VALIENTE MEDINA, Julio Enrique (San Fernando, Provincia de Colchagua, Chile, 1882- Santiago de Chile, Chile, 14/06/1965).
Obrero tipógrafo, periodista obrero, activo propagandista y editor de literatura libertaria, dueño de la Imprenta Numen (1918-1920), impulsor de Primer Congreso Gráfico (1918); fundador de la Federación de Obreros de Imprenta de Chile (1921), presidente del Círculo de Periodistas Jubilados (1940).
Muchos obreros ilustrados fueron tildados de peligrosos agitadores por el sólo hecho de dedicarse a difundir sus ideas de redención y justicia social a través de las prácticas oratorias o la letra impresa. No se les dio cuartel, siendo perseguidos implacablemente por distintos gobiernos, debiendo no sólo arriesgar su propia integridad, sino también la de sus seres queridos, quienes, tras las reiteradas prisiones del padre del hogar, debían soportar el hambre y la pobreza en una ciudad hostil y carente de espíritu solidario. Julio Enrique Valiente Medina fue uno de estos baluartes en el mundo de la sociabilidad obrera de comienzos del siglo XX en Chile.
Nacido en 1882 en la localidad de San Fernando, de donde era su madre, Carmen Medina Urrutia, casada con Leonardo Valiente, de quien enviuda durante la década de 1890. Julio Valiente creció en las riberas del Río Mapocho, cerca del Parque Forestal, donde su madre logró arrendar una espaciosa casa que servía a la vez de negocio y bodega de almacenamiento. Gracias a los esfuerzos de esta mujer, Julio, su hermana mayor Blanca Rosa y su hermana menor María del Carmen pudieron asistir a una escuela donde aprendieron sus primeras letras. Mientras Blanca Rosa se casó un 22 de octubre de 1896 en Santiago con el joven Anselmo Alejandro Alvarado, Julio Enrique lo hizo en fecha desconocida con Imelia Tapia, con quien tuvo varios hijos: Marta Ofelia (n. 15 de junio de 1902), Markos Ravachol (n. 4 de julio de 1904), Heliodemo (n. 24 de noviembre de 1913) y Amaranto (n. 12 de febrero de 1916 – 27 de julio de 1917).
Siendo niño aún fue testigo del saqueo de Santiago durante la Guerra civil de 1891. La imagen de los seres andrajosos que invadieron la ciudad así como la represión policial le quedarían grabada para toda la vida. Quizás este acontecimiento inicidió en que, entrando a la adolescencia, se acercara a ciertos círculos obreros, donde inició camino hacia el ideal de la época, el anarquismo. Según sus propias palabras, “transcurrieron algunos años, y a medida que iba creciendo y oyendo entre la gente los comentarios de los sucesos que continuaban ocurriendo, pude ir fijando mi atención sobre lo que ocurría a mi alrededor. Pronto pude darme cuenta que el pueblo, la gente trabajadora, como se llamaba entonces, empezaba a formar organizaciones para defender los derechos del pueblo, según la expresión común de la época”.
De esta etapa, recordaría Valiente, cómo pequeños grupos de obreros e intelectuales empezaron a publicar algunos periódicos anarquistas “que siempre se distinguieron por sus ataques a los partidos políticos, caudillos y politiqueros, recomendando la acción directa del pueblo por medio de sus organizaciones gremiales”.
Paralelo a estas inquietudes en el ámbito obrero, el dominio absoluto del clericalismo comenzaba a ser cuestionado públicamente de parte de los grupos anticlericales y librepensadores. Valiente asumió en su conjunto estas señales de los tiempos, y al mismo tiempo que se asumió como librepensador se hizo anarquista.
Fue así como a comienzos del nuevo siglo entró a formar parte de los activos grupos de propaganda ácrata reunidos en torno al gremio de los tipógrafos, en donde ya a fines de 1899 algunos elementos radicalizados como Luis A. Soza Carmona (1875-1940), Manuel J. Montenegro Bruna (1860-1949), Nicolás Rodríguez (1878-1942) y Temístocles Osses Villar (España?, 1878- ¿?) lograron fundar la primera sociedad de resistencia de la región chilena, la Asociación Tipográfica, la que, desde 1901, pasó a llamarse Federación de Obreros de Imprenta (FOI), verdadera protagonista de lo que se conoce como el “primer ciclo huelguístico” en Chile, organizando varios movimientos, el primero de ellos, en febrero de 1901, en la imprenta del periódico radical La Lei.
Por entonces, uno de los periódicos de propaganda anarquista de mayor incidencia fue La Agitación, dirigido por Agustín Saavedra Gómez (1881-1906), obrero cajista prematuramente desaparecido. Teniendo como principal referente este órgano de propaganda, iniciaron una ardua labor que no sólo dio frutos en el gremio de los tipógrafos, sino en el movimiento social de entonces, fundándose numerosas sociedades de resistencia que pronto fueron protagonistas de una serie de movimientos huelguísticos, varios de los cuales terminaron en horribles matanzas, como ocurrió en Valparaíso en mayo de 1903, en Santiago en octubre de 1905, en Antofagasta febrero de 1906 y Santa María de Iquique el 21 de diciembre de 1907.
Por el año 1904, junto a varios obreros anarquistas y librepensadores, Valiente Medina consiguió fundar un grupo de propaganda llamado Centro de Propaganda Anticlerical “Giordano Bruno”, convirtiéndose en su Secretario General. Además de Valiente, destacaban en este espacio el carpintero ácrata Luis A. Pardo Jiménez (1882-1946), el médico libertario Nicolás Orellana, la sombrerera María del Tránsito Caballero (1880-1905) y el librepensador Filidor Segundo Martínez Gajardo.
Hacia 1905, como varios de sus compañeros de ideas, Valiente partió al norte donde prosiguió su labor de propagandista, colaborando en La Agitación, de Estación Dolores. Según recuerdos del mismo Valiente, “a principios de 1905 recibí una información transmitida por algunos compañeros del Norte, por la cual solicitaban la cooperación de un compañero, ojalá joven, que fuera capaz de escribir y compaginar un periódico semanal, ya que había en la región salitrera de Iquique un grupo de compañeros anarquistas entusiastas que estaban dispuestos a financiar un semanario. Sin considerarlo mayormente, puesto que yo me sentía capaz para el cargo y siempre dispuesto para desempeñar tales trabajos, me ofrecí para desempeñar ese puesto. No podía desperdiciar esa oportunidad para dedicarme por entero a una empresa de propaganda. En esa época yo estaba cercano a cumplir 23 años”. (Memorias de Julio Valiente, con epístola de Valiente al historiador Marcelo Segall, 25 enero 1960, International Institute of Social History, Amsterdam, MSR, folder 272).
Valiente no fue sólo pues convenció a su amigo y compañero Francisco Pezoa Astudillo (1882-1944) a que leoacompañara en esta aventura. Fue así como a principios de abril de 1905 partieron los dos ácratas desde la Estación Mapocho con rumbo a Iquique, junto al también compañero Ignacio Mora Avendaño (1884-1911) que había llegado de Iquique con el dinero de los pasajes y de la imprenta. Una vez ya instalados en Estación Dolores —en una habitación puesta a disposición por el compañero Juan Domingo Valdés —, repartían por las noches en periódico La Agitación en las oficinas salitreras, burlando la vigilancia de los serenos que tenían orden de disparar después de las diez de la noche contra cualquier bulto que se observara dentro del campamento. Según Valiente, “sucedió algunas veces que los serenos nos disparaban; pero perdieron sus disparos, porque nosotros corríamos más ligero que las balas”. “Esta treta —recordaría— tuvimos que aprenderla yo y Pezoa para la distribución nocturna de La Agitación, y antes de un mes ya habíamos aprendido a visitar de noche todas las oficinas del cantón de Junín, donde estaban ubicadas las oficinas Hervaska, California, Santa Catalina, San Francisco y otras que no recuerdo. Todos los sábados en la noche partíamos a pie Pezoa y yo, guiándonos por la luz de la luna, cuando había, y a plena oscuridad cuando no, para desviar nuestro camino, aguaitando la tétrica figura del sereno, y desviar nuestra ruta. Nos introducíamos al campamento y con la mayor rapidez metíamos por debajo de las puertas un ejemplar de La Agitación” (Memorias de Julio Valiente, con epístola de Valiente al historiador Marcelo Segall, 25 enero 1960, IISH, Amsterdam, Holanda, MSR, folder 272).
El grupo La Agitación pronto desapareció, pero Valiente y Pezoa continuaron trabajando por la propaganda en el norte. Fue así como al poco tiempo Valiente asumió la dirección del periódico El Pensamiento Obrero, órgano de la Sociedad Internacional Defensora de los Trabajadores de Pozo Almonte. Tras solidarizar con una huelga en Pisagua, Valiente fue apresado y deportado a Tocopilla.
Tiempo después, hacia 1906, asumió como director de El Deber, órgano de la Mancomunal de Chañaral, y desde 1907 lo encontramos en la redacción del periódico El Trabajo, órgano de la Mancomunal de Coquimbo.
Ya de regreso en Santiago, por el año 1908 contribuyó a la edición de El Obrero Gráfico, junto al tipógrafo Elías Borgel Corvalán (1884-1930), y al poco tiempo comenzó a colaborar con el periódico La Protesta, impulsado por el también tipógrafo Luís A. Soza.
Como Borgel, Soza y otros obreros gráficos, Valiente llevaba una doble militancia, tanto en la Unión de Tipógrafos, como en la Federación de Obreros de Imprenta y colaboraba además en una diversidad de entidades culturales. A pesar de ello, las persecuciones no estuvieron ausentes en la vida de este obrero ilustrado. Por entonces se vio involucrado en uno de los primeros procesos contra los “subversivos” conocido el proceso contra “los gráficos”, así llamado porque afectó a varios obreros de este gremio (entre ellos el mismo Luis A. Soza) por la falta de “imprimir folletos y volantes con propaganda social”. Los inculpados quedaron en libertad provisional, gracias a las manifestaciones que se hicieron a su favor.
Hacia 1912 fue encarcelado en el marco del proceso a la Sociedad de Resistencia Oficios Varios como “asociación ilícita”, luego de culpársele de unos estallidos en Santiago. En la ocasión, el fiscal Aspillada solicitó para Valiente y una decena de miembros de dicha Sociedad 20 años de prisión, que finalmente no se hizo efectiva por falta de pruebas.
Desde 1913 colaboró con La Batalla y el Centro de Estudios “Francisco Ferrer”. Durante la agitación y mítines de apoyo a la huelga general desatada por entonces en Valparaíso desde octubre de 1913, Julio E. Valiente nuevamente cayó en prisión. Esta vez por pronunciar discursos contra las autoridades. En la ocasión, poco después de las 8 de la noche, comenzó a congregarse la gente en la Av. Matta entre las calles Arturo Prat y Chiloé, superando las dos mil personas. Alrededor de 15 oradores se manifestaron —según informaba El Mercurio— en “términos injuriosos” para los Ministros de Industria e Interior, el Intendente y el Prefecto de Policía.
La tensión iba en aumento, porque los oradores, haciendo caso omiso de las amonestaciones de los policías que se encontraban en el lugar, lanzaban “frases hirientes contra la dignidad del gobierno y la policía”. Repentinamente, un sargento recibió una puñalada por la espalda. Los comisarios ordenaron a sus hombres despejar la avenida y como los manifestantes no obedecieran, la tropa avanzó al paso de los caballos. La poblada resistió utilizando piedras y palos y según algunas versiones, hasta revólveres. Varios oficiales y guardianes quedaron heridos. Habían quedado detenidos 14 manifestantes, entre ellos el que para las autoridades era el conocido ácrata Julio E. Valiente, quien había pronunciado un discurso “insolente” contra el ministro de industria.
Valiente debió soportar más de dos meses en prisión. En La Batalla, bajo el título de “Prisión Arbitraria del compañero Julio Valiente”, se señalaría:
Julio Valiente es un obrero que robándole horas al reposo noche a noche, ha ido asimilando en la cerámica de su cerebro los conocimientos adquiridos en libros sociológicos, dándose cuenta exacta de por qué el pueblo vegeta en su indigna esclavitud moral y material.Y contemplando en el amplio horizonte de la miseria, que los que todos lo producen yacen por su culpa en el más irritante abandono, les dice en sus oídos al trabajador que despierte; que dé una mirada a su ambiente estudiando su situación, dejando el vicio del alcohol anestésico (…)
La Batalla, Santiago, segunda quincena de diciembre de 1913.
Y por educar socialmente al hijo del trabajo, preparándole una sociedad más moral, he ahí el pago que le da la sociedad actual, la cárcel, el calabozo inmundo, donde debieran estar los que degeneran al pueblo obrero (…)
Hacia 1918, actuando desde el seno de la Unión de Tipógrafos, impulsó el Primer Congreso Gráfico de Chile, desde donde también salió la iniciativa de reorganizar la vieja FOI.
Junto con su brillante desempeño en el ámbito gremial, representó por esos años agitados a esta organización en las multitudinarias Asambleas Obreras de la Alimentación Nacional (AOAN), donde se formó la coordinadora del mismo nombre que luchaba por el abaratamiento del costo de la vida. Valiente junto a su antiguo compañero Francisco Pezoa Astudillo y el mueblista IWW Moisés Montoya Peralta (1887-1957) representaban una triada ácrata de importante presencia en este organismo.
Pero quizás como mejor sabía contribuir a la propaganda Valiente, era a través de la edición de folletos y periódicos. No exageramos cuando decimos que este hombre fue clave para la producción y distribución de las llamadas “lecturas subversivas”, y de ahí su permanente hostigamiento. Esta era su mayor peligrosidad para el poder.
Con muchos esfuerzos, hacia 1918 Valiente había logrado poner en pie un pequeño taller, la Imprenta Numen. Espacio de vital importancia en Santiago para la generación de propaganda libertaria, aunque también en ella se realizaban diversos trabajos mandados a hacer tanto por estudiantes y obreros y entidades ligadas al mundo progresista. En los talleres de Numen se imprimía la revista del mismo nombre a cargo de los estudiantes Santiago Labarca y Juan Egaña, pero además las “subversivas” hojas Verba Roja y Acción Directa, además de otros periódicos sindicales y de propaganda alessandrista. Los distintos grupos ácratas mandaban a imprimir folletos de propaganda a esta imprenta, ya que lejos era la más barata, y Valiente daba facilidades de pago.
Toda esta actividad, estaba contribuyendo a la generación y puesta en circulación de importante cantidad de impresos mal vistos por las autoridades. El caso más sobresaliente fue el de Verba Roja, órgano que a pesar de reiteradas persecuciones continuaba apareciendo por esta imprenta como desafiando al poder. Ello llamó los odios de las autoridades quienes no dudaron en acabar con este foco generador de cultura obrera. La noche del 21 de julio de 1920, en el marco de la movilización chovinista y antiobrera promovida por los sectores conservadores, la imprenta Numen fue atacada por una horda “empatriotecida” que horas antes habían atacado la sede de la Federación de Estudiantes de Chile y quemado sus libros a pocos pasos de La Moneda.
El mismo Juez Soro Barriga ordenó recoger los restos de la imprenta por la policía, como “instrumento de delito de sedición” y secuestrarlos. Poco después, para no devolver la imprenta a su dueño que la reclamaba con insistencia, ordenó procesarlo así como a los directores de la revista del mismo nombre, Labarca y Egaña. Quien era calificado como subversivo de alta monta por las autoridades, Julio E. Valiente, debió soportar entonces la venganza de sus indolentes enemigos: mes y medio incomunicado y cinco detenido. Como su mujer e hijos no tenían qué comer, los obreros de imprenta hicieron varios beneficios a su favor. Ya libre, sin imprenta y económicamente arruinado, debieron pasar varios años para volver a poner otra en pie. Su delito era ser dueño de la imprenta que tanta utilidad daba a la clase obrera de la ciudad.
Precisamente de todo ello fue interrogado el 29 de julio, ante lo cual éste contestaría:
El folleto titulado ‘Por qué somos Anarquistas’ se publicó en mis talleres en la cantidad de 2000 ejemplares a petición de Armando Triviño y aún no me ha pagado su precio; el titulado ‘Ocaso del Capitalismo’ se publicó también en mis talleres en cantidad de mil ejemplares a pedido del señor García Burr, que creo, es corredor de comercio; los demás manuscritos son originales, son modelos a borradores de publicaciones ya hechas en los talleres y los demás libros estaban en el establecimiento pero no han sido publicados en dichos talleres
AHN, Fondo Judicial-Criminal, Santiago, Legajo 1658.
No obstante, estos impresos no eran los más cuestionados por la “justicia”. Desde luego, estaban Verba Roja, Acción Directa y otras hojas de menor tiraje, y más aún, los “Estatutos de la IWW”.
Según sus propias declaraciones:
En el proceso de la IWW estoy declarado reo por haber, como industrial, impreso los estatutos de la IWW, sin conocer su texto. A pesar de que el tal delito no tiene pena aflictiva ni infamante, y ser por consiguiente excarcelable, no se me ha concedido mi libertad bajo fianza. La Corte también confirmó lo obrado. Ahora tengo ofrecida información sumaria para probar mi intachable honorabilidad, y pienso pedir a continuación mi libertad bajo fianza.
En todo el sumario no se me ha interrogado en absoluto sobre la sustentación del sumario, es decir, sobre el dinero peruano. Igual cosa ocurre con todos aquellos de quienes tengo conocimiento.
La Época, Santiago, 8 de noviembre 1920.
Entretanto, mis intereses se han perjudicado en una cantidad que no baja de veinte mil pesos, pues en el asalto de la imprenta se destruyeron dos linotipias y el establecimiento se halla inmovilizado y a la orden del Tribunal ya más de dos meses. Había 20 operarios que hasta hoy no encuentran trabajo.
En sus declaraciones Valiente denunció además haber sido presa de los informes que Evaristo Ríos hacía llegar a la policía, pues, conjuntamente con militar en la FOI y en el Partido Obrero Socialista (POS), las hacía de espía pagado. Dicha denuncia fue apoyada por importantes personalidades del mundo obrero de la época como Juan Gandulfo Guerra (1895-1931) y Santiago Labarca Labarca (1893-1968). Al poco tiempo, dicha denuncia fue comprobada en plenitud y Ríos fue expulsado de ambas colectividades obreras.
Valiente salió en libertad recién a fines de 1920 y para febrero del 1921 ya lo encontramos activo nuevamente, tratando de convertir la Federación de Artes Gráficas de Valparaíso a las influencias libertarias. En septiembre de 1921 participó en el Segundo Congreso Gráfico Nacional, con sede en la ciudad porteña. En la ocasión se acordó crear una federación de carácter nacional bajo los principios de la acción directa. Así nació una de las principales organizaciones anarcosindicalistas desarrolladas en Chile, la Federación de Obreros de Imprenta de Chile (FOIC, 1921-1973).
Sólo hacia 1923, Valiente volvió a conformar un taller propio: la Imprenta Cosmos de “Julio Valiente y Cia. Impresores”, ubicada en calle Tenderini 151, Santiago de Chile. Allí comenzó nuevamente su labor, aunque ya de forma más recatada.
Hacia 1923 editaría por primera vez los Carteles del argentino Rodolfo González Pacheco, donde relataba la experiencia de su gira de propaganda por Chile. Algunos otros títulos editados por esta editorial fueron Vidas Mínimas de José Santos González Vera y Figuras de Agitadores, de Santiago Labarca.
Desconocemos si durante la Dictadura de Ibáñez (1927-1931), Valiente fue expulsado del país o simplemente se replegó. Lo cierto es que terminada ésta, hacia 1932 le vemos actuando en la Acción Revolucionaria Socialista, entidad que al año siguiente confluiría en la fundación del Partido Socialista de Chile.
Por algún motivo que por el momento desconocemos, Valiente no continuó militando en la Unión de Tipógrafos. Y hacia 1940 le vemos alejado de la política, pero como presidente del Círculo de Periodistas Jubilados.
A comienzos de la década de 1960 historiador Marcelo Segall le propuso escribir sus memorias, pero no alcanzaría a terminarlas. Valiente murió en Santiago un 14 de junio de 1965. Su certificado de defunción señala como causal de ésta un coma urénico. No teniendo dónde enterrar sus restos, la familia de uno de sus grandes amigos y compañeros, Luís Alberto Pardo Jiménez, le ofreció un espacio en la bóveda de su familia ubicada en el Patio 60 del Cementerio General.
Cómo citar esta entrada: Lagos Mieres, Manuel Andrés (2020), “Valiente, Julio E.”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org