PÉREZ MARTÍNEZ, Manuel (nombre de guerra: el ‘cura’ Manuel, el comandante Poliarco o Marcelino) (Alfamén, caserío de la provincia de Zaragosa, España 09/05/1943 – Montañas del departamento de Santander 14/02/1998).
Sacerdote católico impulsor de la Teología de la Liberación, vivió gran parte de su vida como militante y comandante del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia.
Es recordado como un hombre modesto, sencillo y humilde proveniente de una familia de campesinos con una ferviente convicción religiosa y de trabajo por la tierra. La vocación cristiana de su madre Herminia Martínez incidió de manera contundente en su decisión de hacerse sacerdote, fue ella la primera persona que supo de su compromiso y convicción humana. Su padre Marcelino Pérez fue falangista durante la Guerra Civil Española, pero Manuel consideraba que se debía a una inclinación religiosa y no política. Tuvo un único hermano: Francisco Pérez Martínez, con quien compartía el amor por la tierra y los posteriores intereses por la política. Este momento histórico fue determinante para su formación, pues las divisiones políticas e ideológicas le permitieron acercarse al marxismo.
Antes de cumplir once años ingresó al Seminario menor de Alcanza (1954) y posteriormente al Seminario mayor en Zaragoza (1959). Sin embargo, el primer impacto que recibió en el Seminario fue negativo para el inicio de su vocación sacerdotal, pues lo consideraba como un espacio oscuro y frío que no permitía un reencuentro con Cristo, ni jornadas de oración profunda. Cuando entró al Seminario mayor se dedicó a estudiar filosofía y estuvo vinculado durante tres años a un trabajo pastoral en los barrios pobres de Zaragoza. Participó en la Juventud Obrera Católica (JOC) y empezó a estudiar algunos textos de Karl Marx por curiosidad. En ese momento estableció una relación fuerte con los Fils de la Charité, sacerdotes obreros en Francia con quienes limpiaba hospitales, aseaba oficinas, barría calles y quebraba vidrios del Ministerio de Guerra. De esta experiencia aprendió con gusto a vivir del mismo jornal y compartir las mismas condiciones de vida que la comunidad con la que trabajaba. En esta misma época, pero ahora en Rouen, Francia, trabajó en una cooperativa con la que aprendió a hacer muebles y embotellar líquidos.
También tuvo contacto con el Partido Comunista Italiano (PCI) y los debates que entabló con ellos le permitieron ver en el marxismo y en el socialismo un instrumento para interpretar las relaciones sociales; en especial las tesis de Palmiro Togliatti le despejaron muchas dudas sobre el papel del marxismo en la sociedad y la relación que podía establecer con la iglesia católica. En este mismo periodo de su vida colaboró con la Central Sindical de Comisiones Obreras y fue golpeado en una marcha de solidaridad con trabajadores de una fábrica de construcciones aeronáuticas. Manuel Pérez estaba terminando su carrera como sacerdote cuando escuchó sobre la muerte de Camilo Torres Restrepo en Colombia y la experiencia de la lucha guerrillera, por lo que decidió viajar a empezar una vida revolucionaria que contuviera las bases del marxismo y el cristianismo que para él se representaban la figura de Camilo. En 1966 fue ordenado como sacerdote por el papa Paulo VI en Roma.
A partir de este momento el ‘cura’ Manuel encuentra una serie de coincidencias entre el evangelio, el marxismo y el idealismo. Para este sacerdote es común la práctica de los cristianos con los marxistas no creyentes alrededor del “amor al pueblo”. Además, las posturas emitidas por el Concilio Vaticano II generaron con más fuerza la emergencia de nuevas corrientes de pensamiento y de acción al interior de la Iglesia que posteriormente incidieron directamente en la consolidación de la Teología de la Liberación. Un ejemplo de este proceso fue el movimiento Golconda que, junto con las ideas de Camilo Torres, los fundamentos humanos del cristianismo, los principios de la revolución socialista, la lectura de la lucha de clases y una concepción política ligada al “humanismo revolucionario”, constituye una nueva generación de curas rebeldes y confirma su intención y vocación política. Dicho movimiento estuvo compuesto por clérigos y monjas colombianos y de origen español, entre los cuales sus figuras más conocidas fueron: Noel Olaya (1928-2018), Luis Currea, René García (1939-1994), Manuel Alzate, Vicente Mejía (1932) y Gerardo Valencia Cano (1917-1972), entre otros. Además, Manuel Pérez tuvo conocimiento de Camilo Torres y del Frente Unido en el Seminario Hispanoamericano de Madrid desde 1962 cuando se preparaba como misionero para poder llegar a América Latina.
En 1967 partió de España en barco hasta San Juan de la Maguana, provincia de República Dominicana ubicada en la frontera con Haití. En este lugar se reunió con sus compañeros del seminario de Zaragoza: Domingo Laín y José Antonio Jiménez quienes ya habían tenido acercamientos a la vida militante Colombia. El primero de ellos había sido recientemente expulsado por la Diócesis de Bogotá tras participar en un acto político durante la Semana Santa en la Universidad Nacional y adelantar actividades en los barrios Meissen y Tunjuelito de Bogotá. Poco después, Domingo Laín y Manuel Pérez fueron expulsados de República Dominicana y se dirigieron a Cartagena de Indias, en Colombia. En 1968 llegó Manuel Pérez como misionero de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (de la que sería expulsado), decidió vivir en el barrio Olaya Herrera y trabajar como obrero.
Manuel se presentaba como sacerdote y junto con el movimiento Golconda, promovió la formación de procesos organizativos en los barrios de Cartagena, la consolidación de clubes sociales de jóvenes con quienes desarrollaba jornadas de estudio, publicaba el periódico La causa justa (publicación de la que no se cuenta con más datos por el momento), organizaba fiestas, recogía dinero y alquilaba volquetas para mejorar las condiciones de vida de estos habitantes. Participó en la organización de un cabildo abierto en el barrio San José como ejercicio de resistencia ante la destrucción de las casas por parte del gobierno local y en respuesta lo llevan preso y expulsan del país de nuevo en un barco hacia España en menos de 72 horas.
No obstante, decidió salir nuevamente de España y en medio de las relaciones en Europa logra un contacto directo con la guerrilla del ELN. En 1969 decide regresar a Colombia de manera clandestina y al llegar a Bogotá se entera que Rómulo Carvalho primer responsable del trabajo urbano Bogotá y quien le serviría de enlace, había sido asesinado.
La decisión de hacer parte del ELN también fue producto de una reunión clandestina con otros sacerdotes y monjas que pertenecían al movimiento Golconda. En ella evaluaron las condiciones de seguridad y las posibilidades reales que tenían para continuar con sus proyectos, considerando finalmente que tenían que dar el paso a la lucha armada y de manera clandestina. Para este momento Manuel Pérez contaba con una fuerte influencia del pensamiento de Ernesto “Ché” Guevara y se convertiría junto con Domingo Laín y José Antonio Jiménez en los primeros sacerdotes que entraron al ELN después de Camilo Torres. Desde ese año nunca dejó la vida guerrillera.
Su primer combate se dio en el pueblo de San Juan de Cararé, departamento de Santander y a partir de ese momento se convirtió en el principal portador del cristianismo revolucionario dentro de una guerrilla que no se afirmaba como tal. En la década de 1970 apoya la fundación del movimiento socialista Iglesia y Sociedad en América Latina, vive la muerte del sacerdote guerrillero boliviano Néstor Paz y reconoce la crisis de la teoría del foco guerrillero, por lo que inicia una campaña para mejorar el trabajo político de masas y reducirle importancia al componente exclusivamente militar. Bajo este contexto aparece en la toma del municipio de Remedios en 1972 como sacerdote y guerrillero ante los habitantes, posteriormente es enjuiciado a fusilamiento por las fuertes críticas que emprendía contra las condiciones de vida de su jefe Fabio Vásquez Castaño, pero es enviado a Barrancabermeja por unos meses y regresa nuevamente con el grupo.
A finales de 1973 y luego del ataque que sufre el ELN en Anorí por parte del Ejército, Manuel Pérez queda aislado de su grupo y permanece casi un mes sobreviviendo solo en las montañas y tres meses perdido del resto del grupo. Se trató de un cerco de más de 48 días por parte de treinta mil hombres del Ejército contra una columna guerrillera y constituyó un golpe militar determinante para ese momento. Sin embargo, esta guerrilla logra estabilizar de nuevo una Dirección Nacional y Manuel Pérez es nombrado segundo responsable. En 1986 convocan su primer Congreso y Nicolás Rodríguez junto con Manuel Pérez asumen la vocería pública y oficial de esta organización. En 1987 participa de la gira internacional de la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG), visita varios países socialistas y se encuentra con parte de su familia. En 1990 viaja a La Uribe, Meta como parte de la I Cumbre de comandantes de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB). Para este momento su hermano Francisco Pérez Martínez, alcalde de Alfamén (Zaragoza) por el Partido socialista obrero español (PSOE), lo visita en las montañas de Colombia el 22 de marzo de 1991, encuentro que ha quedado registrado en la película Historia de dos hermanos (producción interna de la que no ha sido establecida).
El 23 de junio de 1995 Manuel Pérez da inició a la Campaña Político-Ideológica “Héroes de América” como parte de la formación política que dirigía en el ELN. En mayo de 1997 y dando continuidad a esta campaña, escribe el artículo “La izquierda: que cambie, para seguir su camino” publicado por dicha organización como un documento interno.
A sus 55 años de edad, con su convicción religiosa en pie y sin su acento español, Manuel Pérez Martínez muere el 14 de febrero de 1998 y deja a su esposa y compañera de muchos años, junto con la hija que tuvieron, se trataba de una exmonja vinculada a la organización cuyo apodo era “Mónica” o “Andrea”. Manuel no murió en Colombia, recibió atención médica por un problema hepático que padecía por varios años como consecuencia del paludismo y por esta razón, el ELN tuvo que montar un fuerte operativo logístico para traer su cuerpo y sepultarlo en la Serranía de San Lucas, al sur de Bolívar.
Cómo citar esta entrada: Cely, Andrea (2020), “Pérez Martínez, Manuel”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org