ORTEGA PEÑA, Rodolfo David (apodo: El Pelado) (Buenos Aires, Argentina, 12/9/1935 – Buenos Aires, Argentina, 31/7/1974).
Abogado gremial y defensor de presos políticos, historiador, periodista, parlamentario, referente del peronismo revolucionario.
Nacido en el seno de una familia de clase media antiperonista conformada por el abogado Rodolfo Ortega Velarde y Zaira Peña. Rodolfo cursa sus estudios secundarios en la Escuela Argentina Modelo, en barrio porteño de Recoleta. A los 21 años de edad egresa de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) con el título de abogado, aunque durante su carrera universitaria pasó por las Facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Económicas.
Se afilia a la Federación Juvenil Comunista (FJC) en 1957 tras una primera aproximación al radicalismo frondicista, encolumnado en las filas del antiperonismo como buena parte de los universitarios en los años ‘50. En el “frente cultural” del Partido Comunista (PC) conoce y frecuenta al intelectual marxista Raúl Sciarreta. Paralelamente, entra en contacto con la Resistencia Peronista a través del dirigente del Comando Nacional Peronista (CNP) César Marcos y comienza a empaparse con la lectura de pensadores nacionalistas populares y de la izquierda nacional, como Raúl Scalabrini Ortiz, José María Rosa y Juan José Hernández Arregui. Por entonces también comenzaría a reconocer como referente a John W. Cooke. Entre las influencias allende las fronteras, el debate sobre la Revolución Cubana y la Revolución Argelina en los primeros años ‘60, así como el impacto de la obra de Franz Fanon y la de Simone de Beauvoir sobre el proceso africano dejarían con el tiempo una fuerte huella.
En 1960 Ortega Peña se aleja del PC, ya simpatizando con el peronismo. En la Facultad de Derecho conoce a Eduardo Luis Duhalde, con quien inicia de ahí en más una amistad que fructifica en una perdurable asociación política, laboral e intelectual. Juntos desplegarían una prolífica actividad política y cultural en tanto abogados, militantes políticos, historiadores de línea revisionista y promotores editoriales, con la convicción de que la lucha en el plano ideológico debía ir a la par del combate político, buscando incidir en el movimiento de masas, incluidas sus direcciones sindicales. En el despunte de la nueva década se los ve entre los grupos peronistas y de la izquierda nacional nucleados en torno al periódico El Popular (1960). En 1962 participan activamente en la campaña electoral que tiene al sindicalista del gremio textil Andrés Framini como candidato a gobernador de la Pcia. de Buenos Aires, definiendo ya ambos su identidad peronista en cercanía de los sindicatos, principal bastión del peronismo por esos años. Desde principios de 1963 son asesores letrados de la CGT que encabeza José Alonso bajo la hegemonía del metalúrgico Augusto T. Vandor. Desde su estudio jurídico actúan en pleitos laborales para más de 25 gremios así como defienden penalmente a militantes gremiales procesados. Manteniendo estrechos vínculos con Framini y el propio Vandor, toman parte activa en el plan de ocupación de fábricas de 1964 que hace tambalear al gobierno radical del Dr. Arturo Illlia (1963-1966). Por entonces también colaboran con el periódico Compañero (1963-1966), dirigido por Mario Valotta y progresivamente identificado con el Movimiento Revolucionario Peronista (MRP) que lidera Gustavo Rearte.
En ese año de 1964 participan de la fundación de CONDOR (Centros Organizados Nacionales de Orientación Revolucionaria), que agrupa a intelectuales y militantes del peronismo revolucionario y de la izquierda nacional en el intento de acercar peronismo y marxismo a través de una labor ideológica. Ricardo Carpani y Alberto Belloni son algunos más entre los aglutinados allí por Hernández Arregui, quien ejerce entonces sobre Ortega Peña y Duhalde una influencia considerable. El autor de La formación de la conciencia nacional se había convertido en su guía intelectual desde los años de la Revista del Mar Dulce (1955-1960). Contemporáneamente a la formación de CONDOR, Ortega Peña y Duhalde toman a su cargo la defensa de los presos del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT) dirigido por Joe Baxter y José Luis Nell, luego del asalto al Policlínico Bancario ocurrido el 29 de agosto de 1963. Con el MNRT coinciden en la militancia a favor del regreso de Perón al país, así como en las críticas a las “izquierdas contrarrevolucionarias”. Tras la disgregación de CONDOR, que ya incluía en su programa el revisionismo histórico, la dupla de abogados funda el Centro de Estudios Históricos “Felipe Varela”, con el objetivo de difundir la versión revisionista de la historia entre los trabajadores y las clases medias. Allí editan la revista La Unión Americana (1965).
Bajo el auspicio de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) publican Felipe Vallese. Proceso al sistema, una investigación a tres años de ocurrida la desaparición del militante metalúrgico y de la Juventud Peronista (JP) Felipe Vallese. Al mes de la aparición del libro reciben diversos tipos de amenazas. Producido el golpe militar que instaura la dictadura del Gral. Juan C. Onganía (1966-1970) y ante la connivencia de la dirigencia sindical con aquélla, se distancian de los sindicatos liderados por Vandor, dedicándose desde entonces a la defensa de presos políticos y a la labor historiográfica.
Durante los primeros años del Onganiato, ve la luz su intensa y prolífica producción como historiadores, llamada a tener un fuerte impacto en el campo político-cultural de la época, por lo que Ortega Peña y Duhalde pasan a ubicarse entre los principales referentes intelectuales de un peronismo revolucionario en gestación. Abrevando en la tradición revisionista y con una fuerte convicción sobre la función pedagógico-política de la historia, la obra de Ortega Peña y Duhalde emerge del entrelazamiento entre nacional-populismo y marxismo, característico de la radicalización política de los años ‘60, proceso que su propia intervención “revisionista popular” pretendía contribuir a configurar. A la ya mencionada influencia de Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui y Pepe Rosa en su obra historiográfica se suma la de Jorge Abelardo Ramos y Rodolfo Puiggrós, quienes a su vez son promocionados como autores desde la Editorial Sudestada, de su propia creación en 1965. A lo largo de numerosos libros y artículos, Ortega Peña y Duhalde cuestionan la historiografía liberal oficial, de cuño mitrista, por representar una versión “falsa” del pasado, identificable con los intereses de “la oligarquía, el imperialismo y sus próceres”, reivindicando en cambio el papel de las masas y de los caudillos del siglo XIX en la construcción de una “verdadera historia nacional”, expresando una preocupación que liga pasado y presente en un horizonte indiscriminado de sentido, donde terminan por fundirse. Así, la “liberación nacional” que orientaría las luchas del presente se asimila a las luchas de las montoneras y los caudillos federales contra la burguesía porteña; mientras que la figura de Perón es auscultada sobre el modelo que aportan los caudillos decimonónicos. Entre estos últimos, Felipe Varela es el que recibe la mayor atención. La amplia repercusión de esta apuesta historiográfica queda expresada en Folklore argentino y revisionismo histórico, uno de los libros de ensayo más vendidos durante el año 1968.
En ese año de división de la central sindical entre los sectores más dialoguistas con el régimen militar y aquellos más combativos que forman la CGT de los Argentinos, Ortega Peña se cuenta entre los abogados de esta última, habiéndose desempeñado por años como tal en la Federación Gráfica, que tiene a su principal dirigente, Raimundo Ongaro, a la cabeza de la central. Con otros profesionales allí nucleados encara la defensa de los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) comandados por Envar El Kadri tras su detención en Taco Ralo, Pcia. de Tucumán, en septiembre de 1968. Desde esa oportunidad su posición como abogado y militante sería la de realizar una defensa política —y no meramente jurídica— de los presos, aunque aceptara la decisión en contrario de sus defendidos.
Tras el secuestro y asesinato del Gral. Pedro E. Aramburu y la toma de la localidad cordobesa de La Calera por Montoneros, entre mayo y julio de 1970, Ortega Peña integra el grupo de abogados que defienden a los integrantes de la nueva organización armada peronista, argumentando el principio de “legítima defensa social” que autoriza la encíclica papal Populorum Progressio, así como el carácter de “genocidio económico” de la política implantada por Onganía en el país, para justificar el uso de la violencia como medio de lucha política por sus defendidos. Desde 1971 integra el ámbito que cristalizaría a fines de ese año en la Asociación Gremial de Abogados, luego del litigio contra la detención del líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Roberto Quieto.
Ortega Peña pasaría luego a ser abogado de esta organización, actuando como defensor en el caso de la desaparición de los militantes Juan Pablo Maestre y su esposa Mirta Misetich. Actuaría también en la defensa del líder del PRT-ERP, Mario R. Santucho, y de algunos de los fusilados en la masacre de Trelew (22/8/1972) así como de la sobreviviente María Antonia Berger, habiendo viajado al sur junto a otros abogados el mismo día que se supo del intento frustrado de fuga.
Bajo el gobierno militar del Gral. Alejandro Agustín Lanusse (1971-1973), padece junto a Eduardo L. Duhalde varios intentos de detención y atentados, destacándose las bombas puestas en su estudio de abogados, en la sede de la gremial de abogados durante la semana previa a la masacre de Trelew y la arrojada durante la realización de una huelga de hambre por presos políticos y contra la tortura, en la parroquia del padre tercermundista Rodolfo Ricciardelli. Ante el escenario de salida de la dictadura planteado desde el régimen con la convocatoria a un Gran Acuerdo Nacional (GAN), participa en la campaña por el “Luche y vuelve” que motoriza la JP entre las organizaciones más movilizadas del peronismo, como cuando es orador en el acto del 28/7/1972 en el Club Nueva Chicago. Integra la comitiva que acompaña a Juan D. Perón en el vuelo charter del 17 de noviembre de 1972 que lo trajo de vuelta a la Argentina tras su largo exilio.
Apoya la candidatura de Héctor J. Cámpora a la Presidencia de la Nación e integra como diputado nacional suplente la lista ganadora del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) en las elecciones del 11 de marzo de 1973. Asume por unos meses como director del Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras y del Departamento de Historia del Derecho de la Facultad de Derecho durante la gestión de Rodolfo Puiggrós al frente de la UBA. Es dejado cesante tiempo después de la renuncia de Cámpora.
Distanciado cada vez más del rumbo que va tomando el gobierno peronista desde la masacre de Ezeiza y la renuncia forzada de Héctor J. Cámpora, se identifica progresivamente con sectores de la “tendencia revolucionaria” cuyo enfrentamiento con el gobierno es más explícito, como FAP y Peronismo de Base (PB). Son los grupos que en su reciente formulación de una “alternativa independiente de los trabajadores peronistas”, con cierto acercamiento al marxismo, habían incorporado más fuertemente la influencia del pensamiento de Ortega Peña. Rechaza sin embargo el “ajusticiamiento” del secretario general de la CGT de Mar del Plata y jefe de la UOCRA Marcelino Mansilla que se atribuye un comando de FAP. Acompaña el lanzamiento de FAP-PB 17 de octubre por Cacho El Kadri a fines de agosto de 1973, en disidencia con tal hecho. Si todavía desde esa ubicación en el complejo cuadro del movimiento había apoyado la candidatura de Perón a un tercer mandato presidencial, poco después adhiere al Segundo Congreso Nacional del Peronismo de Base que tiene lugar en La Falda, Pcia. de Córdoba, con posiciones críticas del rumbo derechista del gobierno.
Es así que al acceder a ocupar su escaño de diputado en el Congreso de la Nación el 13 de marzo de 1974, luego de la renuncia de los ocho diputados del bloque FREJULI que se niegan a votar el proyecto de reforma del Código Penal enviado por Perón, Ortega Peña no se une a esa bancada y forma el unipersonal Bloque de Base. Desde su banca cuestiona el sesgo crecientemente represivo del gobierno de Perón manifestado en el avance del lopezrreguismo en ámbitos estatales y en la creciente censura y persecución políticas. Apoya las luchas obreras en curso con una profusa actividad legislativa así como con su presencia en la calle. Conflictos gremiales como los de las empresas Insud, Panam, Acíndar, Propulsora Siderúrgica, Bagley y Banco Nación, adquieren una importante difusión a través de su palabra autorizada y su colaboración. Se opone al proyecto de Ley Universitaria enviado por el Poder Ejecutivo por limitar la actividad política en la universidad, por no haber incluido la participación de los estudiantes en su elaboración y por cercenar la autonomía y autarquía al permitir la intervención de la institución. En algunos de sus proyectos presentados al Congreso tiene como aliados a diputados de otros bloques, como el radical (luego desaparecido) Mario A. Amaya y Héctor R. Sandler de UDELPA, entre otros.
Paralelamente, apuesta a una política de “frente de masas” con la izquierda, integrando la mesa directiva del Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS) y el consejo editorial del diario El Mundo (1973-1974) del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), organización con la que estrecha vínculos a medida que los grupos de FAP y PB aparecen cada vez más disgregados. Sus intervenciones y colaboraciones en distintos medios gráficos dan cuenta de esa apertura más allá del peronismo, como en el semanario Nuevo Hombre (1971-1974) bajo el gobierno militar del Gral. Lanusse, el ya mencionado diario El Mundo, y principalmente como orientador de la revista Militancia peronista para la liberación (1973-1974), en codirección con Eduardo L. Duhalde. Mientras esta publicación se convierte en tribuna privilegiada de los sectores alternativistas dentro del peronismo, críticos del “Pacto Social” y de la derechización progresiva del gobierno —incluidos sus apoyos en sectores “burocráticos” del movmiento—, su redacción es atacada con una bomba el 9 de octubre de 1973 y finalmente clausurada cuando un decreto del Poder Ejecutivo del 10 de abril de 1974 prohíbe su circulación.
De Frente con las bases peronistas (1974) sucede a la anterior tras su clausura, en una línea cercana al Peronismo de Base. A mediados de 1974 inicia junto a Duhalde un proceso de conversaciones con los sindicalistas Raimundo Villaflor y Jorge Di Pasquale con el objetivo de crear un agrupamiento político que englobara a las FAP, Peronismo de Base (PB) y a otros sectores de la izquierda peronista, incluyendo a Alicia Eguren, y otros grupos militantes. Expresaba así la continuidad de una concepción no sectaria respecto de los distintas organizaciones de la “tendencia revolucionaria” del peronismo con que se había iniciado en la militancia, en los primeros años ’60.
Tal proceso se ve interrumpido con el asesinato de Ortega Peña a manos de la Triple A el 31 de julio de ese año. El diputado venía de presentar en la Cámara del Congreso un pedido de informes sobre la muerte de militantes del ERP durante su detención por la policía. A la noche del día siguiente, al descender con su esposa de un taxi en la esquina de Carlos Pellegrini y Arenales, en el centro porteño, fue baleado por tres individuos recibiendo ocho impactos de bala en la cabeza y otros en el cuerpo, mientras Elena Villagra resultó herida en la cara.
Por decisión de ésta, Ortega Peña fue velado en la sede de la Federación Gráfica Bonaerense —y no en el Congreso Nacional como correspondía por sus fueros—, donde variadas agrupaciones peronistas y de izquierda hicieron llegar su adiós. El cortejo que acompañó su féretro hasta el Cementario de la Chacarita fue atacado por la policía, dejando un saldo de centenares de detenidos. Tras varias horas de exigir la liberación de los presos como condición previa para la inhumación del cadáver, finalmente éste fue enterrado por sus familiares y allegados bajo estricta vigilancia de fuerzas policiales, siendo único orador del pequeño acto su compañero y amigo Eduardo L. Duhalde. Era padre de dos hijos, Ramiro y Mariana.
Además de sus libros en colaboración con Duhalde, Ortega Peña publicó numerosos artículos en diversas publicaciones políticas y culturales de las décadas de 1960 y 1970, como Revista del Mar Dulce, El Popular, Ficción, Compañero, La Unión Americana, Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”, Militancia, Nuevo Hombre, El Mundo, así como prólogos y estudios preliminares a obras de historia revisionista y nacionalistas de izquierda.
Al morir, Eduardo L. Duhalde dejó un libro inconcluso de homenaje a su amigo titulado Tribuno de la plebe: Vida y muerte de Ortega Peña.
Más allá de las exigencias del género, y sin por ello valorar menos la personalidad político-intelectual de Ortega Peña, este perfil biográfico parece haber reclamado durante buena parte de su transcurso el uso del plural, singularidad de una(s) trayectoria(s) militante(s) que es difícil obviar y que invita a reflexionar sobre la riqueza de experiencias de una época, que excede sin dudas los más frecuentemente transitados itinerarios del “héroe” individual o el colectivo.
Obra
(en colaboración con Eduardo L. Duhalde):
- Felipe Vallese: Proceso al sistema, Buenos Aires, UOM, 1965 [2ª ed.: Buenos Aires, Sudestada, 1967; 3ª ed.: Buenos Aires, Punto Crítico, 2002].
- El asesinato de Dorrego (Poder, oligarquía y penetración extranjera en el Río de la Plata), Buenos Aires, Peña Lillo, 1965 [reeditado por Contrapunto, Buenos Aires, 1987].
- Felipe Varela contra el imperio británico (Las masas de la Unión Americana enfrentan a las potencias europeas), Buenos Aires, Sudestada, 1966 [reeditado por Schapire, 1975].
- Las guerras civiles argentinas y la historiografía, Buenos Aires, Sudestada, 1967; Folklore argentino y revisionismo histórico (La montonera de Felipe Varela en el cantar popular), Buenos Aires, Sudestada, 1967.
- Baring Brothers y la historia política argentina. (La banca británica y el proceso histórico nacional de 1824 a 1890), Buenos Aires, Sudestada, 1968 [reeditado por Peña Lillo, 1973, la obra cuenta seis ediciones en total].
- “Mariano Moreno, utopía y revolución”, en Claves de historia argentina, Carlos Astrada (comp.), Buenos Aires, Merlín, 1968.
- Facundo y la montonera (Historia de la resistencia nacional a la penetración británica), Buenos Aires, Plus Ultra, 1968 [reeditado por Ed. del Pensamiento Nacional, Buenos Aires, 1986].
- El manifiesto de Felipe Varela y la cuestión nacional (Manifiesto del Gral. Felipe Varela a los pueblos americanos sobre los acontecimientos políticos de la República Argentina en los años 1866 y 1867), Buenos Aires, Sudestada, 1968 (2ª ed.: Buenos Aires, EUDEBA, 1974; reeditado como Felipe Varela. Caudillo Americano, Buenos Aires, El Bloque, 1992).
- Corrientes metodológicas en la historiografía argentina, Buenos Aires, 1969.
- Reportaje a Felipe Varela, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1969.
- Proceso a la montonera de Felipe Varela y la toma de Salta, Buenos Aires, Sudestada, 1969.
Cómo citar esta entrada: Ehrlich, Laura (2024), “Ortega Peña, Rodolfo”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.