PIEDRABUENA, Juan Miguel (Concepción del Uruguay, Entre Ríos, Argentina, 1880 – sin datos de fallecimiento).
Poeta y docente de orientación anarquista individualista.
Uno de los diez hijos del matrimonio compuesto por el empleado de la policía José María Piedrabuena y Fátima Cordones, Juan Miguel Piedrabuena fue un activo militante anarquista en las primeras décadas del siglo veinte.
En ocasiones aparece mencionado como José Miguel, confusión que quizás se deba a la costumbre de utilizar solamente la primera letra de su nombre.
Los episodios más significativos de su militancia tuvieron lugar en la ciudad de Santa Fe, a la que llega desde la vecina provincia de Entre Ríos en algún momento previo a 1902.
Apodado “el loco Piedrabuena” en su paso por Santa Fe, Julio Barcos lo describe como “decidor, ocurrente”, que “escribía versos, cantaba a pleno pulmón para toda la vecindad de una manzana a la redonda, en la guitarra” y “discutía sobre cuestiones sociales”. Siendo la ciudad conocida por una fuerte presencia de la Iglesia Católica, era hábito de Piedrabuena burlarse de los religiosos locales llamando a gritos a su perro, “bautizado con el nombre de Jesucristo para escandalizar a la gazmoña beatería del barrio”.
Ejerció una importante influencia intelectual en la ciudad. Incluso siendo, según Barcos, “un anarquista a base de literatura sonora como lo era Lugones”, le cabe a Piedrabuena “el honor de haber sido el primero que puso en movimiento el cerebro anquilosado de los intelectuales fósiles” de la provincia.
En Santa Fe es una de las figuras destacadas del movimiento anarquista junto a Nicolás González Luján –que había publicado en Córdoba, con su amigo Leopoldo Lugones, Pensamiento Libre– y el conocido militante Giovanni Ragazzini. Con González Luján protagoniza las veladas de conferencia del Centro de Estudios Sociales. Juntos también comparten escenario con destacadas figuras del anarquismo que visitan la ciudad, como Pascual Guaglianone y Alberto Ghiraldo.
Ya para estos años Piedrabuena contaba con dos libros publicados: Lo que dice el bardo rojo (1899) y Sangre Nueva (1902). En 1903 colabora con sus poemas en la revista Vida Nueva dirigida por Guaglianone. En el mismo año contrae matrimonio con Elena Rais.
Luego de un episodio de altercados entre anarquistas y católicos en la ciudad, que terminó con cuarenta y nueve de los primeros arrestados, Piedrabuena oficia como orador junto a González Luján en una velada a la que se convocó a los directores de los periódicos locales, La Nueva Época, La Opinión y La Unión Provincial, a representantes de los Círculos Obreros católicos, del clero, y al presidente de la liga democrática. Los anarquistas expusieron sus ideas sin intervenciones de los invitados. La velada transcurrió tranquilamente pero a la salida fueron arrestados González Luján, Piedrabuena y Ragazzini. En otra versión del mismo episodio, los tres militantes fueron “invitados” a la comisaría para conversar y cuando asistieron los dejaron detenidos e incomunicados. Estando detenidos y habiéndose rechazado un recurso de habeas corpus que había presentado, González Luján asumió la defensa del trío en audiencia pública. Ofreció un discurso donde expuso el ideario anarquista y acusó las infamias cometidas por la policía. Su intervención fue recibida por el aplauso de los oyentes. Como novedad en la ciudad, asistieron a la sede judicial personas de todas las clases sociales en apoyo de los detenidos, que fueron luego liberados.
En 1904 Piedrabuena estrena en Santa Fe su drama en un acto En tierra esclava, que luego se presenta en Buenos Aires de la mano de Los caballeros del ideal y más tarde en Rosario en el Centro Aurora Social.
En 1905 un texto publicado en El Obrero de Uruguay por Antonio Zamboni desde Santa Fe va dedicado a Piedrabuena, “el pedagogo (…) a quien tanto repugna la ‘vil multitud’”. Allí Zamboni afirma que el anarquismo no debe menospreciar a las masas, que se acercarán a las filas ácratas llegado el momento de la revolución, una idea que parece contraponerse a las expresadas por Piedrabuena, vinculadas al anarquismo individualista.
Piedrabuena publica solamente un texto en La Protesta titulado “Las Mujeres”, en 1906, donde ensayando una escritura algo experimental, entre la poesía y la reflexión, plantea ambiguamente el problema de la explotación de la mujer.
Egresado de la Escuela Normal de Paraná, desde 1900 Piedrabuena desarrolla, a la par de su militancia, una carrera como director de escuela y docente.
Piedrabuena coincide con Barcos como docente de escuela en una localidad de la provincia, cuyo nombre no se menciona. Allí intentaron ejercer el periodismo pero, según Barcos, fueron despedidos de la escuela porque su periódico resultó de ideas demasiado avanzadas para gusto de los “caudillejos que regían (…) los destinos sociales de aquel feudo”. Piedrabuena funda luego en la misma localidad una escuela libre que le valió la pobreza y dos semanas de prisión.
Desde 1906 tuvo a cargo la creación de las escuelas de la ley Láinez en el norte de la provincia de Santa Fe y obtuvo luego el puesto de sub-inspector de escuelas en Salta. Radicado ya en Buenos Aires, se desempeñó desde 1909 como inspector técnico y docente en escuelas secundarias. Fue profesor en el Colegio Nacional Mariano Moreno de las cátedras de castellano, historia y matemática. Por estos años, entre 1909 y 1914, fue también redactor del diario La Nación.
Desde 1917 y hasta los primeros años de la década del veinte realiza conferencias en Buenos Aires sobre temáticas como “La genealogía y vida del lenguaje”, “La mujer en la hora actual”, “Educación artística del pueblo”, “Zola: su vida y su obra” o “Veinte siglos de cristianismo”.
En estos años se publica un número de Las Grandes Obras (N.º 54, 27/07/1923) destinado a su poesía. La compilación lleva el título La Visión del Cristo Rojo y recupera textos poéticos inéditos y otros cuyos títulos coinciden con los que Piedrabuena había leído en veladas de conferencia. La introducción al volumen, escrita por su amigo –y a la vez director de Las Grandes Obras– Julio Barcos, ofrece un esbozo biográfico de Piedrabuena. Allí Barcos también le adjudica a Piedrabuena la influencia que llevó a su propio despertar intelectual y a que adoptara el ideario anarquista.
En 1924 Piedrabuena realizó conferencias en Buenos Aires sobre Max Stirner y Friedrich Nietzsche organizadas por la revista Más Allá para recaudar fondos a su beneficio y sobre el “Concepto dogmático y científico del lenguaje” en el Ateneo Arte y Cultura.
También en 1924 participó como orador en un festival organizado por la Agrupación Anarquista “Justicia” en beneficio de la escuela de Santos Cervoni y de una nueva publicación titulada La Revista Universal. Ofreció allí la conferencia “Enseñanza racionalista y enseñanza laica”.
Los anuncios sobre la futura publicación de La Revista Universal aparecidos en Nuestra Tribuna y en El Progreso de Cuba mencionan a Piedrabuena como uno de los autores que escribirían colaboraciones, siendo el único argentino entre los nombres de Max Nettlau, José Prat, Ricardo Mella, Jean Grave, Malatesta y otros militantes de renombre. En junio de 1924 La Protesta publica una nota de la Biblioteca y Centro de Estudios Sociales “Francisco Ferrer” que advierte sobre la posibilidad de que La Revista Universal sea un medio fraudulento para hacerse con dinero de obreros y agrupaciones afines, por estar involucrado en la iniciativa Pablo Vernis, quien ya había realizado estratagemas similares y que luego sería expulsado de la Agrupación “Justicia”. La revista, que posterga su salida en varias ocasiones, probablemente nunca haya sido publicada.
En su esbozo sobre el movimiento anarquista santafesino, publicado en el Suplemento La Protesta en 1929, Abad de Santillán menciona a Piedrabuena como “el individualista que luego entró en la profesión docente por muchos años y que no hace mucho dio algunas conferencias en Buenos Aires”.
Junto al maestro socialista Atilio Torrasa y a otros docentes e inspectores técnicos de Capital Federal, Piedrabuena fue denunciado en 1933 por la Comisión Popular Argentina contra el Comunismo. Se lo acusó de ser uno de los “elementos comunistas entronizados en la enseñanza primaria”. Los versos que había publicado fueron utilizados como evidencia en su contra, en tanto a juicio de la Comisión eran “antipatrióticos y amorales”. Piedrabuena en su descargo califica aquellos escritos como errores de juventud y contrapone a las acusaciones su espíritu patriótico, ejemplificado por su participación en varios juramentos escolares a la Bandera, donde habría arengado a los presentes intentando contagiar el amor a la Patria.
En las sesiones del 22 y 23 de septiembre de 1939 de la Cámara de Diputados de la Nación, Pío Pandolfo –diputado radical por la provincia de Santa Fe– presenta un proyecto para que se otorgue una pensión a María Luisa, la hija menor de Piedrabuena. El pedido se sustenta en los servicios prestados por Piedrabuena a los consejos de educación provinciales y nacionales, en su trayectoria como escritor, y en el hecho de que ninguno de sus hijos pudo disfrutar de los beneficios de la jubilación del padre, por circunstancias no previstas en la ley.
Obra
- Lo que dice el Bardo Rojo, 1899
- Sangre Nueva, 1902
- “De horas tristes”, Vida Nueva, n.º 1, Buenos Aires, 15/11/1903, p. 4.
- “Son los señores”, Vida Nueva, n.º 3, Buenos Aires, 28/11/1903, p. 5.
- “De Amor y Esperanza”, Vida Nueva, n.º 4, Buenos Aires, 19/12/1903, p. 6.
- “Las Mujeres”, La Protesta, n.º 805, Buenos Aires, 14/08/1906, p. 1.
- “La Visión del Cristo Rojo”, Las Grandes Obras, n°54, Buenos Aires, 27/07/1923.
Cómo citar esta entrada: Ternavasio, Federico Fabián (2024), “Piedrabuena, Juan Miguel ”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.