VÁSQUEZ CASTAÑO, Fabio (nombres de guerra: Carlos Villarreal en el Frente José Antonio Galán y Helio en la correspondencia que cruzó con Camilo Torres Restrepo. También se hizo llamar Alejandro) (Calarcá, Quindío, Colombia 1940 – La Habana, Cuba 10/12/2019).
Uno de los fundadores y máximo comandante del Ejército de Liberación Nacional (ELN) hasta mediados de los años setenta, conoció a Fidel Castro y Ernesto Guevara durante su formación en Cuba.
Su papel al frente de esta agrupación insurgente no ha sido suficientemente evaluado por la historiografía colombiana, quizá por ser el único de los miembros fundadores del ELN más longevo. Dos personas cercanas a Fabio Vásquez Castaño convergen en la imagen que tienen sobre su personalidad al definirlo como un hombre carismático, estricto y “fascinante” que alcanzó a tener visos de autoritarismo, pero en todo caso un líder político innato. Esto opinaba el actual comandante máximo del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, y Leonor Esguerra, ex militante de esta guerrilla quien además tuvo una relación sentimental con Fabio Vásquez. A él se le atribuyen varios juicios sumarios contra miembros de la propia organización subversiva que condujeron a la muerte, entre otros, de Víctor Medina Morón, Julio César Cortés y Jaime Arenas Reyes, estudiantes universitarios que se vincularon a esta guerrilla.
Su crianza transcurrió en todo el cordón de poblaciones cafeteras del centro-occidente de Colombia, en especial en Pereira, por lo que encarnaba el tipo ideal del montañero paisa: incansable trabajador, fácil de palabra, sagaz y encantador cuando lo necesitaba. Su padre fue asesinado durante la época conocida como La Violencia, experiencia que quizá incidió en su forma de asumir la política. En cuanto a su familia, se sabe que tuvo dos hermanos más, también militantes del ELN: Manuel y Antonio Vásquez Castaño. Sobre la educación formal que recibió Fabio las versiones son encontradas. Leonor Esguerra recuerda que estudió la primaria en su pueblo, llegando hasta cuarto grado. No obstante, siguió leyendo y cultivándose por su cuenta y luego llegó a ser el encargado de una sucursal del Banco Popular en el Quindío. Milton Hernández por su parte coincide que no tuvo una formación académica rigurosa, aunque afirma que cursó hasta cuarto de bachillerato y amplió sus conocimientos estudiando Comercio en Bogotá y un curso de Bellas Artes, lo que le permitió ejercer de secretario en entidades bancarias, como el First National City Bank. Su hermano Manuel, dirigente de las juventudes del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) le consiguió una beca para cursar estudios universitarios en Cuba y con este propósito viajó en 1962.
A diferencia de sus hermanos y compañeros de vida guerrillera, Fabio no tuvo una vinculación política previa o militancia en alguna agrupación de izquierda o activismo estudiantil. Estando en Cuba hizo parte del grupo de siete jóvenes colombianos que se decidieron a crear una organización insurgente que replicara la experiencia cubana. Por sus dotes y capacidades lideró la creación de la Brigada Pro Liberación José Antonio Galán. A su regreso a Colombia fue encargado del trabajo rural, que se planteó inicialmente en el departamento del Quindío, mientras que Ricardo Lara Parada debía desarrollar su labor en el departamento de Santander. Tras decidir que el foco se instalaría en este último departamento, Fabio lideró la organización militar e ideológica del primero núcleo de combatientes, además de planear la toma de Simacota para el 7 de enero de 1965, primera incursión armada de esta guerrilla. Como jefe máximo del ELN estuvo al tanto de la vinculación del padre Camilo Torres Restrepo con quien se reunión el 3 de julio de 1965 para coordinar su arribo al grupo rural, asimismo, decidió la creación del Frente Camilo Torres Restrepo al mando de Ricardo Lara Parada como homenaje al cura caído en combate en Patio Cemento (Santander). Durante la crisis interna de 1967 lideró una de las tres columnas en que se dividió el Frente José Antonio Galán con el fin de consolidar una retaguardia operacional en el Cerro de los Andes, jurisdicción de San Vicente de Chucurí. Luego de la Operación Anorí (1973) y en el marco de la crisis que generó el aniquilamiento de la columna guerrillera más importante del ELN, Fabio Vásquez Castaño mantuvo el control sobre la organización sin abandonar sus posturas verticales de mando e inició un proceso de reagrupamiento de los núcleos guerrilleros que persistían, dedicando buena parte del primer semestre de 1974 a esta actividad. Convocó a una primera “Asamblea Nacional” efectuada en julio de 1974 en un área rural del municipio Remedios (Antioquia), que terminó convirtiéndose en un juicio militar para los mandos, a quienes Fabio consideraba responsables de los fracasos. En lo rural acusó a “René” y a “Toño Loco” mientras que en lo urbano a “los Bertulfos”.
Estos eran Carlos Uribe, un dirigente obrero petrolero, Armando Montaño, un dirigente estudiantil de medicina y Orlando Romero, estudiante de Filosofía, fusilados porque empezaron a cuestionar la preponderancia de la guerrilla rural y porque, según creía e hizo ver Fabio, fallaron en el apoyo logístico al grupo de Manuel Vásquez Castaño en el cerco a Anorí, siendo indirectamente responsables de su muerte. Al parecer, el cerco que montó el Ejército impidió el auxilio al grupo de los demás hermanos Vásquez Castaño, razón por la que no recibieron ayuda de las unidades a cargo de los “Bertulfos”. Luego de ello, Fabio reubicó las columnas guerrilleras, quedando al mando del primer núcleo ubicado en el área de Segovia (Antioquia).
Como jefe máximo del ELN, Fabio Vásquez ejerció hasta agosto de 1974, año en que salió del país para recuperarse por quebrantos de salud, situación ante la cual los mandos rurales y urbanos que quedaron en el país empezaron a desconocerlo como comandante y miembro del Estado Mayor, debido, entre otras cosas, a las dificultades de comunicación. Los años siguientes a la salida de Fabio Vásquez del país la organización experimentó una crisis de mando durante casi una década, de la cual se llegó a la decisión de retirarlo de la estructura del grupo y considerarlo como un amigo de la misma, previa reflexión acerca de su papel histórico durante los primeros diez años de la agrupación. Como máximo dirigente del ELN fue objeto de persecución y seguimiento de la fuerza pública desde los primeros años de militancia armada. Aunque nunca pudieron apresarlo, los hechos del 26 de junio de 1972 permiten ilustrar la presión de la que fue objeto por parte del Estado. Aquel día, en la quebrada La Inanea, vereda Los Canelos, del municipio de Simití (Bolívar), una patrulla de la contraguerrilla que venía tras del grupo de Fabio logró contactarlo e inició un combate. Allí, el Ejército alcanzó a recuperar su equipo de campaña que tuvo que abandonar para no caer. El “morral de Fabio” como se conoció en la época contenía toda la información compartimentada sobre la Organización Urbana, nombres, fotos, seudónimos de las redes urbanas, sus jefes, apoyos; información diversa sobre los frentes guerrilleros, sus planes, armas, proyecciones; algunas cartas cruzadas entre el Estado Mayor y la ciudad, entre ésta y el trabajo internacional, correspondencia entre las columnas guerrilleras, planes tácticos, operaciones estratégicas. Debido a que la información no se hallaba cifrada, el Ejército desmanteló las redes en Bogotá, Barrancabermeja, Bucaramanga, San Vicente de Chucurí, Aguachica, Ocaña, Cúcuta y Cali.
De la lectura de la información que quedó del archivo que le fue incautado a Fabio Vásquez en aquella ocasión, el historiador Marco Palacios ha señalado cómo se desarrolló el proceso de ingreso al ELN. De acuerdo con este historiador, Vásquez Castaño controlaba un refinado sistema de control personal de cada militante, que iniciaba con la escritura de una autobiografía en la que debía tener en cuenta la clase social de origen, información familiar, “vicios y virtudes”, escolaridad, socialización política e inclinaciones personales. En el morral también se hallaban informes de los responsables políticos urbanos y rurales con un alto grado de detalle acerca de las acciones realizadas, balance de las mismas y, en general, todo tipo de informaciones de los militantes desde lo personal hasta lo político. En el momento en que se desarrolló la Operación Anorí, Fabio Vásquez estaba cerca a la zona de los operativos, aunque logró salir del cerco que tendieron las tropas oficiales. Dentro de la propaganda que se desplegó para conseguir la captura de los jefes más importantes del ELN, se llegó a ofrecer un millón de pesos por el máximo comandante del ELN en tiempos de la muerte de Camilo Torres. Fabio Vásquez Castaño se radicó en Cuba desde hace varios años bajo un aislamiento y hermetismo para los investigadores colombianos que han reconstruido la historia del ELN. Recientemente, en el documental El Evangelio de Camilo del realizador colombiano Diego Briceño se puede apreciar a Fabio Vásquez en Cuba a sus más de setenta años de edad evocando la memoria de Camilo Torres Restrepo junto a unos niños cubanos.
Cómo citar esta entrada: Acevedo Tarazona, Álvaro; Samacá Alonso, Gabriel (2020), “Vásquez Castaño, Fabio”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org