ROSALES, Hermenegildo (apodo: El Manchao) (Junín de los Andes, actual Provincia de Neuquén, 1881 – Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 11/2/1962).
Carpintero naval anarquista de origen mapuche o ranquel, dirigente de la Federación Obrera de Constructores Navales y de la Unión Sindical Argentina (USA), participa de la corriente “anarco-bolchevique” que inspiró Enrique García Thomas.
Según Diego Abad de Santillán había hacido en Junín de los Andes, Pcia. de Neuquén, en 1881, para instalarse poco después en la ciudad de Río Cuarto, Provincia de Córdoba. Sin embargo, de acuerdo a una partida de bautismo disponible en el sitio Family Search, habría nacido en Río Cuarto, Córdoba, el 23/8/1885 como “hijo natural” de Cirila Rosales. En 1895 aparece registrado en el Censo argentino de Población residiendo en Río Cuarto como “huérfano de padre y madre” y como “doméstico” de la familia Rivarola. Declaraba 8 años de edad, saber leer y escribir, y asistir al colegio primario. Se lo suele referenciar como mapuche, aunque tanto Diego Abad de Santillán como su compañero de militancia Domingo Trama han señalado que era de origen ranquel.
Se inició en las luchas obreras con los trabajadores zapateros y panaderos de la ciudad de Río Cuarto. Como otros tantos jornaleros de esos años de expansión económica, asumió oficios tan diversos como los nombrados, además de peluquero y, finalmente en la ciudad de Buenos Aires, carpintero naval en el barrio de La Boca del Riachuelo. Durante su paso por el oficio de peluquero contribuyó a la organización de su gremio.
Orador y periodista de formación autodidáctica, asistió en 1902 en Buenos Aires a la huelga general en reclamo por la jornada de ocho horas y el descanso dominical, movimiento que concluyó con la sanción de la Ley de Residencia, por la cual se autorizaba al Poder Ejecutivo a expulsar del país sin juicio previo a todo aquel que, a juicio de la jefatura policial, “alteraba el orden social”.
Vivió la agitación obrera de mediados de dicha década y luego participó de la huelga general de mayo de 1909 que siguió al ataque policial contra la manifestación del Día del Trabajo organizada por la FORA, en la campaña contra el fusilamiento de Francisco Ferrer en Barcelona (1909) y en la agitación que precedió a la celebración del Centenario (1910), cuando los trabajadores reclamaban la derogación de la Ley de Residencia.
En 1913, antes de iniciarse la Primera Guerra Mundial, se halla en La Boca formando parte de la reorganización de los obreros portuarios, marítimos y constructores navales. En diciembre de ese año dictaba una conferencia en una velada organizada por el Sindicato de Carpinteros Navales. En 1915 forma parte de la Agrupación anarquista “Orientación”, que en noviembre de ese año lanza Orientación. Periódico quincenal de propaganda anarquista, que dirige Bartolomé Senra Pacheco.
Ese mismo año se desempeñaba como maestro de la Liga de Educación Racionalista, dictando una materia denominada “Lecturas comentadas”. Ofrecía sus clases los días lunes a las 20,30 hs en en la sección de la Liga ubicada en la calle Garibaldi 1556 y los jueves a la misma hora en la sección de la calle Olavarría 363, ambas en el barrio porteño de La Boca (“Liga de Educación Racionalista”, en: La Protesta nº 2567, Buenos Aires, 8/6/1915, p. 4).
En 1917 es uno de los organizadores de la Federación Obrera de Constructores Navales (FOCN), que reunió en una sola institución a los gremios por oficio de los caldereros, metalúrgicos, carpinteros, calafateros, pintores y rasqueteadores. Rosales estaba entre los editores del periódico El Constructor Naval, que se publicó entre ese año y 1919. Un compañero de ideas en la organización de la FOCN será el anarquista de origen italiano Juan Navone, con quien terminarán acercando al movimiento anarquista a otra gran figura del movimiento sindical local, Domingo Trama. Según el testimonio de Trama: “De jovencito nomás, teniendo 16 años, mi padre, que era obrero calderero, me llevó a la naval como pasarremaches. (…) después de trabajar varias changuitas de pasarremaches, se me acercaron dos compañeros. Uno era un indio ranquel, dueño de una cultura superior, maravillosa: Hermenegildo Rosales, y Juan Navone, un italiano. Me tantearon. Yo recién me iniciaba en la vida, todavía no tenía un convencimiento. Entonces en el café me pasaban libros de Malatesta y otros”. En otra entrevista, Trama señaló: “Rosales, un indio ranquel. Tenía una cultura superior, era muy respetuoso. Me enseñó a diagramar un periódico, a dar charlas, me enseñó todo. Tenía una melena a lo (Alfredo) Palacios, pese que trabajaba en una industria donde la vestimenta no requería de mucho lujo”.
Rosales colaboraba desde Buenos Aires en el periódico La Rebelión (Rosario, 1913-1918), que edita Enriue García Thomas, junto a José Vidal Mata, Elías Castelnuovo, Pierre Quiroule, Atilio Biondi, Julio R. Barcos, Nemesio Canale, Antonio Abilio Gonçalves, Sebastián Ferrer, Leopoldo Alonso, Santiago Locascio, José Torralvo y los jóvenes militantes del reformismo estudiantil Juan Lazarte y Luis Di Filippo. En 1917 los “rebelionistas” apoyan decididamente desde el anarquismo la Revolución Rusa (e incluso la “dictadura del proletariado” como preludio a la “tercera revolución”, de carácter libertario).
Por entonces lo entrevistó el anarquista mendocino Gregorio Accorinti, que lo presenta en La Voz del Gremio bajo su apodo “El Manchao” como un “obrero constructor naval de ascendencia aborigen y de gran sabiduría” (La Voz del Gremio nº 5 Mendoza, julio de 1918).
Cuatro meses después, el 5 de septiembre, se lanzaba a la calle El Trabajo. Diario de la mañana (Buenos Aires, 1921-1922), desde el cual los “anarco-bolcheviques” llaman a la fusión de las dos federaciones obreras (la FORA del Vº Congreso, anarco-comunista, y la FORA del IXº Congreso, sindicalista) y a su adhesión a la Internacional Sindical Roja. La FORA anarco-comunista se opone, pero la segunda confluye con los llamados “gremios autónomos” y los “anarco-bolcheviques” para crear así, en marzo de 1922, la Unión Sindical Argentina (USA), cuyo secretario general será Leopoldo Alonso (del sindicato del automóvil) y en cuya dirección iban a destacarse el ferroviario Pedro Casas, el carpintero Manuel Serafín Fandiño y el zapatero Mariano Barrajón. Su tesorero fue Atilio R. Biondi.
Paralelamente a su participación en la dirección de la USA, esta corriente funda, en enero de 1923, la Alianza Libertaria Argentina (ALA), que editó el periódico El Libertario (1923-1932).
Rosales colabora en Vía Libre. Publicación mensual de crítica social (Buenos Aires, 1919-1922), revista de inspiración “anarco-bolchevique” dirigida por Santiago Locascio, que en mayo de 1921 le dedicará su foto de tapa.
En marzo de 1924 Rosales participa de la Primera Conferencia Regional de la ALA, pero esta finalmente rechaza cualquier afiliación internacional. Igual postura asume en abril de 1924 el Primer Congreso de la USA. Así, en la medida en que la USA e incluso la ALA quedan hegemonizadas por las posturas “independentistas” de los anarcosindicalistas, el sector “anarco-bolchevique” impulsa una Alianza paralela que reedita el periódico La Rebelión (Buenos Aires, segunda época, 1925-1926). Por entonces serán identificados como «los aliancistas”. Rosales escribe también en esta segunda época. Especialmente significativo es su artículo “¿Ha sido rota la fibra heroica del anarquismo?”, donde señala que de aquella corriente vital, vigorosa y revolucionaria no quedaban por entonces sino “(r)estos deshechos, como los de un naufragio. Capillitas o sectas, hostiles unas a otras. Toda la gran fuerza que representó se ha esfumado”. Según Rosales, el “aliancismo” había logrado recuperar la brújula de aquel anarquismo revolucionario (“¿Ha sido rota la fibra heroica del anarquismo?”, en: La Rebelión nº 11, Buenos Aires, 1/5/1926, p. 2).
El 21 de agosto de 1927 es uno de los principales oradores en el acto que tuvo lugar en la Plaza Once en el marco de la campaña por la libertad de Sacco y Vanzetti, junto con Leopoldo Alonso (secretario de la USA), Julio R. Barcos, Angélica Mendoza, José Fernando Penelón, Mario Bravo y Alfredo L. Palacios.
Todavía en 1941 Héctor P. Agosti lo entrevistaba para la revista periodística Ahora, donde Rosales señalaba: “Debe crearse una marina mercante nacional que permita utilizar a miles de obreros especializados” (Ahora nº 360, Buenos Aires, 4/7/1941).
En 1945 se jubiló y tras enviudar, se mudó a Rosario, donde se vinculó al anarquista Jesús Lozada, se integró en la Agrupación Anarquista “Alberto Ghiraldo” y a la Biblioteca libertaria “Juventud Moderna” de esa ciudad. Para entonces hacía tiempo que había retornado a la “ortodoxia” anarquista.
Falleció en Mar del Plata en 1962, donde residía desde hacía dos años. Según el obituario de Acción Libertaria tenía entonces 82 años. El órgano de la Federación Libertaria señaló que Rosales no dejó de estar “contagiado por el espejismo de la revolución rusa que deslumbro a muchos jóvenes militantes obreros e intelectuales de avanzada”, aunque “no tardó en comprender el grave error de una adhesión que implicaba complicidad con los que desvirtuaron la gesta revolucionaria, retornando al sindicalismo clásico que tenía por pilares el federalismo y la acción directa”.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2025), “Rosales, Hermenegildo”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.