LANTERI, Julieta (La Brigue, entonces Provincia de Cuneo, Italia, 22/3/1873 – Buenos Aires, Argentina, 25/2/1932).
Médica, librepensadora y feminista argentina.
Llega a la Argentina en 1879 junto a su padre Antonio, su madre Matea Guidi y su pequeña hermana Regina María Bautista. Es bautizada como Julia Ángela Magdalena Lanteri, pero es apodada “Julieta”.
En 1884 la familia se radica en La Plata, Pcia. de Buenos Aires. Julieta obtiene el título de bachiller del Colegio Nacional de esa ciudad en 1895. Al año siguiente, se traslada a Buenos Aires para comenzar sus estudios en la Facultad de Medicina (Universidad de Buenos Aires). En 1898 recibe el título de Farmacéutica. Hacia 1904 es alumna interna de la Escuela de Parteras y fundadora de la Asociación de Universitarias Argentinas junto a Cecilia Grierson, Petrona Eyle, Elvira Rawson, Elvira López, Ernestina López y Sara Justo, entre otras.
En 1907 obtiene su título de doctora en medicina con una tesis sobre tumores placentarios: Contribución al estudio del deciduoma maligno. Tiene 34 años y es la sexta mujer en el país con el título de doctor en Medicina y Cirugía, pero debe comenzar en la Asistencia Pública aplicando vacunas contra la viruela. Vive con sus padres en la calle Suipacha 782; más tarde, logra abrir su propio consultorio en Av. de Mayo 981.
Sus inquietudes exceden la medicina; colabora en Nosotras, la revista “feminista, literaria y social” que dirigen María Abella de Ramírez y Justa Burgos Meyer. Se encuentran indicios de su pertenencia a algún grupo ligado a la masonería. Publica La mujer librepensadora y participa del Congreso Universal organizado en Buenos Aires por la Federación Internacional del Libre Pensamiento en 1906. El Comité Nacional es dirigido por el Diputado y Gran Maestre de la Masonería Argentina Juan Balestra, quien en varias ocasiones se enfrentará a las feministas. Algunas de ellas deciden constituir un Centro Feminista y después acompañan a Lanteri en la creación de la Liga Argentina de Mujeres Librepensadoras, cuya sede funciona en su propia casa. Allí proyectan el Primer Congreso Femenino Internacional de la República Argentina, que se concretará en el mes de mayo del año del Centenario, con Petrona Eyle como presidenta y Julieta Lanteri como secretaria general.
El 6/6/1910 contrae matrimonio, en una sobria ceremonia civil, con Alberto Luis Renshaw, un hombre catorce años menor y sin fortuna personal. Luego de ser testigo de la unión, su padre regresa a Italia con el resto de la familia. Por razones desconocidas, el matrimonio se mantiene apenas unos meses y, aunque logran el divorcio en 1919, ella firmará siempre como Lanteri Renshaw. Existen registros de su desazón por la partida del marido y de las vicisitudes de un divorcio que por entonces permitía la “separación de cuerpos”, pero no la disolución del vínculo matrimonial. Su tenaz abogada, Angélica Barreda (La Plata, 16/05/1887- 21/07/1963) logra demostrar la culpabilidad del marido por abandono del hogar. Sin embargo, Lanteri estará obligada a consultar con él cada movimiento de bienes o trámite judicial que decida afrontar; aún después de la sanción, en 1926, de la ley 11.357, gracias a la cual las mujeres mayores de edad, solteras, viudas o divorciadas, alcanzan los mismos derechos civiles que los varones.
En agosto de 1910 le anuncian que su adscripción a la cátedra de Enfermedades Mentales no es aceptada por su condición de extranjera. De inmediato, comienza el trámite por cual se convierte, tras ocho meses de apelaciones, en la primera mujer que logra obtener la ciudadanía argentina. Desde entonces, Lanteri tendrá como objetivo fundamental hacer de esa ciudadanía una condición igualitaria y efectiva; cree firmemente que el primer paso será el derecho a votar ya que “lo demás vendrá después”. La irrupción pública, el comentario frontal y la astucia legal serán sus acciones distintivas.
Un año antes de que la Ley Sáenz Peña (1912) declarara universal el sufragio prohibido a las mujeres, Lanteri impone su empadronamiento y logra votar en las elecciones municipales. Al mismo tiempo, insiste en su inscripción como “Profesor Suplente”, pero el pedido es rechazado esta vez sin mayores argumentos. Cumplirá su vocación docente como profesora de Ciencias Naturales en la Escuela Normal N° 3. Ese mismo año, crea la Liga Pro Derechos de la Mujer y del Niño. Acompañada por Raquel Camaña, organiza el Primer Congreso Nacional del Niño en 1913 y es presidenta del Comité Ejecutivo del Primer Congreso Americano del Niño en 1916. Nuevamente la sede es su casa de la calle Suipacha, aunque esta vez vive sola y está a cargo de las propiedades familiares en el país ya que su padre había muerto en 1915.
Continúa desafiando los obstáculos legales que le impiden la participación política y, bajo el principio “nadie puede ser privado de lo que la ley no prohibe”, se presenta como candidata a diputado nacional en las elecciones del 23/3/1919. Con el lema “En el Parlamento una banca me espera, llevadme a ella” obtiene 1730 votos. Cuando las autoridades alegan que para el empadronamiento nacional se requiere Libreta de Enrolamiento, Lanteri encabeza un grupo que el 2/8/1919 presenta su inscripción en el servicio militar.
El Ministro de Guerra se ve obligado a comunicar en persona la previsible respuesta negativa. De manera individual, Lanteri recurre a la justicia argumentando que no era necesario cambiar las leyes ni dictar una específica para el voto femenino porque éste ya estaba contemplado en la figura del ciudadano y nunca había sido explicitado entre las excepciones (indignidad, incapacidad o razón de estado y condición). Diez años después el caso llega hasta la Corte Suprema de Justicia que falla en contra de Lanteri con la justificación de que el espíritu de la Constitución no incluía a las mujeres sencillamente porque no existían para la política cuando fue promulgada; por lo tanto, el concepto de ciudadanía debía interpretarse en el sentido restringido original.
Mientras la justicia no reconoce a las mujeres como electores, Lanteri insiste como candidata. Esta vez (7/3/1920) representando al flamante Partido Feminista Nacional que además se suma al ensayo de votación preparado por el Comité Pro Sufragio Femenino. En su órgano de difusión, Nuestra Causa (Buenos Aires, 1919-1923), las feministas afirman que el partido desaparecería cuando su programa mínimo fuera satisfecho y las mujeres participaran efectivamente de la vida política. Compartiendo espacios colectivos, pero manteniendo su estrategia individual, Lanteri es candidata a diputado nacional de la fórmula socialista Nicolás Repetto y Antonio de Tomaso en las elecciones presidenciales de 1922, e insiste hasta 1930.
Durante cada campaña recorre los barrios y, sobre un taburete, declama su programa de igualdad jurídica, equidad salarial, derechos políticos para las mujeres, divorcio absoluto, protección a la niñez y abolición de la prostitución. Como mujer pública, respetable y vestida por entero de color blanco atrae la atención de los periódicos. Además de las reseñas y notas que La Nación, La Prensa, Buenos Aires Herald, El Diario, La Vanguardia, Caras y Caretas y El Hogar le dedican a lo largo de los años, es la destinataria de las cartas abiertas que Francisco Franchetti escribe en Vibraciones para felicitarla y hacerle notar que su índole es anarquista.
Sin embargo, Lanteri parece renegar de las etiquetas políticas; siempre será demasiado individualista para el socialismo, fatalmente sufragista para el anarquismo y muy feminista para el radicalismo. Mantuvo una actitud original, constante y hasta intransigente. Lo que otros consideraron fracasos —obtener menos de dos mil votos sobre ciento cincuenta mil o perder el juicio por enrolamiento—, ella rescató como conquistas: demostrar que los hombres votarían candidatas mujeres; lograr que un juez de la Nación aceptara por escrito que la palabra ciudadano significaba literalmente “varón”.
En 1921 responde a la encuesta feminista de Miguel J. Font (La Mujer), asegurando con un estilo muy metafórico que el feminismo es inevitable, ineludible y “una expresión grandiosa de la evolución de las razas”. Según la autora, sus principales obstáculos serían los prejuicios y, paradójicamente, las mujeres que los encarnan y son “indiferentes para las grandes evoluciones sociales”. Su carácter precursor es incuestionable. También será la primera persona en entablar y ganar un juicio a un inquilino a partir de la reciente ley de alquileres; el caso Lanteri Renshaw-Ercolano continúa siendo paradigmático entre los entendidos.
No hay datos precisos sobre su vida sentimental. Convivió apenas unos años en Berazategui con su hermana Regina, cuando su madre ya había muerto en Europa. Se dice que le gustaba mucho bailar aunque no bebía alcohol ni fumaba. Hacia fines de los años veinte había utilizado casi todo su patrimonio en el financiamiento de sus actividades políticas y judiciales por lo cual debe hipotecar un terreno y habitar un departamento alquilado en la calle Sarmiento 848. Sus ingresos ahora dependían de un nuevo emprendimiento: solucionar el problema de la calvicie masculina. En una nota publicada en La Jornada de 1931 se la ve aún en campaña y exhibiendo las fotografías de su revolucionario tratamiento.
El 23/2/1932 sufre un accidente que algunos consideraron sospechoso. Mientras Julieta caminaba por la Diagonal Norte, un automóvil hace una maniobra hacia atrás y la atropella. El automovilista huye. Sin embargo, para la justicia se trató de una simple fatalidad, que acabó con su vida dos días después. Hubo en su sepelio gran cantidad de oradores y las notas necrológicas fueron varias y elogiosas. Despedían a la leader del feminismo, Miss Constancia, la doctora de Lantera, the Pankhurst of Argentina, la intrépida doctora, la Mujer Política; La Lanteri.
Hoy, su nombre y su figura se recuerdan de modo diverso: una calle del barrio porteño de Puerto Madero, una casa transitoria para mujeres víctimas de la violencia doméstica, y una delicada estampilla del Correo Argentino.
Obra
- “La mujer librepensadora”, Conferencia de la Logia 12 de Octubre, Buenos Aires, 1905.
- Contribución al estudio del deciduoma maligno, Buenos Aires, Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Médicas, Las Ciencias, 1906.
- “El feminismo es una fuerza”, en: Album biográfico de los Librepensadores de la República Argentina, Buenos Aires, Otto Rossaly, 1910.
- “La mujer en la política”, en: Nuestra Causa n° 2, Buenos Aires, 10/6/1919.
Cómo citar esta entrada: Fernández Cordero, Laura (2024), “Lanteri, Julieta”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.