experto delegado por la Unesco. En 1986 es invitado al Simposio Internacional El Apartheid en Sud-África realizado en Austin-Texas. En 1987, en representación de Hispanoamérica, participó como miembro del Comité Internacional Organizador del III Festival Pan Africano de Artes y Culturas- FESPAC realizado en Dakar. Ese mismo año fue delegado a la Conferencia de Negritud e Identidad de las Culturas Negras de América en homenaje a Aimé Cessaire y Leopold Sedar Senghor en Miami-Florida. También asistió a la reunión preparatoria de Libreville para la redacción del Memorial Goré. Fue invitado al V Congreso Internacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios Afro-Asiáticos en Buenos Aires-Argentina. Y, en Brasil, presentó una ponencia denominada “La negritud y la poesía negrista antillana”. En 1988 participó en Cayena (Guayana francesa) con un escrito denominado “León Damas, poeta de América”. En 1989, participó en Barcelona (España) con un escrito llamado “La tradición oral de los wayúu”. En los años noventa, volvió a activar sus preocupaciones y círculos locales con motivo de la realización de su proyecto sobre “La identidad colombiana”. Por esta razón, en 1993 viajó a Montería (Colombia) y en 1994 fue invitado de honor al III Encuentro de Escritores Colombianos celebrado en Santa Marta (Colombia). En 1996 asistió a un encuentro en Chicago sobre Africania Latinoamericana y en Cuba presenta un escrito denominado “Los wayúu en la península de la Guajira preservan la cultura de los taínos”.
Resta decir que en materia de persecución política, en 1943, después de la celebración del Día Negro, Manuel Zapata Olivella y sus compañeros fueron llevados a una estación de policía y tildados por la prensa como “racistas” y “separatistas”. Después de 1949, cuando Manuel Zapata Olivella se graduó de la Universidad Nacional, empezó a ser perseguido por sus ideas y militancia a favor de la “revolución social”. Por esta razón, y rechazando la idea del “autoexilio”, decidió alojarse un tiempo en la Provincia de Valle de Upar (ubicada en la frontera con Venezuela) para salvaguardar su vida y continuar asumiendo, desde ahí, un “puesto de lucha” junto a su pueblo. Otra de las persecuciones se originó a partir de su viaje y participación a la China en 1952 cuando los chinos comunistas empezaron a pensarse la posibilidad de adaptar su modelo de toma del poder a los países del “Tercer Mundo”. Durante la década de 1950 los chinos idearon una política para América Latina que tenía como ejes centrales, primero, la guerra de liberación nacional y, segundo, el Frente Unido interno para lograr establecer gobiernos nacional-democráticos. En ese orden de ideas, la República Popular China desarrolló un programa paralelo para cultivar relaciones amistosas con miembros de los partidos comunistas, organizaciones afines e intelectuales de América Latina: profesores, catedráticos, estudiantes, políticos, periodistas, etc. Manuel Zapata Olivella estuvo presente entre los invitados colombianos. Su participación le significó ser declarado como un “traidor a la patria” por parte del gobierno de militar de Gustavo Rojas Pinilla y la imposibilidad de regresar inmediatamente al país.
Finalmente, en materia de su vida profesional, desde 1960 hasta 1965, Manuel Zapata Olivella se desempeñó como Médico Jefe de la Sección de Educación para la Salud en Bogotá. En 1966 estuvo a cargo de la División de Extensión Cultural del Ministerio de Educación Nacional. Este fue uno de los periodos más productivos como organizador y divulgador de eventos sobre las manifestaciones folclóricas del país. Desde 1997 hasta el 2000 se desempeñó como el Primer Secretario de la Embajada de Colombia ante el Gobierno de Trinidad y Tobago.
Obra
- Tierra Mojada, Bogotá, Ediciones Espiral, 1947
- Pasión Vagabunda, Bogotá, Ediciones Santafé, 1949
- He visto la noche, Bogotá, Ediciones El Liberal, 1952
- Hotel de vagabundos, Bogotá, Ediciones Espiral, 1955
- China, Bogotá, Ediciones S.L.B, 1954
- Cuentos de muerte y libertad, Bogotá, Editorial Iqueima, 1961
- Detrás del rostro, Madrid, Ediciones Aguilar, 1963
- Chambacú, corral de negros, Habana, Casa de las Américas, 1963
- En chimá nace un santo, Barcelona, Editorial Seix-Barral, 1964
- Letras Nacionales, Bogotá, 1965-1985
- Tradición oral y conducta en Córdoba, Bogotá, Incora, 1972
- Caronte liberado, Bogotá, Colcultura, 1972
- El hombre colombiano, Bogotá, Canal Ramírez-Antares, 1974
- El folclor en los puertos de Colombia, Bogotá, Fondo de publicaciones de la Fundación Colombiana de Investigaciones Folclóricas, 1977
- Changó, el gran putas, Bogotá, Editorial Oveja Negra, 1983
- El fusilamiento del diablo, Bogotá, Editorial Plaza & Janés, 1986
- Levántate Mulato, por mi raza hablará mi espíritu, París, Editorial Payot, 1987
- Nuestra voz. Aportes del habla popular latinoamericana al idioma español, Bogotá, Ecoe Ediciones, 1987
- Las claves mágicas de América, Bogotá, Editorial Plaza & Janés, 1989
- Fábulas de Tamalameque, Bogotá, Editorial Rei-Andes Ltda, 1990
- Hemingway, el cazador de la muerte, Bogotá, Arango Editores, 1993
- La rebelión de los genes. El mestizaje americano en la sociedad futura, Bogotá, Altamira Ediciones, 1997.
- El árbol brujo de la libertad, Valle del Cauca, Universidad del Pacífico, 2002.
Cómo citar esta entrada: Martán Tamayo, Lucia (2020), “Zapata Olivella, Manuel”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org