GUZMÁN CAMPOS, Germán (San Antonio de Calarma, municipio de Chaparral, Tolima, Colombia, 20/12/1912 – México D.F., México, 12/09/1988).
Como sacerdote católico fue pionero en cuanto a la apertura de la iglesia al cambio social. Como sociólogo fue pionero en la investigación crítica sobre la violencia en Colombia. Como escritor, elaboró la primera biografía que se conoce del padre Camilo Torres Restrepo, de quien fue su amigo y confesor. Como educador, fundó colegios en los que como rector implementó la participación estudiantil y ayudó de manera especial a la educación de las mujeres de su familia.
Nació el 20 de diciembre de 1912 en la población de San Antonio de Calarma cuando ésta pertenecía al municipio de Chaparral (Tolima), hijo de Fermín Guzmán Aguiar y Soledad Campos Salazar, campesinos de la región; hermano de Ángel Alberto, Soledad, Fermín, Marco Fidel, Blanca y Jorge. Murió en 1988 a la edad de 76 años auto-exiliado en México.
Su infancia transcurre en las labores tradicionales del campo desmatonando, desyerbando, levantando cercas hasta el día que visitan su casa dos sacerdotes de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl, conocidos comúnmente como “Vicentinos”; fundación religiosa francesa dedicada a la misión campesina y a la formación de sacerdotes en los seminarios. Fruto de esta visita es su decisión de marcharse al seminario. Aprendió a leer gracias a una maestra particular que lo adiestró en su casa y aprobó la primaria en la escuela de San Antonio donde estudió con el maestro chaparraluno Rafael Rocha. A decir de Carlos Orlando Pardo:
Tenía claro que no debía desaprovechar la oportunidad brindada por los canónigos para abrirse campo en un ambiente distinto que le permitiera viajar y conocer mundo. Una permanencia de varios meses en Choachí, tierra de su abuelo, que visita en 1923, lo afianza en la idea
(Pardo, 1999, pág. 305)
A los 11 años comienza sus estudios en el Seminario Conciliar de Ibagué. Luego de once años, sin tener la edad canóniga reglamentaria pero con la debida dispensa de Roma, es ordenado sacerdote en la Catedral de Ibagué el 28 de junio de 1934, por Monseñor Pedro María Rodríguez Andrade. A los 22 años era dueño de una férrea disciplina y una vida metódica que le ayudarán definitivamente en su existencia.
Comienza su ministerio sacerdotal en la población de Purificación, al sur del Tolima. Conociendo su Obispo su gran capacidad de trabajo y ofendido por los atropellos que recibió el joven sacerdote cuando confrontó a la Policía por haber causado una masacre en plena plaza municipal, lo traslada a Ibagué como profesor y procurador del Seminario, oficio en el que permanece durante dos años, después de los cuales es nombrado rector del recién fundado Colegio Tolimense, con la misión de salvarlo de la quiebra y del desprestigio. Allí desarrolla un novedoso sistema educativo basado en la participación y el gobierno estudiantil rompiendo con el aparato tradicional. Tal experiencia es conocida y elogiada por Jorge Eliécer Gaitán, en su visita a Ibagué como Ministro de Educación bajo el gobierno de Eduardo Santos en 1940. A partir de entonces se hacen amigos y aliados en pro de una educación popular digna. Sobre el desarrollo y las consecuencias del nuevo sistema educativo en el Colegio Tolimense, Carlos Orlando Pardo afirma que
Pese al apoyo que siempre le brindó la comunidad, fue acusado de permisivo y liberal al no aplicar a sus alumnos la entonces tradicional y rigurosa, cuando no represiva, disciplina. El obispo Rodríguez Andrade no duda en destituirlo. La reacción de la gente no se hizo esperar: el palacio de la curia fue apedreado y numerosos cartelones de protesta empapelaron los muros de la ciudad. Entre tanto, el joven sacerdote marcha, enfermo de un pie, hacia Chaparral donde dura tres meses postrado en una cama.
(Pardo, 1995, pág. 307)
Durante un poco menos de veinte años ejercerá como párroco en importantes centros económicos y políticos del norte del Tolima: Fresno (entre 1946 y 1950 y 1951 y 1958) y Líbano (entre 1958 y 1961) durante la época en la que se desata la más cruel y larga violencia en la región y en el país. El 11 de abril de 1948 tendría que recoger y sepultar el cadáver de Pedro María Ramírez, párroco de Armero, asesinado el 10 de abril en el contexto de los sucesos suscitados por la muerte del líder popular Jorge Eliécer Gaitán el día anterior.
A principios de los años cincuenta, siendo párroco del Fresno, aconsejaba y clamaba en todos los tonos posibles para que los beneficiarios de la bonanza cafetera que ocurriera hacia 1952-53 no malgastaran los abundantes y generosos recursos provenientes del alza de los precios del café, derivados de las heladas brasileñas, y los emplearan en el mejoramiento de sus familias y de sus tierras. Pese a la advertencia, parte importante de los excedentes dieron lugar, al igual que en bonanzas más recientes, a una sensación de riqueza y al gasto desmesurado en alcohol, fiestas, derroche y la pérdida de una oportunidad transitoria.
El Tolima, particularmente la rica zona cafetera y minera del norte del departamento, fue uno de los escenarios de mayor confrontación bipartidista durante el período conocido como La Violencia en Colombia y en donde se enraizará social y económicamente el bandolerismo, nacido como reacción a la violencia oficial. Su alta densidad de población residencial y flotante, las precarias condiciones sociales de la mayoría de la población, el analfabetismo generalizado, la concentración de la riqueza provenida de la bonanza cafetera, la exaltación de política partidista promovida por los gamonales durante muchos años, la nefasta actuación de la policía a partir del asesinato del candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán, la persecución a los sacerdotes católicos y el saqueo de templos, son entre otras, causas próximas para que la violencia en el norte del Tolima fuera mayor que en el resto del país. Aquí fue donde se realizó el mayor número de masacres perpetradas contra campesinos pobres durante los gobiernos de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez, Rafael Urdaneta, Gustavo Rojas Pinilla, Alberto Lleras Camargo y Guillermo León Valencia. Según María Victoria Uribe, “los índices de violencia en el Tolima durante los dos primeros gobiernos del Frente Nacional son los más altos de todo el período. Las masacres se agrupan en los municipios cafeteros de la zona norte del departamento” (Uribe, 1991), y no es por casualidad que sean los mismos municipios donde se desarrollaron vigorosos núcleos del gaitanismo, especialmente en el Líbano, Armero, Ambalema, Honda y Fresno. Solo en 1958 se cuentan 52 masacres, de las cuales 43 corresponden a la parte final del gobierno de la Junta Militar, y las nueve restantes se ubican en el segundo semestre del año, con Darío Echandía como gobernador del Tolima y Alberto Lleras Camargo como primer presidente del Frente Nacional. En 1959, sólo en el Líbano, el 88% de la población rural fue desplazada hacia la cabecera municipal, Ibagué y Bogotá, despojada de sus tierras y hundida en la más absoluta miseria.
En medio de la guerra surgen líderes campesinos armados que empezaron a ganar territorios y a someter a la población bajo su ley. Es el fenómeno conocido como bandolerismo. Por los montes, fincas y cafetales se movilizaban con sus cuadrillas asesinando, saqueando, extorsionando y violando. Los pueblos y las aldeas se llenaron de terror, de miedo y de odio. Como hordas de genocidas se hicieron famosos José William Aranguren “Desquite” campesino de Rovira (Tolima), Jacinto Cruz Usma “Sangrenegra” campesino de Santa Isabel (Tolima), Noé Lombana Osorio “Tarzán” campesino de Líbano (Tolima), Teófilo Rojas Varón “Chispas” campesino de Rovira (Tolima). Solo en 1962 toda la región rural del Líbano es sometida al pago de impuestos a Desquite. Como expresión de una diferencia política significativa en la región, el Movimiento Obrero Estudiantil Campesino (MOEC) trata de organizar los grupos armados bajo la dirección de Roberto González Prieto -campesino liberal del Líbano- conocido como “Pedro Brincos», experiencia que a la postre fracasó.
Germán Guzmán Campos vive el drama de la violencia, en especial siendo párroco del Líbano (1958-1961), acaso el pueblo más azotado. Tiene contacto directo con los hechos y sus consecuencias en las comunidades rurales. Fue confesor de guerrilleros, bandoleros, soldados, víctimas y victimarios. Conoció y documentó profundamente el desarrollo de este fenómeno, su complejidad y sus causas.
Una vez firmado el pacto de élites bipartidista del Frente Nacional el 20 de julio de 1957, el gobierno de la Junta Militar crea en mayo de 1958 la Comisión Nacional Investigadora de las Causas y Situaciones Personales de la Violencia en el Territorio Nacional, más conocida como La Investigadora (Jaramillo, s.f.), como uno de los instrumentos políticos para llevar a cabo sus propósitos de “pacificación”. Fue constituida por dos representantes de partido Liberal: Otto Morales Benítez (quien fue también su coordinador) y Absalón Fernández de Soto; un representante del partido Conservador: Augusto Ramírez Moreno, dos representantes de las Fuerzas Armadas: generales Ernesto Caicedo López (jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Militares) y Hernando Mora Angueira (militar retirado); dos representantes de la Iglesia Católica: los sacerdotes Fabio Antonio Martínez (párroco de Quinchía) y Germán Guzmán Campos (párroco del Líbano), quien actuará como secretario.
La Investigadora va a actuar en las regiones, especialmente en el occidente de Caldas y en el norte del Tolima. Visitará las zonas afectadas y recolectará testimonios. Llegaron a trasladarse a cerca de 45 municipios de 6 departamentos en los nueve meses de su existencia. En esta labor de terreno se entrevistará con funcionarios públicos, líderes políticos, autoridades eclesiásticas, líderes campesinos, personas desplazadas por la violencia, viudas, guerrilleros, etc. Se encontrará con la situación de impunidad, la precariedad social, el sectarismo político y el desplazamiento. En cuanto a la recolección de testimonios la Investigadora cuidó de recoger de todas las tendencias políticas y priorizó la voz de los campesinos. Muy posiblemente, la presencia de los sacerdotes fue crucial para suscitar confianza y credibilidad. En cuanto al enfrentamiento a las secuelas de la violencia La Investigadora desarrollará dos prácticas: a) la firma de micropactos, b) la asistencia social y económica a las regiones afectadas, a través de las cuales desplegó una especie de operación pacifista. De los cerca de 50 pactos firmados, la mayoría son realizados en el norte del Tolima donde la Comisión tuvo su principal impacto político y económico. Por influencia de Germán Guzmán Campos, la Investigadora alcanzó a recomendar una “terapéutica del dolor” con las víctimas, las familias, las escuelas, el ejército, las instituciones privadas y la Iglesia. Al concluir sus labores en enero de 1959, el presidente Lleras Camargo designará por un período adicional hasta diciembre de 1960 a Germán Guzmán Campos como Coordinador de Paz, para que continuará en la labor de propiciar la reconciliación. La Comisión concluye lánguidamente y su misión de rehabilitación pronto es sustituida por la política de represión del Frente Nacional, como sucedió en el departamento del Tolima siendo presidente Guillermo León Valencia (1962-1966).
Sobre su participación en esta Comisión Investigadora, Germán Guzmán Campos va a decir que aceptó por el “compromiso moral de hacer cuanto pudiera hacer para que la violencia cesara, por cuanto había palpado su horridez multiforme (…) y por el impacto que me causaron la tesis de mis colegas de Comisión; cuando discurrían sobre estrategias y medidas conducentes…” (Guzmán, 1995, pág. 47) Aterrado por esas tesis, su intervención fue la siguiente:
Señores: ustedes, excúsenme, no saben mucho de violencia, la desconocen, no han recogido cadáveres despedazados, ni visto caseríos quemados, ni regiones devastadas, ni cientos y miles de campesinos exiliados. A su pregunta. ¿Qué podemos hacer? Respondo: la violencia no debe indagarse solamente en las salas de los gerentes ni en el despacho de los gobernadores, ni en las cuentas bancarias. La violencia está en diversas esferas y también en los campos. Hay violentos en las ciudades y los montes. Partamos de una verdad aparentemente trivial: para cazar tigres es necesario ir a donde haya tigres. Si queremos investigar y frenar la violencia, vamos a donde están los violentos y hablemos con ellos donde sea
(Guzmán, 1995, pág. 47)
De esta manera La Investigadora cambió de estrategia. Se trasladó a las regiones afectadas, entró en contacto directo con las gentes, escudriñó los sucesos en sus ámbitos concretos; valiéndose para ello del diálogo, la conversación directa, la entrevista abierta, la consulta de documentos. Estaban siendo puestos los principios, de lo que años después, dará origen a la investigación acción participativa (IAP) en el trabajo social que desarrollará Camilo Torres en el barrio Tunjuelito al sur de Bogotá y Orlando Fals Borda en La Rosca de Investigación Social.
El 7 de enero de 1959 visitó al Líbano el presidente Alberto Lleras Camargo para respaldar la labor de paz que allí se desarrollaba. En las palabras con que agradeció el homenaje que le brindara el Concejo Municipal dijo que Germán Guzmán Campos “estaba en mora de escribir un libro sobre la violencia, dado el conocimiento que tenía del problema”.
El 2 de noviembre de 1959 el Papa Juan XXIII nombra como Obispo de Ibagué a Monseñor Rubén Isaza Restrepo, quien era el primer Obispo de Montería. Tomó posesión de la diócesis el 16 de febrero de 1960. Enseguida convocó a nivel nacional la Gran Misión por la pacificación del Tolima teniendo como coordinador general al padre Germán Guzmán Campos, a quien le otorga el título de “Monseñor” como reconocimiento a su liderazgo pastoral, a sus cualidades humanas y a su compromiso con la paz de Colombia (este título de “Monseñor” es honorífico, no significa que Germán Guzmán Campos haya sido Obispo de alguna diócesis.). La primera etapa de la Gran Misión se realizó del 22 de julio al 7 de agosto. Intervinieron 70 universitarios, 80 seminaristas, 50 sacerdotes y 800 misioneros. Al terminar, Guzmán declara para el periódico Tribuna de Ibagué, el 9 de agosto de 1960 que, «se necesita una acción sobre los centros afectados por la violencia, no se debe tardar porque esconde la miseria y ella puede ser causa de nueva violencia». Añadió, «se están gestando factores peligrosamente explosivos», y reclamó el establecimiento de una pedagogía especial para tratar las consecuencias de las alteraciones del orden durante los últimos años».
En el periódico Signo de la diócesis de Ibagué, fundado por Javier Darío Restrepo en 1960, Guzmán hará la siguiente síntesis de lo que considera la razón de ser de la violencia en el Tolima:
Los campesinos fueron lanzados a la lucha, fueron inducidos, llevados, obligados. Contra ellos se estrelló toda una máquina de destrucción represiva, ciega, sádica e infernal. Los campesinos reaccionaron para defenderse y nada pudo detener la loca racha que quebró todos los valores. Los campesinos fue el objetivo y resultaron la víctima de esta tragedia nacional. No luchó por un ideal político ni por un anhelo de justicia universal, lo hacen por odio o para sostenerse al margen de la ley.
(Signo n° 1, 1960)
La Gran Misión tuvo como fin la erradicación de ese odio introyectado con perversidad en el alma campesina.
En enero de 1961 viajaron desde Bogotá hasta el Líbano Camilo Torres Restrepo, Orlando Fals Borda, Andrew Pearse y Roberto Pineda, profesores de la recién creada Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, con el fin de expresarle a Germán Guzmán Campos el interés de la Universidad por estudiar y analizar la violencia colombiana. Después de un prolongado diálogo le propusieron escribir al respecto. Pese a una primera negativa de Guzmán Campos, la Universidad hizo gestiones con el Presidente de la República Alberto Lleras Camargo y con el Obispo de Ibagué Rubén Isaza Restrepo. En junio de 1961 el Obispo, a pedido del Presidente, le concede el permiso para trasladarse a Bogotá y dedicarse a trabajar en el estudio de la violencia, sin perder las facultades ministeriales y las licencias canónicas de las que gozaba. De esta manera nace el libro La Violencia en Colombia, primer intento de reconstruir y explicar en profundidad este fenómeno y hacer un juicio de responsabilidad de la élite dominante colombiana; además constituyó una experiencia de coautoría de académicos sociales, inusitada en el país, que “irrumpe en el escenario nacional para llevar a cabo una intervención política, pero sin renunciar a sus propios criterios” (Valencia, 2012, pág. 32). Podemos agregar que esos criterios son, en su momento, la simiente de una sociología crítica y comprometida con la realidad colombiana. Para Jefferson Jaramillo será “el primer relato emblemático académico de la violencia en un país latinoamericano y en uno de los mojones fundacionales de la ciencia social profesional en el país” (Marín, 2012, pág. 39).
Tras algunos meses de intensa dedicación apareció el primer volumen de La Violencia en Colombia en junio de 1962, impreso en la Editorial Iqueima, gracias a los fondos que para tal fin tramitó Camilo Torres con la Fundación de la Paz de propiedad de la familia Urrea. La edición constó de mil ejemplares numerados para distribución restringida. Este estudio se realizó en gran parte gracias al archivo y a las notas que tenía Germán Guzmán Campos, acopiado desde los tiempos de la Comisión Investigadora y que ésta no hizo público. La segunda edición, en el mismo año, fue realizada por la Editorial Tercer Mundo, tuvo un tiraje de 5.000 ejemplares, todos ellos agotados prontamente. La publicación de este primer volumen, en expresión del propio Germán Guzmán Campos, “generó una polémica tan intensa y enconada como no la ha desencadenado hasta ahora ninguna otra obra en el país” (Guzmán, 1995, pág. 52). Por tal motivo, Guzmán emprende la defensa de la obra en diferentes escenarios, especialmente en los barrios bogotanos, a través de conferencias como aquella que realizó en el barrio Quiroga y que fue reseñada en el periódico El Tiempo el 16 de septiembre de 1962. También se vale de testimonios que él mismo elabora y hace publicar en importantes diarios de la Capital, como el siguiente aparecido en El Espectador:
El autor principal de la obra se somete de antemano a la doctrina de la Iglesia y declara que rechaza formalmente cualquier concepto reñido con la cristiana ortodoxia.
(Monseñor Germán Guzmán Campos, Bogotá, junio 4 de 1962)
Deja, además, constancia expresa de su gratitud a cuantos facilitaron la aparición de este libro y de manera especialísima al doctor Orlando Fals Borda quien revisó los originales, imponiéndose una labor abrumadora; al Presbítero Camilo Torres Restrepo, fraternal impulsador de todas las horas, a la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional que promovió la idea de la investigación; y al campesino de Colombia, cuya tragedia pude apreciar sobre el terreno, gracias a su generosa hidalguía.
Sobre los reconocimientos de la autoría y valor del libro, destacamos las palabras de Gerardo Tamayo Peña publicadas en El Espectador el 19 de agosto de 1962:
Monseñor Guzmán, el autor principal de la obra, además de su indiscutible autoridad moral e intelectual, de su gran sensibilidad social, es uno de los colombianos que más cerca le ha tocado mirar y examinar el espantoso drama de la violencia. Su colaboración en el Programa de Rehabilitación Nacional fue muy valiosa y en su poder reposan escalofriantes documentos de innegable autoridad e importancia.
En 1964 se conoció la segunda parte de la obra; en ambos tomos el aporte de Guzmán Campos es definitivo. Así lo corrobora Jefferson Marín:
Podemos denominarlo un “etnógrafo de la Violencia”, dado que aportaría información de primera mano (material fotográfico y testimonios, entre otros) recogido cuando fuera cura párroco del Líbano (Tolima), y como parte de los recorridos de la Comisión en las zonas afectadas. Su impronta se evidencia de “cabo a rabo” en los dos tomos. Del primero, elaboró diez de los trece capítulos, así como las palabras finales. Del segundo, elaboró ocho de los catorce capítulos, orientados básicamente a describir la historia y geografía de La Violencia, los elementos estructurales del conflicto y la terapéutica sobre La Violencia. Estos, además, pueden ser considerados la arquitectura del libro.
(Guzmán, 1995, pág. 40)
Vale la pena reseñar que Guzmán Campos contribuyó con la realización de otro importante estudio de la violencia antes de la publicación del libro. Nos referimos al estudio del antropólogo Roberto Pineda Giraldo titulado El impacto de la violencia en el Tolima: el caso de El Líbano, publicado en la serie Monografías Sociológicas de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, en octubre de 1960. Al respecto, en su presentación, Pineda afirma que: “formarnos una idea con la ayuda del Reverendo padre Germán Guzmán Campos, conocedor del problema como cura párroco de la población y como hombre angustiosamente preocupado por los efectos que veía y las consecuencias previsibles”.
Luego de la publicación del libro La Violencia en Colombia, Guzmán se queda en Bogotá contando con el apoyo de Monseñor Rubén Isaza quien por entonces había sido trasladado a Bogotá como Obispo auxiliar (coadjutor). En Bogotá Guzmán se junta a la causa de su amigo y compañero Camilo Torres y participa del movimiento Frente Unido. Laboralmente se vincula al Ministerio de Salud como encargado de la división de Organización y Participación de la Comunidad, con el Instituto de Administración Social de la ESAP, en proyectos piloto de reforma agraria del Instituto Colombiano de Reforma Agraria – INCORA y es profesor asociado en el Instituto Superior de Ciencias de la Universidad (INCCA). Participa en la fundación de la Asociación Colombiana de Sociología constituida el 11 de abril de 1962 y en el Primer Congreso Nacional de Sociología, presente y perspectiva de la sociología en Colombia, del 8 al 10 de mayo de 1963.
Después de la muerte de Camilo en febrero de 1966, publica en mayo 1967 la primera biografía que conocemos sobre Camilo Torres, titulada en su primera edición Camilo, Presencia y Destino, en su segunda edición de junio del mismo año Camilo, el cura guerrillero. La biografía es re-editada en 1968 con el título El padre Camilo Torres por la editorial Siglo XXI, versión que en 1989 llegaba a su novena edición. En la presentación de mayo de 1967, los editores dicen lo siguiente del libro y de su autor:
El libro, que persigue librar a Camilo de interpretaciones deformantes, está escrito con estilo audaz, franco, golpeante, casi irreverente. A no dudarlo, sus páginas y los personajes promoverán una encarnizada polémica, porque Camilo es y será signo de contradicción; y cuanto Guzmán escribe suscita expectativas y controversias.
Acerca del autor sobran comentarios: es conocido ampliamente en Latinoamérica y Europa como uno de los más valiosos y valerosos intérpretes de la problemática colombiana. Basta decir que, con la sola noticia de la aparición de la obra, se le pidió autorización para traducirla a varios idiomas extranjeros.
No solamente es el primer biógrafo de Camilo Torres, sino que, una vez desaparecido éste, se convierte en líder y continuador del camilismo. Viajó a La Habana donde participó del Congreso de la Cultura celebrado en enero de 1968, allí se encontró con Juan García Elorrio, quien le invita a participar del Encuentro Latinoamericano Camilo Torres a celebrarse en la ciudad de Montevideo, Uruguay, en febrero de 1968. Al llegar Guzmán a Montevideo las autoridades le obligan a regresar a Colombia no sólo impidiendo su participación en el evento sino negando la posibilidad de que en Colombia se realizara en 1969 una reunión entre García Elorrio y Guzmán con miras a unificar posiciones entre Cristianismo y Revolución. Pero esto no lo desalienta, por el contrario le confirma la necesidad de continuar trabajando por un movimiento revolucionario de inspiración cristiana, ve la necesidad de la unificación de la acción y se convierte en figura articuladora del camilismo, para lo cual vuelve a lanzar el antiguo órgano de prensa de Camilo Torres, Frente Unido, donde Germán Guzmán Campos es el director, y cuya línea se define como “Continuar los propósitos y el mensaje de Camilo Torres Restrepo. Su fin es vincular los sectores que se inspiran en las tesis de Camilo para proseguir su lucha contra el imperialismo y las oligarquías” (Frente Unido n° 1, febrero de 1968, segunda época). El periódico Frente Unido en su segunda época, bajo la dirección de Guzmán Campos, circula por varios meses durante el año 1968, en especial el número publicado con motivo de la visita del Papa Pablo VI a Bogotá en agosto de ese año, por su fuerte contenido crítico será uno de los causantes de las presiones y persecuciones tanto de los grupos radicales de izquierda como de sectores de la derecha (incluyendo a la jerarquía eclesiástica), que a la postre lo llevará, en septiembre de 1968 a exilarse en México. Esta decisión es comunicada en el periódico Frente Unido, segunda época, número 10 de octubre de 1968, así:
El compañero Germán Guzmán Campos, a cuya iniciativa y esfuerzo se debe en gran parte la difícil empresa de nuestro periódico, ha viajado a la ciudad de México donde piensa cumplir compromisos universitarios y realizar tareas que, a su juicio, tienen gran importancia para la unificación de los sacerdotes en el Continente (…) Monseñor Germán Guzmán Campos continuará en la dirección del FRENTE UNIDO, hasta tanto los dueños del periódico –que son todos los auténticos revolucionarios colombianos, divulgadores y colaboradores distribuidos por todo el territorio nacional– resuelvan en asamblea convocada próximamente para ello, sobre la manera como se debe continuar el trabajo, cada día más ligado a los anhelos de liberación de las clases populares y sus valerosas vanguardias.
En México se radicará Germán Guzmán Campos junto con su compañera la abogada caleña Olga Navia Tejada y las dos hijas de ella. Sostendrán esta relación durante casi diez años. Al término de ésta, Olga regresa a Cali y Germán establece nueva relación con la socióloga e investigadora de la ruralidad femenina mexicana, Emma Zapata Martelo. En México entra en contacto con sectores cristianos progresistas como el Secretariado Social que publica la revista Contacto, con el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) de Iván Ilich que funcionaba en Cuernavaca desde 1966, con sacerdotes exiliados de Brasil, con sectores evangélicos del movimiento Iglesia y Sociedad (ISAL), con el militante cristiano Raúl Macin, entre otros. También desde México sostiene comunicación cercana y fluida con las personas que están al frente del movimiento Golconda en Colombia, especialmente con René García Lizarralde y Germán Zabala, además interviene en la organización del periódico Frente Unido, tercera época, delegando su dirección en René García Lizarralde, cuyo primer número es lanzado el 1 de mayo de 1969 en el barrio Florencia (Bogotá). De su trabajo en pro de la articulación del sacerdocio revolucionario en América Latina será su texto “Rebeldía clerical en América Latina” publicado en la Revista Mexicana de Sociología en 1970.
En México Germán Guzmán Campos trabajará como profesor en la Universidad Autónoma UNAM, hará posgrados en sociología agraria y en educación y Doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Iberoamericana de México (1983). Los últimos años de su vida los dedicará a la docencia en la Universidad Autónoma de Chapingo y en el Centro de Estudios del Desarrollo Rural de México. También en México, Germán Guzmán Campos solicitará al Vaticano (Roma) la dispensa para dejar el ejercicio del ministerio sacerdotal y retornar al estado laical, la que fue concedida el 28 de julio de 1970.
En 1980 fue invitado a un encuentro de escritores tolimenses realizado en Ibagué en donde presentó la conferencia “La violencia, tema de la literatura colombiana”, mostrándose como un profundo conocedor de la literatura nacional. Con motivo de este encuentro, el 19 de diciembre de 1980, el Instituto Tolimense de la Cultura le otorga el Premio Tolimense de Literatura.
Germán Guzmán Campos se radicó definitivamente a México a comienzos de la década de los 80s, como profesor e investigador en el Colegio de Posgraduados en Texcoco (Campus Montecillo) en el cual desarrolla una intensa actividad intelelectual.
Participó en el I Simposio Internacional sobre violencia, realizado en Bogotá, en junio de 1984. En dicho simposio presentó la ponencia “Reflexión crítica sobre el libro La Violencia en Colombia”, que será publicada posteriormente en el libro de Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda, Pasado y presente de la violencia en Colombia.
Muere en México a consecuencia de un infarto al corazón en 1988, a la edad de 76 años, quien fuera reconocido como uno de los primeros del puñado de curas rebeldes que ayudarán a recuperar la esencia del evangelio de Jesús de Nazaret: EL AMOR SINCERO Y EFICAZ como servicio y entrega al “prójimo” sin ningún egoísmo.
Al morir Germán, la doctora Emma Zapata asumirá la custodia del archivo sobre la violencia en Colombia, que éste había llevado a México para su cuidado. Es un archivo de más de 9.000 documentos de gran importancia para la investigación sobre historia y memoria social colombiana. Es ella, como investigadora del Colegio de Texcoco, quien ha estado colaborando con la Universidad del Valle (Cali-Colombia) en la digitalización del Archivo Guzmán que ha llegado a esta casa de estudios.
Gracias a este trabajo, la Univalle ha publicado dos libros: Entrega de armas de las guerrillas del Llano (2018) y Tres estamentos de poder (2018), tesis de doctorado de GGC de 1983.
La conservación y gestión de su versión virtual está a cargo del Centro de Investigación y Documentación Socioeconómica (CIDSE) de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Valle y puede consultarse aquí.
Obra
Conferencias
- Sociología Rural, Bogotá, ESAP, 1963. Conferencias dirigidas a líderes comunitarios, profesionales y técnicos de la Reforma Agraria en Colombia. Mimeografiadas.
- Sindicalismo y cambio social, Bogotá, Universidad INCCA de Colombia, 1964. Mimeografiadas.
- Iglesia y Revolución, La Habana, Casa de las Américas, 1968.
Cursos
- “Sociología del Desarrollo”, Instituto Colombiano para el Desarrollo, ICODES, Bogotá, 1964.
- “Promoción de la Comunidad”, División de Acción Comunal del Ministerio de Gobierno, Bogotá, 1964.
- “Unidades de Acción Rural” en el Seminario Internacional de Reforma Agraria, Escuela Superior de Administración Pública, Bogotá, 1964.
- Entre 1963 y 1964 dicta además cursos breves de sociología en la Universidad Pontifica Bolivariana de Medellín; Facultad de Agronomía, Universidad de Antioquia; Facultad de Agronomía, Universidad Nacional de Colombia en la sede de Palmira.
- “Aculturación del migrante rural” en la Escuela Superior de Administración Pública – ESAP, Bogotá, febrero de 1965.
- “Factores de desadaptación del menor delincuente”, Universidad INCCA, Bogotá, diciembre 5 a 15 de 1965.
- “La Iglesia Católica como factor de cambio estructural en Colombia”, Iglesia y Sociedad en América Latina ISAL, Sasaima, julio 8 a 16 de 1967.
- “El Conflicto Social en Colombia”, México, Agosto-Septiembre 1969.
- “Iglesia y Rebelión en América Latina”, México, 1970.
- “Sociología del Desarrollo en América Latina”, México, 1970 y 1971.
- “Política y Gobierno en América Latina”, México, 1971.
- “Actualidad Sociopolítica de América Latina”, México, 1971.
- “ La Violencia y la realidad colombiana”, Facultad de Antropología de la Universidad Iberoamericana, México, 1969.
- “Estructuras Sociales”, Centro Intercultural de Información y Documentación CIDOC, Cuernavaca-México, 1969.
- “Proceso Sociopolítico en Colombia”, Centro Intercultural de Información y Documentación CIDOC, Cuernavaca-México, 1970.
Ensayos
- Factores de Subversión en Colombia, revista ESQUINA n° 2, 1968. Bogotá.
- «Crisis en la Iglesia Latinoamericana», El Día n° 2527, julio 7 de 1969. México.
- «Presencia de Camilo Torres», en La Iglesia Rebelde en América Latina, Siglo XXI, México, 1970.
- «Rebeldía clerical en América Latina», Revista Mexicana de Sociología, Vol. 32, n° 2, memorias del IX Congreso latinoamericano de sociología, marzo-abril de 1970, pp 357-394.
- «La violencia en la literatura colombiana», Luna de Arena n° 1, 1981, p.22. Ibagué.
- Lo religioso en Cien años de Soledad, COLPOS, 1981.
- Experiencias de Trabajo con Comunidades Rurales, COLPOS, 1981.
- Aspectos sociales del desarrollo rural, Cuadernos del CEDERU No 14, Colegio de posgrados, Chapingo-México, 1986.
- «Reflexión crític sobre el libro ‘La violencia en Colombia‘», en Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda (comp.) Pasado y presente de la violencia en Colombia, Bogotá, CEREC-IEPRI, 1986.
Libros
- (con Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna), La Violencia en Colombia, estudio de un proceso social. Monografías sociológicas, n° 12, Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, coedición con Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1962.
- (con Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna), La violencia en Colombia. Estudio de un proceso social, tomo 2, ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1964.
- Camilo: Presencia y Destino, Ed. Antares – Tercer Mundo, Bogotá, 1967.
- La violencia en Colombia: parte descriptiva, Progreso, Cali, 1968.
- Familia, Fecundidad y Migración, Universidad INCCA de Colombia, Bogotá, 1968.
- El padre Camilo Torres, Siglo XXI Editores, México, 1969.
- (con Eduardo Umaña Luna y otros), La Familia y la Ley en Colombia. Aspectos socio-jurídicos de la familia en Colombia, Ed. Antares Tercer Mundo, Bogotá, 1969.
Cómo citar esta entrada: Torres Millan, Fernando, Garzon Fonseca, Néstor Camilo (2020), “Gúzman Campos, Germán”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org