SILVA SANGINÉS, Frida Josefina Margarita (seudónimo: Juana Vásquez) (La Paz, Bolivia, 19/03/1923 – La Paz, Bolivia, 1972).
Poeta, escritora, activista feminista, maestra rural, miembro del Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR) y del Partido Comunista de Bolivia (PCB).
Frida Josefina Margarita Silva Sanginés fue el nombre legal de la escritora Margot Silva Sanginés, que también utilizó el seudónimo escritural de Juana Vásquez, presumiblemente en sus movimientos políticos en el Partido Comunista Boliviano (PCB). Nace el 19 de marzo de 1923 y se suicida en 1972.
Creció en el seno familiar conformado por Olga Sanginés Uriarte y el contador Ladislao Silva Agramonte. Tercera de cuatro hijos: Nilda, Fanny y Gonzalo. Este último fue un escritor reconocido, parte de la segunda generación de la Gesta Bárbara, agrupación intelectual de la que la que, según la escritora boliviana Yolanda Bedregal, también formó parte Margot Silva Sanginés.
En sus años de juventud, por los años 40, Margot Silva Sanginés empezó a involucrarse en el activismo feminista boliviano. Revela una primera etapa de feminismo militante, uno que es la herencia de las consecuencias bélicas de la Guerra del Chaco, confrontación entre Paraguay y Bolivia, por la cual la demanda social provocó que las mujeres de clase alta y media urbana adoptaron otras maneras de percibirse, con distintos y desafiantes roles sociales. Asimismo, Silva Sanginés empieza a dictar conferencias sobre poesía, respaldadas por organizaciones feministas como el Ateneo Femenino. Así también, se dedicó a la escritura de artículos periodísticos −muchos de estos firmados como M.S.S.―, principalmente en el periódico Última Hora, en los que abordaba temas como el maltrato animal, el peso de la Iglesia Católica en la sociedad boliviana y temas del feminismo militante. De esta manera, aparece formando parte de los espacios de mujeres intelectuales de su época, que también alzaron la voz en escritos periodísticos, como Hilda Mundy con quien compartió movidas culturales; o María Virginia Estenssoro. Ambas fueron colaboradores de los inicios del Ateneo Femenino, agrupación muy significativa en el feminismo boliviano. En su activismo, Silva Sanginés tuvo enlaces con la intelectual socialista y feminista peruana Etelvina Villanueva y Saavedra, quien la incluye en su antología de poesía feminista, Ronda femenina de América (1953). Además, colaboró en las movidas feministas con la intelectual Elsa Paredes de Salazar, hermana del autor folclorista boliviano, amigo de Silva Sanginés, Antonio Paredes Candia, quien afirma de su poesía:
Poetisa de avanzada, de sensibilidad profunda, íntegra en sus apreciaciones de la vida […]. Sus poesías un tanto rebeldes buscan la verdad ridiculizando ciertas posturas convencionales con delicada ironía, muchas veces parecen que tratarán de disfrazar ese romanticismo de su espíritu que saltan ante quien las lee con detención, con frases crudas a veces hasta prosaicas. Sus poesías se hallan dispersas, varias se han publicado en la prensa nacional.
(Paredes de Salazar, 1965: 253-254)
Silva Sanginés formó parte de la Federación de Sociedades Culturales Femeninas, agrupación que, al igual que el Ateneo Femenino, demandaban igualdad jurídica para la mujer boliviana.
El feminismo fue uno de los motores principales que dieron vida a la exigencia de un conocimiento humano más compartido, más igualitario: para todos. No obstante, es importante recordar que ya desde la década de los 40 se originaron lo que se llegó a conocer como las Escuelas Libertarias, o la educación marginal. Una iniciativa de escuela ambulante, post Guerra del Chaco:
“El rótulo de pedagogía libertaria alude al proyecto educativo que, de forma espontánea y autogestionaria, emergió en las provincias del altiplano paceño entre 1946 y 1947, promovido por la Federación Agraria Departamental, de filiación anarco-sindicalista”.
(Universidad Mayor de San Andrés, 2018, p. 25)
Este movimiento pedagógico estaba consciente del “complejo del problema indígena” (Maldonado Rocha, 2017: 70) y de las falencias en la educación igualitaria. Estos proyectos fueron considerados por las autoridades como intentos de sublevación y rebeldía. Y justamente, este movimiento de los 40 parece haber tomado nuevamente voz en los 60. El eco del grito de la década de los 40 se llegó a manifestar bajo la forma de una serie de intelectuales que decidieron asumir el rol de profesores. Tal es el caso de Silva Sanginés, quien sin haberse especializado como profesora toma la determinación de ir a enseñar a las áreas rurales. En 1960 (década en la que no se tiene escritos ni noticias precisas de ella) asume el rol de profesora de primaria, en la Escuela fiscal para señoritas «Felipa Núñez del Prado», del municipio paceño de Chulumani, en la provincia Sud Yungas. No se puede afirmar con exactitud por cuánto tiempo ejerció la función pedagógica o en qué otras provincias más trabajó; pues se sabe, que Margot Silva y su segundo esposo, José Meinarde Masqueros, se caracterizaban por tener una vida de estilo nómada, transitoria por distintas poblaciones: permanecían en un mismo sitio por cortos lapsos de tiempo y se dedicaron a distintos trabajos.
Esta época tiene que ver con los títeres como medio pedagógico. Así, una parte particular de la obra literaria de Silva Sanginés son las adaptaciones de teatro para títeres. “Le encantan la guerra y las revoluciones, porque ama mucho el dinero. ¿Queréis ver cómo prepara terribles cosas? Pues, oídle niños, oídle bien, para que cuando seáis soldaditos no os dejéis engañar con nadie…” (1954), escribe Silva Sanginés, en “Los soldaditos de plomo”, una obra para títeres adaptada de la tradición anglosajona, pero con la perspectiva política socialista de la escritora paceña. Dentro de su círculo de amistades intelectuales, se encuentran Luis Luksic, también titiritero, y Antonio Paredes Candia, quien al igual que Silva Sanginés, de manera autodidacta, cumplió la función de profesor en áreas rurales, pero en distritos mineros, entre 1949 y 1950 −e incluso de titiritero ambulante− (Blanco, 2005:139), rasgo que parece característico en ciertos pensadores bolivianos con fuerte conciencia social.
Después de involucrarse en el feminismo boliviano, formó parte del Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR). El mismo fue fundado por intelectuales marxistas en donde estuvo con su amigo-camarada y prácticamente maestro, Luis Luksic. Se sabe que este fue uno de los fundadores del PIR y que después militó en el Partido Comunista de Bolivia (PCB). Precisamente, por su militancia fue perseguido y conducido al exilio. Luksic dedica un poema extenso a la autora, parte de la sección “La escuela”, del libro Cantos de la ciudad y el mundo: poemas (1932-1947). Dicha parte es un homenaje, por medio de imágenes y voces, a los miembros del PIR, a lo que representa el partido y a los movimientos sociales, todo dividido en tres cartas a la Tierra. La tercera es dedicada a la autora, a sus camaradas y a los indios: “Es mentira un Arte sin cerebro, /es mentira un Arte lleno de fe en el/ progreso; estamos tiritando de miseria” (Luksic, 1948: 95), poema que devela, la intensión social del arte; además de la cercanía con la figura de la Tierra como madre e incluso hermana. Finalmente, como pintor, Luksic realiza un cuadro a tinta china, dedicado y obsequiado a la autora paceña que, curiosamente, representa la maternidad.
Es importante mencionar que el 17 de enero de 1950 se fundó el Partido Comunista Boliviano (PCB), nacimiento que se llevó a cabo gracias a la fragmentación del PIR, exactamente, y según Waldo Álvarez España, el primer ministro obrero (1936), por la separación de la Sección Juvenil del partido: cuarenta jóvenes intelectuales que renunciaron al PIR y pasaron a formar el PCB, entre los que se encontraban: Sergio Almaraz, Juan Albarracín Millán, Néstor Taboada Terán, Víctor Hugo Libera, Margot Silva Sanginés, entre otros.
Guido Vallentsits Estenssoro, hijo de la escritora boliviana María Virginia Estenssoro, compañera de Margot Silva en el Ateneo Femenino, fue un miembro activo en pro del proyecto guerrillero de Ernesto Che Guevara. Perseguido por su participación en dicho proyecto, decidió residir en Brasil. Así escribe el libro Che: sueño y tragedia, la aventura en Bolivia, en el cual expone la tesis ramificada de las razones del fracaso de la guerrilla en Ñancahuazú. Menciona a Silva Sanginés como miembro del Partido Comunista Boliviano, pero como parte de un grupo “especial” denominado los Doce Apóstoles, del cual no se sabe prácticamente nada.
El Partido Comunista Boliviano nació hacia 1948 de una disidencia del influyente y bien estructurado Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR). Fruto de un pequeño grupo de jóvenes, sobresaliendo doce militantes y figurando entre ellos: Sergio Almaraz Paz, Joselin Pereira [sic], Ricardo Bonel, Víctor Hugo Libera, el soldado Suárez, Carlos Frank y una mujer, Margot Silva Sanginés Uriarte [sic], conocidos, por eso mismo, como los Doce Apóstoles (Vallentsits, 1997: 93-94); según Vallentsits ella fue una partidaria más “del fracaso de la guerrilla”. La propia Silva Sanginés hace un llamado para escuchar a los pueblos que estando más cercanos a su raíz darían lugar a la auténtica revolución: “Estas raíces son posiblemente la única fuente −porque es riquísima y aún pura − de la cual la humanidad puede hoy beber una nueva vida” (en Videa, 2020: 92), y agregaba en el mismo texto que la alienación occidental estaba acarreando un futuro mortuorio para la humanidad; estas declaraciones son cercanas a su suicidio acaecido en 1972.
Es intrigante la relación de Margot Silva Sanginés con la Guerrilla del Che, además de las referencias de Vallentsits que la indican como única mujer entre los jóvenes militantes denominados los Doce Apóstoles. Entre los escritos inéditos de ella se encontró uno mecanografiado con anotaciones sobre la guerrilla: contiene fechas exactas de acontecimientos ocurridos, número de municiones, circunstancias entre guerrilleros, emboscadas y muertes, todo con una redacción breve y puntual; también cabe destacar que presenta aclaraciones de “número de páginas”. Tal vez solo se trata de un encargo de transcripción de un texto de alguien que sí estuvo en Ñancahuazú, puesto que la mención de nombres, o mejor dicho seudónimos, como Inti, Moro, Benjamín, Loro, Rolando, Coco, El Chino, son verídicos, al mismo tiempo concuerdan las fechas de muerte indicadas, por ejemplo, la de Tamara Bunke, asesinada en agosto de 1967. Dicho texto permanece inédito.
No se sabe con exactitud qué día murió la escritora boliviana. Fue por las quejas de los vecinos a la policía sobre el fuerte olor a putrefacción que la familia se enteró de su muerte. Margot Silva se suicidó el año 1972 tomando un cúmulo de somníferos. Mario Araujo Subieta retoma este hecho en el texto Escritores bolivianos suicidas en el que reflexiona sobre el ser humano como un animal en conflicto que intenta solucionar sus problemas vitales y una de sus “salidas” es el suicidio (Araujo, 1977: 60). Araujo, al estudiar a Margot Silva como la única mujer que se suicidó en la historia literaria boliviana, afirma que sus versos muestran el estado de ánimo de la escritora en una época de profunda crisis. Versos que, para el autor, exaltan el deseo de justicia frente a la violencia inconstitucionalizada de los opresores y que al mismo tiempo revelaban una ideología izquierdista inclinada hacia el flanco recalcitrante.
En vida no publicó ningún libro, pues se dedicó más al activismo político. Sus escritos literarios aparecidos en periódicos y revistas entre 1945 y 1980 fueron recuperados, mientras que otros permanecen inéditos en el archivo familiar. También allí se encontraron fotografías, bocetos, manuscritos y textos mecanografiados como el presunto “diario” de guerrilla mencionado: texto que cuenta con anotaciones cortas que inician en julio de 1966 y termina abruptamente el 8 de octubre de 1967.
Cómo citar esta entrada: Videa Aramayo, Tamara (2022), “Silva Sanginés, Margot”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.