MUZILLI, Carolina (seudónimo: Soledad Navarro) (Buenos Aires, Argentina, 17/11/1889 – Bialet Massé, Provincia de Córdoba, Argentina, 23/3/1917).
Costurera feminista y socialista, oradora y periodista consagrada sobre todo a la defensa de la mujer y el niño trabajadores.
Nacida en el seno de una modesta familia obrera de migrantes italianos formada por Victoria C. y Cayetano Muzilli, obrero de la construcción. Carolina, sus padres y sus cuatro hermanos (Francisco, María Rosa, Filomena y José) viven en una casa de apenas dos habitaciones en el barrio porteño de Constitución. Según su propio testimonio al periodista Félix Lima de la revista Fray Mocho:
¿Cómo abracé estás ideas?… Por sentimiento, desde pequeña fui rebelde. Indudablemente que mis ideas estaban entonces desorientadas. Era casi anarquista. ¿Qué le parece una ácrata de diez años, discutiendo en segundo grado sobre un atentado que entonces sucediera y dando la razón, porque sí nomás, porque el otro era el rey, era el poderoso, al regicida [el anarquista italiano Gaetano Bresci]?… Murmullo de la clase. Defensa mía por parte de la maestra, señora Mercedes Gauna de Maltagliati, hoy militante anarquista actuando en el grupo racionalista de Julio R. Barcos. Luego aprendí, más que en los libros, en el ‘libro grande’ de la vida misma. Sentía un dolor inmenso, vivo, al ver la explotación a la que se sometía a la infancia.
Félix Lima, “Mujeres socialistas”, en Fray Mocho n° 157, Buenos Aires, 30/4/1915, p. 41.
Concluidos los estudios primarios, cursa los secundarios en la Escuela Normal del Profesorado de Lenguas Vivas, donde su carácter independiente y sus preocupaciones sociales la segregan del resto de sus compañeras, hijas de la élite:
En la Escuela normal del Profesorado en Lenguas vivas, en la clase de italiano, donde las niñas ricas concurrían entonces porque se ‘aburrían en otras partes’, por ellos, por los pequeños obreros, tuvo más de un incidente. Recuerdo que una vez el profesor Dr. Badaró me pidió que preparara una especie de conferencia, en italiano se entiende, y elegí como tema “La caridad”. Lo que yo dije entonces, no lo sé. Lo que sé es que tuve que vérmelas con las hijas de ministros y malos políticos, que frecuentaban la clase, las que se indignaron ante el ‘bene per la mia piccola rivoluzionaria’ del profesor Badaró. Me insultaron elegantemente en el recreo, y sólo tuve una valiente defensora, a quien admiro y aplaudo por la noble misión que se ha impuesto en la Liga contra la trata de blancas, Mary Jam [“Trata de blancas” era la forma con la que por entonces se nombraba al proxenetismo y las redes de trata de mujeres].
Félix Lima, “Mujeres socialistas”, en Fray Mocho n° 157, Buenos Aires, 30/4/1915, pp. 41-42.
Gracias a su bilingüismo ítalo-español, en 1907 las autoridades del Liceo le encomiendan la redacción y la lectura del discurso de recepción al historiador napolitano Guglielmo Ferrero, que le retribuyó invitándola tomar el té al hotel donde se alojaba. Carolina Muzilli no pudo asistir por carecer de la vestimenta adecuada para ingresar al Royal Hotel. También asistió a la conferencia que brindó esos mismos días en Buenos Aires la médica y feminista italiana Gina Lombroso, esposa de Ferrero.
Asiste por entonces regularmente a las conferencias sobre las condiciones de trabajo de las mujeres y los niños que dicta Gabriela Laperrière de Coni, quien la insta a estudiar la prensa y la literatura socialista. De sus primeras lecturas socialistas, Carolina recordaba las obras del italiano Edmundo De Amicis, autor de Cuore (Corazón).
En 1907, cuando tiene todavía 17 años de edad, dirige una carta al Centro Socialista Femenino (CSF) de Buenos Aires (1902-1916) solicitando su afiliación y recibe una respuesta positiva suscripta por Juana Clerck. Se afilia entonces al Partido Socialista (PS) en el local del Centro Socialista Obrero (CSO). Este Centro promovió campañas a favor del sufragio femenino, la igualdad de derechos civiles y jurídicos entre el hombre y la mujer, el divorcio, la supresión de la discriminación de los “hijos naturales” y la educación laica. Como integrante del CSF fue oradora en el acto público del 21 de noviembre de 1908 contra el renovado sistema de inspección laboral. En 1909 representa al CSF en la Liga Nacional de Domésticas, un intento por agremiar a las empleadas de limpieza en casas particulares.
Fue delegada por el CSF de Junín al IX Congreso partidario que tuvo lugar en Buenos Aires los días 24 y 25 de diciembre de 1910.
Cuando en abril de 1912 fueron elegidos para el parlamento los candidatos socialistas Juan B. Justo y Alfredo Palacios, la firma de Carolina Muzilli encabeza dos álbumes con miles de firmas de mujeres que, no pudiendo votar, saludan el triunfo socialista al mismo tiempo que les solicitan que promuevan la legislación relativa a la mujer y el niño:
Las mujeres obreras, al saludar con júbilo el triunfo socialista, os piden que vuestra palabra, aparte de defender los puntos consignados en la Plataforma Electoral, resuene allí en la Cámara ampliando la ley del trabajo de las mujeres y los niños; reglamentando en 8 horas la jornada de labor femenina en las fábricas y talleres; que las condiciones del trabajo a domicilio sean reglamentadas y que se fije para esta misma labor del “sweat system” [trabajo a destajo] un salario mínimo legal. Piden al mismo tiempo leyes de proyección para la mujer obrera; leyes de protección para la obrera madre; leyes de protección a la infancia, estableciendo salas-cunas anexas a las fábricas y talleres. […]Vuestra obra en el Parlamento será obra inteligente de elevación y dignificación humana integrada por la acción de aquellos que, comprendiendo el alto significado de las fatídicas palabras de Karl Marx: ‘Proletarios de todos los países, uníos’, integran la lucha en todas sus fases: gremial, política, educativa y cooperativista.
“A los doctores Juan B Justo y Alfredo L. Palacios”. Las páginas iniciales del primer álbum están reproducidas en Lucía Ferro, 1996, pp. 56-58.
El CSO llevó al X° Congreso del PS de enero de 1912 una propuesta de sindicalización de la mujer trabajadora y de reglamentación del trabajo a domicilio que había presentado Muzilli.
Tiene alrededor de veinte años cuando interviene activamente en mitines, en barricadas improvisadas en calles y plazas, en conferencias públicas o en congresos con disertaciones referidas al divorcio y la emancipación de la mujer, al trabajo de la mujer y los niños, la alimentación y el alcoholismo.
En el Congreso Femenino Internacional celebrado en Buenos Aires entre el 18 y 23 de mayo de 1910. Hace allí una defensa de los proyectos presentados por socialistas y laicistas en el Congreso, argumentando a favor del amor y en contra de las convenciones sociales. Entrevistada entonces por la revista PBT, inscribe dentro del feminismo las luchas de las mujeres trabajadoras, remontándose a la huelga de las empleadas domésticas en la Buenos Aires de 1888. Y conclía de esta manera:
Yo llamo feminismo de diletantes a aquel que sólo se interesa por la preocupación y el brillo de las mujeres intelectuales. […]. Es hora de que el feminismo deportivo deje paso al verdadero que debe encuadrarse en la lucha de clases. De lo contrario será un movimiento elitista llamado a proteger a todas aquellas mujeres que hacen de la sumisión una renuncia a su derecho a una vida mejor. Abomino de la humildad por el simple motivo de mi apoyo a quienes exigen los bienes que les corresponden simplemente por vivir en un país donde se recita ‘todos son iguales ante la ley”.
PBT, mayo 1910, cit. en J.A. Cosentino, 1984, pp. 18-19, itálica en el original.
El 14 de septiembre dicta una conferencia acerca del divorcio invitada por la Liga Pro Derechos de la Mujer y el Niño “Unione e Benevolenza” de la Ciudad de Buenos Aires. El librepensador Agustín Álvarez, que no había podido asistir a la conferencia, le solicita una copia, enviándole una carta elogiosa apenas la lee. Ese texto aparece como carta-prólogo a la edición del folleto “El divorcio” (1912), reeditado en 1918. También escribe una comedia dramática en tres actos cuyo tema era el divorcio que llegó a estrenarse en el Teatro Variedades del barrio de Constitución de la ciudad de Buenos Aires.
Muzilli forma parte por entonces del ala izquierda del partido, junto a Enrique del Valle Iberlucea y otros militantes, en el agitado XI Congreso partidario realizado en Buenos Aires los días 10, 11 y 12 de noviembre de 1912. Ese mismo año, junto con Julieta Lanteri y Enrique Barca, Muzilli asesoró a las operarias del lavadero mecánico “La Higiénica”.
En diciembre de 1912 recibió una carta firmada por Emilio Frers y Tomás Amadeo, presidente y secretario del Museo Social Argentino, solicitando su cooperación para elaborar “informaciones estadísticas lo más completas posible” sobre el número de mujeres obreras en Buenos Aires y en todo el país, las fábricas en las cuales trabajan, las industrias que las ocupan, sus salarios, su jornada de trabajo, las leyes que reglamentan ese trabajo y las mejoras que se desearían obtener. Muzilli respondió al pedido con un estudio sobre “La mujer trabajadora” (1913), que fue enviado a la Sección “Economía Social” de la Exposición de Gantes (Bélgica), siendo distinguido con diploma y medalla de plata. El estudio de Muzilli fue publicado en forma abreviada en el Boletín del Museo Social Argentino y como folleto por separado. Además, un fragmento apareció incluso en las páginas del diario La Prensa (LP, 13/2/1913). Señalaba allí:
Obtuve en las fábricas y talleres los datos pertinentes a las mujeres que trabajaban en ellos. Confronté salarios, horas de labor dados por la gerencia con los datos obtenidos interrogando a las obreras. Y para hacer más minuciosa la labor, he visto los salarios en las libretas de pago y de ellas los he extractado. Para el trabajo a domicilio acudí, a fin de tener noticias, a los registros y roperías y los he confrontado con las informaciones recogidas en mis giras por los talleres ubicados muchos de ellos en los conventillos de la ciudad o en sus cercanías… Pero lo que más difícil me resultaba era obtener datos relativos a las vendedoras. Me apersoné a varias tiendas, interrogué, todo fue inútil. ¿Cómo hacer? Fue menester emplearme como vendedora, confundirme con ellas, y así estuve cerca de un mes, durante el cual he sacado profundas enseñanzas.
Carolina Muzilli, “El trabajo femenino”, en Boletín del Museo Social Argentino nº 15-16, Buenos Aires, Imprenta y casa editora de Coni Hermanos, 1913, p. 66.
En sus Recuerdos de la vida literaria, Manuel Gálvez señala que los pormenores de la vida de las vendedoras que nutrieron su famosa novela Nacha Regules “no son inventados ni falsos. Me los dio Carolina Muzzilli, hermana de un poeta que era secretario de Alfredo Palacios” y que había “escrito algo serio sobre el tema” (En el mundo de los seres ficticios, Buenos Aires, Hachette, 1961, p. 121). Durante sus años de proximidad con el socialismo, Gálvez había conocido a Carolina Muzilli en la redacción de La Vanguardia. Ella estuvo entre los cincuenta invitados a la cena de honor que la revista Nosotros organizó en 1916 para homenajearlo por la aparición de El mal metafisico: “Por primera vez en Buenos Aires —escribe Gálvez—, en esta clase de reuniones estuvieron presentes dos mujeres: Alfonsina Storni y una muchacha socialista, Carolina Muzilli, que tenía aspecto de obrera, escribiría un valioso libro sobre el trabajo de las mujeres y moriría tuberculosa pocos años más tarde” (Ibid., p. 85).
Muzilli participó también en el Primer Congreso Nacional del Niño organizado en Buenos Aires en 1913 por Julieta Lanteri. Presentó allí las ponencias: “La madre y el menor obrero”, “El trabajo de las mujeres y los niños” y “Alcoholismo”. Muzilli concluía que el Congreso Nacional del Niño debería proponer en sus conclusiones una ley que reglamente el trabajo de las mujeres y los niños, sancionar para los niños una jornada de trabajo de seis horas (y no de ocho, como establecía la Ley 5291 de 1907), fijar la edad mínima para trabajar en catorce años (y no doce, como puntualizaba la misma ley), establecer que la mitad del cuerpo de inspectores del Departamento Nacional de Trabajo sean obreros (y que el resto ingresara por concurso), y reglamentar el trabajo de los menores en la vía pública.
También fue expositora invitada en el Primer Congreso Panamericano del Niño realizado en Buenos Aires tres años después (1916), al que asistieron delegaciones oficiales de la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, el Ecuador, El Salvador, Paraguay, Perú y Estados Unidos. El acto de inauguración tuvo lugar en el Teatro Colón y las sesiones se desarrollaron en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Presentó allí lo que denominaba “un trabajo orgánico”, pero desagregado en cuatro ponencias: “Alimentación deficiente, fatiga, mal alojamiento, ambiente de la fábrica”, “El trabajo de los niños y los menores”, “¿Por qué el trabajo de los niños no beneficia a la sociedad ni económica ni moralmente” y “La mortalidad infantil como elemento de bancarrota social”. Los dos primeros fueron tratados en la sección “Legislación industrial” y los dos últimos en “Asistencia a la madre y el niño”. Este último fue elevado a plenario con un voto especial y el presidente del Congreso pidió que se publique en folleto aparte. El Congreso aprobó por unanimidad la moción propuesta por Muzilli sobre “El niño, el menor y la familia ante las leyes de residencia y social”, pronunciándose de ese modo a favor de “la derogación de estas dos leyes atentatorias de la Constitución”. Ofreció una crónica de los alcances y los límites del Congreso en la revista Nosotros donde destacó, entre otras, la intervención de la médica uruguaya Paulina Luisi (Carolina Muzilli, “Congreso Americano del Niño”, en Nosotros, año X, tomo XXIII, nº 87-89, 1916, pp. 63-72). Concluido el Congreso publicó el artículo “Los niños sin hogar” en la revista Mundo Argentino (MA nº 268, 23/2/1916, p. 14).
Su estudio “El trabajo de las mujeres y los niños de nuestro país”, fue presentado en la Exposición de San Francisco, California, 1915, siendo también premiado.
Si bien carecía de formación universitaria, según la perspectiva del médico Samuel E. Bermann “empleaba un verdadero método científico, recorría las fábricas y talleres tomando nota de las condiciones de trabajo, registrando el número de horas de labor y el salario, la acción maléfica de las emanaciones industriales, la acción degenerativa sobre el organismo de ciertas industrias (comparando la talla, peso, capacidad respiratoria, etc.), hacía estadísticas comparadas de morbidad y mortalidad, llegando a emplearse ella misma en establecimientos inaccesibles a su investigación”.
En 1915 se desempeñó como inspectora ad honorem de establecimientos industriales del Departamento Nacional de Higiene, en la búsqueda del mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de las mujeres.
En el acto socialista del 1º de Mayo de 1915 reunido en Plaza Lavalle habló desde un balcón a la multitud, después que hiciera su discurso Alfredo Palacios. “Les decía a los obreros de sus mujeres y de sus hijos, futuras presas del taller, de la fábrica, del capitalismo. Les pedía enseñasen a sus mujeres a emanciparse del yugo religioso, verdadero exponente de la imbecilidad humana, agremiarse en los gremios de sus profesiones para defender sus derechos contra la avaricia repelente de los patrones, contra su autoritarismo bestial y bárbaro” (J. C. Ford, 1918).
Reunió en torno suyo un consejo editor compuesto por una decena de mujeres para editar el quincenario Tribuna Femenina (Buenos Aires, 1915-1916), que dirigió y redactó bajo el seudónimo de Soledad Navarro. Lo costeaba ella misma con su trabajo de costurera y lo vendía voceándolo en las calles, bares y conventillos. Una foto de la comisión administradora de Tribuna Femenina ilustró la nota ya citada de la revista Fray Mocho (ver ilustración adjunta).
En el XIV Congreso Ordinario / IIº Extraordinario del Partido Socialista reunido los días 9 al 11 de julio de 1915 en Teatro Verdi de La Boca, que ratifica la expulsión de Alfredo Palacios, defiende al diputado socialista, con quien mantiene, según versiones, una relación amorosa (Víctor García Costa, Alfredo Palacios. Entre el clavel y la espada, Buenos Aires, Planeta, 1997, p. 344). Acompaña entonces su salida del partido para crear el Partido Socialista Argentino (PSA). Los días 4 y 5 de setiembre participa del congreso fundacional del PSA con los disidentes del Congreso “de la Verdi”: Vicente Rosáenz, Martín Casaretto, Alejandro Mantecón, Alfredo Torcelli y su hermano, el poeta José Muzilli. El PSA lanza un “Manifiesto al pueblo de la República” y edita el periódico La Acción (Buenos Aires, 1915-1916), pero tendrá vida efímera.
En 1916 publica “El trabajo del niño, factor de bancarrota social” en la revista popular PBT (PBT. Semanario ilustrado, Buenos Aires, 621, 21/10/1916, pp. 23-24), anunciándose como un capítulo de un libro de próxima aparición.
Su último trabajo, “El mejor factor eugénico”, apareció en cinco entregas en La Vanguardia a principios de 1917, mientras por prescripción médica se instalaba en compañía de su hermano José en el clima seco de las sierras de Córdoba a causa de una tuberculosis (en la época se creía que el clima seco favorecía el tratamiento de la enfermedad). Murió en un sanatorio de la localidad cordobesa de Bialet Massé un 23 de marzo de 1917, a la edad de 27 años.
Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires y depositados en el nicho del escritor Agustín Álvarez en el Cementerio de la Recoleta. En su sepelio hablaron Gregorio Bermann en nombre de la Universidad Libre y Tito Livio Foppa en nombre del Círculo de la Prensa.
En el primer aniversario de su muerte se le tributó un doble homenaje. En la mañana del 24 de marzo de 1918 se realizó un funeral cívico en el Cementerio de la Recoleta, donde hicieron uso de la palabra Ernestina López de Nelson, Antonio Polito en nombre de la Biblioteca y Centro Cultural “Agustín Álvarez”, Antonio Casacuberta por el Ateneo Popular y Emilio Zuccarini en nombre de la colectividad italiana. José Muzilli leyó “Responso a mi hermana muerta”, que comenzaba con estos versos: “Santa Carolina de los niños pobres / que visten harapos, juegan a los cobres / y llevan los estigmas de la perdición…”.
Dos días después, se realizó otro funeral cívico en el Salón «Giuseppe Garibaldi» de la calle Sarmiento 2419, en el que hablaron Gregorio Bermann, el diputado obrero Francisco Cúneo, el pionero del socialismo argentino Carlos Mauli y nuevamente su hermano José Muzilli. Se lleyó una carta de Paulina Luisi enviada desde Montevideo y un poema que consagró a su memoria Alfonsina Storni:
¡Ay amiga»! fiera
Alfonsina Storni, Poesías completas, Buenos Aires, SELA, 1968, pp. 427-429.
te atrapó la vida…
Cazadora fúnebre
Te siguió en silencio
Por selvas y villas;
Te robó las carnes,
Te robó energías,
Te robó hasta el alma…
Eras elegida,
¡Ay, amiga triste,
Eras elegida!
Sus artículos se hallan dispersos en el Boletín del Museo Social Argentino, el semanario La Vanguardia, el quincenario Tribuna Femenina y en las revistas Humanidad Nueva, Nosotros, Vida Femenina, PBT y Mundo Argentino. Algunos de estos artículos fueron reunidos y publicados en el primer aniversario de su fallecimiento bajo el título Por la salud de la raza.
Fue autora de drama en dos actos inédito, El bautizo, fechado en enero de 1908 y que se preservó en Museo del Coliseo Podestá de la ciudad de La Plata (Provincia de Buenos Aires).
Desde 1933 una calle del barrio porteño de Mataderos lleva su nombre.
Es citada frecuentemente por la bibliografía contemporánea como Muzzilli. De hecho, así firma ella misma, con “doble z”, el album de 1912 dedicado a Justo y Palacios. Sin embargo, en todos los artículos y folletos publicados durante su vida su apellido paterno aparece como Muzilli, son una sola “z”.
La biografía de referencia de Carolina Muzilli fue publicada en 1984 por el dramaturgo socialista José Armagno Cosentino.
Obra
- “El divorcio. Conferencia patrocinada por la Liga pro Derechos de la Mujer y el Niño ‘Unione e Benevolenza’”, Buenos Aires, Imprenta M. S. Noguera, 1912.
- “El trabajo femenino. Monografía premiada con diploma y medalla de plata en la exposición de Gante, Bélgica, celebrada en 1913”, Buenos Aires, Talleres Gráficos L. J. Rosso y Cía, 1916.
- “Por la riqueza física y mental del pueblo”, Buenos Aires, 1917.
- “Para que la patria sea grande”, Buenos Aires, El Pensamiento Argentino, 1918.
- “El divorcio”, Buenos Aires, Marinoni, 1918.
- Por la salud de la raza, Buenos Aires, Virtus, 1918.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2020), “MuzilIi, Carolina”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org