ŠKARNIĆ HARAŠIĆ, Mate. (Matska. Milna, Dalmacia/Croacia (Imperio Austro-Húngaro), 21/06/1881 – Santiago de Chile, Región Metropolitana de Santiago/Chile, 23/06/1953)
Socialista, librepensador y masón de origen croata, activo en Tupiza (Bolivia) y Antofagasta (Chile). Fundador y presidente del directorio de la Unión Obrera 1° de Mayo de Tupiza. Editor y redactor de su órgano de prensa, La Autora Social (1905-1907) y otros periódicos de izquierdas y comerciales de Bolivia. Dueño de la Imprenta Skarnic, editor de libros y editor y redactor de periódicos como Luz y Verdad, Pokret y El Abecé de Antofagasta. Presidente de la Sociedad Eslava de Socorros Mutuos de la misma ciudad y militante de la causa eslava.
Mate Škarnić Harašić o Mateo Skarnic Harasic nació el 21 de junio de 1881 en Milna, ciudad pesquera de la isla de Brač, Croacia (en ese entonces, bajo el dominio del Imperio Austro-Húngaro). Hijo de Petar (Pedro) Skarnic y de Ivanica (Juana) Harasic (Prontuario n° 225 Mateo Skarnic Harasic, 24/04/1918) –su abuelo se llamaba como él, Mate o Mateo–, en 1895 emigró a Sudamérica y se afincó en Iquique, ciudad-puerto del norte de Chile que contaba con una importante comunidad croata. Allí, de hecho, había residido su padre hasta 1889, año en que falleció de tisis, y vivían otros parientes que lo acogieron.
En Iquique aprendió castellano y cursó sus estudios secundarios, obteniendo el título de Contador General (Mataic Pavicic, 1998, p. 166). “Su primer trabajo lo tuvo con sus tíos [Antonio] y Alfredo Savi Barbatina y Carolina Skarnic de Savi, quienes habían contraído matrimonio (…) en 1891. Alfredo Savi ya vivía en este puerto en 1883, (…) fabricaba soda y refrescos, aunque más adelante tuvo patente de licores y pastelería” (Romo Sánchez, 2016, p. 3). Sin poder comprobarlo, quizás haya sido en esa ciudad donde por primera vez tomó contacto con las ideas sociales, en particular, el mutualismo difundido por la comunidad croata: “Los croatas formaron una serie de organizaciones societarias y culturales en el norte chileno. La más trascendente de éstas fue la ‘Sociedad Eslava de Socorros Mutuos’ (‘Slavjansko Pripomocno Drustvo’) de Antofagasta fundada el 11 de abril de 1894. Sus organizadores fueron en su mayoría originarios de la isla [de] Brac” (Obilinovic Arrate, 2014, p. 11).
A finales del siglo XIX, Skarnic emigró a la pequeña localidad de Cliza, ubicada en el Valle Alto del departamento de Cochabamba, Bolivia. Allí trabajó junto a sus tíos en el negocio de destilación de alcoholes que habían montado. Tras abandonar esta empresa, se trasladó a Oruro y luego a Challapata, capital y pueblo del departamento de Oruro, donde Alfredo Savi y su esposa instalaron una fábrica de cerveza y destilación de alcoholes. Dos años más tarde, independizado de sus tíos, Skarnic volvió a Oruro para emplearse en la fábrica de cigarrillos de la que era dueño su primo Ernesto Civran. Poco después se fue a Huanuni y se hizo cargo de una casa compradora de metales, propiedad de Mardešić i Lučić. Luego de permanecer dos años en este poblado minero orureño, se instaló en la ciudad ferroviaria de Uyuni, departamento de Potosí donde trabajó en la casa comercial de Natalio Orlandini (Romo Sánchez, 2016, p. 4), posiblemente otro croata quien, junto a Ricardo Martínez V. parece haber tenido simpatías liberales (“Voto de adhesión”, El Diario, La Paz, 06/12/1904).
Según la documentación presentada por Skarnic ante la Junta Municipal de Tupiza, se habría radicado en dicha ciudad del sur boliviano a fines de abril de 1901, aunque debe haber permanecido en esa junto a su primo Ernesto Civran sólo por algún tiempo para luego afincarse allí de modo permanente (Honorable Junta Municipal de Tupiza, actas del 03/01/1906). De hecho, una carta remitida a Juraj Biankini, sacerdote católico y editor del periódico independiente croata Narodni List (Hoja Popular) de Zadar, corrobora que en julio de 1903 se encontraba todavía en Uyuni. En dicha correspondencia Skarnic se reconoce como integrante del “asentamiento croata dálmata de Uyuni”, el mismo que colabora con una suma de dinero remitida a “los miembros, huérfanos, necesitados y heridos en la lucha contra el gobierno del ladrón de marca Ban Khuen Hedervar”. La ayuda encaminada al “pueblo croata”, la caracterización del primer ministro de Hungría y el juego de oposición que plantea a continuación en la carta entre el abogado nacionalista de derechas Mile Starčević y Biankini (a quien Skarnic retrata sacrificándose “incansablemente por nuestra querida patria”), muestran un concepto de independencia con base popular, quizás de corte radical, esbozado por él en esta temprana etapa (Carta de Mate Škarnić a Juraj Bianikini, Uyuni, 31/07/1903, en Radovi Zavoda Jugoslavenske akademije znanosti i umjetnosti u Zadru, vol. 26, 1979, p. 329; “Juraj Biankini uređivao je Narodni list 48 godina”, Narodni List, Zadar, 03/03/2017).
Ya en Tupiza, pujante capital de la provincia de Sud Chichas, departamento de Potosí, Skarnic se ganaba la vida administrando la cantina del Club 27 de Octubre. Socio activo de este selecto cenáculo integrado por los hombres “respetables” de Tupiza y Santiago de Cotagaita (capital de la provincia de Nor Chichas) (Limbert Jerez, “Fugitivos retazos que agitan la vida de nuestra historia”, Sureño. Suplemento “Los Chichas”, Tupiza, 21/10/2019), aquí, en connivencia con otro prominente socio, el argentino Federico C. Martínez, debe haber surgido el germen de la que a partir del 6 de mayo de 1905 será la Unión Obrera 1° de Mayo, “centro independiente” constituido por un grupo de artesanos y “entusiastas jóvenes” tras haber conmemorado por segunda vez en territorio boliviano el 1° de Mayo (la primera había sido en La Paz, en 1903). También, allí se estructurará el núcleo opositor a esta unión obrera (Margarucci, 2021) que en sus comienzos mostró una prédica fundamentalmente mutualista según lo que se desprende de su primer manifiesto editado a finales de mes y reproducido por La Protesta de Buenos Aires en junio (“Exterior. Bolivia”, La Protesta, Buenos Aires, 20/06/1905).
Entre mayo de 1905 y febrero de 1907 Skarnic fue presidente del directorio de la unión obrera de esa ciudad, además de editor y asiduo redactor de su órgano de prensa. Durante 1906 compartió ese cuerpo directivo junto a otros artesanos e intelectuales de la ciudad: Guillermo Gutiérrez, vicepresidente, Cesáreo Velásquez, tesorero, Nicolás Flavio Tejerina, primer secretario, Luis Vargas, segundo secretario, los vocales titulares Félix Oviedo Garzón , Nicanor Varela Gonzáles , Gregorio Vargas, Casiano Ustares, Bruno Mendoza, y los vocales suplentes Pedro Segundo Arraya, Gregorio Pinto y Ángel Vaca (“Cambio del Directorio”, La Aurora Social, Tupiza, 15/06/1906).
Durante su primer año de vida, la unión obrera desarrolló una intensa actividad con el fin de montar el local social que alquilaba en la calle Chorolque 95 y 97 de Tupiza. Los gastos eran parcialmente financiados con el dinero reunido de las cuotas de asociación, pagadas de forma adelantada o mes a mes por los socios, que rondaban los 50 centavos. Hombre de una buena posición económica, Mateo Skarnic sufragaba otra parte de los desembolsos con préstamos o adelantos (en junio de 1906 llevaba 40 bolivianos con 90 centavos adelantados), cuya contabilidad llevaba él mismo (Pagaré cancelado a Mateo Skarnic, Tupiza, 16/06/1906).
En este año el croata parece haber concentrado sus actividades en la Junta Municipal de Tupiza. En las sesiones que ésta mantenía periódicamente, realizó diversas propuestas a título individual (por ejemplo, la del decorado de la Escuela Sucre o la colocación de placas para la inscripción y numeración de casas y calles de la ciudad) o como presidente del directorio de la Unión Obrera (por ejemplo, la aprobación de sus estatutos) (Honorable Junta Municipal de Tupiza, actas del 06/05/1905, 27/05/1905 y 06/11/1905).
Una de las pocas actividades públicas de las que ésta participó en 1905 fueron las elecciones del 10 de diciembre, destinadas a elegir a los munícipes suplentes que actuarían en el seno de dicha junta durante 1906. “La única lista que se ha presentado ha sido la de la Unión Obrera, compuesta de los Sres. Ramón Rodríguez, Manuel R. Torres, Juan Acuña y Mateo Skarnic, los tres primeros de filiación política liberal y el último extranjero”, comunicó el subprefecto de Sud Chichas Eduardo Subieta al prefecto de Potosí.
La lista de coalición ganó las elecciones, pero la candidatura de Skarnic fue impugnada por el subprefecto, quien según adujo no cumplía con la condición legal de residencia fija en la provincia por el mínimo de cuatro años. En verdad, como dejaba entrever en la comunicación con su superior, las razones eran otras y tenían que ver con “el origen y las tendencias de la Sociedad Obrera” sobre las que, alarmado, venía ya advirtiendo desde mayo (Oficio de Eduardo Subieta al prefecto de Potosí, Tupiza, 15 de diciembre de 1905).
La comisión ad hoc creada entre las autoridades de la Junta Municipal de Tupiza fue de la misma opinión que el subprefecto, pese a la relación previa que Skarnic mantenía con ésta y las pruebas presentadas en la sesión del 3 de enero de 1906 con las que intentó documentar su llegada a Tupiza en abril de 1901. Tampoco colaboraron para revertir la decisión de los munícipes, los “términos irrespetuosos en que se ha manifestado la barra, compuesta de algunos artesanos traídos a este acto por don Mateo Skarnic, a quien se llamó al orden por la presidencia en el curso de la discusión”, ni los reclamos que éste realizara señalando la irregularidad de las elecciones y la ilegalidad del acuerdo en su contra (Honorable Junta Municipal de Tupiza, actas del 30/12/1905 y 03/01/1906). Según el boletín oficial, las elecciones fueron finalmente invalidadas “por no haber obtenido los candidatos el número legal de sufragios” (“Poder ejecutivo”, El Estado, La Paz, 17/06/1906).
Todo parecería indicar que la suma de obstáculos que la agrupación debió enfrentar en 1905 motivó su decisión de virar de rumbo. O al menos de tomar en lo sucesivo varios caminos paralelos, lo cual explica el carácter que adquirió en 1906 un nuevo 1° de Mayo, fecha en la que la Unión Obrera 1° de Mayo festejó su primer aniversario y “la universal ‘Fiesta del Trabajo’” con un programa que duró tres días.
La noche del 29 de abril se realizó una concurrida función teatral que puso en escena “tres piezas de jénero socialista, todas ellas copia fiel de la actual degeneración social” (Réporter, “La Fiesta del Trabajo”, La Aurora Social, Tupiza, 15/06/1906): dos comedias en un acto tituladas La hija del fiscal de Máximo Kegel (1904), El retorno de F. Grundmann (1903) y el drama Los nuevos parias de Pablo Gent (1904) (“El socialismo en Tupiza. Fiestas realizadas. Algunos puntos del programa”, El Tiempo, Potosí, 13/05/1906). Las tres, obras teatrales traducidas del alemán y editadas en Buenos Aires como parte de la Biblioteca de La Vanguardia, probablemente arribadas al sur boliviano a lomo de mula desde algún centro socialista del noroeste argentino. Luego de la función, la conmemoración prosiguió durante los días 1 y 2 de mayo, con la lectura en sesión pública de la “Memoria Anual” de la entidad, la toma de posesión del directorio entrante, una manifestación que recorrió las principales calles de la ciudad, palabras a cargo de sus socios y el presidente reelecto Mateo Skarnic quien dictó una conferencia titulada “La desigualdad social”, pirotecnia, música interpretada por la banda popular y platos típicos (Réporter, “La Fiesta del Trabajo”, La Aurora Social, Tupiza, 15/06/1906).
Ese mismo 1° de Mayo apareció el órgano de prensa de la de la unión obrera La Aurora Social (1906-1907). En su portada hay dos artículos centrales que muestran para 1906 la progresiva radicalización del discurso y la praxis de la asociación. El primero, firmado por Mateo Skarnic (“M.S.”), se titula precisamente “1° de mayo”. Allí, con gran conocimiento de causa, detalla la historia y el significado de esta fecha a nivel mundial vinculándola a la “reclamación de la jornada de 8 horas”, en aquella que constituye la primera mención de las ocho horas hasta el momento conocida en la prensa obrera boliviana. Su relato recorre una serie de eventos protagonizados por la clase trabajadora de distintas geografías –Australia, Alemania, Estados Unidos, Francia y Bélgica– para finalmente llegar en 1905 a Tupiza (M.S., “1° de Mayo”, La Aurora Social, Tupiza, 01/05/1906). El segundo artículo reproduce su programa. Un programa radical que desborda los límites político-ideológicos del mutualismo expresados en el manifiesto de 1905, lo cual no implicaba desconocer los objetivos planteados en él, sino amalgamarlos con los principios entre socialistas y anarquistas que empezaba a reivindicar pública y colectivamente la unión obrera (La Redacción, “Nuestro programa”, La Aurora Social, Tupiza, 01/05/1906).
La relevancia de la constitución de la Unión Obrera 1° de Mayo debe entenderse en contexto, el cual “Matska” (acrónimo de Mateo Skarnic) recrea muy bien en otro artículo del primer número de La Aurora Social:
Hasta hoy, en Bolivia, el proletariado no dio muestras de su despertar. Indiferente á los progresos realizados por sus hermanos de allende los mares y fronteras (…) ha permanecido estacionado, a causa de su poco ó ningún espíritu de asociación. De religión, de revoluciones, de todo se ha ocupado, menos de agruparse y hacer efectivos y reales sus sagrados derechos.
Este indiferentismo ha sido causa de que se crea y se diga: en Bolivia no puede existir el Socialismo, […] dado el motivo de no existir fábricas, talleres, etc. Parece que los que tal afirman, no hubieran dirigido sus miradas á los minerales, á la clase indíjena (sic) y á los llamados “pongos”.
Es decir, con la aparición de la entidad tupiceña, algo fundamental había cambiado. “El grito ha sido lanzado […] y el eco, la idea ha repercutido, haciéndose solidaria en La Paz, por las Sociedades ‘Agustín Aspiazu’ y ‘Unión Gráfica Nacional’, y en Potosí, la ‘Unión Obrera’” vinculadas, en rigor de verdad, más al mutualismo que al socialismo y al anarquismo (con excepción, tal vez, de la primera de ellas) (Lora, 1969, pp. 28-32, 43-58). Skarnic ponderaba los objetivos comunes de las cuatro asociaciones que según él sumaban más de 600 afiliados: la unión a partir de un mismo horizonte de “mejoramiento de las masas populares […] Su misión es la de ser paladines de las nuevas doctrinas […] que […] hagan asociarse al elemento que aún permanece disperso, e influir por el cambio del sistema que mantienen las asociaciones sugestionadas por los retrógradas” (Matska, “Movimiento Obrero”, La Aurora Social, Tupiza, 01/05/1906).
A dicha lista de relaciones locales, se le debe añadir otras dos con hojas “colegas” más radicales de Potosí que las anteriores agrupaciones. En ambas, Skarnic será un nexo clave. La Semana, periódico editado quincenalmente desde no hacía mucho “por un grupo de intelectuales de Uyuni, entre los que figura nuestro querido compañero Ricardo Martínez V.” (“La Semana”, La Aurora Social, Tupiza, 27/10/1906) a quien aquel conocía de su paso por dicha ciudad y La Defensa del Trabajo de la capital del departamento (1906-1907), cuya labor estaba “inspirada en el vasto programa de nuestra doctrina socialista” (“Nuevo colega”, La Aurora Social, Tupiza, 30/11/1906), plasmado por ejemplo en las colaboraciones que publicaba del croata (Mateo Skarnic, “Los Mendigos”, La Defensa del Trabajo, Potosí, 15/11/1906). En esa ciudad, El Tiempo de Potosí, diario liberal, también replicaba sus artículos que originalmente salían en La Aurora Social (Matska, “Vicios que aniquilan al obrero”, El Tiempo, Potosí, 23/05/1906). No sólo a Bolivia, sino al exterior llegaban estas piezas, como a La Revista Socialista de Madrid vinculada con el Partido Socialista Obrero Español (Aberloa, 1971, pp. 427, 430).
Esa “doctrina socialista” en verdad, no era lo mismo para todos los miembros de la agrupación, siendo uno de sus cometidos colectivos intentar buscar un punto de encuentro, casi de reconciliación y de síntesis entre diversas tradiciones ideológicas como el socialismo y el anarquismo que recibía desde América del Sur y Europa a través de las fronteras porosas del oeste con Chile y fundamente del sur con Argentina, en la forma de sujetos migrantes, libros y periódicos (Margarucci, 2021). Así lo explicitaba “La Redacción” en una editorial cuando anunciaba: “Agruparemos las ideas que germinan aisladas e inconexas en nuestras filas, dándolas aquella unidad que no implica autoritarismo sino concordia y asociación. Pues no existe sistema duradero si no se apoya sobre una serie de ideas ordenadas y vinculadas las unas a las otras y aptas para reducirse a toda acción consecuente. Es preciso vivir de lógica” (La Redacción, “La Aurora Social. De eventual, se hace mensual”, La Aurora Social, Tupiza, 15/06/1906).
Amén de esta postura con la que Skarnic acordaba en tanto parte de la redacción del periódico, éste se perfilará en los artículos que llevan sus diferentes firmas (Mateo Skarnic, M.S., Matska, ¿K.?) como el ala más radical del grupo. En cada uno de ellos aparece la misma temática: impugnar la conciliación de clases. Por ejemplo, cuando aboga en el primer número por la emancipación de “los proletarios, pacientes abejas que labran las comodidades de los zánganos de la colmena social” (K., “Emancipación”, La Aurora Social, Tupiza, 1 de mayo de 1906). O bien cuando desafía en el séptimo número viejas nociones evolucionistas y pacifistas del programa de la unión obrera y concluye que “con los cadáveres de los que hoy sucumben, se levantarán los cimientos de la sociedad futura que ha de pedir estricta cuenta a los asesinos de cuerpo y alma […] La lucha es encarnizada y de ella resultarán muchas víctimas, pero el sacrificio no será en vano” (Mateo Skarnic, “Luz y Sombras”, La Aurora Social, Tupiza, 30 de noviembre de 1906).
En un contexto de creciente persecución y confrontación política con las fuerzas vivas de Tupiza, dicho discurso parece haber de hecho tenido cierto eco entre otros miembros del directorio y socios. En diciembre de 1906 tuvieron lugar nuevas elecciones municipales. Una “unión cívica” compuesta “de tres elementos: liberal descontento, conservador oposicionista y extranjero aramayista” (Manuel E. Aramayo, Alfredo Eguía y Guillermo Manning) venció al “partido liberal de ideas, socialista de principios” (la asociación obrera) (“Elecciones municipales en Tupiza. Un partido socialista en acción”, La Mañana, Sucre, 22/12/1906). Según este relato, la primera lista acabó ganando las elecciones porque “habló el dinero” de don Félix Avelino Aramayo. Manuel Aramayo, pariente del magnate minero y viejo conocido de Skarnic del Club 27 de Octubre, desmintió la versión de La Mañana, difamando a la “Unión obrera mal dirigida por unos cuantos que especulan con la clase artesana” (Manuel E. Aramayo, “De Tupiza”, La Mañana, Sucre, 03/01/1907). Una “Declaración y protesta” de ésta aparece publicada en el último número de La Aurora Social. Firmado por Skarnic y Tejerina, pero haciéndose eco de lo discutido en asamblea extraordinaria, el documento de desagravio realiza una extensa defensa de la composición y de los fines perseguidos por la entidad y enumera de forma detallada los sujetos a quienes consideraba “nuestros contrarios”: “Los que disimulan, ponderan y elevan al caballero: vicioso, haragán y abandonado, siempre que se presente en el círculo aristocrático, con visos de gente bien. Los que, á los que trabajamos, nos consideran despreciables y envilecidos. La inmensa falange de ociosos que consumen y derrochan sin escrúpulos, lo que otros producen con tantas fatigas” (Mateo Skarnic y Nicolás V. Tejerina, “Declaración y protesta”, La Aurora Social, Tupiza, 31/01/1907).
En verdad, este enfrentamiento se remontaba a fines de mayo de 1906 cuando el anarquista español Mariano Cortés (“Altaïr”) fue deportado de forma sumaria de Tupiza (recién en 1911 Bolivia tendrá una ley de residencia) y Tejerina enviado a la cárcel, luego que el primero diera una conferencia sobre “la historia del socialismo, en su economía individual y colectiva” (R.R., “La conferencia del periodista argentino Altair”, La Aurora Social, Tupiza, 15/06/1906). Quien lo denunció ante la policía y el diario El Tiempo de Potosí, fue Manuel Cabrera Infante, secretario del Club 27 de Octubre hasta por lo menos 1905 (M. Infante C., “Remitidos”, El Tiempo, Potosí, 16/07/1906). En junio de 1906, el nuevo subprefecto Luis Armijo manifestó ante el prefecto su preocupación por los mismos asuntos que antes Subieta: la actitud de la “merituada agrupación [que] se ha manifestado hostil y tirante a la autoridad Política de la Provincia, no respetando sus determinaciones y atacando de palabra y de hechos a la institución policiaria” (Oficio de Luis Armijo al prefecto de Potosí, Tupiza, 22 de junio de 1906). El insistente mensaje de los subprefectos era tan claro como las denuncias de “lo más culto del vecindario” de Tupiza. “La Compañía Aramayo de Minas en Bolivia fue la que más se alarmó por el temor de que aleccionaran a sus obreros, entonces acordaron denunciarlos ante las autoridades de La Paz” (Salazar Tejerina, 1981, p. 30). El grupo encarnaba así una amenaza para el orden público que tenía que ser conjurada. Las voces de unos y otros actores llegaron no sólo a la autoridad máxima del departamento, sino también a los despachos del Palacio Quemado. A comienzos de 1907, el mismo presidente de Bolivia atendió el pedido y procedió a ponerle fin a la Unión Obrera 1° de Mayo.
La presencia del Regimiento “Abaroa” 1° de Caballería enviado en los últimos meses de 1906 al sur para fortalecer la seguridad de la región y “cazar” desertores y omisos del servicio militar, serviría perfectamente a dichos fines de defensa social. El 22 de noviembre de 1906 el regimiento comandado por el Coronel Pastor Baldivieso abandonó la ciudad de Potosí y en la mañana del 5 de enero de 1907 entró en Tupiza. Tres semanas después, el 29 del mismo mes, el prefecto recibía una comunicación firmada por el ministro de gobierno y fomento Aníbal Capriles y el presidente Ismael Montes (1904-1909). En sus párrafos más salientes, ésta decía:
La anormal situación creada en la Provincia de Sud Chichas por la propaganda disociadora de los extranjeros Mateo Skarnic y Federico Martínez que desde hace algún tiempo amenazan trastocar el orden público de esa región con doctrinas perturbadoras, promoviendo la sublevación en la clase obrera y en la raza indígena, ha resuelto al Supremo Gobierno a autorizar a Ud., con estricta observancia del artículo 4° de la Constitución Política del Estado, las excepciones del Derecho Internacional y el artículo 23 de la Organización Política y Administrativa para que imparta las órdenes de precisas a efecto de extrañar del territorio nacional a los mencionados individuos.
Para el debido cumplimiento de esta resolución, ha de servirse Ud. ordenar al Sr. Subprefecto de aquella Provincia, D. César Laguna, se ponga de acuerdo con el Jefe del Regimiento “Abaroa” y a la brevedad posible, destaque una comisión que deberá conducir a ambos extranjeros desde la ciudad de Tupiza a la de Uyuni, donde la autoridad política de Porco […] tomará las medidas necesarias para la continuación del viaje por ferrocarril hasta la frontera (Oficio reservado de Aníbal Capriles e Ismael Montes al prefecto de Potosí, La Paz, 29/01/1907).
El presidente liberal y su ministro se hacían eco de los mensajes alarmistas llegados desde Sud Chichas, replicados también por el sucesor de Armijo, el subprefecto César Laguna cuando alertaba respecto de la influencia de la agrupación que “toda la clase obrera se hallaba invuida (sic) de las mismas ideas y fines perniciosos” (Oficio de César Laguna al prefecto de Potosí, Tupiza, 01/03/1907).
En la oscuridad de la noche del 21 de febrero, Skarnic y Federico C. Martínez fueron sorprendidos en la mesa de redacción de La Aurora Social, arrestados y horas después, deportados de Tupiza. Las crónicas realizadas por Martínez para La Vanguardia de Antofagasta (replicada por La Vanguardia de Buenos Aires) y por Skarnic para El Tiempo de Potosí, coincidían con las instrucciones indicadas en el oficio del 29 de enero, pero le agregaban el drama en primera persona de lo que el deportado argentino llamó “el camino de la proscripción”:
A las 4 a.m. del día 22 de febrero, salimos de la prefectura […] escoltados por un mayor, un teniente, cuatro subtenientes y cinco soldados del Regimiento Abaroa […] Nos hicieron caminar 46 leguas en cinco días […] Se nos condujo hasta Uyuni, en cuya prefectura nos dejaron incomunicados y vigilados por un destacamento de infantería. Aquí dormimos como en el entarimado de la cuadra del cuartel, tratados exactamente como prisioneros vulgares (“Expulsión de dos redactores de un periódico obrero”, La Vanguardia, Buenos Aires, 23/04/1907).
Liberados en la frontera chilena, Ollagüe, el 27 de febrero Skarnic destacó en una carta que tanto en el cuartel como en la estación del tren que los condujo allí, un grupo de más de 30 personas seguramente vinculadas con el grupo editor de La Semana se manifestó “tranquilamente” en contra de la “injusticia de que éramos objeto”.
Todos nos saludaron amigablemente á la vez que protestaron de nuestra crítica situación y pasándonos víveres para el viaje nos despedimos. Fuimos alojados en un inmundo wagon cargado de mineral suelto y con una guardia de un oficial y dos soldados armados de rifle y bala en boca, nos condujeron hasta la estación Chiguana, frontera boliviano chilena.
Hay que advertir que en Tupiza, nos han sorprendido, sin juicio ni causa alguna; todo se ha hecho verval (sic) y ni un solo documento hemos visto ni suscrito. Hemos salido de Tupiza sin recursos, ni preparado ropas, abandonando todos nuestros asuntos comerciales y privados.
Yo Mateo Skarnic dejo mi negocio de cantina del (Club 27 de Octubre) del cual soy administrador y socio, en completo abandono, y todos mis intereses y cuentas a cobrar casi seguramente perdidos; ignoro con exactitud el monto de mis perjuicios, pero calculo ascenderá a más de dos mil bolivianos, aparte de otros negocios en que me ocupaba y tenía en proyecto (…)
Ambos ignoramos por completo la causa exacta de nuestro destierro y sólo suponemos alguna formidable intriga basada en “La Aurora Social” y la “Unión Obrera” de Tupiza (…)
Deseamos llegar cuanto antes a Calama ó Antofagasta y si nos es posible hasta Santiago, en busca de nuestros cónsules ó Ministros: para mí Austro-Húngaro y para Martínez, Argentino. Haremos nuestras reclamaciones para regresar con garantías a Tupiza y pediremos indemnización probada de todos los perjuicios de que hemos sido objeto con este atropello (“Redacción. Violación de garantías”, El Tiempo, Potosí, 09/03/1907).
Tanto la arbitrariedad y metodología de la medida, como los “crímenes de lesa Constitución” cometidos por el gobierno, fueron ampliamente cuestionados por la prensa liberal y socialista de Potosí, Sucre y Buenos Aires. Sin embargo, no todos los medios fueron de la misma opinión. Una oleada reaccionaria llegó desde esas dos ciudades bolivianas a instancias de La Reforma y La Mañana. El “semanario liberal de Potosí”, negó que Skarnic y Martínez hayan sido extrañados “en carácter de periodistas, sinó por la anormal situación que han creado en la Provincia de Sud Chichas con la propaganda disociadora”, para después reproducir de forma casi textual algunos tramos del no tan reservado oficio de Montes y Capriles. En una edición posterior justificó “la conducta del Gobierno al espulsar (sic) a esos socialistas, torpes, conspiradores del órden, sicarios del poder nacional”, el cual había “obrado con el tino, prudencia, ilustración y energía, ajustando su conducta a los principios proclamados por los progresos de la civilización” (“Extrañamiento de disociadores”, La Reforma, Potosí, 10/03/1907; XX, “Labor antipatriótica”, La Reforma, Potosí, 09/06/1907). El diario de Sucre, que hasta fines de 1906 había visto con buenos ojos los fines la unión obrera de Tupiza, dijo algo parecido, con palabras más medidas y argumentos legalmente fundados. Había que evitar “la subversión de la moral republicana” que “conduce directamente a la anarquía”. Las garantías constitucionales debían estar del lado de las autoridades y no del de los criminales (“¿Garantías constitucionales?”, La Mañana, Sucre, 23/03/1907). Un año después, la prensa conservadora de La Paz se hará eco de las expulsiones y esta clase de comentarios en un intento de instalar en la agenda de debate la sanción de una ley de residencia y acusará a los “titulados periodistas” de tomar “empeñosamente la tarea de difamación pública y de propagandas anarquistas” (“Ley de residencia”, El Comercio, La Paz, 16/01/1908).
La fuerza de caballería apostada en Tupiza hasta junio se encargó de hostigar a otros socios de la agrupación y evitar un temido reagrupamiento. La Aurora Social dejó de salir, la escuela nocturna y la biblioteca montada por la unión obrera cerraron sus puertas. Así, la violencia y el miedo lograron desarticular esta fugaz experiencia de organización conducida por Mateo Skarnic, una de cuyas últimas acciones en Bolivia fue la suscripción de un reporte junto a Tejerina presentado ante el Séptimo Congreso de la Segunda Internacional Socialista, celebrado en Stuttgart del 18 al 24 de agosto de 1907 (Haupt, 1964, pp. 198-215). En él, más influenciados por el Partido Socialista argentino y el Partido Socialista Obrero Español que dando cuenta de la real trayectoria del grupo, anunciaban la adopción del programa del primero “con algunas variaciones, apropiadas al país” y la intencionalidad de constituir un partido como parte de las deliberaciones de un congreso obrero nacional proyectado para mayo de 1907 que nunca se realizó (Secrétariat du Bureau Socialiste International, 1907, pp. 79-80).
Solo recién el 1° de enero de 1911 se “reorganizará” la Unión Obrera de Socorros Mutuos que, desde lo discursivo y su propia composición, buscó filiarse en la sociedad desmantelada (“Unión Obrera”, El Chorolque, Tupiza, 01/01/1911). Sin embargo, su orientación ideológica y fines estrictamente mutualistas poco se parecían a los de su predecesora. De hecho, muchos de sus antiguos enemigos, se convirtieron en sus principales y más destacados animadores: Manuel Infante Cabrera, en su secretario (Unión Obrera de Socorros Mutuos, actas del 30/11/1910), José Avelino y Manuel E. Aramayo, en sus socios honorarios (Nómina de socios honorarios de la Unión Obrera de Socorros Mutuos, Tupiza, 01/01/1911). Posiblemente, los mismos vecinos tupiceños que primero denunciaron a la Unión Obrera 1° de Mayo y más tarde aplaudieron la expedita intervención del gobierno.
Pese a las intenciones de Skarnic y Martínez de volver a Tupiza, el primero se instaló definitivamente en Antofagasta, ciudad-puerto del norte de Chile a donde llegaron el 4 de marzo. Al igual que Iquique, ésta contaba con una importante comunidad croata. Desde allí intentó mantener sus lazos con Bolivia actuando como corresponsal de los periódicos El Comercio de Uyuni y El Tiempo de Potosí. En agosto de 1907, aparece publicado el primero de sus artículos en el periódico potosino. En él, se pronuncia sobre la orden impartida por el gobierno boliviano a la agencia aduanera de Antofagasta para su traslado a Uyuni. Skarnic sabía de lo que hablaba pues para esta época trabajaba como corresponsal telegráfico –luego lo hará como contador– en la casa de Cosme Soljancic (Romo Sánchez, 2016, p. 7), hombre de negocios con intereses comerciales y mineros en Antofagasta, Potosí y Sucre, entre 1907 (quizás desde antes) y 1908 “vecino” de la segunda ciudad (Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, 2011). Hacia el final de dicha colaboración, propone una mirada más matizada que la que había enseñado en el número inaugural de La Aurora Social de Tupiza respecto al progreso de Bolivia:
Pasó para bien de Bolivia la época funesta de las luchas fratricidas; ya el caciquismo no sienta bases, el pueblo se ha cansado de revoluciones, no quiere verter su sangre inútilmente para con ella formar el pedestal por el que subían hombres que nunca se acordaron de él; la civilización ha penetrado por todos los ámbitos de la república, hasta el indígena ya no es tan huraño como antes, también a él han llegado los bienhechores rayos del adelanto, él también va abandonando poco á poco el odio a la raza blanca, á los usurpadores de su suelo, para convertirse en ciudadano honrado útil y culto, esperanza del mañana de Bolivia.
Bolivia, la cuna de los legendarios héroes de los cuales brotó la primera chispa de rebeldía y protesta contra la dominación del conquistador, patria de la libertad americana, está llamada a ser grande, no diremos como potencia guerrera por más que llegará a serlo, porque creemos que también se puede ser grande y más grande que otros, por el trabajo, por el desarrollo de la industria, del comercio y de la minería, y para eso no falta campo, Bolivia lo tiene de sobra; la naturaleza con nadie fue tan pródiga como con ella.
Nosotros, aunque desterrados de ella, la aclamamos y unimos nuestros votos á los que la habrán hecho sus hijos en la gloriosa fecha del 6 de Agosto (Mateo Skarnic, “Correspondencias. Desde Antofagasta”, El Tiempo, Potosí, 28/08/1907).
Meses más tarde, en otra corresponsalía alusiva a diversos temas (la situación de extrema pobreza en la que había caído la literata inglesa Marie Louise Ramé [Ouida], un crimen pasional cometido en Iquique, el suicidio también por amor de un boliviano en Antofagasta y el trágico incendio de una casa de tolerancia habitada por “elementos proletarios” en el primer puerto) Skarnic revela la que debe haber sido para él una fuente ideológica de importancia, quizás ya desde su etapa boliviana: “Sobrada razón le asiste a José Ingenieros al declarar el amor como una enfermedad”. En el mismo artículo se identifica con las personas “que claman y clamamos contra las miserias humanas” y protesta “contra los escritores que mueren de hambre en la calle pública, después de haber ofrecido su vida en holocausto de los imbéciles, en contra de los que mediante el ausilio (sic) de la Prensa van haciendo grandes surcos y sembrando la semilla de la civilización y verdad, de las que solo disfrutan: los tiranos, los indigestos, los poderosos” (Mateo Jkarnic, “Correspondencias. Desde Antofagasta. Para “EL TIEMPO” de Potosí”, El Tiempo, Potosí, 26/11/1907).
Tras su paso por la casa de Soljancic, Skarnic trabajó como corresponsal en la importante casa Luksic, Yutronic y Cía., que –de forma similar a la anterior– tenía negocios en Antofagasta, Mejillones y Oruro. Luego fue contratado como contador de la joyería de Nicolás Palaversic, donde permaneció durante dos años hasta independizarse.
A poco de su destierro, Skarnic se sumó a las filas de la masonería. Definido por quienes siguieron su itinerario en Chile como un “librepensador”, “un hombre de su siglo, profundamente marcado por el racionalismo y el apego a las ideas de libertad, fraternidad y tolerancia” (Recabarren, 2002, pp. 180-181), el 1° de abril de 1908 se inició en la Logia “Eugenio Labán” n° 26 de Antofagasta, fundada en octubre de 1907 en homenaje al catalán republicano, nacionalista y federalista así llamado. Éste había sido Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica Regional Catalana-Balear, logia identificada con los principios del republicanismo, anticlericalismo y librepensamiento de la que la antofagastina dependía. “Los integrantes de ‘Eugenio Labán’ n° 26 pronto encontraron obstáculos para su crecimiento, toda vez que en Antofagasta había Masonería dependiente de la Gran Logia de Chile, y no se veía con buenos ojos la existencia de talleres masónicos dependientes de poderes extranjeros. Así, la Gran Logia de Chile desconoció su existencia y declaró irregular a la Logia catalana. Mateo Skarnic, en consecuencia, se retiró de su Logia y se afilió a la Logia Unión y Cultura n° 14, de la obediencia chilena, en mayo de 1910” (Romo Sánchez, 2016, p. 10). Los años que siguen son para él los de ganar terreno en la masonería regional, recibiendo el apoyo de masones chilenos y croatas: entre 1911 y 1917 funda dos logias (la Logia Espíritu libre n° 39 y la Logia croata Pokret [Evolución] n° 54) y ocupa importantes cargos dentro de ellas, por ejemplo, en la última, el de primer Venerable Maestro. La página número uno de su Libro de Vida lo recuerda “como un varón de un metro ochenta y dos centímetros de estatura, de cabellos rubios, de frente ancha y despejada, cejas rubias muy escasas y ojos azules. Señala este libro que Mateo Skarnic era soltero, que había hecho sus estudios primarios en Europa y los secundarios en Iquique. Como profesión, declaró ser industrial; en materia religiosa señaló no tener ninguna religión” (Romo Sánchez, 2016, p. 11). Como en Tupiza, Skarnic consideró a la prensa periódica el mejor soporte para dar difusión a sus ideas, publicando entre el 4 de agosto de 1912 y marzo de 1913 30 números de la revista mensual Luz y Verdad dedicada a temas masónicos.
En paralelo a estas inquietudes, Skarnic militó por la causa eslava. Recién arribado a Antofagasta se incorporó como voluntario de la Compañía Eslava de Bomberos n° 3 que llegó a dirigir en 1911. Un año antes, en 1910, presidió la Sociedad Eslava de Socorros Mutuos. Desde ese puerto, mantenía estrechas relaciones con el Comité Yugoslavo de Londres creado por un grupo de exiliados tras el estallido de la Primera Guerra Mundial que abogó por la unión de los pueblos eslavos del sur en un Estado federal e independiente del Imperio Austro-Húngaro.
Por estos años el croata complementó dichas actividades con la labor editorial. En 1912, adquirió la imprenta Progreso a la que llamó Imprenta Skarnic, ubicada en la céntrica calle Prat n° 627-637 que compartía con las casas comerciales y la joyería donde había trabajado, aunque en los anuncios de la misma solía figurar el 635. “La imprenta de don Mateo Skarnic había revolucionado la industria gráfica de Antofagasta” (Bahamonde Silva, 1980, p. 91).
Si bien el local imprimía materiales de papelería, formularios e impresos para las casas comerciales y las oficinas salitreras, muy pronto empezó a editar folletos, periódicos y libros, muchos de ellos vinculados con el propio derrotero político de Skarnic. En 1913, publica El Martillo de Antofagasta, “Periódico gremialista. Órgano de la Sociedad de Resistencia de Carpinteros y anexos” de ideas anarquistas dirigido por Joaquín Parrao, luego por Carlos S. Araya C. (Arias Escobedo, 2009). Un año más tarde edita el folleto de Jules Payot “La cultura moral en la escuela primaria: su estado actual lo que debería ser” traducido por el médico masón Lautaro Ponce Arellano nacido en Valparaíso, hombre muy próximo a Skarnic tal como consta en la sección “Relaciones” de su prontuario, conocido en el norte chileno por sus proyectos filantrópicos de gestión de la salud de los trabajadores salitreros.
El 12 de noviembre de ese mismo 1914 comienza a imprimir el periódico croata Pokret (Movimiento, en una acepción diferente de la de la anterior), del que fungió como su propietario, director y redactor. Autodefinida como “La voz de la colonia yugoslava en Antofagasta”, ambicionaba con “organizar y orientar toda la inmigración croata establecida en América del Sur. Tenía una posición definitivamente anti austríaca”. Esto motivó que la Delegación del Imperio Austro-Húngaro en Santiago protestara ante el gobierno de Chile en contra de la publicación, “pues, según los diplomáticos, ésta vulneraba las disposiciones sobre neutralidad establecidas en la Convención de la Haya. El mismo periódico denunció esta situación (28 de noviembre de 1915)” (Obilinovic Arrate, 2014, p. 14). Pero los problemas no acabarían allí. Las discrepancias entre los miembros de la comunidad eslava quedarán plasmadas en una nueva publicación llamada Jugoslavia, órgano de la Defensa Nacional Yugoslava que comenzó a editarse en abril de 1915. Según Zlatar Montan (2002, p. 33) “después de varios intentos de acercar ambas posturas, se logró unir ambos periódicos en uno, al que denominaron “Jugoslavenska Država” (El Estado Yugoslavo) cuyos directores fueron Ljubo Leontić y Milostislav Bartulica”. El último número de Pokret fue el 61, publicado el 23 de enero de 1916.
El siguiente gran emprendimiento editorial de Skarnic junto con Lautaro Ponce como director fue el popular y moderno “diario chileno para el pueblo chileno” o bien, “diario de informaciones jenerales, abc de opiniones datos i avisos” El Abecé, que apareció el 14 de octubre de 1920 y se mantuvo en circulación hasta 1953, aunque en 1946 sus fundadores lo vendieron a nuevos dueños. En su primer número decía: “El Abecé no es un símbolo de doctrina, no promete nada, no indica más aspiración que la de quedarse siempre en el terreno original de los hechos y las cosas” (Recabarren, 2002, p. 181).
La Imprenta Skarnic funcionó además como un importante núcleo de sociabilidad cultural de Antofagasta. A instancias de ella y la “revolución” que provocó, la joven poetisa y pedagoga Lucila Godoy Alcayaga (Gabriela Mistral) afincada en la ciudad-puerto entre 1911 y 1912 debe haberse conectado con Skarnic (Bahamonde Silva, 1980, p. 53). Lo mismo sucederá con el poeta local Augusto Iglesias Mascarragno, quien recupera en uno de sus escritos la forma en que hacia 1917 aquel y Ponce resolvieron pragmáticamente la edición de su libro Plegarias de la Carne: sonetos amorosos (Iglesias, 1950: 143). Otros autores y obras sobre temas regionales publicadas por dicha imprenta son: los simpatizantes de las ideas libertarias Arnaldo González, Lo real: ensayo dramático novelesco, 1917 y Voces de mi espíritu (versos), 1920 y Alberto Mauret Camaño, El confesonario bajo las estrellas, 1920; Luis Vargas Bello, Desplazado, 1921; Carlos Contreras Puebla (Juvenal Guerra), Flores de quiosco, 1922; Dinka Ilić de Villarroel, Luces y sombras, 1928; Aníbal Echeverría y Reyes, Voces usadas en la industria salitrera, 1929; Antonio Rendić Ivanović (Ivo Serge), Renglones íntimos: poemas, 1930; Julio Iglesias Meléndez, Garumas (versos), 1931; Manuel Duran Díaz, Inauguración de la tierra, 1942. “Mateo Skarnic se esforzó porque sus libros apareciesen dignos en su edición” (Andrés Sabella, “Alberto Mauret Camaño”, El Mercurio, Antofagasta, 12/11/1978).
Hasta comienzos de los 40’, la imprenta continuó editando un amplio catálogo en el que, a instancias de esta y otras apuestas, es posible vislumbrar una suerte de marca de agua de quien fuera su dueño por más de tres décadas. Además de los textos en croata o relativos a la unificación yugoslava, encontramos otros títulos que hablan de sus inquietudes político-sociales: Belisario García, La verdad sobre los problemas económicos i sociales del norte, 1921; “Proclama la Concentración General de las Izquierdas cita para hoy Jueves 13 en el Estadium (Latorre esq. Riquelme) a todo el electorado Izquierdista para la proclamación de sus candidatos a Presidente, Senadores y Diputados”, 1932; Atiliano Orostegui H., Cómo se vive en la pampa salitrera, 1934; “‘Conciencia socialista’. A la Seccional María Elena en el día de su primer Aniversario”, 30 de junio de 1939. El último impreso que figura en los registros de la Biblioteca Nacional de Chile data de 1943. No casualmente se trata de la “Ley no. 7.388 y Reglamento no. 344: Legislación Especial para el trabajo del Personal de Hoteles, Restauranes, Bares, etc.”
En febrero de 1930 Skarnic contrajo matrimonio con María Rosa Achura Ocampo, fruto del que nació su hija Rosa. El 31 de enero de 1948, mediante decreto n° 889 del Ministerio del Interior, recibió la nacionalidad chilena (Prontuario n° 225 Mateo Skarnic Harasic, 24/04/1918). Un gesto del gobierno de Gabriel González Videla (1946-1952) “por los importantes servicios a la nación” que había prestado (Recabarren, 2002, p. 181). Activo hasta sus últimos años de vida, en 1941 fue designado delegado por Antofagasta junto con Lorenzo Tomicic Wskovic en el Congreso de la Defensa Nacional Yugoslava realizado en Santiago y en 1952 fundó el Centro Chileno-Yugoslavo de Cultura, del que fue su primer presidente (Mataic Pavicic, 1998, pp. 167, 175). Murió en el Hospital El Salvador de Santiago a los 72 años de edad un 23 de junio de 1953.
“Periodista, masón y bombero, don Mateo, el hombre que sin perder sus raíces, las echó en el desierto nortino. Fue símbolo de la autenticidad y la lealtad para con sus ideas”. Así lo recuerda el historiador antofagastino Juan Floreal Recabarren Rojas. Cabría agregarle a esta semblanza: Skarnic fue uno de los pioneros, desconocidos difusores de tales ideas sociales en la Bolivia de comienzos de siglo XX.
Obra
Hemerográfica en los siguientes periódicos
- La Autora Social, Tupiza (1906-1907)
- La Defensa del Trabajo, Potosí (1906-1907)
- El Comercio, Uyuni
- El Tiempo, Potosí
- Luz y Verdad, Antofagasta (1912-1913), editor y redactor
- Pokret, Antofagasta (1914-1916), editor y redactor
- El Abecé, Antofagasta (1920-1953), editor y redactor
Cómo citar esta entrada: Margarucci, Ivanna (2021), “Skarnic, Mateo”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org