SOZA CARMONA, Luis Alberto (apodo: El Viejo Soza; seudónimo: Luis de Parias) (Región Metropolitana, Santiago de Chile, Comuna de Ñuñoa, Chile, 1875 – Recoleta, Santiago de Chile, Chile, 26/02/1940).
Obrero tipógrafo, fundador de la Federación de Obreros de Imprenta, iniciador del periódico anarquista La Protesta y administrador de Verba Roja.
Nació en 1875 en Santiago, siendo el menor de cuatro hermanos (Lucía del Carmen, n. 15/12/1856, Marcelino, n. 7/11/1858 y Exequiel, n. 22/7/1868) del matrimonio conformado por Hipólito Soza y Carmen Carmona.
Luis A. Soza Carmona se casó en Recoleta el 6 de junio de 1898 con Adela del Carmen Bello Inostroza con quien tuvo una hija, Emperatriz Soza Bello. Por motivos que desconocemos, enviudó tempranamente, casándose nuevamente el 23 de diciembre de 1905 con Mercedes Kallens Ferrada, con quien tuvo cuatro hijos, entre ellos Orlando y Luis.
Se inició en la adolescencia como aprendiz de tipógrafo, oficio que aprendió a cabalidad, ingresando el 17 de enero de 1892 a la Unión de Tipógrafos, asociación mutual fundada en 1853, a la cual nunca dejó de pertenecer hasta su último suspiro.
Durante los últimos años del siglo XIX, inspirado por el tipógrafo argentino Cupertino Gris que acababa de migrar a Santiago, comenzó a empaparse de ideas libertarias, convirtiéndose en uno de los impulsores de la propaganda anarquista en el seno de la sociedad mutual. Hacia 1899, junto a sus compañeros Manuel J. Montenegro Bruna (1860-1949), Nicolás Rodríguez (1878-1942) y Temístocles Osses Villar (España?, 1878- ¿?), funda la primera entidad sindical con carácter de resistencia conocida en Chile: la Asociación Tipográfica, que desde 1901 pasó a llamarse Federación de Obreros de Imprenta (FOI).
La Federación fue protagonista de lo que se conoce como el “primer ciclo huelguístico” en Chile, organizando varios movimientos, el primero de ellos, en febrero de 1901 en la imprenta del periódico radical La Lei. Como consecuencia, Soza y sus compañeros fueron cesados de su trabajo y encarcelados. Aprendería desde entonces a soportar los sinsabores de una vida militante que lo llevó a permanecer en la memoria obrera en uno de los anarquistas más perseverantes del período heroico. Cuando la FOI se disolvió en el transcurso de la década de 1910, fue Soza quien nuevamente lideró un grupo de 600 obreros para reorganizarla en Santiago, dando inicio a un periodo de agitación y huelgas durante el cual logró la adhesión de numerosos miembros. De ello nos habla el tipógrafo Pedro Nolasco Arratia (1882-1961):
“La juventud presente, que ha conocido a la Federación fuerte y aguerrida, no puede tener una idea de los enormes sacrificios que ha costado llegar a este pie actual de organización. Hace treinta años atrás la Federación tenía alternativas de luchas, triunfos y derrotas, cuyas consecuencias pagaban hombres íntegros como Soza, los cuales eran privados del trabajo por los industriales y privados al amargor, el hambre iba a golpear a las puertas de los humildes hogares de estos hombres incansables que, en cuanto se presentaba otra ocasión, volvían con el mismo entusiasmo a la tarea comenzada. Cuántas veces vi a Soza con una fe de apóstol, lograba reunir a una centena de obreros gráficos para hacerles ver las bondades de la organización, pero los caínes contratistas de la época le malograban su labor, produciendo la confusión y el caos, atemorizando a la gente, pero él con una visión clara del porvenir, continuaba con constancia y persistencia, hasta que un día se agrandó el círculo de los leales, y muchos de los discípulos de estos precursores del gremio, los apoyamos con energía hasta convertir en realidad la idea fundamental de que la Federación tuviera vida regular y continua y fuera capaz de defender con eficiencia los intereses económicos” (Boletín de la Unión de Tipógrafos n° 40, Santiago, enero 1940).
Las sucesivas detenciones y prisiones no menguaron su menguaron su compromiso militante, como lo prueban una serie de periódicos, tanto gremiales, como netamente propagandísticos, en los cuales Soza intervino ocupando algún cargo de relevancia. Un caso notable lconstituyó a comienzos de siglo XX la aparición de La Agitación (Santiago, 1901-1903), uno de los pioneros de la propaganda ácrata en Santiago.
Tiempo después, fue uno de los organizadores y sostenedores de la Universidad Popular (Santiago, 1905-1907), escuela y tribuna donde los días domingo, obreros de diversos gremios y credos bebían ansiosos mientras cultivaban su espíritu. En esta misma línea, años más tarde también estuvo entre los fundadores del Centro de Estudios Sociales “Francisco Ferrer” (1912-1915) y luego de la Casa del Pueblo (1915-1920), entidades que fueron articulando la columna vertebral del anarquismo local. En estos espacios hicieron sus primeras presentaciones los futuros premios nacionales de literatura, Manuel Rojas Sepúlveda (1896-1973) y José Santos González Vera (1897-1970), así como Antonio Acevedo Hernández (Premio Nacional de Arte, Mención Teatro, 1954) y el malogrado poeta José Domingo Gómez Rojas (1896-1920). Acompañando esta pléyade de hombres de letras, estos espacios reunieron en sus filas a destacados dirigentes obreros de formación autodidacta como Julio E. Valiente (1882-1965), Marcial Lisperguer Rosas (1880-1938), Manuel Montano Rojas (1880-1931), Francisco Pezoa Astudillo (1882-1944), Moisés Pascual Prat (Barcelona, 1884-¿?), Isabel Morales (Leda o Chola), Carmen Serrano González (1898-1981), Hortensia Quinio (1891-1915), Teófilo Dúctil Puente (Gijón, 1887-¿?), José Clota Domenech (Barcelona, 1886-Santiago, 1941), Ramón Contreras Vargas (1895-1858), Vicente Amorós Pozo (Cádiz, 1888-¿?), Daniel Antuñano Viana (Lobos, Buenos Aires 1888- Viña del Mar, 1915), Armando Triviño Velasco (1895-1977) y Juan Gandulfo Guerra (1895-1931), entre otros.
Durante el ciclo de persecución a los anarquistas iniciado con la Matanza de Santa María de Iquique (21 de diciembre de 1907), Soza se replegó en gran medida en la Unión de Tipógrafos. También se vinculó a los librepensadores, participando en el Centro “Arte es Vida”. La principal contribución de Soza en este período fue la edición, con fondos propios, del único periódico anarquista que circuló en Santiago durante el periodo represivo de 1908-1910: La Protesta (Santiago, 1908-1912). Haciéndose eco de una antigua tradición del gremio letrado de los tipógrafos así como del “puritano” grupo La Agitación, Soza llamaba desde las páginas de su periódico, a veces con su propio nombre, otras con el seudónimo de “Luis de Parias”, a encontrar vías pacíficas e ilustradas de acción, apelando a los medios “científicos y racionales” de la organización gremial, la educación y la propaganda.
El 21 de diciembre de 1911 estallaron unas bombas en un convento religioso en Santiago y las autoridades responsabilizaron a los anarquistas, iniciando un proceso por “asociación ilícita” a la Sociedad de Resistencia Oficios Varios. Soza, como responsable de la edición de un órgano de propaganda ácrata en la ciudad, fue igualmente detenido y allanado su hogar. En sus descargo señalaría Soza:
“Soy anarquista por cuanto los puntos fundamentales de mis creencias son la supresión de los gobiernos y la supresión de toda propiedad individual y colectiva; pero estimo que se obtendrá la realización de estos puntos fundamentales después de una larga evolución, proscribiendo toda violencia y todo atentado…usando como medio la difusión de las ideas anarquistas y la instrucción del pueblo […]. Profeso el ideal anarquista por ser el que concibe mejor el amor a la humanidad; no creo en religiones[…]. Pienso como mis demás compañeros que el anarquismo de Chile no emplea la vía violenta como en otros países (…) Yo deseo llegar a la realización del ideal anarquista por medios pacíficos” (Archivo Histórico Nacional, Fondo Judicial-Criminal, Santiago, Legajo 1675).
Esta fue la postura que mantuvo a lo largo de sus años de vida, lo que no lo libró de reiteradas prisiones. Hacia julio de 1920, además de militar en la FOI, lo hacía en la Unión de Tipógrafos y en Unión Local de la recientemente organizada Industrial Workers of the World (IWW). En esta última actuó como su secretario estadístico. Además, formó parte del grupo responsable de la edición del periódico de propaganda Verba Roja (donde aparecía como administrador) y colaboraba en los distintos órganos editados por el gremio de obreros de imprenta (Unión Gráfica, Federación de Obreros de Imprenta, La Protesta del Gráfico). También fue parte del Comité Pro Presos y Deportados por Cuestiones Sociales.
En julio de 1920, fue una de las víctimas de la razzia que se llevó a cabo en el marco del llamado “Proceso contra los subversivos”, persecución desarrollada por el gobierno oligárquico de Salvador Sanfuentes ante la agitación social y la arremetida de los sectores medios representados por el candidato presidencial Arturo Alessandri Palma. Esta fue la prisión más larga de Soza, y según sus palabras, la más dolorosa de su vida, pues encontándose gravemente enfermo fue sacado de su cama y conducido a la cárcel, donde debió permanecer más de seis meses: “felizmente, ese gran admirador y amigo, el doctor Juan Gandulfo, que también estaba preso, lo mejoró en la Penitenciaría, y Soza, con su voluntad de hierro, hizo el milagro de entrar enfermo y salir sano de prisión” (Boletín de la Unión de Tipógrafos n° 40, Santiago, enero 1940). Según su propio testimonio:
“Eran los filibusteros que en esos días invadían y saqueaban los hogares de indefensos que confían en un porvenir relativamente feliz para la humanidad.Llevado que fui a la sección de seguridad, se me encerró, estrictamente incomunicado, en un calabozo inmundo donde se me obligó a estar tres días que serán de los más amargos de mi vida […]. —Ud tiene varios procesos en su contra, por desacato a las altas autoridades, unos por sedición y subversión, y además está comprometido en el proceso que se instruyó por el criminal atentado contra el Convento de los Padres Carmelitas Descalzos (año 1912). Sobre este último nos costó mucho hacer ver claramente que ese proceso ya no existía, que eso había tenido lugar varios años atrás, que los inculpados, después de veinte días de cruel prisión, habían sido puestos en libertad incondicional, y que la sentencia del Juez, señor Plaza Ferrand y del fiscal, señor Aspillada, había sido revocado por las Cortes, y el proceso sobreseído por el Juez, señor Franklin de la Barra, seis años después. Con respecto al proceso por desacato, dije que obedecía simplemente a acusaciones antojadizas de pesquisantes que buscaban méritos muy poco honestos, esto lo probó con el veredicto de los jueces que habían conocido de él, los cuales no encontrando mérito alguno para este castigo, me pusieron en libertad incondicional. En el otro por sedición, a propósito de un manifiesto lanzado por el Comité Pro Presos en contra del Congreso Policial de Buenos Aires, reiteré una de mis declaraciones anteriores, en que bien consta que ese Comité era una entidad social compuesta por delegaciones obreras, y que esas delegaciones fueron las que encargaron la redacción del manifiesto a una persona que ya falleció. Sobre estos procesos se pronunció el señor ministro interrogante, diciendo, que no estaban sobreseídos y que, por consiguiente, se imponía una severa investigación.Prosiguió muy interesado en hacerme aparecer como colaborador de la revista Numen, o por lo menos, como participando de la empresa y de los fines que esta perseguía.Sobre el particular, afirmé y sostuve que no tenía participación alguna en esa publicación, hasta que, por fin, hubo de renunciar a que yo declarara afirmativamente sobre las preguntas que él me dirigía” (La Época, Santiago, 9-10 de noviembre de 1920).
La cárcel no amedrentó al Viejo Soza. Continuó colaborando con el grupo Verba Roja, ocupando cargos de relevancia en la redacción y administración. En el ámbito gremial, ya en septiembre de 1921 participó en el Segundo Congreso Gráfico Nacional, con sede en Valparaíso. En la ocasión se acordó crear una federación de carácter nacional bajo los principios de la acción directa. Así nació una de las principales organizaciones anarcosindicalistas desarrolladas en este país, la Federación de Obreros de Imprenta de Chile (FOIC, 1921-1973). Si bien esta entidad nació como “sindicalista pura”, ya en 1923, en el Congreso de Temuco, se definió como sindicalista libertaria, siendo hegemonizada por los anarquistas hasta los años 30’, con Pedro Nolasco Arratia a la cabeza.
En 1928, durante la dictadura de Ibáñez, Soza fue confinado cuatro meses a la Isla de Más Afuera, donde sufriría lo indecible recordando a sus hijos abandonados, por cuanto no tenían otro sostén que él, pues hacía años estaba viudo.
El 12 de agosto de 1932 un grupo de estudiantes acompañados de algunos trabajadores de imprenta se tomaron la casa central de la Universidad de Chile en protesta contra el régimen (Gobierno de Dávila). Este último calificó la acción de una intentona comunista-anárquica y respondió con la utilización de la fuerza pública, que fue repelida a balazos desde el interior de la casa. Hubo cuatro muertos y varios detenidos, entre ellos, el Viejo Soza y sus dos hijos, Luis y Orlando.
Su actuación en el gremio gráfico durante sus últimos años permite suponer que Soza se alejó de las ideas anarquistas, sobre todo en lo que concierne a las leyes del Estado. Como impulsor de la “Ley de Previsión para los gráficos de obra de Chile” (aprobada recién en 1948, 8 años después de su muerte y 16 desde su presentación), Soza fue declarado socio Benemérito de la familia gráfica. De aquellos tiempos se le recuerda por la manera “sobria, precisa y documentada, como en cada reunión gremial, el viejo Soza, con su cartapacio debajo del brazo, planteada ‘su’ proyecto de Ley”. Su voz entonces era guillotinada por la prédica contundente del Mesías de la época: “nada con la ley ni con el Estado”, pero aun así Soza supo hacer entender de la trascendencia de dicho acto para las futuras generaciones (Redención. Órgano oficial del Sindicato de la Industria Gráfica de Santiago, agosto 1948).
Murió en Santiago un 26 de febrero de 1940. La Unión de Tipógrafos enterró sus restos en el Mausoleo n° 1 del Cementerio General de Santiago.
Cómo citar esta entrada: Lagos Mieres, Manuel Andrés (2020), “Soza, Luis Alberto”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org