MOLINA RAMÍREZ, Gerardo (Gómez Plata, Antioquia, Colombia 06/08/1906 – Bogotá D.C., Colombia 03/29/1991).
Intelectual, escritor y dirigente político de la izquierda colombiana.
Nació en la pequeña población de Gómez Plata, allí pasó sus primeros años y cursó los estudios primarios. En 1921 viajó a Medellín, capital del departamento de Antioquia, donde estudió el bachillerato en el Liceo Antioqueño e inició su carrera de derecho en la Universidad de Antioquia. Debido a su participación en una huelga estudiantil en 1928 fue expulsado y se trasladó a Bogotá para proseguir sus estudios en la Universidad Nacional. En la capital colombiana se vinculó al movimiento estudiantil y rápidamente se destacó como dirigente. Entre 1933 y 1934 participó del Grupo Marxista, un cenáculo conformado principalmente por universitarios y jóvenes recién egresados de la universidad, que pretendía estudiar la obra de Marx buscando en ella una metodología que pudiera ser aplicada para la transformación de la sociedad colombiana. Esta fue una época de estudio, que llevó a Molina a estructurar su pensamiento en torno a pensadores como Jean Jaurès, León Blum y Carlos Marx, aunque también reconocía que había sido influenciado por los marxistas de la Segunda Internacional y el laborismo inglés.
Comenzó su carrera periodística en El Correo Liberal de Medellín y entre 1930 y 1934 estuvo vinculado como redactor al diario El Espectador de Bogotá. Gracias a esta actividad periodística y a su labor en favor del candidato liberal Enrique Olaya Herrera para las elecciones presidenciales de 1930, empezó a cultivar relaciones con dirigentes y periodistas liberales. Sin embargo, su vida pública no siguió el curso del oficialismo liberal y rápidamente se definió como socialista, aunque sin abandonar el Partido Liberal. Inició su participación en cargos de elección popular cuando apenas estaba terminando sus estudios universitarios. Fue representante a la Cámara en tres oportunidades (1933-1935, 1939-1941, 1962-1964); y Senador entre 1935-1939 y nuevamente en 1982. En su primer periodo como parlamentario denunció el incumplimiento de los contratos por parte de la Tropical Oil Company y actuó a favor de los obreros petroleros durante la huelga de 1935. No obstante, fue en su siguiente periodo como senador (1935-1939), cuando tuvo su actuación más destacada en el ámbito parlamentario, pues participó activamente en los debates de la reforma constitucional, de la reorganización de la Universidad Nacional y la ley de tierras.
En su labor parlamentaria, Molina conformó una dupla socialista con Diego Luis Córdoba, con quien fundó la organización “Vanguardia Socialista”. Como grupo, la Vanguardia tuvo una vida efímera pero fue importante en la creación del Frente Popular en 1936 (del cual Molina y Córdoba fueron dirigentes) y se constituyó en un antecedente directo de la Liga de Acción Política (LAP) fundada en 1943. La actuación de los jóvenes socialistas en los cargos de elección popular no dejaba de ser polémica. En primer lugar, porque habían sido elegidos a nombre del Partido Liberal, y en segundo lugar porque, a la vez que se convirtieron en firmes defensores de la política de Alfonso López Pumarejo, trataron de tensar al máximo las políticas hacia la izquierda, llegando a actuaciones que reñían claramente con el espíritu del mandatario. Como justificación defendieron una continuidad natural entre liberalismo y socialismo, que hacía legítima su pertenencia al Partido Liberal con posiciones socialistas marxistas.
Paralelamente a esta intensa actividad política, Molina inició una prolífica carrera académica como docente e investigador, dedicado, en una primera época, al derecho laboral y, desde mediados de los años cincuenta, a la historia de las ideas políticas. En la primera etapa fue catedrático de la Universidad Nacional entre 1935 y 1948 y de la Universidad Libre entre 1935 y 1944. Aunque su área principal era el derecho social o laboral, tanto en sus cátedras como en una gran cantidad de artículos publicados en estos años, dio muestra de erudición en otras ramas del derecho, en economía y en teoría política. Para la década de 1940, Molina y su primera esposa —la profesora de literatura y escritora María Eastman (1901-1947)—, tenían una biblioteca notable en temas sociales y literarios, que sirvió de lugar de tertulia y estudio a muchos jóvenes que en esa época se acercaban al socialismo. Entre 1944 y 1948 fue rector de la Universidad Nacional, pese a que su nombramiento fue objetado por el Partido Conservador y las autoridades eclesiásticas por su condición de “marxista”. Como rector desarrolló una labor difícilmente igualable en la historia de esa institución: creó la Facultad de Ciencias y los institutos de Filosofía, Economía y Psicología, y dio gran impulso a las áreas de extensión cultural y de publicaciones. Su gestión apuntó a modernizar la universidad para convertirla en un centro pluralista de producción de conocimiento, que estuviera comprometido con la realidad social del país. Durante estos años realizó varios viajes por Centro y Sur América con el objetivo de fortalecer el intercambio académico entre la Universidad Nacional e instituciones de la región, y recibió el reconocimiento de Doctor Honoris Causa en la Universidad Central del Ecuador (1945), en Universidad Interamericana de Panamá (1946) y en la Universidad de Guatemala (1947). En 1946 fue designado miembro del Consejo Económico y Social de la ONU, por lo cual viajó a los Estados Unidos durante tres meses.
Tuvo una actuación destacada durante las protestas del 9 de abril de 1948. Trató de dar una conducción política al levantamiento espontáneo que se produjo tras el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán y se unió a un comando político-revolucionario que actuaba desde la Quinta Estación de Policía de Bogotá. Por estos hechos se inició una investigación en su contra y fue objeto de una campaña calumniosa, que lo señalaba de ser dirigente de una conspiración comunista internacional que había ordenado el asesinato de Gaitán como pretexto para derrocar al gobierno. Un año después las autoridades judiciales lo absolvieron de cualquier responsabilidad en los hechos criminales que se le imputaban, pero el contexto de represión y la campaña de difamación lo llevaron a exiliarse en Francia, donde realizó estudios doctorales entre 1949-1953. Desde París colaboró en la redacción del periódico Colombia Libre, que denunciaba la ilegitimidad y el carácter antidemocrático del Gobierno de Laureano Gómez. A su regreso al país participó en la oposición al gobierno de Gustavo Rojas Pinilla y fue rector de la Universidad Libre (1960-1965). Aunque esta era una institución de tradición liberal, nuevamente su nombre causó polémica entre la jerarquía eclesiástica capitalina, que públicamente señaló a Molina como un peligro para las creencias católicas de la comunidad universitaria. En estos años escribió en las revistas Contemporánea y Mito. La primera comenzó a publicarse en 1957 por un grupo de intelectuales de izquierda (entre los que estaban Diego Montaña Cuellar, Luis Carlos Pérez, Darío Mesa y Daniel Valois Arce), aprovechando el ambiente creado por la caída de Rojas Pinilla. Por su parte Mito fue una publicación emblemática de la renovación cultural del país después del “apagón cultural” que produjo la ofensiva conservadora y la Violencia. Participó en el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) de izquierda, movimiento por el cual resultó electo a la cámara de Representantes en 1962. Fue un fuerte crítico del Frente Nacional (1958-1974), un pacto bipartidista creado para repartirse el poder entre liberales y conservadores, excluyendo la posibilidad de participación política a terceras fuerzas. Por estas posiciones fue hostilizado, al punto que en agosto de 1975 su casa fue allanada violentamente por personal civil y militar, que buscaba —supuestamente— un laboratorio de cocaína. La salud de Molina se vio profundamente afectada por estos hechos, pero, al mismo tiempo, hubo una gran movilización social en repudio a la represión y en reconocimiento a su trayectoria política e intelectual.
En 1967 se vinculó como investigador a la Universidad Nacional y como resultado de ese trabajo publicó su obra más reconocida, Las ideas liberales en Colombia. En este trabajo Molina analizó históricamente el desarrollo del liberalismo en el país, mostrando que se trataba de una ideología compleja, con diversas tendencias, y enfatizando en la existencia de un liberalismo popular (o de izquierda) que representaría lo más genuino y progresista de las ideas liberales. Años más tarde publicó Las ideas socialistas en Colombia, que en cierta medida es una continuación de su trabajo anterior. En 1970 solicitó su ingreso como profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional y pese a que cinco lustros atrás había sido rector de esa institución, debió reiniciar su carrera docente hasta conseguir la titularidad. Siguió vinculado como profesor hasta 1988, actividad que siempre reivindicó, y participó activamente de debates y encuentros en defensa de la Universidad Pública. En su extensa vida académica fue profesor visitante en las Universidades de Concepción (Chile), Leipzig (Alemania), y Filadelfia (Estados Unidos). A finales de la década de 1970 y comienzos de la siguiente escribió asiduamente en las revistas Alternativa y Consigna, sobre temas de política nacional e internacional y fue uno de los primeros en señalar las consecuencias nefastas de la droga para Colombia y su instrumentalización por Estados Unidos como mecanismo de dominación del país. En sus columnas criticó al campo socialista soviético e insistió en la necesidad de defender los principios de la libertad y la democracia, pero rechazó tajantemente la posibilidad de aplicar un programa socialdemócrata en el país. Estuvo entre los fundadores y fue el principal dirigente del movimiento de izquierda independiente “Firmes” a finales de los años 70, iniciativa con la cual se buscaba lograr la unidad de varias fuerzas de izquierda que estaban dispersas y muy debilitadas. En 1982 fue candidato presidencial por esta organización y posteriormente —en la presidencia de Belisario Betancur (1982-1986)— actuó como miembro del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos y de la Comisión de Paz, durante los fallidos diálogos con la insurgencia. Fue un atento observador del proceso que culminó con la desmovilización del M-19 en marzo de 1990 y estuvo cerca del nuevo grupo político que surgió, denominado Alianza Democrática M-19 (AD M-19).
Obra
- Proceso y destino de la libertad, Bogotá, Editorial Villegas, 1955 [edición corregida y ampliada 1989].
- Las ideas liberales en Colombia, Bogotá, Universidad Libre, 2006 [1970].
- Las ideas socialistas en Colombia, Bogotá, Tercer Mundo, 1987Breviario de Ideas Políticas, Bogotá, Tercer Mundo, 1983.
Cómo citar esta entrada: Núñez Esquivel, Luz Ángela (2019), “Molina, Gerardo”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org