MAÑASCO, Eusebio (Barrero Grande —hoy Eusebio Ayala—, Paraguay, 1889 – sin datos precisos de ciudad ni fecha de fallecimiento).
Obrero foguista, dirigente gremial de los yerbales misioneros de orientación sindicalista.
Nació en 1889 la localidad paraguaya de Barrero Grande (hoy Eusebio Ayala), en el seno de una “familia influyente y de inclinaciones liberales que había tenido participación en distintas revoluciones y movimientos políticos ocurridos durante la tumultuosa vida política de ese país” (Schroeder, 2011).
Se inició en el mundo del trabajo sin poder concluir sus estudios primarios en la empresa estatal Secaderos de Tabaco del Estado. Junto a sus compañeros de trabajo fue uno de los organizadores de la Sociedad Obrera, desde el cual se comenzó a organizar a los trabajadores tabacaleros paraguayos. En una oportunidad, el sindicato exigió aumentos de salarios y otras demandas obreras, y declararon una huelga que duró varios meses contra la empresa estatal y el Banco Agrícola que administraba el negocio. Por este hecho, Mañasco fue perseguido, refugiándose en la casa de un tío suyo, Silvano Franco, que era diputado nacional. Tiempo después, emigró a la Argentina (Schroeder, 2011).
En Argentina obtuvo el puesto de primer maquinista de abordo en el barco de guerra paraguayo “El Triunfo”, donde también trabajaba su hermano Anastasio. En enero de 1912 se desempeñaba como fogonero de dicha embarcación, cuando lideró con su hermano Anastasio y otros trabajadores un motín para acompañar el levantamiento que intentó derrocar al presidente Liberato M. Rojas. Desilusionado de las intrigas políticas del liberalismo paraguayo, Eusebio Mañasco y su hermano Anastasio se unieron hacia 1915 a la Liga de Obreros Marítimos del Paraguay. El 12 de octubre de ese mismo año Mañasco aparece junto a Gervasio Servín como fundador de la Sociedad de Foguistas Fluviales.
Después se empleó como foguista en el barco paraguayo “El Pángaro”, que realizaba la travesía Buenos Aires-San Ignacio, cargando la producción de yerba de la empresa “La María Antonia”.
Se afilia entonces a la FOM (Federación Obrera Marítima), integrada en la FORA sindicalista del IX Congreso. En junio de 1920 la FORA sindicalista envió en gira de propaganda y organización a su delegado Luis Lotito. Luego de dictar una de sus conferencias en la ciudad de Posadas, Lotito propició una reunión con representantes sindicales de la capital misionera con el fin de agrupar a los yerbateros del Alto Paraná, los llamados mensú, trabajadores de la yerba mate de la Provincia de Misiones, del Paraguay y del Brasil, cuya opresión había sido denunciada por Rafael Barret en la prensa y por Juan B. Justo y Alfredo Palacios en la Cámara de Diputados. Se crea entonces una comisión, integrada por 18 obreros, todos marítimos y liderados por el delegado de la FORA sindicalista, en la que se destacaron Luis Rosselli, secretario de la seccional local la FOM en Posadas, y los paraguayos Tomás Jara y Eusebio Mañasco.
El grupo llegó a San Ignacio el 13 de junio, convocando a una asamblea a la que concurrieron unos 500 trabajadores de los yerbales. Allí quedó constituido el el Sindicato de Obreros Yerbateros (SOY) de San Ignacio, que inicialmente se llamó Sindicato de Trabajadores en General de Misiones (sección San Ignacio). Lotito, considerando la actuación destacada de Mañasco en las huelgas de 1916-1917, lo eligió delegado organizador.
Mañasco deja entonces el barco y hace base en San Ignacio, pero recorriendo los ingenios de los tres países que atraviesa el Río Paraná, en los que el trabajo de los aborígenes de los yerbales paraguayo, brasileño y argentino se desarrollaba bajo un régimen feudal de cuasi esclavitud por deudas, con la ciudad de Posadas como centro de contratación. Extiende el Sindicato de Obreros Yerbateros (SOY) desde San Ignacio a otras localidades como Corpus, Candelaria, Puerto Istueta, contando con el apoyo, desde Posadas, de la Federación Obrera Marítima y de la Federación de Obreros Unidos. Impulsados por los triunfos de la FOM, los miembros del recién creado Sindicato de San Ignacio se lanzan en julio de 1920 a la huelga en reclamo de un pliego de condiciones que incluye la jornada de ocho horas, un aumento salarial y el pago en moneda nacional en lugar de los “vales” que debían canjearse en los comercios de las propias empresas.
La huelga concluye con un triunfo, pero la patronal procede a despedir trabajadores y exigir su desafiliación. Por otra parte, intenta primero asesinar a Mañasco y luego sobornarlo para que se vaya del lugar. Finalmente logra someterlo a un proceso judicial que termina por desarticular la organización obrera.
En efecto, en junio de 1921, en el contexto de una nueva huelga y de un boycott declarado a las yerbateras, Mañasco envía a cuatro miembros del sindicato a intimidar al conductor de un automóvil que se creía que traía mercadería del Paraguay para proveer a las empresas. Los sindicalistas, apostados en la Picada del Arroyo Yabebirí, que debían realizar disparon al aire a modo intimidatorio, dispararan reiteradamente sobre un automóvil, resultando muerto el conductor del vehículo, Allan Stevenson, colono de la localidad de Loreto que trabajaba en la construcción de una cosechadora mecánica de yerba. La policía no solo detuvo a los cuatro atacantes (Cirilo Ramírez, Liberato Espinosa, Crescencio López y Pascual González) sino también a Mañasco y a su compañera, Mónica Ballazar. Los detenidos fueron objeto de apremios para obligarlos a declarar que no se había tratado de un accidente desafortunado sino un asesinato premeditado e instigado por Mañasco. Éste sostuvo su inocencia, siendo respaldado por el amplio arco de la prensa obrera de entonces, que comprendía que el asesinato político no formaba parte del arsenal de lucha de los sindicalistas. Tres años después, el 21 de mayo de 1924, el juez condena a Mañasco y a tres de los obreros detenidos a reclusión perpetua, mientras se allanan todos los locales sindicales de Posadas, San Ignacio y Corpus, se detienen a los dirigentes obreros activos y se incautan sus bienes.
Por gestiones de los abogados defensores de la Unión Sindical Argentina (USA) la sentencia es apelada, hasta que la Corte Suprema de Entre Ríos falla en 1927 reduciendo la pena a 25 años de cárcel. Pero Mañasco sigue sosteniendo su inocencia. Sus mensajes desde la cárcel de Posadas —como su saludo a los trabajadores por el 1º de Mayo de 1925 o su vibrante folleto “Yo acuso” de 1927— son difundidos por la prensa sindicalista y anarquista, pero la campaña por su libertad tuvo alcance nacional, contando con la solidaridad de las más diversas corrientes políticas y de la gran prensa (entre otros, lo entrevista el diario Crítica).
El domingo 20 de febrero de 1927 se realiza por la mañana un acto multitudinario en la Casa del Pueblo, donde toman la palabra Luis Miranda (por el Sindicato de los metalúrgicos), Francisco Pérez Leirós, Angélica Mendoza, Rafael Greco y su abogado Simón Scheimberg; y otro acto multitudinario por la tarde en la Plaza Once, donde intervienen, entre otros oradores, Alfredo L. Palacios, Emilio Troise, Julio R. Barcos, José F. Penelón, Hermenegildo Rosales y Rafael Greco. El 20 de marzo se lleva a cabo un nuevo acto en el Teatro Augusteo donde intervienen Angélica Mendoza, Luis Di Filippo, Rafael Greco, Hermenegildo Rosales y Euclides Jaime.
El 21 de abril Mañasco y sus compañeros de prisión son trasladados a una cárcel de Buenos Aires, siendo recibidos por una multitud en paro general en la estación Chacarita del Ferrocarril Gral. Urquiza. Todos los actos del 1º de Mayo siguiente reclaman su libertad, tanto en Argentina como en Paraguay. Días después dos dirigentes de la USA se entrevistan con el Presidente de la Nación, el radical Marcelo T. de Alvear. Finalmente, el 9 de julio de 1927, y cuando se habían agotado todos los recursos legales, le es concedido el indulto presidencial. Mañasco es liberado después de seis años de cárcel.
Regresó entonces a Misiones, donde algunos testimonios indican que trabajó por la reconstrucción del sindicato, pero se pierde su rastro posterior.
En diversas fuentes de época aparece mencionado como «Magnasco» y también como «Añasco». Su apellido materno era Franco.
Obra
“Yo acuso…”, Buenos Aires, Prensa Popular, 1927.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2024), “Mañasco, Eusebio”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.