MARULANDA VÉLEZ, Manuel (La Ceja, Antioquia, Colombia 1900 – Bogotá, Colombia, 25/01/1951).
Albañil, concejal de Medellín (suplente), miembro del Comité Central del Partido Comunista, presidente de la Federación de Trabajadores de Cundinamarca y miembro de la dirección de la Confederación de Trabajadores de Colombia.
Según testimonios de personas que lo conocieron recogidos casi 20 años después de su muerte en el semanario Voz Proletaria, Manuel Marulanda nació en La Ceja, municipio ubicado a poco más de 40 kilómetros de Medellín. No se cuentan con datos sobre su familia o su vida temprana, más allá de que aprendió y desempeñó el oficio de albañil en su pueblo natal. De igual forma, tenemos noticias de que Marulanda fue miembro del Partido Socialista Revolucionario (PSR), pero no tenemos más información sobre su rol o actividades en dicha organización. Recién en 1930, cuando se funda el Partido Comunista de Colombia (PCC), Marulanda empieza a ser visible.
Desde 1926 el PSR venía acompañando las luchas sociales que por entonces protagonizaban campesinos, obreros e indígenas, por lo que pronto se convirtió en objeto de la presión del régimen conservador para entonces en el poder. Así, el socialismo revolucionario fue dando pasos hacia la clandestinidad y, además, dedicó parte de la organización a preparar un levantamiento armado para deponer al gobierno. Para 1928 el PSR se había sumido en una crisis que empeoró tras la huelga y ulterior masacre de los obreros bananeros de la multinacional United Fruit Company, acaecida ese año en la población de Ciénaga, Magdalena. Por eso, aunque los socialistas revolucionarios habían contribuido a debilitar a los conservadores, los liberales fueron los que sacaron provecho de la situación, imponiéndose en las elecciones presidenciales de febrero de 1930.
Algunos remanentes del PSR, por iniciativa del líder Rafael Baquero, intentaron reorganizar el partido, citando para ello un pleno ampliado en julio de 1930. Esta reunión se llevó a cabo en Bogotá y en ella se decidió conformar una nueva organización, el Partido Comunista Colombiano (PCC), integrado a la Internacional Comunista. Desde entonces comenzaron a aparecer nuevos liderazgos en el movimiento obrero y popular, aunque esto no conllevó un desplazamiento total de todas las figuras que habían descollado en las luchas sociales de la década previa. A pesar que en el pleno de julio se hizo una dura valoración de ciertas experiencias del socialismo revolucionario, algunos de sus viejos líderes fueron electos para la dirección del nuevo Partido. Entre ellos se hallan personajes como el mismo Baquero, Tomás Uribe Márquez, Manuel Abella, Servio Tulio Sánchez y José Gonzalo Sánchez, además, Ignacio Torres Giraldo se desempeñaría como secretario general a partir de 1934 cuando retornó al país de un largo viaje a Moscú.
La líder socialista María Cano, que se encontraba en Medellín, fue designada en el pleno de julio como suplente de la dirección del PCC. Aunque María no aceptó la responsabilidad por las críticas a su rol en los últimos años del PSR, resultó clave en la formación del PCC en la capital antioqueña. Entre 1929 y 1930 la experimentada luchadora mantuvo un grupo de estudios leninistas. En el grupo estaba presente Manuel Marulanda, quien se dedicaba a la albañilería en la ciudad; también estaban los estudiantes Gilberto Mejía (quien eran también aprendiz de sastre), Juan Isaza Moreno y Ricardo Piedrahíta, los artesanos Ernesto Vásquez, Román Blanco y Rubén Silva, asimismo, otros dos militantes del socialismo revolucionario, Julio Ocampo Vásquez y Pedro Castrillón.
Además de trabajar obras fundamentales de Lenin, el grupo discutió la carta que la Internacional Comunista le había enviado al PSR en 1929 y de la cual María guardaba una copia. Este espacio fue el germen del PCC en Antioquia. En diciembre de 1930 llegó a Medellín Leonidas Paeces, enviado desde Bogotá por el Comité Central para acompañar el proceso de organización partidaria en la capital antioqueña. Al grupo inicial se unieron Alfonso Jaramillo, los artesanos Antonio Gutiérrez, Manuel González, Leonel Restrepo, Ernesto Acevedo, Juan Manuel Cardona, Francisco Cardona, y el obrero de torno José Dolores Montoya. Inicialmente la organización comunista en Medellín contó con 4 células y desde el principio estuvo Marulanda en la dirección regional, acompañado por Cano, Paeces y otros. Estas tres figuras protagonizaron una manifestación de conmemoración de la masacre de las bananeras en diciembre de 1930, siendo esta la primera actividad pública de los comunistas antioqueños.
Tras la organización del PCC en Antioquia, Marulanda se dedicó a impulsar la organización sindical. Sin embargo, la crisis mundial del capitalismo se expresaba en el país con una alta tasa de desempleo, por lo que los comunistas en todo el país se dieron a la tarea de impulsar las reivindicaciones de los desempleados. El primero de mayo de 1931 los comunistas de Medellín se movilizaron. Marulanda dio un discurso exaltando la importancia de la organización y la exigencia de empleo. Y precisamente, en respuesta al problema del empleo, el PCC impulsó a lo largo de 1932 la iniciativa de las llamadas “marchas del hambre”, movilizaciones para exigir soluciones gubernamentales al problema de la desocupación.
En Medellín, se adelantó la primera de estas marchas el 20 de enero 1932, con una manifestación masiva ante el Concejo Municipal y la Gobernación Departamental. En este evento intervino nuevamente Manuel, increpando al liberalismo (partido que detentaba por ese entonces el poder) por traicionar las iniciativas populares contra el desempleo. Al día siguiente varios de los manifestantes, entre los que se encontraban Marulanda y Paeces, fueron detenidos por orden de la alcaldía, culpados de instigar el desorden durante la marcha del hambre. Así pues, el PCC de Medellín, encabezado por Cano y Ricardo Piedrahíta, convocaron una movilización para exigir la libertad de los presos para el 22 de enero. Esta resultó ser una acción unitaria, pues las organizaciones obreras liberales se integraron a la protesta para mostrar su compromiso con el pueblo. La protesta se replicó el 28 del mismo mes, y finalmente el gobierno municipal decretó la liberación de los presos el 9 de febrero.
Tras el impase, Marulanda y el PCC siguieron organizando a los desempleados. El 10 de febrero organizaron una Asamblea de Desocupados, y para el 29 del mismo mes convocaron una nueva marcha del hambre. El gobierno de Medellín comenzó a hacer concesiones: se decidió abrir almacenes de bajo costo para obreros, así como la fundación de una granja municipal para generar empleo y estimular la producción de alimentos y se fijó el salario en 0,75 centavos al día (en 1936, un estudio sobre la situación de clase obrera en Bogotá calculaba que el jornal diario promedio de los obreros sin calificar era de 0,80 centavos).
En 1933 el PCC presentó candidatos para las elecciones a concejos municipales. En Medellín los comunistas lanzaron una lista encabezada por Ángel María Carrascal, quien finalmente salió electo, siendo su suplente Manuel Marulanda. Carrascal era el único representante de la oposición en un Concejo controlado por liberales y una de sus primeras acciones como cabildante fue presentar una proposición de saludo a los obreros y exigir la expropiación de latifundistas y del clero, así como la nacionalización de las empresas extranjeras. Posteriormente promovió la formación de una comisión que investigara la corrupción en el gobierno municipal, así como la adopción de políticas de protección social para los trabajadores. La enérgica actividad de Carrascal lo puso en la mira de los poderes tradicionales, quienes buscaron parar su actividad en el cabildo ordenando su detención, so pretexto de que este estaba preparando una acción subversiva en Puerto Berrío.
Así, desde febrero de 1934, Marulanda asumió la curul comunista en el Concejo de Medellín. Al finalizar el periodo de dos años, los concejales comunistas habían logrado una tarifa diferencial en los servicios públicos para los hogares obreros, la regulación del catastro municipal con un criterio social y pasajes gratuitos para obreros en el tranvía. Además, los cabildantes del PCC fueron parte de la iniciativa para crear la Contraloría Municipal y la Oficina de Estadística, y promovieron la campaña contra un contrato “leonino” de compra del Tranvía de Oriente por parte de la ciudad.
Entre 1934 y 1935, Marulanda también estuvo inmerso en las luchas obreras. Junto a María Cano e Ignacio Torres, lideró la actividad del PCC en la huelga del Ferrocarril de Antioquia de mayo-junio de 1934. Este conflicto estalló luego de que los obreros presentaran un pliego que incluía la jornada de ocho horas. La empresa se negó a las peticiones de los trabajadores, y se temía que la directiva del sindicato, en manos de liberales y uniristas, llegara a un acuerdo con la patronal. Por eso, el partido decidió tomar la iniciativa y movilizar a los trabajadores en defensa de sus reivindicaciones. Inicialmente la huelga contó con el apoyo de los trabajadores municipales de Medellín y posteriormente sindicatos de todo el país pararon en solidaridad con los ferrocarrileros antioqueños. Finalmente, la huelga se saldó con algunas conquistas obreras.
Para 1935, Marulanda se trasladó a La Ceja para organizar un sindicato de albañiles y desde este municipio se mudó a Bogotá un año después, pues la dirección del PCC le había encargado la tarea de organizar el gremio de la construcción en la capital del país. Por lo cual Marulanda, junto a otros compañeros, impulsó la organización del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Construcción y poco tiempo después sería designado como el secretario general de esta organización.
Durante estos años se comenzaba a abrir paso la idea de unidad de acción de la clase obrera colombiana y para ello pensó en dársele forma a una central sindical nacional. En el movimiento sindical de aquel entonces había cuatro corrientes: liberales, comunistas, socialistas/apolíticos, y, en menor medida, anarcosindicalistas. Estas corrientes empezaron a construir acuerdos organizativos como la conformación de federaciones sindicales por rama de industria, las cuales fueron el origen de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC). En este contexto, se convocó la Primera Conferencia Departamental de Trabajadores de Cundinamarca. A ella concurrió Marulanda como delegado de los trabajadores de la construcción. En este encuentro las organizaciones de base decidieron conformar la Federación del Trabajo de Cundinamarca y Manuel fue designado como su secretario general, cargo que ejerció a lo largo de 15 años, hasta su muerte.
Esta organización tuvo como núcleo central a los trabajadores de la construcción, entre los cuales Marulanda tuvo una fuerte influencia, pero la Federación no se circunscribió a este gremio. Finalmente, más de 100 sindicatos cundinamarqueses se convirtieron en filiales activas, lo cual fue en buena medida resultado de las posiciones unitarias de Manuel favorecedoras de acercamientos a otros sectores como el socialista, liderado por el curtido líder Juan de Dios Romero. A su vez, la actividad gremial le dio un empujón a Marulanda hacia la actividad política y en 1943 fue electo diputado para la Asamblea de Cundinamarca en compañía de los comunistas Rafael Baquero, Álvaro Sanclemente y Víctor J. Merchán (destacado líder agrarista). Este grupo abrió duros debates contra latifundistas que habían desplazado a unas 420 familias campesinas del departamento.
Es posible inferir que a mediados de la década de 1940, la febril actividad sindical de Marulanda le granjeara conflictos con Augusto Durán quien fue ascendiendo en su liderazgo. Durán había sido fundador de la Federación Nacional del Transporte Fluvial, Portuario y Marítimo (FEDENAL), federación que agrupaba a los trabajadores del transporte que giraba en torno al río Magdalena, principal arteria fluvial del país hasta mediados del siglo XX; su posición en el movimiento sindical le permitió proyectar un fuerte liderazgo al interior del PCC y para fines de la década de 1930 se convirtió en su secretario general. Desde este cargo, Durán fue uno de los principales promotores del Browderismo que se adoptó durante el II Congreso del PCC en 1944. Esto implicó relajar algunos principios organizativos leninistas y adoptar el nombre de Partido Socialista Democrático (PSD). El PSD organizó un nuevo congreso en diciembre de 1945 y en el curso del mismo se decretó la expulsión de Manuel Marulanda Vélez y otros tantos dirigentes del Partido en Bogotá. A Marulanda se le acusó de negligencia en una campaña financiera a favor del periódico Diario Popular, de abandono de los “métodos de trabajo socialistas” y “menosprecio al Partido”, así como de “tendencias caudillistas” y de un personalismo contrario a “los principios marxistas”. Por lo tanto, se señalaba en la “Resolución disciplinaria del III Congreso del PSD” que Marulanda no era digno de confianza en el movimiento obrero (los principales documentos del Congreso fueron recogidos en Nuevo Rumbo del Liberalismo, 1945, pp. 30-31).
La información de que disponemos no nos permite aclarar qué ocurrió con Marulanda después de esa situación, pero lo cierto es que para 1950 era nuevamente militante comunista. Por lo tanto, es posible suponer que regresó a las filas partidarias luego del V Congreso celebrado en 1947 cuando dejó la denominación de PSD y retomó la de PCC. En este evento Durán fue derrotado y decidió retirarse del partido y conformar su propia colectividad. Vale aclarar que los Congresos del Partido Comunista fueron consecutivos desde el primero que se adelantó en 1941. Así, los congresos que se realizaron bajo la denominación de “Socialista Democrático” se corresponden al III y IV congreso y en el V se retomó el nombre de “Comunista”.
Para aquel entonces Colombia se encontraba en una situación compleja. Mientras el país se sumía en la Violencia, el autoritario gobierno conservador de Laureano Gómez y Roberto Urdaneta decidió sumarse al esfuerzo militar estadounidense en la Guerra de Corea. El PCC inició una campaña de agitación contra la participación colombiana en este conflicto, lo cual les sirvió a las autoridades para agudizar la persecución contra los comunistas, que se había desatado con fuerza tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948. En noviembre de 1950, el regional comunista de Bogotá hizo una declaración pública contra el envío de la fragata Almirante Padilla hacia la península de Corea. Inmediatamente el régimen ordenó eliminar la propaganda contraria a la guerra. A principio de diciembre de 1950, un local del Partido en la capital fue allanado por los servicios de inteligencia, allí encontraron un mimeógrafo que servía para reproducir los comunicados antiimperialistas y contrarios a la participación del país en ese conflicto foráneo. Por este motivo Manuel Marulanda fue detenido junto a otras 27 personas. Sabemos que entre los capturados también estaban Hernando Hurtado, Guillermo León Linares, Carlos Castañeda, Julio Posada, Jaime Barrios y un obrero ferrocarrilero mejicano apellidado Pérez Meza.
El Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC) trasladó a los detenidos a una instalación en la calle del Sol (calle 12 entre carreras 3ª y 4ª) en el centro de la capital. Allí los presos fueron sometidos a torturas por parte de los agentes de inteligencia, pero según los testimonios se ensañaron especialmente con Marulanda. El Socorro Rojo tomó el caso para salvar la vida del líder sindical, presionando a las autoridades para que fuera liberado. Las presiones surtieron efecto y Marulanda salió de los calabozos del SIC a mediados de enero de 1951. Sin embargo, los malos tratos habían minado gravemente su salud ya quebrantada por un asma que adolecía desde la juventud. Manuel murió en un cuarto del barrio de San Victorino de Bogotá el 25 de enero de 1951.
Para este momento la guerra se había escalado en Colombia, guerrillas liberales tenían fuerte presencia en el centro del país, así como en los Llanos orientales, y por su parte, el PCC promovía los grupos de autodefensa campesina en regiones como el Tolima y Cundinamarca. Paulatinamente, algunos liberales, principalmente viejos militantes gaitanistas, se fueron acercando a los comunistas. Entre ellos se contaba a Pedro Antonio Marín, quien en 1953 asistió a una escuela de cuadros de los comunistas en la región del Davis (municipio de Rioblanco, departamento del Tolima). Allí se contó sobre la vida y muerte de Marulanda, y según lo afirma Arturo Alape, por sugerencia de Martín Camargo y Pedro Vásquez, Marín decidió adoptar el nombre del líder sindical muerto.
Cómo citar esta entrada: Cifuentes, Alejandro (2022), “Marulanda Vélez, Manuel”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org