JUSTO, Juan B. (seudónimos: Cittadino) (Buenos Aires, Argentina, 28/6/1865 – Los Cardales, Pcia. de Buenos Aires, Argentina, 8/1/1928).
Médico, docente, ensayista político, legislador, periodista, traductor, conferencista, figura fundacional y máximo dirigente del socialismo argentino de proyección internacional. .
Hijo de Juan Felipe Justo, descendiente de inmigrantes italianos, y de Aurora Castro, perteneciente a una familia criolla vinculada al partido unitario. Aún cuando los esposos provienen de familias de comerciantes y hacendados medios, los ingresos provenientes de la actividad del padre —un administrador de estancias— eran irregulares y, por momentos, escasos, debiendo la madre y sus hijas realizar costuras para las grandes tiendas de la ciudad. Las discusiones en la pareja sobre si los hijos varones debían criarse en el campo —tal era el deseo del progenitor— o en la ciudad, y los largos períodos de ausencia del padre, llevan a la separación de los cónyuges, agudizándose las limitaciones de la economía familiar.
A partir de 1872 Juan Bautista recibe instrucción primaria en la escuela inglesa Parody donde también se dicta enseñanza religiosa. Entre 1877 y 1881 es alumno del Colegio Nacional. De esa experiencia valorizará, años después, los estudios de ciencias naturales y lenguas modernas, desdeñando los de lenguas clásicas y, especialmente, los de filosofía. En 1882 ingresa a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), graduándose de médico con medalla de oro en 1888. Realiza sus estudios universitarios al tiempo que trabaja como cronista parlamentario en el diario La Prensa, vivencia que le permitirá conocer de cerca el funcionamiento de las instituciones de una república poco democrática. También siendo estudiante participa como voluntario en la misión porteña enviada a combatir la epidemia de cólera desatada en Tucumán, entablando así un primer contacto con la pobreza de los sectores populares.
Gracias a un préstamo de su tío, parte a Europa en 1889 para perfeccionarse profesionalmente, asistiendo a diversas clínicas en París, Berna y Viena. Recibe el impacto, en la Francia de la Tercera República, de la emergencia del movimiento boulangista, que perdurará en su memoria a modo de alerta frente a los riesgos cesaristas que amenazan las repúblicas. Pese a su juventud, en pocos años forja una carrera brillante e innovadora en el ámbito de la medicina. En el país es pionero en la práctica del método aséptico en cirugía, la operación de hernia inguinal libre, la resección osteoplástica de la bóveda craneana y el uso de la cocaína como anestésico. Este prestigio le permite ser designado profesor suplente de Cirugía en la Facultad de Medicina, jefe de sala en el Hospital de Crónicos San Roque y, más tarde, director del Hospital de Junín.
No obstante, en 1906, una vez que haya alcanzado notoriedad como dirigente socialista, el gobierno (con la anuencia de la corporación médica perteneciente a la élite porteña) lo destituye de su cargo de profesor titular en la cátedra de Clínica Quirúrgica por haber respaldado un movimiento estudiantil tendiente a democratizar el funcionamiento de la Facultad. Justo y su familia habrán de vivir diferentes momentos de las luchas civiles argentinas. Su padre fue seguidor del autonomista porteño Adolfo Alsina y luego partidario de Leandro N. Alem, participando con los insurgentes de la llamada Revolución del Parque. Juan, en cambio, se acerca a la Unión Cívica de la Juventud pero considera que en lugar de una rebelión armada conducida por militares era preferible una huelga de contribuyentes. De todas maneras, participa en el movimiento revolucionario en calidad de médico. Estas experiencias de las guerras civiles habrán de pesar en su posterior óptica reformista.
Su acercamiento al socialismo se produce por una temprana vía intelectual y un progresivo adentramiento en diferentes organizaciones del incipiente movimiento. A partir de 1892 se consagra a la lectura de Marx, Hobson y otros clásicos del pensamiento económico y político. Participa del clima cientista finisecular, aunque progresivamente se irá distanciado de la influencia de Spencer. Desde el año 1893 dicta conferencias en el Club Vorwärts y colabora con el periódico El Obrero. El 2 de agosto de 1893 acude a la histórica reunión del Café Francés (calle Esmeralda 318), convocada a través de un aviso en un diario por la Agrupación Socialista de Buenos Aires para crear un periódico defensor de los trabajadores. Acuden por la Agrupación Isidro Salomó, Esteban Jiménez y Augusto Kühn, y por las asociaciones obreras el obrero tonelero Víctor Fernández. Allí se decide la fundación de un periódico socialista. A fin de que la publicación pueda salir a la calle Justo debe vender su automóvil y su medalla de oro otorgada por la Facultad de Medicina.
El primer número de La Vanguardia —el periódico más importante del socialismo argentino hasta mediados del siglo XX—, del que será el primer director y principal redactor, apareció el 7 de abril de 1894. Ese mismo año Justo adhiere a la Agrupación Socialista (luego Centro Socialista Obrero). En 1895 emprende un viaje a los Estados Unidos para explorar la fisonomía más avanzada del capitalismo (vivencia que cobra la forma de crónicas remitidas a La Vanguardia y luego serán compiladas en un folleto) y como segundo destino a Europa (París, Bruselas y Madrid), escenario visto ahora con ojos socialistas. El viaje resulta crucial en la vida de Justo pues lo decide a consagrarse a la militancia política antes que a la carrera académica, le permite realizar la traducción directa del alemán del tomo primero de El Capital (que aparecerá en España en 1898) y marca el inicio de su búsqueda selectiva de prácticas y tradiciones políticas del movimiento socialista internacional capaces de combinarse con las peculiaridades del proceso histórico argentino.
Justo se inserta en el todavía reducido espacio socialista local signado por: la fuerte presencia de inmigrantes, el debate sobre la prioridad de construir una federación sindical o un partido, las especulaciones en torno a la capacidad transformadora de la opositora UCR, las discusiones sobre la pertinencia de la vía revolucionaria y las expectativas respecto de la función civilizadora del capital extranjero. Al igual que otros partidos socialistas del Viejo Mundo, el argentino atravesó un período no exento de conflictos hasta su definitiva constitución y durante el cual se habría de consolidar su perfil político e ideológico, así como su estructura organizativa. La presencia de Justo gravita fuertemente en la fisonomía final que adoptará el partido: reformista sin ambigüedades, anclado en los militantes argentinos o inmigrantes nacionalizados (con el consecuente relegamiento de los militantes extranjeros no dispuestos a naturalizarse), ecléctico en materia doctrinaria, abierto a captar estratos sociales no obreros (arrendatarios, estudiantes y sectores medios urbanos) y provisto de una dirección que tiende a concentrar progresivamente el poder y a marginar o expulsar a los disidentes.
Sin embargo, su prédica no se impuso inmediatamente. En 1896, durante el congreso fundacional del partido, si bien los proyectos de Estatuto, Declaración de principios y Programa mínimo llevan su firma, no es aprobada su postura referida la viabilidad de alianzas limitadas con otras fuerzas, como tampoco sus negativas a que los diputados eventualmente electos presenten de antemano sus renuncias en blanco al Comité Ejecutivo y a que la democracia liberal sea reivindicada meramente a modo de instrumento táctico para acumular fuerzas en pos de futuras acciones revolucionarias. Ante este resultado desfavorable, renuncia a participar del mencionado comité, a la candidatura a diputado y a su cargo de director de La Vanguardia.
Pero lejos de alejarse del partido, intensifica su militancia y exposición pública a través de conferencias, participación en el Centro Socialista de Estudios, intervención en actos socialistas y colaboración en La Nación (interrumpiéndola luego por la manera que trata este diario las huelgas obreras) y La Vanguardia, que al estar controlada por sus adeptos oficia de tribuna difusora de sus posiciones políticas. En 1898 el II Congreso del PS aprueba sus iniciativas invalidadas anteriormente y reingresa meses más tarde al Comité Ejecutivo.
La fuerte influencia de Justo como impulsor y modelador de instituciones se advierte también en la fundación de un conjunto de asociaciones civiles tuteladas por el partido: la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos (1898), la Sociedad Luz (1899) y la Cooperativa “El Hogar Obrero” (1905). En esta serie habría que sumar El Diario del Pueblo (Buenos Aires, 1899), una efímera publicación no partidaria que financia con sus propios ahorros y procura dirigirse a un público más vasto que el estrictamente obrero.
En 1899 contrae matrimonio con Mariana Chertkoff —inmigrante rusa de origen judío, maestra y concertista de piano—, quien junto con sus hermanas Adela y Fenia Chertkoff impulsarán la creación del Centro Socialista Femenino en 1902 y la de la Unión Gremial Femenina en 1904. A su vez estas últimas se casarán respectivamente con los dirigentes partidarios Enrique Dickmann y Nicolás Repetto, en tanto el hermano varón, Naum Chertkoff, lo hará con Sixta, la hermana menor de Juan Bautista. Más adelante dos hijas de Justo, Alicia y Aurora, se casarán con miembros de la familia Dickmann. Este entrecruzamiento de vínculos familiares y afinidades políticas habrá de contribuir a la constitución de un núcleo compacto en la dirección del PS y será blanco de las futuras críticas de los disidentes.
El matrimonio Justo tiene siete hijos y se instala hasta fines de 1903 en Junín, donde el médico ejerce su profesión. Allí funda un centro socialista, una sociedad de socorros mutuos y una cooperativa. Esta decisión de establecerse en distritos de la campaña —aunque sin interrumpir el vínculo con el partido— y de alejarse de la Capital que es el epicentro de la fuerza socialista se repetirá en otras oportunidades, aunque durante lapsos más breves (el campo La Vera cerca de Villa María, Pcia. de Córdoba, o en Los Cardales, Pcia. de Buenos Aires) y en lugares semiurbanizados no tan alejados de aquella (v.g. Morón). Estas necesidades personales de retirarse de la ciudad se conjugan con su interés por estudiar la situación del campo y las clases rurales. En 1901 estas reflexiones cobran forma en “El Programa socialista del campo”, el cual será incorporado al programa del PS en su cuarto congreso.
Simultáneamente Justo mantiene a lo largo de su vida una actitud atenta al desarrollo de los acontecimientos internacionales, procurando propagar en la opinión pública una interpretación socialista de los mismos que con el tiempo, al igual que sucede en los partidos socialistas europeos, irá matizándose con una mirada desde la Nación. En el tránsito de un siglo a otro sostiene posturas favorables al grupo dreyfusard, los independentistas cubanos y la lucha de la comunidad boer contra los ingleses. Durante la represión de 1902 desatada contra los obreros en huelga y sus asociaciones, así como contra los grupos anarquistas y el PS, Justo retorna a Buenos Aires para sumarse a la lucha. Reinstalado en ella tiempo después, retoma la dirección de La Vanguardia que ha devenido diario (al frente de la cual se encontrará en forma intermitente hasta su muerte, siempre marcando su línea), abre su consultorio médico particular y pronuncia conferencias en medios obreros, así como en la Facultad de Filosofía y Letras, constituyendo estas últimas la base de su obra más importante: Teoría y práctica de la historia.
En 1904 Alfredo Palacios se convierte en el primer diputado socialista en el parlamento argentino. Las relaciones entre ambas figuras siguen un curso no exento de conflictos. Como inicialmente Palacios, aún cuando concuerda con aspectos básicos del socialismo, es renuente a afiliarse al partido y manifiesta una tendencia a la autonomía individual, incluso en materia de doctrina, Justo promueve la prohibición de que los no afiliados dicten conferencias o sean oradores en espacios partidarios. Una vez que aquel cumple con el requisito de la afiliación y es electo diputado, Justo habrá de monitorear a la distancia su actuación, propiciando su separación del PS cuando Palacios procure batirse a duelo. Resulta notorio cómo su creativo eclecticismo ideológico a la hora de construir una matriz interpretativa para abordar la realidad argentina entra en tensión con su postura poco flexible ante lo que juzga desviaciones políticas y de comportamiento respecto de un canon socialista imaginado por él y su grupo más cercano. En ese sentido, su creciente centralidad en el PS procurará perfilar dos modelos convergentes. Por un lado, el del militante lindante con el espíritu puritano y, por otro, el del partido homogeneizado desde la dirección y carente de líneas internas (rasgo que lo diferencia de sus pares europeos). Así en 1906 se opondrá a la tendencia sindicalista que recorre su fuerza política, como también, a lo largo de su vida, a quienes imaginen vías revolucionarias para construir el socialismo.
En 1908 Justo entabla su famosa polémica con Enrico Ferri, el prestigioso criminólogo y director del periódico socialista italiano Avanti!, quien arriba a la Argentina invitado por un empresario para dictar una serie de conferencias pagas a las cuales habrían de asistir miembros notorios de la clase dominante nacional y del gobierno. Rebatiendo a Ferri, justifica la existencia de un partido socialista en una sociedad donde la industrialización es incipiente a partir de la tesis marxiana de la colonización sistemática, según la cual la imposibilidad del acceso a la tierra libre por parte de los trabajadores, en su mayoría inmigrantes, crea un ejército proletario que al ser imbuido de la cultura socialista es capaz de convertirse en la principal fuerza modernizadora nacional. El acontecimiento consolida la imagen de Justo como autoridad doctrinaria local. A su vez en 1910 su asistencia al Congreso de Copenhague y al Congreso Cooperativo Internacional de Hamburgo en representación del Hogar Obrero —organizados ambos por la Segunda Internacional— le permite proyectarse como el principal referente del socialismo argentino en el exterior. En el primero logra un pronunciamiento condenando la represión reciente del gobierno argentino a los trabajadores en huelga y el asalto a La Vanguardia por parte de las bandas nacionalistas, al tiempo que es reporteado por algunos periódicos de la prensa socialista europea. Asimismo interviene en la comisión sobre cooperativismo donde defiende la autonomía de los sindicatos y las cooperativas ante quienes consideran prioritaria la hegemonía de las organizaciones partidarias sobre aquellos.
En ese año aparece publicado su trabajo “El socialismo argentino” en el diario La Nación. En 1912 es elegido diputado nacional por la Capital Federal, cargo que ocupará mediante reelecciones sucesivas hasta 1924, cuando se convertirá en senador, manteniendo desde su llegada al Congreso la condición de jefe del grupo parlamentario socialista. El inicio de esta nueva función se ve atravesado por el fallecimiento de su esposa en el séptimo parto —quedando sus hijos al cuidado de la abuela Aurora— y el estallido de la protesta de los arrendatarios, en quienes Justo cifra sus esperanzas como actor dinámico en la lucha contra el latifundio. Su estilo de labor parlamentaria esta signado por un ritmo activo, la presentación constante de proyectos alternativos (especialmente en materia de educación laica, distribución del presupuesto, combate de la inflación y defensa de las reivindicaciones obreras), la interpelación a los ministros de gobierno y la introducción de nuevos temas en la agenda de discusión.
En 1914 debería haber concurrido al congreso convocado por la Internacional en Viena —que no tendrá lugar por el estallido de la Primera Guerra Mundial— y participado en la comisión de carestía de la vida junto a figuras de la talla de Sydney Webb y Otto Bauer. Ese lugar simbólico denota un reconocimiento a su persona y a los logros electorales del socialismo argentino. Su breve intervención preparada para el congreso y publicada anticipadamente insiste en la necesidad de implantar la libre circulación de mercancías y combatir el proteccionismo aduanero. La propuesta va a contramano de la nueva fisonomía de la economía mundial y presenta una naturaleza bifronte, en tanto pareciera pretender la restauración de las condiciones del capitalismo premonopolista —en sintonía con el célebre discurso de Marx sobre el librecambio—, mientras advierte indirectamente sobre el peligro de la vigencia del proteccionismo como una eventual causa de conflicto entre las naciones europeas. Tras la Gran Guerra, en ocasión de su asistencia a las conferencias socialistas de Berna (de la cual es nombrado vicepresidente) y de Amsterdam en 1919, esta tesis aparece reforzada, complementándose con la proposición de una serie de medidas —algunas poco consideradas por los europeos— que procuran promover la fraternidad humana como condición para la merma de conflictos entre naciones: promoción de las migraciones, implementación del sistema métrico decimal, defensa de la Sociedad de las Naciones e implementación de una moneda única y de una carta internacional del trabajo que fije la medición de los salarios en valor oro. Las iniciativas de Justo, promovidas por un representante de un país no envuelto en la guerra, guardan el tono de una enseñanza de Latinoamérica a Europa.
Sin embargo, su postura frente a la contienda no está exenta de cambios y matices. Inicialmente se opone a la guerra en términos similares al del pacifismo sostenido por los socialistas de los países neutrales europeos —un acto de barbarie contrario a los intereses de los trabajadores—, aunque resaltando la necesidad de que la Argentina asuma un posicionamiento independiente. A la hora de evaluar sus causas computa no sólo los factores económicos sino el fracaso de la Internacional para generar una identidad colectiva solidaria capaz de sustituir el nacionalismo. Pero tras el hundimiento de buques de bandera argentina por submarinos alemanes, adopta en 1917 una política centrada en la defensa de los intereses comerciales nacionales y propone la salvaguarda de los barcos argentinos por medio de la marina de guerra, aún a riesgo de involucrar al país en el conflicto. En esta tesitura Justo y el grupo de diputados que dirige desacatan la decisión del Congreso Extraordinario del PS que denuncia la guerra como interimperialista, doblando la apuesta cuando el Comité Ejecutivo en el que predomina su influencia resuelve la expulsión de los internacionalistas y sus organizaciones. En el tránsito de una década a otra el socialismo argentino se ve sacudido por la Revolución Rusa que obliga a asumir un posicionamiento frente al proceso que allí se inicia. Justo adscribe a la nueva Internacional Obrera y Socialista de nítido carácter reformista y desde una óptica evolucionista condena la dictadura del proletariado, a la que considera signada por el “fanatismo autoritario”, atributo específicamente nacional y propio de un país donde el desarrollo técnico no habría producido todavía un cambio en la conciencia colectiva, la cual debería ser forzosamente el resultado de una larga experiencia histórica imposible de reemplazar por una conquista coyuntural del poder político. Descartando el modelo soviético, insistirá una vez más en la validez del espejo australiano o neocelandés para imaginar el caso argentino. Estas reflexiones aparecen primero como conferencias y luego publicadas bajo el título “El momento actual del socialismo argentino”. A lo largo de los años ‘20, si bien mantendrá la condena del régimen político soviético, va a atenuar la crítica y permanecer expectante ante lo que juzga un experimento social de “enormes consecuencias históricas”.
El 8/6/1916 es víctima de un atentado. Los disparos le fracturan el fémur y su convalecencia es larga, no obstante concurre igualmente a la Cámara de Diputados, instalándose en dos habitaciones del edificio. Dos años más tarde viaja a Córdoba para solidarizarse con los estudiantes que protagonizan el movimiento de la Reforma Universitaria y defiende sus posturas en el parlamento. El alejamiento de los conservadores del gobierno y el ascenso del radicalismo —al cual juzga una fuerza política inorgánica propia de la “política criolla” y hostil al PS— no cambia su diagnóstico sobre la necesidad de generar transformaciones económicas capaces de consolidar sujetos sociales modernos con intereses definidos que otorguen claridad al proceso político argentino. En ese sentido, aboga persistentemente por la eliminación del latifundio mediante la implementación de un impuesto progresivo sobre la propiedad de la tierra a fin de abrir el camino hacia un país agrícola basado en pequeños y medianos propietarios de la campaña. Esta insistencia crece al tiempo que disminuyen sus esperanzas en el papel civilizador del capital extranjero.
Correlativo a este desplazamiento es el incremento de la crítica del papel regional de los Estados Unidos: denuncia la política imperialista expresada en la invasión a Nicaragua, solidarizándose con la resistencia de Augusto César Sandino, y toma partido por México en su conflicto con la potencia anglosajona. La Revolución Mexicana, en su momento leída como un movimiento confuso de campesinos sin programa, es vista ahora como un proceso modernizador que ha situado a este país a la vanguardia de sus pares latinoamericanos. Asimismo desde su banca de parlamentario se interesa por la suerte de los trabajadores rurales, recorriendo en varias oportunidades los obrajes del Noreste y los yerbales misioneros. No dejan de aflorar en estos viajes ciertas percepciones etnocentristas respecto de los aborígenes quienes, según Justo, al portar una cultura precapitalista deben ser apartados del contacto con el trabajador blanco y confinados en reservaciones donde vivan según sus costumbres. Su condena del tráfico de aborígenes desde Bolivia, utilizados como mano de obra cautiva en latifundios e ingenios, persigue, simultáneamente, la defensa de mejores condiciones de vida de estos actores y la obstaculización, por vía estatal, de su entrada en el mercado de trabajo para que pueda prosperar una mentalidad sindical en estas zonas alejadas de los grandes centros urbanos.
En 1922 contrae matrimonio con la médica Alicia Moreau, reconocida periodista y defensora de los derechos de la mujer, con la cual habrá de tener tres hijos. Esta relación no es bien vista por sus allegados, dada la diferencia de veinte años entre los contrayentes y la pasada relación sentimental de Alicia con Enrique del Valle Iberlucea mientras éste estaba casado. Sus últimos años se consagran a sus viajes al interior, la actividad tanto parlamentaria como partidaria en la Capital y sus estadías en Los Cardales, cerca de Capilla del Señor. En 1927 Justo se reúne en secreto con el presidente Hipólito Yrigoyen. Allí acuerdan que el grupo parlamentario socialista no apoyará la intervención a la Provincia de Buenos Aires propiciada por conservadores y radicales antipersonalistas a cambio de que el caudillo derogue la ley que autoriza los establecimientos públicos de juego. Esta decisión tomada sin consultar a varios de sus compañeros de bancada que profesan un marcado antiyrigoyenismo, desavenencias respecto de la forma en que un círculo estrecho de la dirección toma las decisiones partidarias y cierta aversión frente al modelo casi cuáquero de militante, conducirá a una nueva fractura de la organización, dando lugar al Partido Socialista Independiente.
Cuando todavía arrecian las luchas de esa disputa, el 8/1/1928 Justo muere en su finca rural. A lo largo de su vida, Justo procura desentrañar el enigma de cómo construir una estrategia socialista en una zona del Nuevo Mundo que recién asoma al proceso de modernización capitalista. Su aproximación al análisis de la sociedad argentina evita la traslación mecánica de un modelo socialista europeo y elabora una estrategia cognoscitiva a partir de tres operaciones que lo convierten en un intelectual socialista original: a) una selección y tamización de ideas y prácticas del campo socialista internacional; b) la detección de la trama de determinaciones que rige la historia nacional; c) la comparación de la formación económico-social argentina con los países capitalistas nuevos que atravesaron un período de fronteras productivas abiertas, especialmente con las colonias inglesas de Oceanía. En la percepción de Justo, estos territorios no serían susceptibles de ser aprehendidos a la luz de un modelo etapista eurocéntrico, sino en tanto zonas donde la singular plasticidad de la reproducción capitalista abre nuevos rumbos de aproximación a la sociedad socialista. Sin embargo, la rapacidad cortoplacista de la oligarquía gobernante y el policlasismo asociado a la confusión ideológica que distingue a la UCR, no sólo las inhabilitarían como garantes de un proyecto modernizador sino que reinstalarían el fantasma tan temido de la guerra civil.
Por consiguiente, la óptica justiana cargaría sobre las espaldas del PS la tarea de sobreimprimir a esta sociedad voluble una red de dispositivos ético-institucionales (partido, bibliotecas populares, sindicatos y, especialmente, cooperativas) que operarían como reaseguros de la direccionalidad hacia el orden futuro. Según su visión, la estrategia del socialismo argentino debe ser la de actuar desde la sociedad civil y el Estado mediante una doble acción simultánea que, al tiempo que contribuya a plasmar un contexto civilizado y moderno, también coadyuve a perfilar un curso en donde la democracia política vaya confluyendo con la justicia social.
Obra
- “En los Estados Unidos. Apuntes escritos en 1895 para un periódico obrero”, Buenos Aires, Peuser, 1898.
- “Cooperación obrera”, Buenos Aires, La Vanguardia, 1898.
- “La teoría científica de la historia y la política argentina”, Buenos Aires, 1898.
- “El programa socialista del campo”, Buenos Aires, Coop. Tipográfica, 1901.
- “El Socialismo”, Buenos Aires, Coop. Tipográfica, 1902.
- “El ‘realismo ingenuo’”, en: Revista Socialista, Madrid, mayo y junio 1904.
- “La moneda”, Buenos Aires, La Vanguardia, 1903.
- “El método científico”, Buenos Aires, La Vanguardia, 1905.
- Teoría y práctica de la historia, Buenos Aires, La Vanguardia, 1909.
- “El Partido Socialista en la República Argentina. Polémica con Enrique Ferri”, Buenos Aires, 1909.
- “Estudios sobre la moneda”, Buenos Aires, La Vanguardia, 1912.
- “Por el libre desarrollo mental de la juventud”, Buenos Aires, La Vanguardia, 1912.
- La obra parlamentaria del Diputado socialista por la Capital. Mayo de 1912 – abril de 1913, Buenos Aires, La Vanguardia 1913.
- La obra parlamentaria (mayo de 1913 – abril de 1914), Valencia, Prometeo, s/f.
- “El presupuesto para 1916”, discurso en la Cámara de Diputados, Buenos Aires, Ed. CEN-PS, diciembre 1915.
- “Labor periodística”, Buenos Aires, Ediciones Mínimas, 1916.
- “La cuestión agraria”, Buenos Aires, La Vanguardia, 1917.
- “El conflicto universitario en Córdoba”, Buenos Aires, Sociedad Luz, 1918.
- “Informe de la Comisión Investigadora de los trusts”, Buenos Aires, 1929.
- (con Antonio de Tomaso) “La Internacional Socialista. Informes de los delegados argentinos Dres. Juan B. Justo y Antonio de Tomaso. Texto de las proposiciones aprobadas”, Buenos Aires, Partido Socialista, 1919.
- “Ideas sobre la historia”, Buenos Aires, 1920.
- “El comercio internacional y los cambios”, Buenos Aires, 1920.
- (con Augusto Bunge, Antonio De Tomaso y Enrique Dickmann), “El Estado y la Iglesia. Importante debate parlamentario. El clericalismo contra el Partido Socialista”, Buenos Aires, Comisión Pro Casa del Pueblo, 1920.
- “Relaciones del Partido Obrero con otros partidos”, Buenos Aires, 1921.
- “¿Crisis ganadera o cuestión agraria?”, Buenos Aires, 1923.
- “Contra el desquicio administrativo de los bancos oficiales”, Buenos Aires, 1924.
- “La intervención nacional en las Provincias”, Buenos Aires, La Vanguardia, 1925.
- Internacionalismo y Patria, Buenos Aires, 1925.
- “Régimen económico”, Córdoba, 1925.
- “La Iglesia y el Estado”, Buenos Aires, Casa del Pueblo, 1926.
- “La cooperación libre”, Buenos Aires, Federación Gráfica Bonaerense, 1927.
- “Separación de la Iglesia del Estado. Proyecto de ley presentado al Senado de la Nación por el Senador Juan B. Justo”, Buenos Aires, Sociedad Luz, s/f. [1928].
- “Economía, valor, interés”, Buenos Aires, La Vanguardia, 1928.
- “Programa de acción para las Juventudes Socialistas”, Buenos Aires, La Vanguardia, 1928.
Hay edición de Obras Completas en seis volúmenes:
- La Moneda, vol. I, Buenos Aires, La Vanguardia, 1928;
- Cooperación libre, vol. II, Buenos Aires, La Vanguardia, 1929;
- Internacionalismo y Patria, vol. III, Buenos Aires, La Vanguardia, 1933;
- Educación Pública, vol. IV, Buenos Aires, La Vanguardia, 1930;
- Teoría y Práctica de la Historia, vol. V, Buenos Aires, La Vanguardia, 1938;
- La realización del socialismo, vol. VI, Buenos Aires, La Vanguardia, 1947, pról. de Américo Ghioldi, ordenación y notas de Dardo Cúneo.
Cómo citar esta entrada: Geli, Patricio (2024), “Justo, Juan B.”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.