ORTÚZAR GONZÁLEZ, Pedro (apodo: El Negro Ortúzar) (Valparaíso, Chile, 1887 -Valparaíso, Chile, julio de 1944).
Zapatero anarcomunista, gran orador, fundador de la Unión y Resistencia de Zapateros de Valparaíso (1912), fundador de la Liga de Arrendatarios de Antofagasta (1919).
Nació en Valparaíso en 1887. Como muchas experiencias familiares en el Chile de esa época, la del niño Ortúzar fue la de una familia rota. Por razones que desconocemos, el pequeño Pedro creció sólo junto a su madre, quien se ganaba la vida en labores domésticas, lavando ropa ajena y cocinando. Sin el resguardo ni las enseñanzas de un padre, el niño Ortúzar tuvo que conocer tempranamente la calle, ganándose la vida en lo que saliera. Así fue cultivando una personalidad rebelde y llena de conflictividades que invadieron su infancia y juventud.
En confesiones a Pedro Nolasco Arratia, revelaría algunas escenas de su vida: “Fui rebelde desde niño, creo que desde la cuna, desde la inconciencia de los primeros años. Me gustó la calle. Odiaba el encierro de las cuatro paredes de cuarto. Me gustaba el encanto andariego con los chicos del barrio. Ir al río, a la montaña, escalar el monte y extasiarme en la contemplación maravillosa e infinita de la cordillera, valle y mar. Pelearme por mis ideas de niño, y por el amor de una muchacha. Escalar murallones, o dejarme llevar por la corriente de los canales y pasar a los huertos y saciarme de fruta jugosa y prohibida. Volver al atardecer del día cuando el sol se encendía en el horizonte de fuego, y arrojarme jadeante, palpitante el corazón a los brazos de mi madre, y cubrirla de besos y martillar sus oídos con palabras cariñosas” (La Voz del Gráfico n° 75, Santiago, febrero de 1945).
El mismo espíritu le llevó a ser rebelde incluso en la vida de pareja. Al parecer no se casó formalmente pero sí tuvo dos hijos con una mujer cuyo nombre se desconoce pues no aparece en los registros de nacimiento de sus hijos, bautizados como Ibsen y Gorky. De este último, sabemos que nació en Santiago un 15 de octubre de 1909. Según le contara alguna vez el propio Ortúzar al tipógrafo Pedro Nolasco Arratia (1882-1961), su mujer se habría alejado de su lado pues él jamás pudo darle seguridad a causa de su militancia.
Poco sabemos de sus inicios en las ideas anarquistas, pero según su relato fue este mismo espíritu rebelde el que le llevó a la aventura, trasladándose desde adolescente a distintas ciudades y países conociendo diversos oficios y faenas, presenciando a la vez “tragedias obreras, explotaciones infames, masacres e injusticias”. Esta experiencia como trabajador, paria explotado, le llevó sin darse cuenta al movimiento libertario que florecía por todos lados, descubriendo un día dentro de éste “un mundo nuevo y maravilloso”. Se hizo prolífico lector, “me sumí en el fondo de las bibliotecas” y desde entonces participó con su “nueva cultura” en las más diversas manifestaciones del “pensamiento y la acción redentorista”, llevándolo sus pasos libertarios desde la tribuna hasta las prisiones de todos los países que visitó, que fueron siete (La Voz del Gráfico n° 75, Santiago, febrero de 1945).
Seguramente fue al fragor de las diversas actividades que se gestaban en el seno de la sociabilidad obrera donde Ortúzar fue formando su personalidad. Ya para 1913, cuando conoce al escritor anarquista que sería futuro Premio Nacional de Literatura, Manuel Rojas Sepúlveda (1896-1973)-, destacaba entre las huestes libertarias porteñas como un gran orador. Y todas las semanas se presentaba en la Plaza Echaurren, en las Delicias, y en diversidad de centros obreros a esparcir la semilla libertaria. Según el testimonio del propio Rojas, Ortúzar “tenía la pasión de la oratoria”, arte al que los anarquistas concedían gran valor. Solía decir a sus compañeros que “todos los anarquistas deberían ser grandes oradores, oradores de rico lenguaje y de gran capacidad de razonamiento, de modo que ningún burgués pudiera hacerlos callar con palabras o con razones” (Manuel Rojas, La oscura vida radiante, 1971).
Un artículo de la época le reconocía como “el mejor orador de Valparaíso, jamás se extralimita; jamás insulta desde la tribuna, en sus discursos aprovecha la filosofía y la literatura, razón por la cual se ha creado una retórica tan eficaz, que hace que su palabra sea convincente y creída” (La Voz del Chofer nº 8, Valparaíso, marzo de 1924).
Entre 1912-1915, vivía humildemente junto a otros dos zapateros anarcomunistas en un rancho montado sobre el filo de una loma desprendida del cerro que sirve de respaldo a Valparaíso. Allí intentaban llevar una vida acorde con sus ideales, donde todo era común y nada de nadie, ni la comida, ni la ropa, ni las herramientas, ni las camas; ninguno de ellos tenía mujer —escribió Manuel Rojas—, o por lo menos no la trajo al rancho pues juzgaban que con mujeres sería difícil mantener un comunismo cualquiera y comunizarlas sería el modo de introducir la discordia y el individualismo. Por aquellos tiempos Manuel Rojas le dedicó el poema “Salutación”:
“A Pedro Ortúzar, estas estrofas, este soneto, ramillete de flores aurorales”.
¡Salud, buenos muchachos! En mi estrofa sincera—que es el penacho blanco vencedora—quiero que vuestro grito, canción de primavera sea clarín vibrante, anunciatriz de aurora.
Peregrinos dolientes. Soberbios trovadores ¡Quijotes sin escudo y también sin diamante! pero Quijotes siempre!… Bravos ensoñadores, hermanos en la Idea y en el sueño jigante.
Salud, bravos, salud! En mi verso sonoro nuestro grito de guerra, será rima de oro con perfumes nostálgicos de florido rosal.
¡Será rubia quimera y azul ensoñación, será de primavera la pagana canción y será eternamente, marsellesa triunfal!
(La Batalla, Santiago, segunda quincena de febrero de 1914).
Ya hacia 1912 era el principal referente de la Unión y Resistencia de la Zapateros porteños, participabando en cada acto público y manifestación social y convirtiéndose, junto a Juan Onofre Chamorro (1885-1941), Modesto Oyarzún Marín (1885-¿?) y Luis A. Pardo Jiménez (1882-1946), en uno de las máximos exponentes del anarquismo porteño.
Al año siguiente, y ya con la mayoría de los gremios reorganizados en Valparaíso —luego de un periodo de dispersión a raíz del ruflujo que siguió a la gran matanza de obreros en la Escuela Santa María de Iquique—, se conmemoró el 1° de Mayo de forma histórica, convocando alrededor de 10 mil manifestantes. El acto fue organizado por un Comité Pro 1° de Mayo presidido por Juan Onofre Chamorro y compuesto por José A. Valencia, el carpintero Abel Cruz Cañas, el mecánico Modesto Oyarzún y quien nos convoca, Pedro Ortúzar González, “todos estos jóvenes son compañeros nuestros i entusiastas propagandistas de la acracia”. El día del mitin, la ciudad de Valparaíso contempló asombrada los hechos que se gestaban desde las primeras horas del día. Paró el trabajo en las fábricas, los muelles; el servicio de locomoción, el comercio se suspendieron y “la urbe porteña sintió la crispación del pueblo productor i con este cesó el estremecimiento febril de la explotación inicua” (La Batalla, Santiago, segunda quincena de mayo de 1913).
En la ocasión, Ortúzar, con un “brillante discurso en el que habló de la juventud i vigorosa personalidad del poeta acrático” presentó ante los obreros porteños a quien se convertiría en importante luchador social, poeta y artista de vanguardia: el joven José Domingo Gómez Rojas (1896-1920). Así, cuando éste subió a la tribuna, “el pueblo prorrumpió en una ovación delirante” (La Batalla, Santiago, segunda quincena de mayo de 1913).
Meses después, cuando los obreros a Jornal de la Maestranza de Ferrocarriles se declararon en huelga contra el decreto que pretendía fotografiarlos (movimiento conocido como “Huelga del mono”), Ortúzar a la cabeza del gremio de zapateros fue uno de los primeros en sumarse al movimiento, que desembocaría finalmente en una huelga general.
Mientras la huelga estaba en acción, los obreros porteños recibieron la visita fraternal del representante de los obreros anarquistas peruanos, Eulogio Otazú, quien fue recibido por los principales dirigentes obreros de la época, destacándose en el Comité el zapatero Pedro Ortúzar, con quien viajaría posteriormente Otazú —durante la semana de celebración de fiesta patrias de ese año— a Santiago. En esta ciudad, Pedro Ortúzar hizo la presentación de Otazú siguiéndole en el uso de la palabra Chamorro, el tipógrafo Luís A. Soza (1875-1940), Francisco Valenzuela y un miembro del Partido Demócrata. En la ocasión, y haciendo alusión a la que era calificada como falsa delegación venida desde el Perú (financiada por los gobiernos y formada por políticos y no por obreros), Ortúzar puso de alto relieve la personalidad revolucionaria de Otazú, haciendo hincapié en que “juzgada por cada uno de los allí reunidos, esta acción de este hombre digno podría comprenderse la fuerza poderosa que tendrían los compañeros peruanos en enviar a un camarada de estas condiciones morales, yo en mi calidad de trabajador declaro que el compañero Otazú es el único y verdadero representante del pueblo trabajador peruano”. Enseguida, en acto fraternal y haciendo visible públicamente las ideas internacionalistas del anarquismo, dicha Comisión atravesó la ciudad a pie, cantando himnos obreros e internacionalistas, para llegar al Centro de Estudios Sociales “Francisco Ferrer” “vivándose en el trayecto, a los productores peruanos y del orbe entero y dando mueras al régimen burgués actual ocasionador de todos los dolores que sufren los proletarios en todas partes del mundo” (La Batalla, Santiago, segunda quincena de septiembre de 1913).
De regreso a Valparaíso a comienzos de octubre, Pedro Ortúzar participa junto al delegado peruano y los principales dirigentes ácratas del puerto en la asamblea de conformación de la Federación Obrera de la Región Chilena (FORCH), formada a semejanza de sus pares peruana (FORP, representada por Otazú) y la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), entidad que se mantenía en intenso contacto con los obreros chilenos, fundamentalmente con Modesto Oyarzún y el peluquero italo-argentino Luciano Roma Nápoli (llegado a Chile por el año 1912).
Pedro Ortúzar se destacó en las distintas manifestaciones desarrolladas en Valparaíso, por lo menos hasta 1916. A partir de ese año, su visibilidad se hace más difícil a consecuencia del viaje que decide emprender hacia el norte del país. Se instala primero en la localidad de Negreiros, para luego pasar varios años en Antofagasta actuando en el Centro de Estudios Sociales “Fuerza Consciente”.
En esta localidad destacó por su activo trabajo como propagandista ácrata, cuestión que le llevó a sostener ácidas polémicas con los elementos socialistas reunidos en la Casa del Pueblo y el periódico El Socialista, dirigido por el no menos polémico Luis Víctor Cruz Steghmanns (1892-1947).
Hacia 1918, en el marco del encarecimiento de la vida producto de la crisis generada por la Primera Guerra Mundial, Ortúzar formó parte de la Asamblea Obrera de la Alimentación Nacional (AOAN) en Antofagasta. Y al año siguiente, da el pie inicial para la conformación de la Liga de inquilinos local, de la cual, durante buena parte de ese año, fue su principal referente, actuando como Presidente, en tanto que de secretarios actuaban los mutualistas Fernando Escobar C. y Luis A. Cantillana.
Comenzaron la agitación fundamentalmente a través de mítines y conferencias públicas en distintas partes de la ciudad, solicitando la rebaja del pago de los arriendos en un 50%. Poco a poco el movimiento fue radicalizándose. Los periódicos de la época destacan el hecho del respaldo masivo por parte de las organizaciones obreras de la ciudad, señalando que se habían adherido prácticamente todas las entidades obreras, que asistieron con sus estandartes. El carácter independiente de estas manifestaciones queda bien reflejado en su lema: “Nada con los partidos políticos”, con lo cual asumimos que dichos mítines eran promovidos desde la asociación espontánea del pueblo trabajador, relacionado con una necesidad directa.
Tras varias jornadas de lucha, Ortúzar fue atacado por elementos mutualistas que lo acusaron de malversación de fondos. Éste defnedió públicamente sus acciones a través de las páginas del diario demócrata La Nación. Al poco tiempo asumió un nuevo directorio en el cual destacaría otro compañero cercano de Ortúzar, Juan Demarchi Enrrietti (1866-1943).
Durante el llamado “Proceso a los Subversivos” del año 1920, el rastro de Pedro Ortúzar se pierde. No obstante, sabemos que su compañero cercano, Demarchi, fue detenido a fines de 1919 en Antofagasta por lo cual perdió su trabajo en las obras del puerto de esa ciudad, donde se desempeñaba como carpintero. La presencia y visibilidad que Ortúzar proyectaba en esta ciudad hace suponer que los dardos policiales se dispararon contra su persona, motivo por el cual, éste se mantuvo en bajo perfil o huyó de Antofagasta. Ya calmadas las aguas, retornó a la vida pública en su natal Valparaíso, hacia 1921. Allí retornó a sus labores propagandísticas destacándose cada semana como orador en las plazas públicas, tal cual destaca un artículo aparecido en el periódico anarquista Verba Roja:
“Si en Santiago existe la Vega como punto de concentración de la propaganda de ideas los domingos, aquí también, en Valparaíso, tenemos nuestra “vega”: la Plaza Echaurren, donde los días jueves se reúnen hasta 2 mil trabajadores para escuchar la palabra de los camaradas Ortúzar, Soto y Mondaca, cálida y convincente la del primero, persuasiva la del segundo y pujante la del tercero.Una hora antes de la hora designada para el acto, todos los jueves se reúnen en la plaza muchísimos obreros, quienes discuten entre sí, se acaloran y entusiasman vivamente, como ocurre en la vega de Santiago, lo que prueba la eficacia de la obra que con tanto empeño y eficacia realizan los camaradas mencionados.
(Verba Roja, Santiago, segunda quincena de noviembre de 1922).
Esa plaza era antes una especie de baluarte socialista, donde esos políticos catequistas venían también a menudo, pero hay no se les ve por ningún lado después de la última controversia que se efectuó allí entre Ortúzar y Mondaca, en contra de políticos socialistas de aquí, y de otro que hicieron venir de Santiago, un orador que por modestia usa el seudónimo de Claro del Alba, donde fueron corridos ridículamente a su madriguera…
Los camaradas de aquí han resuelto intensificar aún más la propaganda, a la que ha de agregarse al acto del jueves en Echaurren, el día lunes en plaza Victoria, en vista del éxito que tienen…
Los días miércoles en la noche, en el local de los carpinteros, San Ignacio 109, se efectúan brillantes ateneos, con recitación de poesías, música y conferencias doctrinarias por los mismos camaradas…
Los días domingos se efectúan pic-nic en el cerro Polanco, una vez a beneficio de los presos por Cuestiones Sociales, y otras, a beneficio del periódico La Batalla.
En fin, se trabaja con fe y entusiasmo, dos cosas necesarias para la propaganda”.
Durante la Dictadura de Ibáñez (1927-1931), Ortúzar fue expulsado de Chile, dando inicio a un viaje que lo llevó a distintos países de América Latina, siempre sembrando la semilla de la libertad. Inicialmente atravesó la Cordillera de los Andes en compañía de los anarquistas Primitivo Vargas y Jorge Tamayo Gavilán, arribando primero a la ciudad argentina de Mendoza. A comienzos de febrero de 1928, una vez en Buenos Aires, participaron de una manifestación por la libertad de Simón Radowitzky, en la que fueron detenidos e interrogados por la policía. En Buenos Aires no le fue difícil integrarse a los grupos de propaganda, actuando en diversas actividades, y profundizando sobre todo su amistad con Rodolfo González Pacheco, a quien había recibido en Valparaíso en 1923 cuando el dramaturgo y propagandista de la idea hiciera una gran gira por Chile. Por entonces dio varias conferencias en los espacios obreros sobre las “Cuestiones de Chile, pintando con variados colores, la psicología de aquel pueblo sufrido y vilipendiado”. En otra oportunidad, la revista libertaria bonaerense Humanidad, señalaba que “El viernes 13 de abril, en la Casa del Pueblo, auspiciado por los deportados chilenos, se realizó una conferencia contra la dictadura de aquel país. Hablaron los camaradas Ortúzar, Urrutia, Triviño, R. G. Pacheco y otros. En el salón, totalmente ocupado, se notaba la animación y el repudio a toda dictadura, habiéndose hecho público que la dictadura del proletariado era igualmente repudiable y un azote que enrojecía las mejillas de los obreros del mundo” (Humanidad. Revista mensual libertaria n° 7, Buenos Aires, mayo 1928).
En mayo de 1929, junto a Armando Triviño (1895-1977), representaron a la región chilena en la constitución de la Asociación Continental Americana de Trabajadores (ACAT), entidad promovida por los anarcosindicalistas con intenciones de convertirse en un referente del sindicalismo revolucionario en la región subamericana. La confederación sindical continental del anarcosindicalismo se implantó en América Latina como la rama latinoamericana de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), la internacional de anarcosindicatos. Tuvo primero su central en Buenos Aires, pero a causa del golpe militar de 1930 tuvo que ser trasladada al Uruguay, primero, luego a Chile.
Desconocemos cuando regresó a Chile, pero ya en tiempos posteriores a la Dictadura de Ibáñez el anarquismo que conoció Ortúzar no era el mismo y tampoco lo eran sus promotores, de los cuales algunos desaparecieron y otros se enrolaron en la política. Según Pedro Nolasco Arratia, su condición de vida durante sus últimos años fue “hasta cierto punto de soledad y desamparo”. Aún cuando sus capacidades como zapatero le hubieran permitido instalar un taller con operarios y pagar a éstos en la más equitativa forma, cuestión que se habría traducido en una mejora a su precaria condición económica, Ortúzar jamás realizó tal cuestión, y lo justificaba de este modo:
“No quiero ser explotador. No quiero convertirme en señor, en patrón que extorcione la labor del obrero. Mi vida limpia y luminosa, mi moral vertical gravita en mi estimación, en mi mundo interior, en mi yó. No puedo prostituirme en la explotación de mis hermanos así como no encharqué mi pureza en la política”
(La Voz del Gráfico, Santiago, n° 75, febrero de 1945).
Así, trabajó hasta que le quedaron fuerzas y enfermó solo y sólo también murió en su lecho, en 1944, poco después de haber hecho el último esfuerzo por La Idea al recibir una vez más en Chile —tal cual lo hiciera en 1923— al propagandista Rodolfo González Pacheco, recorriendo con él distintos pueblos de esta región.
De hecho, el mismo González Pacheco, informado de la muerte de Ortúzar por miembros del grupo Voluntad, de Montevideo, recordaría al “Negro” como un “hombre macanudo” y un orador de la calidad del Negro Anderson Pacheco (Uruguay 1880 -La Plata, 1933), “popularmente eficacísimo” (Voluntad n° 72, Montevideo, en La Voz del Gráfico, Santiago, noviembre de 1944).
El Negro Ortúzar sería recordado como un apóstol de la causa, y como tal, junto con realizársele un multitudinario funeral —organizado por los zapateros y sus compañeros del Grupo “Tierra y Libertad” de La Legua— se le tributaría una serie de artículos y actos simbólicos. En el poema “Rebelde” se decía:
“Fue para nuestra causa el líder y el artistaque a los cuatro vientos la palabra encendía.
(La Voz del Gráfico n° 69, Santiago, agosto 1944).
Lanzaba con la elocuencia que tan sólo se enristra
en las almas que al ensueño le entregaron la vida”.
Al cumplirse un año de su muerte, la Federación Nacional del Cuero de Santiago y el Centro de Estudios Sociales que llevaba su nombre –fundado por quien se convertiría en el gran referente del anarcosindicalismo local durante los años venideros, el zapatero Ernesto Miranda Rivas (1911-1978)—, realizaron varias actividades culturales en su memoria.
Ortúzar fue una de las figuras más importantes del anarquismo en la región chilena. Este prestigio no sólo se lo ganó por su constante labor propagandística, sino por el tesón puesto en cada acto, siendo reconocido como un “valiente luchador”, “aguerrido e incansable”, que, “día a día va conquistando adeptos para la futura revolución” (La Voz del Chofer nº 8, Valparaíso, marzo 1924).
Cómo citar esta entrada: Lagos Mieres, Manuel Andrés (2020), “Ortúzar González, Pedro”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org